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Sirácides - Capítulo 9 - La Biblia Latinoamericana -


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#21 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 25 mayo 2008 - 11:39




GÉNESIS

28




1 Entonces Isaac llamó a su hijo Jacob, lo bendijo y le dio esta orden: «No te cases con ninguna mujer cananea. 2 Ponte en camino y vete a Padán-Aram, a la casa de Batuel, el padre de tu madre, y elige allí una mujer para ti de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. 3 Que el Dios de las Alturas te bendiga, te multiplique y de ti salgan muchas naciones. 4 Que Dios te conceda la bendición de Abraham, a ti y a tu descendencia, para que te hagas dueño de la tierra en que ahora vives, y que Dios dio a Abraham.» 5 Isaac despidió a Jacob, que se dirigió a Padán-Aram, a la casa de Labán, hijo de Betuel el arameo, hermano de Rebeca.
6 Esaú vio que su padre había bendecido a Jacob y lo enviaba a Padán-Aram para que allí se buscara una mujer. Escuchó también que, después de haberlo bendecido, le había ordenado: «No te cases con ninguna mujer cananea», 7 y que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, se había ido a Padán-Aram. 8 Comprendió, pues, que las mujeres cananeas no agradaban a su padre Isaac. 9 Se dirigió a Ismael y tomó por esposa, además de las que tenía, a Majalat, hija de Ismael, hijo de Abraham, y hermana de Nebayot.


Sueño de Jacob



10 Jacob dejó Bersebá y se dirigió hacia Jarán. 11 Al llegar a un cierto lugar, se dispuso a pasar allí la noche pues el sol se había ya puesto. Escogió una de las piedras del lugar, la usó de cabecera, y se acostó en ese lugar.
12 Mientras dormía, tuvo un sueño. Vio una escalera que estaba apoyada en la tierra, y que tocaba el cielo con la otra punta, y por ella subían y bajaban ángeles de Dios. 13 Yavé estaba allí a su lado, de pie, y le dijo: «Yo soy Yavé, el Dios de tu padre Abraham y de Isaac. Te daré a ti y a tus descendientes la tierra en que descansas. 14 Tus descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra y te extenderás por oriente y occidente, por el norte y por el sur. A través de ti y de tus descendientes serán bendecidas todas las naciones de la tierra. 15 Yo estoy contigo; te protegeré a dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra, pues no te abandonaré hasta que no haya cumplido todo lo que te he dicho.»
16 Se despertó Jacob de su sueño y dijo: «Verdaderamente Yavé estaba en este lugar y yo no me di cuenta.» 17 Sintió miedo y dijo: «¡Cuán digno de todo respeto es este lugar! ¡Es nada menos que la Casa de Dios! ¡Esta es la puerta del Cielo!»
18 Se levantó Jacob muy temprano, tomó la piedra que había usado de cabecera, la puso de pie y derramó aceite sobre ella. 19 Y a ese lugar lo llamó Betel, pues anteriormente aquella ciudad era llamada Luz. 20 Entonces Jacob hizo una promesa: «Si Dios me acompaña y me protege durante este viaje que estoy haciendo, si me da pan para comer y ropa para vestirme, 21 y si logro volver sano y salvo a la casa de mi padre, Yavé será mi Dios. 22 Esta piedra que he puesto de pie como un pilar será Casa de Dios y, de todo lo que me des, yo te devolveré la décima parte.»



Comentarios Génesis, capítulo 28



28,10

Jacob parte de Bersebá, al sur de Palestina, en el desierto del Negueb, para dirigirse muy al norte, a Jarán, territorio arameo. Se detiene en Betel, ciudad muy antigua cuyo templo era entonces casi milenario. El relato sin embargo, tal como como sucede también en otros lugares de la Biblia, le atribuye el origen de ese lugar sagrado (16), la consagración de la piedra erigida que se veneraba allí (18), la décima parte que allí se entregaba (22) e incluso el nombre de la ciudad (19)...


Jacob no había caminado hasta ese lugar para buscar a Dios, sino que Dios lo aguardaba allí para recordarle sus promesas y para animarle a luchar hasta que se cumplieran. El pueblo de Dios, cuya historia es a menudo difícil de interpretar, está ligado como Jacob a un designio eterno de Dios y siempre buscará los medios para preparar su realización.


28,17

¡Esta es la puerta del cielo! La mayoría de los personajes de la Biblia no se podría decir que son místicos, sino que más bien se preocupan por sobrevivir o conquistar. De vez en cuando sin embargo resurge en esta historia lo que está en el fondo de la fe, la aspiración a un mundo definitivo. Aquí Jacob está huyendo, pero más tarde correrá tras el éxito; no puede ser el portador de una promesa de Dios sin aspirar, al menos de cuando cuando, a franquear la puerta del cielo. En el Evangelio de Juan (1,51), Jesús recordará que con él comienzan los tiempos nuevos en los que Dios acepta revelar su misterio.



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GÉNESIS

29





Jacob en casa de Labán



1 Jacob, siguiendo su viaje, llegó a la tierra de oriente. 2 En el camino vio un pozo, y cerca de él descansaban tres rebaños de ovejas, pues era en este pozo donde tomaban agua los rebaños. Una gran piedra cubría la boca del pozo. 3 Allí se juntaban todos los pastores, removían la piedra, sacaban agua para los rebaños y volvían a colocar la piedra sobre la boca del pozo. 4 Jacob dijo a los pastores: «Hermanos, ¿de dónde son ustedes?» Contestaron: «Somos de Jarán.» 5 Les preguntó Jacob: «¿Conocen a Labán, el hijo de Najor.» Contestaron: «Sí, lo conocemos.» 6 «¿Está bien?», preguntó aún. Contestaron: «Sí, muy bien. Mira, justamente allí viene su hija Raquel con las ovejas.»
7 Jacob les dijo: «Veo que el sol está todavía alto y que aún no es hora para guardar el ganado, ¿por qué no dan agua a sus ovejas y las llevan a pastar.» 8 Los pastores respondieron: «No podemos hacer eso hasta que no se junten todos los rebaños y se haya sacado la piedra de la boca del pozo. Entonces damos de beber a las ovejas.»
9 Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora. 10 Apenas Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, se acercó al pozo, movió la piedra de la boca del pozo y dio agua a las ovejas de Labán. 11 Jacob besó a Raquel y estalló en fuerte llanto.
12 Jacob hizo saber a Raquel que era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella fue corriendo a decírselo a su padre. 13 Apenas supo Labán que Jacob era el hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó, y lo llevó a su casa. 14 Jacob contó a Labán todo lo ocurrido, y Labán le dijo: «En verdad tú eres carne y hueso míos.» Y Jacob se quedó allí con él durante un mes.


Doble casamiento de Jacob



15 Entonces Labán le dijo: «¿Acaso porque eres hermano mío vas a trabajar para mí de balde? Dime cuál va a ser tu salario.»
16 Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor Raquel. 17 Lía no tenía brillo en sus ojos, mientras Raquel tenía buena presencia y era linda. 18 Jacob se había enamorado de Raquel, así que le contesto: «Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.» 19 Labán dijo: «Mejor te la doy a ti y no a cualquier otro hombre. Quédate, pues, conmigo.»
20 Jacob trabajó siete años por Raquel, pero la amaba tanto, que los años le parecieron días. 21 Entonces Jacob dijo a Labán: «Dame a mi esposa, pues se ha cumplido el plazo y ahora quiero vivir con ella.» 22 Labán invitó a todos los del lugar y dio un banquete, 23 y por la tarde, tomó a su hija Lía y se la llevó a Jacob, que se acostó con ella.
24 Labán dió a Lía su propia esclava Zilpá, para que fuera sirvienta de ella.
25 Al amanecer, ¿Cómo? ¡Lía! Jacob dijo a Labán: «¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? 26 ¿Por qué me has engañado?» Labán le respondio: «No se acostumbra por aquí dar la menor antes que la mayor. 27 Deja que se termine la semana de bodas, y te daré también a mi hija menor, pero tendrás que prestarme servicios por otros siete años más.» 28 Jacob lo aceptó, y al terminar la semana de bodas con Lía, Labán le entregó a su hija Raquel.
29 Labán le dio a Raquel a su esclava Bilá como sierva.
30 Jacob se unió también a Raquel, y amó a Raquel más que a Lía. Y se quedó con Labán al que prestó servicios siete años más.


Hijos de Jacob



31 Al ver Yavé que Lía no era querida, le concedió ser fecunda, mientras que Raquel era estéril. 32 Lía quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, porque decía: «En verdad Yavé ha visto mi aflicción; ahora mi esposo me amará.» 33 De nuevo quedó embarazada, y dio a luz un hijo; entonces dijo: «Yavé ha oído que yo era despreciada y me ha dado todavía otro hijo.» Por eso le puso por nombre Simeón. 34 Volvió a concebir y tuvo otro hijo; y esta vez dijo: «Ahora sí que me querrá mi marido, pues le he dado ya tres hijos.» Por eso lo llamó Leví. 35 Concibió todavía otra vez y dio a luz un hijo. Y exclamo: «Esta vez alabaré a Yavé.» Por eso le puso por nombre Judá, y ya dejó de tener hijos.



Comentarios Génesis, capítulo 29


29,15

Jacob es una persona activa y trabajadora, cualidades muy apreciadas siempre en la Biblia. Hace elogios de la valentía y de la audacia, cualidades que deciden un combate, pero educa al pueblo a que no rehuya el trabajo. El presente capítulo muestra cómo Jacob está preparando su destino de patriarca, para lo que necesita mujeres (que son la medida de su riqueza), rebaños (principalmente burros y ovejas) e hijos.

Estos relatos pretenden también recordar la historia antigua de las tribus que se llamarán “hijos de Jacob”. Cuatro de ellas reconocían un origen común, y a esto se debe que se les atribuyera la misma madre, Lía. Otras tres formaban un grupo diferente y se les asigna otra madre, Raquel. Las demás tribus, menos comprometidas, tuvieron que aceptar que sólo eran hijos de las esclavas de Jacob.

En cuanto a los nombres, siempre dan la oportunidad para un retruécano. Se notará la oposición entre Raquel, esposa amada de lindos ojos, y Lía, menos agraciada pero que produce hijos.




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#22 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 31 mayo 2008 - 06:57






GÉNESIS


30




1 Raquel, viendo que no daba hijos a Jacob, se puso celosa de su hermana y dijo a Jacob: «Dame hijos, porque si no, me muero.» 2 Entonces Jacob se enojó con Raquel y le dijo: «Si Dios te ha negado los hijos, ¿qué puedo hacer yo?» 3 Ella le contesto: «Aquí tienes a mi esclava Bilá. Únete a ella y que dé a luz sobre mis rodillas. Así tendré yo también un hijo por medio de ella.» 4 Le dio, pues, a su esclava Bilá, y Jacob se unió a ella. 5 Bilá quedó embarazada, y dio a Jacob un hijo. 6 Entonces Raquel dijo: «Dios me ha hecho justicia, pues ha oído mi voz y me ha dado un hijo.» Por eso le puso por nombre Dan. 7 Otra vez concibió Bilá, la esclava de Raquel, y dio a Jacob un segundo hijo. 8 Raquel comento: «Una competición divina: he competido con mi hermana y la he podido.» Por eso lo llamó Neftalí.
9 Viendo Lía que ya no tendría hijos, tomó a su sierva Zelfa y se la dio por mujer a Jacob. 10 Y Zelfa, esclava de Lía, dio un hijo a Jacob. 11 Lía exclamo: «¡Qué suerte!», y le puso por nombre Gad. 12 Zelfa, la sierva de Lía, dio un segundo hijo a Jacob, 13 y dijo Lía: «¡Qué felicidad! Las mujeres me felicitarán.» Y le llamó Aser.
14 En el tiempo de la siega del trigo, salió Rubén y encontró unas mandragoras silvestres en el campo; y se las llevó a su madre Lía. Las vio Raquel y dijo a Lía: «Por favor, dame alguna de esas mandragoras silvestres que ha traído tu hijo.» 15 Le respondió Lía: «¿No te basta con haberme quitado el marido, que ahora quieres llevarte también las mandragoras de mi hijo?» Raquel le dijo: «Muy bien, que duerma contigo esta noche, a cambio de las mandragoras de tu hijo.»
16 Cuando por la tarde llegaba Jacob del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: «Acuéstate conmigo, pues he pagado por ti con las mandragoras de mi hijo.» 17 Aquella noche, pues, durmió Jacob con ella. Dios escuchó las oraciones de Lía, la que concibió y le dio a Jacob el quinto hijo. 18 Dijo Lía: «Dios me ha premiado por haber entregado mi sierva a mi marido.» Le puso por nombre Isacar.
19 De nuevo Lía quedó embarazada, y dio a Jacob el sexto hijo. 20 Y dijo: «Me ha hecho Dios un buen regalo: mi marido dormirá conmigo pues le he dado seis hijos.» Y le llamó Zabulón. 21 Después dio a luz a una niña, y le puso el nombre de Dina.
22 Entonces Dios se acordó de Raquel, oyó sus ruegos y le concedió ser fecunda. 23 Concibió y dio a luz un hijo, y exclamo: «Dios me ha quitado de encima la vergüenza.» 24 Y le puso por nombre José, pues decía: «¡Ojalá Yavé me dé otro hijo!»
Otras leyendas
25 Después de que Raquel hubo dado a luz a José, Jacob dijo a Labán: «Déjame regresar a mi patria y mi tierra. 26 Dame mis esposas y mis hijos, por quienes te he servido, y déjame partir, pues bien sabes con qué fidelidad te he servido.» 27 Labán le contesto: «Hazme un favor. El cielo me hizo ver que Yavé me bendecía gracias a ti.» 28 Y agrego: «Dime cuánto te debo y te lo pagaré.» 29 Jacob respondio: «Tú sabes cómo te he servido, y cómo le fue a tu rebaño conmigo. 30 Poco era lo que tenías antes de que yo llegara aquí; pero después creció enormemente y Yavé te ha bendecido. ¿Cuándo, pues, podré trabajar para mi propia casa?» 31 Dijo Labán: «¿Qué te puedo dar?»
Jacob respondio: «No me des nada, pero si haces por mí lo que voy a pedirte, seguiré cuidando tus rebaños. 32 Hoy voy a revisar tus rebaños y pondré aparte todos los corderos negros, y también todos los cabritos manchados y rayados, y éste será mi salario. 33 Comprobarás mi honradez el día de mañana cuando quieras verificar personalmente lo que me llevo. Todo lo que no sea manchado o rayado entre las cabras, ni negro entre los corderos, será considerado como un robo de mi parte.» 34 Dijo Labán: «Está bien, sea como tú dices.»
35 Ese mismo día Labán puso aparte todos los cabritos rayados o con manchas, y a cuanto cordero había con color negro, y se los dio a sus hijos, 36 y los mandó lejos de Jacob, a una distancia de tres días. Y Jacob se quedó cuidando el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob se buscó entonces unas ramas verdes de chopo, almendro y plátano. Peló la corteza de las ramas haciendo franjas que dejaban al descubierto el blanco de la madera. 38 Después las colocó ante las pilas y abrevaderos, justo delante de esas que al beber entraban en celo. 39 Y las que se apareaban frente a las varas parían después crías rayadas, moteadas y manchadas. 40 Entonces Jacob separaba los corderos. (En una palabra, hacía que las ovejas del rebaño de Labán miraran todo lo que tenía rayas o era negro.) Así se formó rebaños que le pertenecían y que apartaba de los de Labán. 41 Cada vez que entraban en celo las ovejas más robustas, Jacob volvía a poner en las pilas y abrevaderos las varas, a la vista de las ovejas, para que se apa rearan ante ellas. 42 Pero si las ovejas eran débiles, no ponía las varas. Así las débiles quedaban para Labán, y las robustas eran para Jacob. 43 Y el hombre se hizo muy rico, pues tenía grandes rebaños, muchos servidores y sirvientas, camellos y burros.



GÉNESIS


31


1 Supo Jacob lo que los hijos de Labán andaban diciendo: «Jacob se ha apoderado de todo lo de nuestro padre, y con lo de nuestro padre ha hecho toda esa fortuna.» 2 Y se dio cuenta Jacob de que Labán no lo miraba en la misma forma que antes.
3 Entonces Yavé dijo a Jacob: «Regresa a tu patria, a la tierra de tus padres, pues yo estaré contigo.» 4 Jacob mandó a llamar a sus esposas Lía y Raquel, las que vinieron al campo, donde estaba el rebaño 5 y les dijo: «Veo que el padre de ustedes no me mira con buenos ojos como antes, pero el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6 Ustedes saben muy bien que he servido a su padre con todas mis fuerzas, 7 y que él se ha burlado de mí, cambiándome diez veces mi salario. Pero Dios no le ha permitido que me perjudicara. 8 Cuando él decía: «Las crías manchadas serán para ti», todas las ovejas parían corderitos manchados. Y si decía: «Las rayadas serán tu sueldo», todo el rebaño tenía corderitos rayados. 9 De esta manera ha ido Dios quitándole el rebaño a vuestro padre para dármelo a mí.
10 Pues me ocurrió una vez, cuando era el tiempo en que entraban en celo las ovejas, que alcé los ojos y vi entre sueños que los machos que cubrían a las hembras eran rayados, manchados y de varios colores. 11 Y el Angel de Dios me dijo en sueños: «¡Jacob!» Yo respondi: «Aquí estoy.» 12 Y añadio: «Fíjate bien cómo los machos que cubren a las hembras son rayados, manchados y moteados. Esto es así porque he visto todas las cosas que Labán ha hecho contigo. 13 Yo soy el Dios de Betel, en donde derramaste aceite sobre una piedra y me hiciste un juramento. Ahora, levántate y vuélvete a la tierra en que naciste.»
14 Respondieron Raquel y Lía: «¿Acaso tenemos que ver algo todavía con la casa de nuestro padre, o somos aún sus herederas? 15 ¿No hemos sido tratadas como extrañas después que nos vendió y se comió nuestra plata? 16 Pero Dios ha tomado las riquezas de nuestro padre y nos las ha dado a nosotras y a nuestros hijos. Haz, pues, todo lo que Dios te ha dicho.»
17 Se levantó Jacob e hizo montar en camellos a sus mujeres e hijos. 18 Y se llevó todos sus rebaños y todos los bienes que había adquirido en Padán-Aram, volviendo donde su padre Isaac, a Canaán. 19 Aprovechando que Labán había salido a esquilar su rebaño, Raquel robó los ídolos familiares que su padre tenía en casa.
20 Jacob actuó a escondidas de Labán, y no le avisó nada sobre su partida. 21 Tomó, pues, todo lo que poseía, y emprendió la huida. Atravesó el río Eufrates y se dirigió a las montañas de Galaad.
22 Al tercer día avisaron a Labán de que Jacob había huido. 23 Se hizo acompañar por los de su tribu y, durante siete días, lo persiguió, hasta que lo alcanzó en la montaña de Galaad. 24 Pero Dios se acercó a Labán el arameo en un sueño, y le dijo: «Cuídate de no discutir con Jacob, bien sea con amenazas o sin violencia.» 25 Labán alcanzó a Jacob. Como éste ya había levantado sus tiendas en el cerro de Mispa, Labán instaló las suyas en el de Galaad.
26 Labán dijo a Jacob: «¿Qué me has hecho? Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra. 27 ¿Por qué has huido en secreto engañándome? ¿Por qué no me avisaste? Yo habría hecho una fiesta para despedirte, con cantos y cítras y tambores. 28 Ni siquiera me has dejado besar a mis hijos y a mis hijas. Te has portado como un tonto. 29 Yo podría hacerte mal, pero el Dios de tu padre me dijo anoche: «Cuídate de no discutir con Jacob, bien sea con amenazas o sin violencia.» 30 Pero si te has ido porque echabas de menos la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?»
31 Respondió Jacob a Labán: «Yo tuve miedo a que me quitaras tus hijas. 32 Pero eso sí, al que descubras que tiene en su poder tus dioses, ése morirá. En presencia de nuestros hermanos, revisa todo lo que yo tengo, y si reconoces algo tuyo, llévatelo.» Pero Jacob ignoraba que Raquel había robado los ídolos.
33 Entró Labán en la tienda de Jacob, después en la de Lía y en las de las dos criadas, pero no encontró nada. A continuación, entró en la tienda de Raquel, 34 pero Raquel había tomado los ídolos familiares y colocándolos debajo de la montura del camello se sentó encima mientras Labán registraba toda su tienda y no encontraba nada. 35 Entonces ella, dirigiéndose a su padre le dijo: «Perdone, mi señor, si no me pongo de pie ante su presencia, pero me sucede lo que le pasa a las mujeres.» Registró, pues, y no encontró los ídolos.
36 Entonces Jacob se enojó y reprochó a Labán: «¿Cuál es mi delito? ¿Cuál ha sido mi pecado, para que así me persigas? 37 Después de revisar todas mis cosas, ¿qué objeto de tu casa has encontrado? Colócalo aquí, a la vista de tu familia y de la mía, y que ellos sean jueces entre nosotros dos.
38 En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras no han malparido, y nunca he comido ni un cordero de tus rebaños. 39 Los animales destrozados por las fieras, no te los traía, sino que yo mismo los reemplazaba, y tú me exigías lo que había sido robado de noche o de día. 40 De día me consumía el calor, de noche el frío, y no conciliaba el sueño.
41 Ya llevo veinte años en tu casa. Catorce te serví por tus dos hijas y seis por tus rebaños, y tú has cambiado mi salario diez veces. 42 Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y Dios Terrible de Isaac, no me hubiera asistido, con toda seguridad que tú me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios ha visto mis pruebas y el trabajo de mis manos y por eso anoche pronunció su sentencia.»
43 Respondió Labán a Jacob: «Estas hijas son mis hijas y estos hijos son mis hijos, el ganado también es mío y todo cuanto ves es mío. ¿Cómo podría yo querer mal a mis hijas y a sus hijos? 44 Ven, hagamos un pacto entre los dos, y que quede una prueba de ello.»
45 Jacob tomó una piedra y la puso de pie. Y dijo a los de su familia: «Recojan piedras.» 46 Todos se pusieron a juntar piedras, hicieron con ellas un montón, y luego comieron sobre él. 47 Labán lo llamó Yegar-Saaduta, pero Jacob lo llamó Galed. 48 Labán dijo: «Este montón de piedras va a quedar aquí como una prueba del acuerdo entre tú y yo.» 49 Por esto se llamó Galed, y también Mispá, porque dijo: «Que Yavé se fije en nosotros cuando nos hayamos separado. 50 Si tratas mal a mis hijas o si tomas otras mujeres fuera de ellas, no serán los hombres los que te juzguen, sino Dios que es testigo de nuestro pacto.»
51 Labán añadió dirigiéndose a Jacob: «Mira este montón y esta piedra que he levantado entre nosotros dos: 52 ellos serán testigos de que yo no pasaré más allá hacia ti para hacerte daño, ni tú pasarás más acá hacia mí para causarme mal. 53 El Dios de Abraham, y el Dios de Najor sea juez entre nosotros.» 54 Entonces Jacob juró por el Dios Terrible de su padre Isaac. Jacob ofreció un sacrificio en el monte y convidó a comer a todos sus hermanos. Comieron y pasaron la noche en el monte.



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#23 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 08 junio 2008 - 12:50






GÉNESIS


32





1 Labán se levantó muy temprano, besó a sus hijos y a sus hijas, los bendijo y se fue. Así volvió Labán a su lugar.
2 Jacob, por su parte, siguió su camino y le salieron al encuentro Angeles de Dios. 3 Al verlos dijo Jacob: «Este es un campamento de Dios», y por eso llamó a aquel lugar Majanaim.


Jacob lucha con Dios



4 Jacob mandó a avisar de su llegada a su hermano Esaú, en Seír, en los campos de Edom; 5 los mensajeros recibieron las instrucciones siguientes: «Digan a mi señor, a Esaú, de parte de su servidor Jacob: He vivido con Labán y con él he permanecido hasta hoy. 6 He adquirido bueyes, burros, rebaños, mozos y sirvientas. Y ahora quiero avisarte, esperando que me recibirás bien.»
7 Volvieron los mensajeros y dijeron a Jacob: «Hemos estado con tu hermano Esaú, y él mismo viene ahora a tu encuentro con cuatrocientos hombres.»
8 Jacob se llenó de miedo y se desesperó. Dividió en dos campamentos a la gente que estaba con él, y lo mismo hizo con el ganado, las ovejas y los camellos, 9 pues pensaba: «Si Esaú ataca a un campamento, el otro podrá salvarse.»
10 Luego oró asi: «Yavé, Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, tú me dijiste: Vuelve a tu patria, a la tierra de tus padres que yo seré bueno contigo. 11 Yo no soy digno de todos los favores que me has hecho, ni de la gran bondad que has tenido conmigo. Porque al partir, cuando atravesé el Jordán, no tenía más que mi bastón. Pero ahora, al volver, tengo suficiente como para hacer dos campamentos. 12 Líbrame de las manos de mi hermano, de las manos de Esaú; no sea que que venga y mate a todos, a la madre con sus hijos. 13 Pero eres tú quien me dijo: Te colmaré de bienes y tu descendencia será como la arena del mar, que nadie puede contar.»
14 Y pasó allí aquella noche. Echó mano a lo que traía consigo para enviar un regalo a su hermano Esaú.. 15 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 16 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte mulas y diez burros. 17 Luego los dividió en varios grupos y confió cada uno de ellos a un servidor, con esta orden: «Vayan delante de mí, y mantengan cierta distancia entre un grupo y otro.» 18 Al del primer grupo le recomendo: «Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte quién eres, a dónde vas, y de quién es el rebaño que vas guiando, 19 le contestarás: «Todo pertenece a tu siervo Jacob, y todo es un regalo que él envía a mi señor Esaú. El mismo viene detrás de nosotros.» 20 Jacob dio las mismas instrucciones al segundo, al tercero y a todos los demás que guiaban los rebaños. Y les dijo: 21 «Así han de hablar a Esaú cuando lo encuentren.» Y también le dirán: «Tu siervo Jacob ya viene detrás de nosotros.»
Pues Jacob pensaba: «Lo aplacaré con los regalos que le envío delante, y cuando después me encuentre frente a él, quizá me reciba sin enojo.» 22 Envió, pues, los regalos por delante, y él se quedó aquella noche en el campamento.
23 Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y los hizo cruzar el vado de Yaboc. 24 A todos los hizo pasar al otro lado del torrente, y también hizo pasar todo lo que traía con él. 25 Y Jacob se quedó solo.
Entonces alguien luchó con él hasta el amanecer. 26 Este, viendo que no lo podía vencer, tocó a Jacob en la ingle, y se dislocó la cadera de Jacob mientras luchaba con él.
27 El otro le dijo: «Déjame ir, pues ya está amaneciendo.» Y él le contesto: «No te dejaré marchar hasta que no me des tu bendición.» 28 El otro, pues, le pregunto: «¿Cómo te llamas?» El respondio: «Jacob.» 29 Y el otro le dijo: «En adelante ya no te llamarás Jacob, sino Israel, o sea Fuerza de Dios, porque has luchado con Dios y con los hombres y has salido vencedor.»
30 Entonces Jacob le hizo la pregunta: «Dame a conocer tu nombre» Él le contesto: «¿Mi nombre? ¿Para qué esta pregunta?» Y allí mismo lo bendijo. 31 Jacob llamó a aquel lugar Panuel, o sea Cara de Dios, pues dijo: «He visto a Dios cara a cara y aún estoy vivo.» 32 El sol empezaba a dar fuerte cuando cruzó Penuel, y él iba cojeando a causa de su cadera.
33 Por esta razón los hijos de Israel no comen, hasta el día de hoy, el nervio del muslo, porque tocó a Jacob en la ingle, sobre el nervio del muslo.



Comentarios Génesis, capítulo 32


32,4

Jacob regresa a su tierra consciente de que el reencuentro con su hermano Esaú será muy riesgoso. Y es en ese contexto que se sitúa su lucha con Dios. No hay que tener miedo de examinar cómo fue compuesta esta página, que no es una página de historia en el sentido moderno del término, lo que no quita que sea muy hermosa, verdadera y profunda.

Se dice que Jacob llamó a aquel lugar Penuel (Cara de Dios). En realidad se llamaba así desde tiempos más antiguos; era un vado del Arnón y su travesía implicaba bastante riesgo, razón por la cual los transeúntes se detenían y hacían una ofrenda al Dios de Penuel. Las tradiciones mantenían que Jacob había sido corregido antes de entrar en la tierra prometida, tal vez porque se había enriquecido de manera poco correcta (Os 12,3-7), y la misma palabra “corregir” se asemejaba bastante a la palabra “Israel” (véase 32,29); tal vez de ahí procedía el sobrenombre. Y si Jacob-Israel cojeaba de la cadera, bien podía ser a causa de un castigo.

El autor pues se apoyó en antiguas tradiciones que sólo ahora podemos adivinar, pero también vio con horizontes mucho más amplios. Jacob forzó el destino, pero tras haber luchado y vencido está al borde del desastre. En ese momento, en que tal vez va a perderlo todo, se acuerda de que es el portador de las promesas del Dios de su padre y se dirige a él.

Su oración no es sólo un grito de auxilio sino también una lucha que forzaría a Dios a cumplir su promesa: No te dejaré marchar hasta que me des tu bendición. Dios elige ser el más débil y le da la bendición.

¿Quién ha vencido? “Entrar en la Tierra” es algo imposible para quien se cree fuerte y seguro de los propios caminos. Sea cual sea el golpe o el percance o la crisis que toque atravesar, siempre nos deja heridos y como extranjeros en este mundo: Jacob entra cojeando en la Tierra Prometida.

Es esta una de las grandes figuras de la oración cristiana. Uno de sus aspectos principales es la aceptación de la voluntad divina, y también lo será, en ciertos momentos, esa fe que cree todo y que lucha (Rom 15,30) hasta pedir el milagro. Puede parecer una contradicción, pero es la condición para que se establezca el matrimonio perfecto entre Dios y nosotros.



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GÉNESIS

33



Encuentro de Esaú y Jacob



1 En cierto momento Jacob levantó la vista y, viendo que se acercaba Ésaú con los cuatrocientos hombres, distribuyó a los hijos entre Lía, Raquel y las dos siervas. 2 Situó a las dos siervas con sus hijos por delante; detrás colocó a Lía con sus hijos, después a Raquel y a José. 3 El mismo pasó delante de todos, y se inclinó siete veces hasta el suelo antes de alcanzar a su hermano.
4 Esaú corrió al encuentro de su hermano y lo abrazó; echándose sobre su cuello lo besó, y los dos rompieron a llorar. 5 Levantó después la vista, y al ver a las mujeres y a sus hijos pregunto: «¿Qué tienen que ver todos estos contigo?» Jacob le respondio: «Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo.»
6 Entonces se acercaron las siervas de Jacob con sus hijos, e hicieron profunda reverencia; 7 se acercó también Lía con sus hijos, y se postraron; por último se acercaron José y Raquel y se postraron.
8 Le preguntó Esaú.. «¿Qué significan todos aquellos grupos con los que me he encontrado?» Respondió Jacob: «Esos eran para ganarme tu favor.» 9 Le dijo Esaú.. «Hermano, yo tengo de todo, guarda lo que es tuyo.» 10 Pero Jacob contesto: «No, por favor. Si realmente me quieres, acepta el regalo que te ofrezco, pues me he presentado ante ti como ante Dios, y tú me has acogido. 11 Acepta, pues, el regalo que te he traído, ya que Dios me ha favorecido, y tengo de todo.» Jacob insistió tanto, que Esaú aceptó.
12 «Vamos —dijo después Esaú—, pongámonos en marcha, que yo iré delante de ti.» 13 Jacob le dijo: «Mi señor sabe bien que los niños son delicados, y tengo ovejas y vacas paridas, que si las hago andar muy apuradas, en un solo día todo el ganado menor morirá. 14 Vaya mi señor delante de su siervo, y yo caminaré con calma al paso del ganado que viene detrás de mí y al paso de los niños, hasta que nos encontremos en Seír.» 15 Respondió Esaú.. «Por lo menos acepta que se queden contigo algunos de los hombres que me acompañan.». Jacob replico: «No es necesario si tengo paz contigo.»
16 Aquel mismo día regresó Esaú a Seír, 17 y Jacob se dirigió a Sucot, donde se construyó una casa e hizo chozas para sus rebaños; a esto se debió que aquel lugar fuese llamado Sucot (o sea, chozas).
18 Regresando de Padán-Aram, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, en el país de Canaán, y acampó frente a la ciudad. 19 Compró por cien monedas de plata a los hijos de Hamor, que era padre de Siquem, el pedazo de tierra en que había instalado sus tiendas. 20 Allí construyó un altar, llamando a este lugar: «El, el Dios de Israel.»



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GÉNESIS


34




Rapto de Dina, hija de Jacob



1 Dina, la hija que Lía dio a Jacob, salió un día a visitar a las mujeres de aquel país. 2 La vio Siquem, hijo de Hamor el jeveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó; se acostó con ella y la violó. 3 Pero se quedó prendado de Dina, hija de Jacob, se enamoró de la joven y cortejó a la muchacha.
4 Entonces Siquem dijo a su padre Hamor: «Toma para mí a esa joven.»
5 Jacob se enteró de que su hija Dina había sido deshonrada, pero como sus hijos estaban en el campo con su rebaño, no dijo nada hasta que regresaron. 6 Hamor, padre de Siquem, vino a hablar con Jacob. 7 Cuando los hijos de Jacob volvieron del campo, se enteraron de lo que había pasado. Estos hombres se enojaron muchísimo porque se había cometido una infamia en Israel; alguien había abusado de la hija de Jacob, cosa que no debe hacerse.
8 Hamor habló con ellos y les dijo: «Siquem, mi hijo, está enamorado de la hermana de ustedes. Les ruego que se la den por esposa. 9 Sean nuestros parientes, dennos sus hijas, y tomen las nuestras. 10 Quédense a vivir con nosotros, pues todo el territorio está a disposición de ustedes; habiten en él, muévanse libremente y adquieran propiedades en él.»
11 Siquem dijo al padre y a los hermanos de Dina: «Les ruego que me perdonen. Yo les daré todo lo que ustedes me pidan. 12 Impónganme un precio y regalos de valor, y yo les pagaré lo que quieran, pero denme a la muchacha por esposa.»
13 Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Hamor. Les hablaron con engaño, porque Siquem había deshonrado a Dina, su hermana, y les dijeron: 14 «No podemos dar nuestra hermana a un hombre incircunciso, pues entre nosotros eso es una vergüenza. 15 Daremos nuestro consentimiento con una sola condición: que se hagan iguales a nosotros, y circunciden a todos los varones que hay entre ustedes. 16 Entonces daremos a nuestras hijas y tomaremos las de ustedes, viviremos con ustedes y con ustedes formaremos un solo pueblo. 17 Pero si no nos hacen caso y no se circuncidan, tomaremos a nuestra hermana y nos iremos.» 18 Estas palabras agradaron a Hamor y Siquem, su hijo.
19 El joven no tardó en hacer lo que se le pedía, porque estaba enamorado de la hija de Jacob; además, Siquem era el de más prestigio e influencia en la familia de su padre.
20 Hamor y su hijo Siquem fueron a la puerta de su ciudad y hablaron a sus conciudadanos, reunidos allí. 21 Les dijeron: «Estos hombres son gente pacífica. Dejemos que se establezcan aquí y se muevan libremente por nuestra tierra. Nuestro país es extenso, y hay mucho lugar para ellos. Nosotros nos casaremos con sus hijas y les daremos las nuestras como esposas a ellos, 22 pero ellos ponen una condición para quedarse con nosotros y formar un solo pueblo, y es que todos los varones nos hagamos circuncidar, tal como lo hacen ellos. 23 Si aceptamos, sus rebaños, sus posesiones, sus animales y todo lo que tienen, será de nosotros. Hagamos, pues, lo que nos piden y que vivan entre nosotros.»
24 Todos los que salían por la puerta de la ciudad se dejaron convencer por Hamor y su hijo Siquem, y todos los varones de la ciudad se hicieron circuncidar.
25 Al tercer día, cuando estaban más doloridos, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, agarraron sus espadas, entraron en la ciudad sin peligro y mataron a todos los varones. 26 Mataron a Hamor y a su hijo Siquem, y tomando a Dina de la casa de Siquem, se fueron.
27 Los demás hijos de Jacob pasaron sobre los muertos y saquearon la ciudad. 28 Se apoderaron de sus vacas, ovejas, burros y de todo lo que había en la ciudad o en el campo. 29 Se llevaron como botín todas las riquezas, a las mujeres y a los niños, y saquearon todo lo que encontraron dentro de las casas.
30 Dijo entonces Jacob a Simeón y a Leví.. «Me han dejado en mala situación, y por culpa de ustedes me odiarán los cananeos y los fereceos que ocupan el país. Yo sólo tengo unos pocos hombres, y si ellos se unen para atacarme, me exterminarán junto con toda mi gente.» 31 Pero ellos respondieron: «¿Ibamos a dejar que nuestra hermana fuera tratada como una prostituta?»



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Publicado el 14 junio 2008 - 07:58





GÉNESIS

35


Jacob en Betel


1 Dios dijo a Jacob: «Ponte en camino, sube a Betel. Allí te establecerás y levantarás un altar al Dios que se te apareció cuando ibas huyendo de tu hermano Esaú.» 2 Llamó Jacob a toda su familia y a los que estaban con él y les ordeno: «Arrojen lejos a los dioses extranjeros que tienen con ustedes. Purifíquense y cámbiense la ropa. 3 Después subiremos a Betel. Allí edificaré un altar al Dios que me oyó el día de mi angustia y que me acompañó durante mi viaje.»
4 Entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían consigo, así como los aros de las orejas, y Jacob los enterró bajo una encina que hay junto a Siquem; 5 luego levantaron el campamento. Un pánico se apoderó de los habitantes de las ciudades vecinas, de tal manera que nadie se atrevió a perseguirlos.
6 Jacob llegó con toda su gente a Luz, que está en territorio cananeo y que ahora se llama Betel; 7 levantó allí un altar y llamó al lugar «El-Betel», porque allí fue donde se le había aparecido Dios, cuando iba huyendo de su hermano. 8 Por ese mismo entonces murió Débora, la nodriza de Rebeca, y fue sepultada cerca de Betel, bajo la encina que después se llamó Bacut (o sea, Llanto).
9 Dios se apareció de nuevo a Jacob cuando regresaba de Padán-Aram y lo bendijo, 10 diciendo: «Tu nombre es Jacob, pero desde ahora no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel.» Así, pues, le puso por nombre Israel. 11 Y agrego: «Yo soy el Dios de las Alturas; sé fecundo y multiplícate. Una nación, o mejor, un grupo de naciones nacerá de ti, y reyes saldrán de tu linaje. 12 Te daré la tierra que di a Abraham e Isaac, y la daré a tus descendientes después de ti.» 13 Después Dios se alejó.
14 Jacob puso de pie una piedra commemorativa en el lugar en que había hablado con Dios, y derramó sobre ella vino y aceite.
15 Jacob llamó Betel al lugar en que había hablado con Dios.
16 Partieron de Betel, y faltando ya poco para llegar a Efratá, Raquel dio a luz. Tuvo un parto muy difícil, 17 y cuando sus dolores eran más intensos, la partera le dijo: «Animo, que éste es también un hijo.» 18 Y dando el último suspiro, pues se estaba muriendo, lo llamó Ben-Oní (o sea, hijo de mi dolor), pero su padre le dio el nombre de Benjamín. 19 Así es como murió Raquel y fue sepultada en el camino de Efratá (que es Belén). 20 Jacob puso una piedra de pie sobre su tumba, es la Piedra de la Tumba de Raquel que se ve hoy todavía.
21 Partió después Israel y levantó sus tiendas más allá de Migdal-Eder. 22 Mientras Israel moraba en aquella tierra, ocurrió que Rubén se acostó con Bilá, concubina de su padre, e Israel llegó a saberlo.



Los doce hijos de Jacob

Jacob tuvo doce hijos:


23 Hijos de Lía: Rubén, el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
24 Hijos de Raquel: José y Benjamín.
25 Hijos de Bilá, la sirvienta de Raquel: Dan y Neftalí.
26 Hijos de Zelfa, la sirvienta de Lía: Gad y Aser.
Estos fueron los hijos de Jacob, que nacieron en Padán-Aram.
27 Volvió Jacob a la casa de su padre Isaac, a Mambré, junto a Quiryat-Arbe (es decir, Hebrón), donde Abraham e Isaac habían vivido como forasteros. 28 Isaac vivió ciento ochenta años; 29 murió muy anciano y fue a reunirse con sus antepasados. Lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.



Comentarios Génesis, capítulo 35


35,1

¿Será tal vez la palabra de Dios a Jacob para que levantase un altar en Betel? En tal caso sería otra versión del episodio narrado en Gén 28,16. También podría ser la huida de Jacob después de la masacre del capítulo precedente (34,30 y 35,5). Aun cuando se trate de una huida, Jacob ahora quiere que su clan se haga digno de las promesas que le habían sido confirmadas. Deberán desprenderse de los ídolos, no sólo porque son ídolos (que en realidad casi no preocupó a los israelitas hasta bastante tiempo después de Moisés) sino porque pertenecían a extranjeros con los que no se comparte el mismo Dios.

35,22

Véanse las notas en 25,1 et 31,1.






GÉNESIS

36


Esaú, padre de los edomitas



1 Estos fueron los descendientes de Esaú, o sea Edom. Esaú tomó por esposas a mujeres cananeas: 2 a Ada, hija de Helón el hitita, a Olibama, hija de Aná, hijo de Sebeón el jorita, 3 y a Basemat, hija de Ismael y hermana de Nébayot. 4 Ada le dio a luz a Elifaz, Basemat fue madre de Rahuel, 5 y Olibama tuvo a Jehús, a Ihelón y a Coré. Estos son los hijos que le nacieron a Esaú en Canaán.
6 Tomó después Esaú a sus esposas, a sus hijos e hijas, a todos los miembros de su familia, los rebaños, todos los animales y todos los bienes que había logrado en la tierra de Canaán, y se fue a la tierra de Seír, lejos de su hermano Jacob, 7 porque los dos eran muy ricos y no podían vivir juntos, ya que no cabían sus rebaños en la tierra que habitaban. 8 Fue así que Esaú se ubicó en los montes de Seír. Esaú es Edom.
9 Estos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, que viven en la región montañosa de Seír. Y éstos son los nombres de los hijos de Esaú= 10 Elifaz, hijo de Ada, esposa de Esaú, y Rahuel, hijo de Basemat, mujer también de Esaú.
11 Los hijos de Elifaz fueron: Timna, Omar, Sefo, Gatam y Cenez. 12 Elifaz, hijo de Esaú, tenía también a Timna como concubina, y le dio a luz a Amalec. Estos son los descendientes de Ada, esposa de Esaú.
13 Estos son los hijos de Rahuel: Najat, Zaraj, Samma y Meza. Estos son los descendientes de Basemat, esposa de Esaú.
14 Y los hijos de Olibama, esposa de Esaú, hija de Aná, hijo de Sebeón, fueron éstos: Jehús, Ihelón y Coré.
15 Estos son los jefes de los hijos de Esaú.
De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú= el jefe Temán, el jefe Omar, el jefe Sefo, el jefe Cenez, 16 el jefe Coré, el jefe Gatam, el jefe Amalec. Estos son los jefes de Elifaz en la tierra de Edom. Estos son descendientes de Ada.
17 Y éstos son los hijos de Rahuel, hijo de Esaú= Mahat, Zara, Samma, Meza. Estos son los jefes de Rahuel en la tierra de Edom, y son los descendientes de Basemat, esposa de Esaú.
18 Los hijos de Olibama, esposa de Esaú, son: Jehús, Ihelón, Coré. Estos son los jefes de Olibama, hija de Aná, esposa de Esaú.
19 Estos son los hijos de Esaú y éstos sus jefes. Esaú es Edom.
20 Estos son los hijos de Seír, el jorita, que habitaban en aquella tierra: Lotán, Sebal, Sebeón, Aná, 21 Disón, Eser y Disán. Estos son los jefes de los joritas, hijos de Seír, en el país de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron: Hori y Hemán. Tamna era hermana de este mismo Lotán. 23 Los hijos de Sebal fueron: Alván y Manahat, Ebal, Sefe y Onam. 24 Y los hijos de Sebeón: Aia y Aná. Este Aná es el que descubrió las aguas termales en el desierto, mientras andaba pastoreando los burros de su padre Sebeón. 25 Estos son los hijos de Aná= Disón y Olibama, hija de Aná. 26 Estos son los hijos de Disón: Hamdam, Esebán, Jetrán y Caram. 27 Los hijos de Eser fueron: Balaán, Zaván y Acán. 28 Y los hijos de Disán: Hus y Aram.
29 Estos son los jefes joritas: el jefe Lotán, el jefe Sebal, el jefe Sibón, el jefe Aná, el jefe Disón, el jefe Eser, el jefe Disán. 30 Estos son los jefes joritas, y éstas son sus tribus, en el país de Seír.
31 Estos son los reyes que reinaron en Edom, antes de que hubiera reyes en Israel. 32 En Edom reinó Bela, hijo de Beor, y el nombre de su ciudad era Dinaba. 33 A la muerte de Bela reinó en su lugar Jobab, hijo de Zara, natural de Bosra. 34 Jobab murió y reinó en su lugar Husam, de la tierra de los temanitas. 35 Murió Husam y reinó en su lugar Hadad, hijo de Badad, el cual derrotó a Madián en los campos de Moab. El nombre de su ciudad era Avit. 36 Murió Hadad y le sucedió en el reino Semla de Masreca. 37 Murió Semla y reinó en su lugar Saúl, de Rejobot del río. 38 A la muerte de Saúl subió al trono Balanán, hijo de Acober. 39 Murió Balanán y ocupó el reino Adar, cuya ciudad se llamaba Fau, y su mujer, Metable, hija de Matred, hija de Mezaab.
40 Estos son los nombres de los jefes de Esaú, y son los nombres de sus familias y territorios: el jefe Timna, el jefe Alva, el jefe Jefet, 41 el jefe Olibama, el jefe Eta, el jefe Finón, 42 el jefe Cenez, el jefe Temán, el jefe Mabaar, 43 el jefe Magdiel, el jefe Iram. Estos son los jefes de Edom, y éstos son los nombres de sus clanes y de las tierras que ocupan. Esaú es el padre de los edomitas.



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Publicado el 22 junio 2008 - 07:03







GÉNESIS

37



HISTORIA DE JOSÉ


José y sus hermanos



1 Jacob, por su parte, se estableció en Canaán, país donde había vivido su padre.
2 Esta es la historia de la familia de Jacob. A los diecisiete años, José se dedicaba a cuidar ovejas. Siendo todavía un adolescente, ayudaba a los hijos de Bilá y de Zelfa, mujeres de su padre. En cierta ocasión informó a su padre sobre la mala reputación que sus hermanos tenían. 3 Israel quería a José más que a sus otros hijos, pues le había nacido en su ancianidad; incluso le había hecho una túnica con mangas. 4 Sus hermanos, viendo que su padre le prefería a sus otros hijos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo.
5 José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos. 6 «Miren, les dijo, el sueño que he tenido. 7 Estábamos nosotros atando gavillas en medio del campo, cuando sucedió que mi gavilla se levantaba y permanecía derecha. Entonces las gavillas de ustedes la rodearon y se postraron ante la mía.» 8 Sus hermanos le dijeron: «¿Eso quiere decir acaso que tú vas a reinar sobre nosotros, o que vas a mandarnos?» Y lo aborrrecieron más aún, a causa de sus sueños y de sus interpretaciones.
9 Tuvo José todavía otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos: «Tuve otro sueño; esta vez el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.» 10 Su padre, que también lo escuchaba, lo reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos tendremos que inclinarnos ante ti?» 11 Sus hermanos se pusieron envidiosos con él, mientras que su padre conservaba esto en la memoria.
Vendido por sus hermanos
12 Sus hermanos habían ido a apacentar el rebaño de su padre a Siquem, 13 e Israel dijo a Jose: «Tus hermanos están cuidando las ovejas en los pastos de Siquem; ven, que quiero mandarte donde ellos.» Contestó Jose: «Aquí estoy.» 14 Su padre le dijo: «Anda a ver cómo está el rebaño y cómo se encuentran tus hermanos, y ven después a contármelo.» Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem.
15 Un hombre lo vio que andaba perdido por los campos y le pregunto: «¿Qué buscas?» 16 Le respondio: «Estoy buscando a mis hermanos. Dime, por favor, dónde están con sus rebaños.» 17 El hombre le contesto: «Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vámonos a Dotán.» Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán.
18 Al verlo desde lejos, y antes de que llegara, se pusieron de acuerdo para matarlo. 19 Se dijeron: «Allí viene el soñador. 20 Este es el momento: matémoslo y echémoslo en un pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz lo devoró. ¡Ahí vamos a ver en qué quedan sus sueños!»
21 Al oír esto, Rubén quiso salvarlo de sus manos y les dijo: «No lo maten.» 22 «No derramen sangre, les dijo Rubén, échenlo más bien en aquella cisterna allá en el desierto, pero no pongan las manos sobre él.» Esto dijo para sacarlo de sus manos y devolverlo después a su padre.
23 Fue así que cuando José llegó junto a ellos, le sacaron la túnica con mangas que llevaba puesta, 24 lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua.
25 Se sentaron para comer, cuando alzando los ojos, vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, con sus camellos cargados de goma, de bálsamo y de resina que llevaban a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y tapar su sangre? 27 Mejor vendámoslo a esos ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él, pues es nuestro hermano y carne nuestra.» Sus hermanos le hicieron caso, 28 y al pasar unos madianitas, que eran mercaderes, sacaron a José del pozo. Lo vendieron a los madianitas por veinte monedas de plata, y éstos llevaron a José a Egipto.
29 Al regresar Rubén al pozo, ya no encontró a José. Rasgó sus vestidos 30 y volviendo donde estaban sus hermanos, les dijo: «El muchacho ya no está. ¿Y qué hago ahora?» 31 Entonces tomaron la túnica de José y, degollando un cabrito, la tiñeron con su sangre. 32 Enviaron la túnica de manga larga a su padre con este mensaje: «Esto hemos encontrado. Mira a ver si es la túnica de tu hijo.» 33 Jacob la reconoció y exclamo: «¡Es la túnica de mi hijo. Algún animal feroz lo ha devorado! ¡José ha sido despedazado!» 34 Jacob desgarró sus vestidos, se vistió con un sayal, e hizo duelo por su hijo durante muchos días. 35 Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarlo, pero él no quería ser consolado, y decía: «Estaré todavía de duelo cuando descienda donde mi hijo al lugar de las Sombras.» Y su padre lo lloró.
36 Entretanto los madianitas llegaron a Egipto y vendieron a José a Putifar, funcionario del palacio de Faraón y capitán de la guardia.


Comentarios Génesis, capítulo 37


37,2

Comienza la larga historia de José, que ocupa un tercio de un libro que abarca miles de años. Tal vez se pretendió conservar una de las obras maestras de los primeros redactores del Génesis en tiempos de Salomón. Echando mano de tradiciones antiguas que habrían sido reelaboradas cuidadosamente, las aprovecharon para expresar la intuición que tenían de una de las grandes líneas del plan de Dios: salvar a los pueblos pecadores mediante el sufrimiento de aquellos a quienes han menospreciado y rechazado. Tal es el meollo de la historia de José.


37,2

José era el preferido de su padre: tal vez porque el padre veía en él una nobleza que no se notaba en los demás. Y era a su vez envidiado por sus hermanos: tal vez no hacía nada para ocultar el sentimiento de su propia superioridad (36,2 y 9).

Los sueños desempeñan un papel importante en la historia de Jose: puede ser que el autor quiso romper con las tradiciones antiguas que daban la palabra al propio Dios y prefirió otra manera de hablar Dios, más discreta y más común, por medio de sueños.


37,28

Es evidente que se mezclaron dos versiones distintas: compárese con 37,25. Una elogia a Judá y la otra a Rubén.






GÉNESIS


38




Historia de Judá y Tamar



1 Por aquel tiempo Judá se separó de sus hermanos y bajó donde un tal Jirá, que era de Adulam. 2 Allí conoció a la hija de un cananeo llamado Sué, a la que tomó por esposa. 3 Esta quedó embarazada y dio a luz un hijo al que llamó Er. 4 Tuvo un segundo hijo, al que llamó Onán, 5 y, estando en Quézib dio a luz un tercer hijo al que puso el nombre de Sela.
6 Judá tomó como esposa para su primogénito Er, a una mujer llamada Tamar. 7 Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yavé, y él lo hizo morir. 8 Entonces Judá dijo a Onán: «Cumple con tu deber de cuñado, y toma a la esposa de tu hermano para darle descendencia a tu hermano.» 9 Onán sabía que aquella descendencia no sería suya, y así, cuando tenía relaciones con su cuñada, derramaba en tierra el semen, para no darle un hijo a su hermano. 10 Esto no le gustó a Yavé, y también a él lo hizo morir. 11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: «Vuelve como viuda a la casa de tu padre, hasta que mi hijo Sela se haga mayor.» Porque Judá tenía miedo de que Sela muriera también, al igual que sus hermanos. Tamar se fue y se quedó en la casa de su padre.
12 Bastante tiempo después, murió la esposa de Judá. Terminado el luto, Judá subió con su amigo Jirá de Adulam a Timna, donde estaban esquilando sus ovejas. 13 Alguien informó a Tamar de que su suegro iba camino de Timna, para la esquila de su rebaño. 14 Ella entonces se sacó sus ropas de viuda, se cubrió con un velo, y con el velo puesto fue a sentarse a la entrada de Enaín, que está en el camino a Timna, pues veía que Sela era ya mayor, y todavía no la había hecho su mujer.
15 Al pasar Judá por dicho lugar, pensó que era una prostituta, pues tenía la cara tapada. 16 Se acercó a ella y le dijo: «Déjame que me acueste contigo»; pues no sabía que era su nuera. Ella le dijo: «¿Y qué me vas a dar para esto?» 17 El le dijo: «Te enviaré un cabrito de mi rebaño.» Mas ella respondio: «Bien, pero me vas a dejar algo en prenda hasta que lo envíes.» 18 Judá pregunto: «¿Qué prenda quieres que te dé?» Ella contesto: «El sello que llevas colgado de tu cuello, con su cordón, y el bastón que llevas en la mano.» El se los dio y se acostó con ella, y la dejó embarazada. 19 Ella después se marchó a su casa y, quitándose el velo, se puso sus ropas de viuda.
20 Judá envió el cabrito por intermedio de su amigo de Adulam, con el fin de recobrar lo que había dejado a la mujer, pero no la encontró. 21 Entonces preguntó a la gente del lugar: «¿Dónde está la prostituta que se sienta en Enaín, al borde del camino?» Le respondieron: «Nunca ha habido prostituta alguna por allí.» 22 Volvió, pues, el hombre donde Judá y le dijo: «No la he encontrado, e incluso las personas del lugar dicen que jamás ha habido prostituta por esos lados.» 23 Judá respondio: «Que se quede no más con la prenda, con tal que la gente no se ría de nosotros. Después de todo, yo le mandé el cabrito y si tú no la has encontrado, yo no tengo la culpa.»
24 Como tres meses después, le contaron a Juda: «Tu nuera Tamar se ha prostituido, y ahora está esperando un hijo.» Entonces dijo Juda: «Llévenla afuera y que sea quemada viva.» 25 Pero cuando ya la llevaban, ella mandó a decir a su suegro: «Me ha dejado embarazada el hombre a quien pertenecen estas cosas. Averigua, pues, quién es el dueño de este anillo, este cordón y este bastón.» 26 Judá reconoció que eran suyos y dijo: «Soy yo el culpable, y no Tamar, porque no le he dado a mi hijo Sela.» Y no tuvo más relaciones con ella.
27 Cuando le llegó el tiempo de dar a luz, resultó que tenía dos gemelos en su seno. 28 Al dar a luz, uno de ellos sacó una mano y la partera la agarró y ató a ella un hilo rojo, diciendo: «Este ha sido el primero en salir.» 29 Pero el niño retiró la mano y salió su hermano. «¡Cómo te has abierto brecha!», dijo la partera, y lo llamó Peres. 30 Detrás salió el que tenía el hilo atado a la mano, y lo llamó Zeraj.


Comentarios Génesis, capítulo 38



38,1

Tal vez aquí quiso el autor advertir a sus lectores de que la superioridad de José no le impedirá a Judá ser el heredero de las promesas hechas a Abraham, el antepasado de David y de los reyes de Jerusalén –y por lo tanto de Cristo–. Este capítulo, pues, se puede considerar como un paréntesis en la historia de José.

Tamar, la heroína, lo arriesga todo para tener el hijo, heredero de Judá, que será a su vez el portador de la promesa hecha a Abraham. Con su estratagema mereció ser incluida en la lista de las mujeres cuyo elogio hace la Biblia (Rut 4,12; Mt 1,3).



38,9

El pecado de Onán consiste en haberse negado a engendrar un hijo que después aventajaría a sus propios herederos (sobre el deber de dar un hijo a la viuda de un hermano confrontar Dt 25,5 y Rut 3,12).



38,20

Con toda probabilidad detrás de la relación de Judá con su amigo de Adulam se deben ver relaciones que unían los clanes de Judá a clanes cananeos del sur de Palestina.





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GÉNESIS


39






1 José, pues, fue conducido a Egipto, y Putifar, funcionario del palacio de Faraón y capitán de la guardia, lo compró a los ismaelitas que lo habían traído.
2 Yavé estuvo con José, y le fue bien en todo; y se quedó en casa del egipcio, su amo. 3 El egipcio vio que Yavé estaba con José y hacía prosperar todo cuanto emprendía; 4 José le cayó en gracia a su amo, quien lo retuvo junto a él, lo hizo mayordomo de su casa y le confió todo cuanto tenía. 5 Desde ese momento, Yavé bendijo la casa del egipcio, en consideración a José. Dio prosperidad tanto a la casa como al campo. 6 En vista de esto, el egipcio dejó que José administrara todo cuanto poseía, y ya no se preocupó más que de su propia comida.
7 José era muy varonil y de buena presencia. Algún tiempo después, la esposa de su amo puso sus ojos en él, y le dijo: «Acuéstate conmigo.» 8 Pero José se negó y le dijo: «Mi señor confía tanto en mí que no se preocupa para nada de lo que pasa en la casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. 9 Aquí tengo tanto poder como él. Nada me ha prohibido, excepto a ti, porque eres su esposa. ¿Cómo, pues, voy a cometer un mal tan grande, y pecar contra Dios?» 10 Y aunque ella insistía día tras día, José se negó a acostarse a su lado y estar con ella.
11 Cierto día, José entró en la casa para cumplir su oficio, y ninguno del personal de la casa estaba en ella. 12 La mujer lo agarró de la ropa diciendo: «Vamos, acuéstate conmigo.» Pero él, dejándole su ropa en la mano, salió afuera corriendo. 13 Ella vio que José había huído, pero que ella tenía en manos su ropa; 14 llamó, pues, a sus sirvientes y les dijo: «Miren, han traído aquí a un hebreo para que se burle de nosotros. Ha querido aprovecharse de mí, pero yo me he puesto a gritar, 15 y al sentir que yo levantaba la voz y gritaba, salió huyendo y dejó su manto en mis manos.»
16 La mujer depositó el manto a su lado hasta que el patrón de José llegó a casa, 17 y le repitió las mismas palabras: «Ese esclavo hebreo que tú nos has traído, se me acercó para abusar de mí. 18 Cuando grité pidiendo auxilio, él salió huyendo y dejó su ropa en mis manos.»
19 Cuando el patrón oyó lo que le decía su esposa: «Mira lo que me ha hecho tu esclavo», se puso furioso. 20 Tomó preso a José y lo metió en la cárcel donde estaban encarcelados los prisioneros del rey.
Y José quedó encarcelado. 21 Pero Yavé lo asistió y fue muy bueno con él; hizo que cayera en gracia al jefe de la prisión. 22 Este le confió el cuidado de todos los que estaban en la prisión, y todo lo que se hacía en la prisión, José lo dirigía. 23 El jefe de la cárcel no controlaba absolutamente nada de cuanto administraba José, pues decía: «Yavé está con él y hace que le vaya bien en todo.»


Comentarios Génesis, capítulo 39


39,1

La rectitud de José siempre escocerá y cuestionará a quienes en tiempos posteriores piensen que no hay que perder ninguna ocasión... En el relato se realzará con toda claridad que José lo ganó todo al no ceder en nada, aun cuando corriese grandes riesgos.






GÉNESIS


40




José interpreta los sueños


1 Sucedió tiempo después, que dos funcionarios, el que preparaba las bebidas para el rey de Egipto, y el panadero principal, cometieron algunas faltas contra su señor el rey de Egipto. 2 Faraón se enojó contra el que le preparaba las bebidas y contra su panadero, 3 y los entregó en custodia al capitán de la guardia en la misma cárcel en que estaba José. 4 El capitán de la guardia encargó a José que los atendiera, y quedaron algún tiempo arrestados.
5 Una noche, tanto el que preparaba lasbebidas, como el panadero principal del rey de Egipto, tuvieron ambos un sueño en la prisión, y cada sueño requería una interpretación. 6 Cuando José los vino a ver por la mañana, se dio cuenta de que estaban muy preocupados. 7 Preguntó entonces a esos oficiales de Faraón que estaban con él en la prisión: «¿Por qué amanecieron con tan mala cara?» 8 Y le contestaron: «Los dos hemos tenido un sueño y nos falta quien lo interprete.» José les dijo: «¿No es Dios quien da el interpretar los sueños? Vamos, cuéntenme lo que soñaron.»
9 El que preparaba la bebida del rey contó primero su sueño a José asi: «En mi sueño había frente a mí una parra, 10 y en la parra tres sarmientos. Apenas brotó, apareció la flor y maduraron los granos en los racimos. 11 Yo tenía en la mano la copa de Faraón, y tomando aquellas uvas las exprimía en la copa de Fa raón, y ponía la copa en sus manos.»
12 José le dijo: «Esto es lo que quiere decir tu sueño. Los tres sarmientos significan tres días. 13 Dentro de tres días Faraón te pondrá la cabeza en alto, pues te restablecerá en tu oficio, y volverás a colocar la copa en manos de Faraón, como lo hacías antes, cuando eras jefe de los que preparaban su bebida. 14 Acuérdate, pues, de mí cuando recuperes tu puesto, y habla en mi favor a Faraón, para que me mande sacar de esta cárcel. 15 Pues contra mi voluntad fui raptado del país de los hebreos, y tampoco aquí he hecho nada por lo que merezca estar en prisión.»
16 Al ver el jefe de los panaderos que José había dado una interpretación favorable, le dijo: «Voy a contar ahora mi sueño: Había tres canastos de pan blanco sobre mi cabeza. 17 En el canasto de arriba había toda clase de pasteles de los que come Faraón, pero los pájaros se lo comían del canasto que estaba sobre mi cabeza.» 18 Respondió Jose: «Este es el significado. Los tres canastos son tres días. 19 Pasados tres días, Faraón te pondrá la cabeza en alto, pues te colgará de un árbol y las aves vendrán a comer tu carne.»
20 Al tercer día era el cumpleaños de Faraón, y dio un banquete a todos sus servidores. Y cuando estuvo con ellos, se acordó del jefe de los que preparaban las bebidas y del jefe de los panaderos. 21 Repuso en su puesto al que preparaba las bebidas, quien de nuevo puso la copa en las manos de Faraón, 22 mientras al jefe de los panaderos lo hizo colgar, tal como José lo había interpretado.
23 El que preparaba las bebidas no se volvió a acordar de Jose: sencillamente lo había olvidado.



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Publicado el 28 junio 2008 - 01:39









GÉNESIS

41



Los sueños de Faraón



1 Dos años después Fa raón tuvo este sueño: Estaba él a orillas del Nilo, 2 cuando vio que salían del río siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pastar entre los juncos. 3 Detrás de ellas salieron otras siete vacas feas y flacas que se pusieron al lado de las primeras a la orilla del río. 4 Pero las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas gordas y hermosas. Entonces Fa raón se despertó.
5 Se quedó de nuevo dormido, y tuvo otro sueño: Vio siete espigas granadas y buenas que salían de un mismo tallo. 6 Después de éstas brotaron otras siete espigas pequeñas y quemadas por el viento, 7 y estas espigas pequeñas y quemadas por el viento se tragaron a las siete granadas y repletas. Se despertó Faraón, y se dio cuenta que era un sueño.
8 Aquella mañana Faraón se levantó muy preocupado, y mandó llamar a todos los adivinos y sabios de Egipto. Les contó sus sueños, pero ninguno fue capaz de interpretarlos. 9 Entonces el jefe de los que preparan las bebidas pidió la palabra y dijo a Faraón: «Me estoy acordando de una falta mía. 10 Faraón se había enojado contra sus siervos, y me dejó detenido en la casa del capitán de la guardia, junto con el panadero del palacio. 11 El y yo tuvimos sendos sueños en la misma noche, y que requerían una interpretación. 12 Con nosotros estaba un joven hebreo, un servidor del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él los interpretó, a cada uno le dio la interpretación. 13 Y todo sucedió tal como él lo había dicho: yo fui repuesto en mi cargo y el jefe de los panaderos ahorcado.»
14 Faraón entonces mandó traer a José. Fue sacado rápidamente de la cárcel, lo afeitaron y cambiaron de ropa, y lo presentaron a Faraón. 15 Dijo Faraón a Jose: «He tenido un sueño, y nadie ha sido capaz de explicarlo, pero he oído decir que a ti te basta con que te cuenten un sueño para que tú lo interpretes.» 16 José respondio: «No soy yo, sino Dios quien te dará una respuesta acertada.» 17 Y Faraón contó su sueño a Jose:
«Estaba yo parado a la orilla del río, 18 cuando de pronto subieron del río siete vacas hermosas y muy gordas que se pusieron a pastar entre los juncos. 19 Pero detrás de ellas subieron otras siete vacas tan flacas y feas como no había visto nunca en todo Egipto. 20 Y las siete vacas flacas y feas se comieron a las siete vacas gordas. 21 Pero una vez que las tuvieron en su vientre, no se notaba en absoluto, pues seguían tan flacas y feas como antes. Entonces me desperté. 22 Vi también en mi sueño siete espigas llenas y granadas que salían de un solo tallo. 23 Pero brotaron detrás de ellas siete espigas pequeñas, vacías y quemadas por el viento. 24 Las espigas vacías se tragaron a las espigas hermosas. Se lo he contado a los adivinos, pero ninguno de ellos me lo ha podido explicar.»
25 José dijo a Faraón: «El sueño de Faraón es uno solo: Dios ha anunciado a Faraón lo que El va a hacer. 26 Las siete vacas hermosas, al igual que las siete espigas granadas, son siete años de abundancia. 27 Las siete vacas feas y raquíticas que salieron detrás, al igual que las siete espigas vacías y quemadas por el viento del este, son siete años de hambre. 28 Como dije a Faraón, Dios le está manifestando lo que está para suceder. 29 Vendrán siete años de gran abundancia en todo Egipto, 30 pero en seguida vendrán siete años de escasez que harán olvidar toda la abundancia anterior, y el país quedará extenuado por el hambre. 31 Tan terrible será la escasez que sobrevendrá, que ya nadie volverá a recordar los tiempos de abundancia.
32 Si el sueño se te presentó dos veces, esto quiere decir que Dios está muy decidido a realizar estas cosas y que se apresura a cumplirlas. 33 Ahora, pues, aconsejo a Faraón que busque un hombre inteligente y sabio para ponerlo al frente de Egipto. 34 Que Faraón nombre, además, intendentes en todo el país, para que recauden la quinta parte de la cosecha durante estos siete años de abundancia. 35 Recogerán todos los víveres de estos siete años de abundancia, y almacenarán el grano en las ciudades, donde los guardarán bajo la autoridad de Faraón. 36 De esta manera habrá reservas en el país para los siete años de escasez que van a afectar a Egipto, y el pueblo no morirá de hambre.»


José, primer ministro



37 La propuesta de José agradó a Faraón y a sus servidores, y dijo Faraón a sus oficiales: 38 «¿Se podrá encontrar otro hombre como éste, que tenga el espíritu de Dios?» 39 Y dijo a Jose: «Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay hombre más inteligente ni sabio que tú. 40 Tú estarás al frente de toda mi casa, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Solamente yo estaré por encima de ti.»
41 Faraón dijo a Jose: «Mira, te he puesto al frente de todo el país de Egipto.» 42 Y quitándose el anillo de su dedo, lo puso en el dedo de José; lo hizo vestir con ropas de lino fino y le puso un collar de oro en el cuello. 43 Luego lo hizo subir a la segunda carroza del palacio e iban gritando delante de él: «¡Abran camino!» Así quedó José al frente de todo el país de Egipto.
44 Dijo Faraón a Jose: «¡Yo soy Faraón! Sin tu consentimiento, nadie moverá mano o pie en Egipto.» 45 Faraón llamó a José Safnat-Paneaj y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera, sacerdote del dios On. Después de esto José salió a recorrer todo el país de Egipto. 46 José tenía treinta años cuando se presentó ante Faraón, rey de Egipto. Se retiró de su presencia y empezó a recorrer todo el país de Egipto.
47 Durante los siete años de abundancia hubo grandes cosechas. 48 José juntó todos los víveres producidos en estos años de abundancia e hizo reservas en las ciudades; en cada ciudad almacenó los productos del campo de sus alrededores. 49 Y así José juntó una cantidad de trigo tan enorme como la arena del mar, hasta tal punto que perdieron la cuenta, pues sobrepasaba todo cálculo.
50 Antes de que llegaran los años de hambre, José tuvo dos hijos de su esposa Asenat, hija de Poti Fera, sacerdote del dios On. 51 Al primero lo llamó Manasés (que significa: «He olvidado»), pues se dijo: «Dios me ha hecho olvidar mi pena y a la familia de mi padre.» 52 Al segundo lo llamó Efraím (que significa: «He fructificado»), pues se dijo: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi aflicción.»
53 Pasados los siete años de abundancia en Egipto, 54 llegaron los siete años de escasez, tal como José había anunciado. Hubo hambre en todos los países, pero en todo Egipto había pan. 55 Cuando en Egipto se sintió el hambre, el pueblo pidió pan a gritos, y Faraón decía a todos los egipcios: «Vayan a José y hagan lo que él les diga.» 56 Había escasez por todo el país, pero José abrió los almacenes y vendió trigo a los egipcios.
Una gran hambruna asolaba todo el mundo. 57 Como el hambre se hacía sentir más y más en todos los países, de todas partes venían a Egipto a comprar trigo a José.


Comentarios Génesis, capítulo 41


41,1

Este capítulo debemos ambientarlo en el marco del antiguo Egipto y de su economía totalmente dependiente de las crecidas del Nilo. Años de sequía y de hambrunas; administración totalitaria a las órdenes del Faraón. Y aún más, la época de Jacob corresponde a la de los Hicsos, príncipes asiáticos que se adueñaron de Egipto en el siglo 18 antes de nuestra era. Estos faraones pertenecían a la misma raza que los nómadas que venían a pasar alguna estación o que se establecían por años en el delta del Nilo en tiempos de sequía; y parece que tuvieron que haber sido muy acogedores al respecto.




GÉNESIS


42


Los hijos de Jacob bajan a Egipto



1 Al saber Jacob que había trigo en Egipto, dijo a sus hijos: «¿Por qué se están ahí mirando el uno al otro? 2 He oído que se vende trigo en Egipto. Vayan también ustedes allá y compren trigo para nosotros, “pues es cosa de vida o de muerte”.» 3 Los hermanos de José —diez de ellos—, bajaron entonces a Egipto para comprar trigo; 4 Jacob no dejó ir con ellos a Benjamín, hermano de José, pues pensaba: «No sea que le vaya a pasar algo.»
5 Se fueron los hijos de Israel a comprar trigo junto con la otra gente, pues arreciaba el hambre en Canaán. 6 Siendo José el gobernador del país, vendía el trigo a toda la gente. Al llegar sus hermanos, se postraron ante él hasta tocar el suelo con la cara. 7 José reconoció a sus hermanos, pero no se lo dio a entender, sino que más bien los trató duramente. Les pregunto: «¿De dónde vienen ustedes?» Respondieron ellos: «Venimos de la tierra de Canaán a comprar grano para comer.»
8 José, pues, había reconocido a sus hermanos, pero no ellos a él. 9 Y se acordó José de los sueños que había tenido con respecto a ellos. 10 Les dijo: «Ustedes son es pías y vienen a descubrir los secretos del país.» Respondieron ellos: «No, señor, tus siervos han venido a comprar alimentos. 11 Somos todos hijos de un mismo padre y somos honrados. Tus servidores no son espías.» 12 Pero él les dijo: «No, ustedes han venido a descubrir los puntos débiles del país.» 13 Ellos se defendieron diciéndole: «Eramos doce hermanos, hijos de un mismo padre, que vive en Canaán. El menor se quedó con nuestro padre, y el otro ya no vive.» 14 José insistió todavía: «¡Lo que he dicho: ustedes son espías! 15 Y ahora mismo los pondré a prueba. Por la vida de Faraón, que ustedes no dejarán este país hasta que no llegue aquí su hermano menor. 16 Manden a uno de ustedes a buscar a su hermano, y los demás quedarán presos. Así sabré si es cierto lo que me acaban de decir. Y si me han mentido, ¡por la vida de Faraón!, que quedará así comprobado que son espías.» 17 Y los metió a todos en la cárcel por tres días.
18 Al tercer día José les dijo: «Les doy un medio para que se salven, pues yo también tengo temor de Dios. 19 Si han dicho la verdad, que se quede sólo uno de ustedes como prisionero en la casa de la guardia donde ahora están, y los demás llevarán el trigo que tanta falta hace en sus casas. 20 Pero habrán de traerme a su hermano menor para que yo compruebe que es cierto lo que ustedes me han dicho; y así podrán salvar su vida.»
Así se hizo, 21 y ellos comentaban entre si: «Verdaderamente estamos pagando lo que hicimos con nuestro hermano, pues a pesar de ver su aflicción y de oír sus súplicas, no le hicimos caso. Por eso ahora ha venido sobre nosotros esta desgracia.» 22 Rubén dijo a los demás: «¿No les decía yo que no le hicieran mal al muchacho? Pero ustedes no me escucharon y ahora estamos pagando por su muerte.» 23 Ellos no sabían que José les entendía, pues entre él y ellos había un intérprete. 24 Al oír esto, José se retiró y lloró. Después volvió, habló a sus hermanos, tomó a Simeón, lo hizo amarrar en su presencia.
25 José mandó llenar de trigo sus bolsas, devolverle a cada uno dentro de su bolsa su dinero, y también que se les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo. 26 Cargaron, pues, el trigo sobre sus burros y se fueron. 27 Cuando acamparon para pasar la noche, uno de ellos abrió su bolsa para dar forraje a su burro, y vio su plata: ¡Estaba en la boca de la bolsa! 28 Les dijo a sus hermanos: «Me han devuelto el dinero: está aquí en mi bolsa.» Se quedaron sin aliento y se miraban asustados mientras decían: «¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?»
29 Al llegar donde su padre Jacob, en la tierrra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido:
30 «El hombre que gobierna ese país nos habló con aspereza y nos tomó por espías, 31 pero nosotros le dijimos: «Nosotros somos gente honrada y no espías. 32 Eramos doce hermanos, hijos del mismo padre, pero uno de nosotros ya no vive, y el hermano más pequeño se quedó con nuestro padre en el país de Canaán.» 33 Entonces el señor del país, nos dijo: «Para que yo pueda comprobar si ustedes dicen la verdad, se va a quedar conmigo uno de ustedes; mientras tanto tomen lo que hace falta en sus casas y márchense. 34 Pero tráiganme a su hermano menor, y así conoceré que ustedes son personas honradas y no espías. Sólo entonces les devolveré a su hermano y podrán moverse libremente por este país.»
35 Ahora bien, cuando vaciaron sus bolsas, cada uno de ellos encontró su dinero en la boca de la misma. Este descubrimiento les produjo temor a ellos y a su padre. 36 Jacob, su padre, les dijo: «Ustedes me van a dejar sin hijos: falta José, falta Simeón, ¡y ahora quieren llevarse a Benjamín! ¡Todas estas cosas recaen sobre mí!»
37 Pero Rubén dijo a su padre: «Quita la vida a mis dos hijos si no te lo devuelvo. Confíamelo a mí, y yo te lo traigo de vuelta.» 38 Jacob respondio: «No bajará mi hijo con ustedes. Su hermano ha muerto y sólo me queda él. Si le ocurre cualquier desgracia en el viaje, me moriré de pena en mi ancianidad, y será por culpa de ustedes.»



Comentarios Génesis, capítulo 42



42,1

Comienza el largo relato del encuentro de José con sus hermanos. José, el salvador, obliga a sus hermanos a expiar el crimen que habían cometido. Uno de ellos debe sacrificarse por su hermano antes de que él se dé a conocer. El perdón no suprime la necesidad de reparar el mal que se ha hecho; la paz será siempre obra de justicia.

Aquí también se notará que están entretejidas dos tradiciones, por lo que se han originado repeticiones. Como en el cap.37, Rubén y Judá se hacen la competencia.






GÉNESIS



43



Segundo viaje a Egipto


1 La escasez de alimentos seguía muy grande en el país, 2 y cuando se acabó el trigo que habían traído de Egipto, su padre les dijo: «Vuelvan a comprarnos un poco de comida.» 3 Judá le contesto: «Aquel hombre nos dijo bien claro que no nos admitiría en su presencia si no iba con nosotros nuestro hermano. 4 Si mandas a Benjamín con nosotros, entonces iremos a buscar provisiones, 5 pero si no lo mandas, no bajaremos, porque aquel hombre nos dijo: «No verán mi cara si no está con ustedes su hermano el más pequeño.» 6 Dijo entonces Israel: «¿Por qué, para desgracia mía, le dijeron a ese hombre que tenían otro hermano?» 7 Ellos contestaron: «Aquel hombre nos interrogó con tanta insistencia sobre nosotros y nuestra familia: ¿Vive todavía el padre de ustedes? ¿Tienen algún otro hermano? Y nosotros contestamos a esas preguntas. ¿Cómo ibamos a imaginar que nos diría: Tráiganme a su hermano?»
8 Entonces Judá dijo a su padre Israel: «Deja que el muchacho venga conmigo, para que podamos partir. Sólo así podremos seguir viviendo nosotros y nuestros hijos, en vez de morir. 9 Yo respondo por él, pídeme cuenta de él. Si no te lo traigo de vuelta y no te lo muestro de nuevo, no me perdones jamás esta falta. 10 Si no nos hubiéramos demorado tanto, a estas horas ya hubiéramos vuelto dos veces.»
11 Israel, su padre, les dijo: «Ya que no queda más remedio, hagan lo siguiente. Echen en sus bolsas algo de los productos del país: tragacanto, miel, goma, láudano, pistacho y almendras, y llévenselo como regalo a ese hombre. 12 Tomen doble cantidad de plata y devuelvan el dinero que apareció en la boca de sus bolsas, tal vez se deba a una equivocación. 13 Y tomen a su hermano menor para volver donde aquel hombre. 14 Que el Dios de las Alturas les haga hallar misericordia ante ese hombre para que les devuelva a su otro hermano, y a Benjamín. En cuanto a mí, si pierdo a mis hijos, es que tenía que perderlos.»
15 Tomaron entonces los regalos y doble cantidad de dinero, y también a Benjamín, y bajaron a Egipto. Se presentaron ante José.
16 Cuando José vio que Benjamín estaba con ellos, dijo a su mayordomo: «Lleva a casa a estos hombres, haz matar algún animal y que se prepare un banquete, porque estos hombres comerán conmigo a mediodía.» 17 El mayordomo hizo como José le ordenó, y llevó estos hombres a la casa de José.
18 Ellos se asustaron porque los llevaban a la casa de José, y comentaban entre si: «Seguramente nos traen aquí a causa del dinero que nos fue devuelto la primera vez. Nos están preparando una trampa y nos van a asaltar; nos tomarán como esclavos y se apoderarán de nuestros burros.» 19 Por eso, estando ya para pasar la puerta, se acercaron al mayordomo de José y le dijeron: 20 «Perdón, mi señor, pero ya vinimos una vez a comprar grano, 21 y cuando en la posada abrimos nuestras bolsas, el dinero de cada uno estaba en la boca de las bolsas. Contamos bien la plata y ahora la traemos aquí para devolverla. 22 Y traemos además plata para comprar más comida. No sabemos quién puso el dinero en nuestras bolsas.» 23 El mayordomo les dijo: «Quédense tranquilos y no tengan miedo. El Dios de ustedes y el Dios de su padre les ha puesto ese tesoro en sus bolsas, pues yo recibí toda su plata.» Y en seguida les devolvió a Simeón.
24 El hombre los hizo entrar en la casa de José y les dio agua para que se lavaran los pies, y mandó dar forraje a sus burros. 25 Ellos prepararon el regalo y esperaron a que José llegara al mediodía, porque habían oído decir que comería allí. 26 Al entrar José en la casa, le ofrecieron el regalo y lo saludaron inclinándose hasta el suelo. 27 El les preguntó cómo estaban; les dijo: «¿Está bien el padre de ustedes, aquel anciano de quien me hablaron? ¿Vive todavía?» 28 Ellos respondieron: «Tu siervo, nuestro padre, está bien y vive todavía.» Y se arrodillaron, inclinándose hasta el suelo.
29 Entonces José, levantando la vista vio a su hermano Benjamín, hijo de su misma madre, y dijo: «¿Es éste el hermano menor del cual me hablaron?» Y le dijo: «¡Dios te bendiga, hijo mío!» 30 José tuvo que salir rápidamente, porque se sintió muy conmovido por la presencia de su hermano y le vinieron ganas de llorar. Apenas entró en su habitación se puso a llorar. 31 Después se lavó la cara y volvió. Tratando de dominarse, ordeno: «Sirvan la comida.» 32 Se la sirvieron por separado: a él aparte, también aparte a ellos, y a los egipcios que comían con él también les sirvieron aparte. Es que los egipcios no pueden comer con los hebreos: de hacerlo, Egipto se tendría por deshonrado.
33 Se sentaron frente a él, empezando por el mayor de acuerdo a su derecho, y terminando por el menor, como corresponde a un joven, mirándose el uno al otro con asombro. 34 Después separó para ellos porciones de lo que se le ponía delante, y la porción de Benjamín era cinco veces más grande que la de los demás. Y bebieron con él hasta que todos se sintieran muy alegres.


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Publicado el 12 julio 2008 - 11:53






GÉNESIS

44



La copa de José en la bolsa de Benjamín


1 Entonces José ordenó a su mayordomo: «Llena de alimentos las bolsas de estos hombres, todo lo que puedan llevar, y coloca el dinero de cada uno en la boca de su bolsa. 2 En la bolsa del menor pondrás, junto con el dinero de su trigo, también mi copa, mi copa de plata.» El mayordomo hizo tal como José le había ordenado.
3 Al amanecer fueron despedidos los hombres con sus burros. 4 Ha bían salido ya de la ciudad y se encontraban aún a poca distancia, cuando José dijo a su mayordomo: «Corre detrás de esos hombres, y cuando los alcances, les dirás: ¿Por qué han devuelto mal por bien? 5 ¿No es ésta la copa de plata en que bebe mi señor y con la que también practica la adivinación? Han obrado muy mal al hacer eso.»
6 El los alcanzó y les habló en esa forma. 7 Ellos le respondieron: «¿Por qué habla así mi señor? Jamás haríamos cosa semejante. 8 Si te trajimos desde Canaán la plata que encontramos en nuestras bolsas, ¿cómo íbamos ahora a robar oro y plata de la casa de tu señor? 9 Si a alguno de nosotros, tus siervos, se le encuentra el objeto, que muera, y también nosotros seremos esclavos de mi señor.» 10 «Muy bien —dijo él—, sea como ustedes han dicho. Aquel a quien se le encuentre el objeto será mi esclavo, pero ustedes quedarán libres.» 11 Rápidamente bajó cada uno su bolsa y cada uno la abrió. 12 El mayordomo los registró empezando por el mayor y terminando por el más joven y la copa se encontró en la bolsa de Benjamín. 13 Entonces rasgaron sus ropas, y cargando cada uno su burro, volvieron a la ciudad.
14 Judá y sus hermanos volvieron a la casa de José, que todavía estaba allí, y se postraron con el rostro por tierra delante de él. 15 José les dijo: «¿Qué han hecho? ¿No sabían que un hombre como yo iba a adivinarlo?» 16 Contestó Judá.. «¿Qué podemos decir a mi señor, y cómo podemos justificarnos? Dios ha descubierto alguna falta en tus servidores. En adelante seremos esclavos de mi señor, junto con aquél en cuyo poder se encontró la copa.» 17 Pero José respondió.. «Jamás haría tal cosa. El hombre a quien se le halló la copa será mi esclavo, pero ustedes pueden volver en paz donde su padre.»
18 Entonces se adelantó Judá y le dijo: «Permite, señor mío, que pueda tu siervo decirte algunas palabras sin que te enojes contra mí, aunque tú eres como Faraón. 19 Tú, mi señor, preguntaste a tus siervos la otra vez: «¿Tienen todavía padre o hermano?» 20 y nosotros contestamos: «Tenemos todavía nuestro padre muy anciano, con un muchachito que le nació en su vejez. Éste tenía un hermano, hijo de la misma madre, pero murió y le queda sólo ese hijo de ella. Por esto su padre lo quiere mucho.» 21 Después nos dijiste: «Que baje aquí con ustedes, y que yo mismo lo vea.» 22 Y nosotros te respondimos: «El muchacho no puede dejar a su padre, porque si lo abandona, éste se morirá.»
23 Y tú nos dijiste: «Si su hermano menor no baja con ustedes, no los admitiré en mi presencia.» 24 Subimos entonces a casa de nuestro padre y le dijimos tus palabras. 25 Y cuando nos pidió.. «Vuelvan a comprar algo de comida», 26 nosotros respondimos: «No podemos ir, a menos que vaya con nosotros nuestro hermano menor, porque no nos recibirá aquel hombre si nuestro hermano menor no está con nosotros.» 27 Entonces nuestro padre nos dijo: «Ustedes saben que mi esposa me dio dos hijos. 28 Uno se me fue, al que no he vuelto a ver, y creo que habrá sido despedazado por las fieras. 29 Si ahora llevan de mi lado también a éste y le sucede alguna desgracia, me moriré de pena en mi ancianidad, y será por culpa de ustedes.» 30 Ahora yo no puedo volver donde mi padre sin el muchacho, pues no vive sino por él, y al ver que el muchacho no está morirá. 31 Y por culpa nuestra nuestro padre morirá de pena en su ancianidad.
32 Yo, tu servidor, me hice responsable por el joven ante mi padre y le dije: «Si no te lo traigo de vuelta, seré culpable ante mi padre para siempre.» 33 Te ruego, pues, que yo quede en lugar del joven como esclavo de mi señor, para que así el muchacho suba con sus hermanos. 34 Yo no podría regresar a la casa de mi padre sin el joven; no quiero ver la aflicción de mi padre.»



GÉNESIS

45



José se da a conocer



1 A este punto José no pudo ya contenerse más delante de toda aquella gente que estaba con él, y gritó.. «¡Salgan todos de aquí!» No quedaba ninguno cuando José se dio a conocer a sus hermanos, 2 pero rompió a llorar tan fuerte que lo oyeron los egipcios y los servidores de Faraón.
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?» Ellos quedaban tan aterrados de verlo que no podían responderle. 4 El les dijo: «Acérquense», y se acercaron. «Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a los egipcios. 5 Pero no se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado aquí delante de ustedes para salvarles la vida. 6 Ya van dos años de hambre en la tierra, y aún quedan cinco en que no se podrá arar ni cosechar. 7 Dios, pues, me ha enviado por delante de ustedes, para que nuestra raza sobreviva en este país: ustedes vivirán aquí hasta que suceda una gran liberación. 8 No han sido ustedes, sino Dios quien me envió aquí; El me ha hecho familiar de Faraón, administrador de su palacio, y gobernador de todo el país de Egipto.
9 Vuelvan pronto donde mi padre y díganle: «Esto te manda a decir tu hijo José.. Dios me ha hecho dueño de todo Egipto. 10 Ven a mí sin demora. Vivirás en la región de Gosén y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y tus nietos, con tus rebaños, tus animales y todo cuanto posees. 11 Aquí yo cuidaré de ti, y nada te faltará a ti, a tu familia, ni a cuantos dependen de ti, durante estos cinco años de hambre que aún quedan. 12 Ahora ustedes ven, y su hermano Benjamín lo ve, que soy yo quien les está hablando. 13 Cuenten a mi padre la gloria que tengo en Egipto, y todo lo que han visto, y luego dense prisa de traer aquí a mi padre.»
14 Dicho esto, José abrazó llorando a Benjamín, quien también lloró. 15 Después, entre lágrimas, abrazó y besó a cada unos de sus hermanos, que se pusieron a conversar con él.
16 La noticia de que habían llegado los hermanos de José llegó hasta la casa de Faraón. Se decía: «Han venido los hermanos de José.» Esta noticia agradó a Fa raón y también a sus oficiales. 17 Faraón dijo a José.. «Diles esto a tus hermanos: «Carguen sus burros y regresen a Canaán. 18 Tomen a su padre y a sus familias y vengan aquí. Yo les daré lo mejor del país de Egipto y comerán lo mejor de esta tierra. 19 Lleven del país de Egipto carretas para sus niños y mujeres, y traigan a su padre. 20 No se preocupen por las cosas que dejan allá, pues lo mejor de Egipto será para ustedes.»
21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les consiguió carretas según la orden de Faraón, y los proveyó de víveres para el camino. 22 A cada uno le regaló un vestido, pero a Benjamín le regaló trescientas monedas de plata y cinco vestidos. 23 Y puso además diez burros cargados con los mejores productos de Egipto, y diez burras cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su padre. 24 Después despidió a sus hermanos, que se fueron, pero antes les recomendó que no pelearan por el camino.
25 Subieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde estaba Jacob, su padre. 26 Le dieron la buena noticia: «José vive todavía y es el que manda en todo el país de Egipto.» Pero Jacob no se conmovió, pues no les creyó. 27 Ellos repitieron todas las palabras que José les había dicho y le mostraron las carretas que José le había mandado para que se trasladara. Entonces revivió el espíritu de Jacob, 28 y exclamó.. «¡Me basta con saber que mi hijo José vive todavía! Iré donde él y lo veré antes de morir.»



GÉNESIS

46


Jacob baja a Egipto



1 Israel partió con todo lo que tenía, y al llegar a Bersebá, ofreció allí sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2 Dios habló a Israel durante la noche en una visión y le dijo: «Jacob, Jacob.» 3 «Aquí estoy», contestó él. Y Dios prosiguió.. «Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en una gran nación. 4 Yo te acompañaré a Egipto, y también te haré volver aquí. José te cerrará los ojos.»
5 Jacob dejó Bersebá y los hijos de Israel llevaron a su padre junto con sus hijos pequeños y sus mujeres en las carretas que Faraón había mandado para transportarlos. 6 También tomaron sus rebaños y todo lo que habían adquirido en Canaán, y así entraron en Egipto Jacob y toda su descendencia, 7 sus hijos y los hijos de sus hijos, sus hijas y los hijos de sus hijas; en una palabra, hizo que entrara con toda su familia en Egipto.

8 Estos son los nombres de los descendientes de Israel que entraron en Egipto:
Jacob y sus hijos.
Rubén, el primogénito de Jacob, 9 y sus hijos Henoc, Falú, Hesrón y Carmí.
10 Los hijos de Simeón: Jamuel y Jamín, Ahod, Juaquín, Sohar y Saúl, cuya madre era cananea.
11 Los hijos de Leví.. Guersón, Quehat y Merarí.
12 Los hijos de Judá.. Er, Onán, Sela, Farés, Zaraj (pero Er y Onán habían muerto en la tierra de Canaán). Los hijos de Farés: Hesrón y Hamul.
13 Los hijos de Isacar: Tola, Fua, Job y Sumrón.
14 Los hijos de Zabulón: Sared, Elón y Jahelel.
15 Estos son los hijos que Lía había dado a Jacob en Padán-Aram, además de su hija Dina. El total entre hijos e hijas era de treinta y tres personas.
16 Los hijos de Gad: Sefión, Haggi, Suni, Esebón, Heri, Arodi y Arelí.
17 Los hijos de Aser: Jamne, Jesua, Jesui, Beria y su hermana Seraj. Los hijos de Beria: Hebel y Melquiel. 18 Estos son los hijos de Zelfa, la esclava que Labán dio a su hija Lía. Zelfa fue la madre y Jacob el padre, en total, dieciséis personas.
19 Los hijos de Raquel, esposa de Jacob: José y Benjamín. 20 A José le nacieron en Egipto Manasés y Efraím, cuya madre era Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.
21 Los hijos de Benjamín: Bela, Beker, Asbel, Gera, Naamán, Equi, Ros, Mofín, Ofín y Ared. 22 Estos son los hijos que Raquel dio a Jacob, en total catorce personas.
23 Los hijos de Dan: Husim.
24 Los hijos de Neftalí.. Jasiel, Guni, Jese y Sallem. 25 Estos son los hijos de Bilá, la que Labán dio a su hija Raquel. Bilá fue la madre y Jacob el padre. En total, siete personas.
26 El total de personas que entraron con Jacob en Egipto, todos descendientes suyos, era de sesenta y seis personas, sin contar las mujeres de sus hijos. 27 Los hijos de José que nacieron en Egipto, fueron dos.
Total de personas de la familia de Jacob que entraron en Egipto. setenta.


Encuentro de Jacob con José


28 Antes de que entraran en Gosén. Jacob mandó delante a Judá para avisar a José de que estaba para llegar a la tierra de Gosén. 29 José enganchó su carro y fue al encuentro de su padre a Gosén. Al verlo lo abrazó y lloró largamente sobre su cuello. 30 Y dijo Israel a José.. «Ahora ya puedo morir, porque he visto tu rostro y porque vives todavía.»
31 Después dijo José a sus hermanos y a toda la familia de su padre: «Voy ahora mismo a anunciar a Faraón que mis hermanos y la familia de mi padre, que vi vían en tierra de Canaán, acaban de llegar. 32 Le diré también que ustedes son pastores de ovejas, que se dedican a la crianza de animales y que han traído rebaños, vacas, y todas sus pertenencias. 33 Así pues, cuando Faraón les llame y les pregunte: «¿Cuál es su oficio?», 34 ustedes contestarán: «Tus servidores hemos sido pastores desde nuestra niñez hasta el día de hoy, como lo fueron también nuestros padres.» Así se podrán quedar ustedes en esta tierra de Gosén, ya que los egipcios aborrecen a todos los pastores de ovejas.»


Comentarios Génesis, capítulo 46


46,1

Las aventuras de José tienen una consecuencia importante: Jacob baja a Egipto con toda su familia y los hebreos vienen a radicarse en la provincia de Gosén. Parecería que se olvidan de la tierra de Canaán que Abraham y Jacob habían recorrido con sus rebaños y que Dios les había prometido. Tres siglos más tarde Moisés conducirá a algunos de sus clanes de vuelta a la tierra de las promesas. El autor entiende que esta larga demora formaba parte del plan de Dios.




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#29 Ge. Pe.

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Publicado el 20 julio 2008 - 08:23




GÉNESIS

47




1 Llegó, pues, José donde estaba el Faraón con la noticia de que su padre y sus hermanos habían llegado de Canaán con sus rebaños, vacas y demás pertenencias, y que se encontraban en la tierra de Gosén. 2 Después escogió a cinco de sus hermanos y los presentó a Faraón. 3 Este les preguntó.. «¿A qué se dedican?» Ellos contestaron: «Nosotros, tus servidores, somos pastores de ovejas, como lo fueron nuestros padres. 4 Hemos venido a vivir en este país porque ya no quedaban pastos para nuestros rebaños, debido a la gran sequía que asola el país de Canaán. Por eso te rogamos que nos permitas vivir en la tierra de Gosén.» 5 Entonces Faraón dijo a José..
6 Todo el país de Egipto está a tu disposición. Que tu padre y tus hermanos se establezcan en la mejor parte del país.»


Los hijos de Jacob en Egipto



7 José trajo después a su padre Jacob y se lo presentó a Faraón. Después que Jacob lo saludó, 8 Faraón le preguntó.. «¿Cuántos años tienes?» 9 Jacob respondió.. «Los años de mi peregrinación son ciento treinta. Pocos y malos han sido los días de mi vida, y no han llegado a igualar los años de vida de mis padres durante su peregrinación.» 10 Después Jacob volvió a bendecir a Faraón y se retiró de su presencia.
11 José instaló a su padre y a sus hermanos, y les dio una propiedad en la tierra de Egipto, en el mejor lugar de la comarca de Ramsés, tal como Faraón había ordenado. 12 Y José proveyó de lo necesario para vivir a su padre, a sus hermanos y a toda la familia de su padre, teniendo en cuenta el número de sus dependientes.
13 La escasez se hizo más fuerte y no se encontraban alimentos en toda la tierra; Egipto y Canaán estaban agotados por el hambre. 14 Entonces José acaparó toda la plata que había en la tierra de Egipto y de Canaán, a cambio del trigo que compraban, y llevó toda esa plata al palacio de Faraón.
15 Cuando se acabó la plata de Egipto y de Canaán, todos los egipcios comenzaron a llegar donde José para decirle: «Danos pan, ¿acaso nos vas a dejar morir porque se nos terminó el dinero?» 16 José les respondió.. «Si no tienen más dinero, denme sus ganados y yo en cambio les daré pan.» 17 Trajeron su ganado a José, y José les dio pan a cambio de sus caballos, ovejas, vacas y burros. De esta manera los abasteció de pan durante ese año a cambio de todos sus ganados.
18 Al año siguiente volvieron donde él diciendo: «No podemos ocultar a nuestro señor que se nos ha terminado el dinero, y que los ganados ya son todos suyos. Tan sólo nos quedan nuestros cuerpos y nuestras tierras. 19 Tú no puedes vernos morir a nosotros y nuestras tierras; compranos, pues, a nosotros y nuestras tierras, a cambio de pan, y seremos nosotros y nuestras tierras propiedad de Fa raón. Danos trigo para que no muramos; así viviremos y nuestra tierra no quedará desolada.»
20 De este modo José adquirió para Faraón toda la tierra de Egipto, pues los egipcios tuvieron que vender sus campos, ya que el hambre los apretaba, y la tierra pasó a ser toda de Faraón. 21 En cuanto al pueblo, lo redujo a la servidumbre desde un extremo al otro de Egipto. 22 La única tierra que no compró fue la de los sacerdotes, pues había un decreto de Faraón en favor de ellos, y él debía procurarles el alimento. Por eso no vendieron sus tierras.
23 Entonces José dijo al pueblo: «Ya ven que los he comprado a ustedes y sus tierras para Faraón. Aquí tienen semillas: siembren la tierra. 24 Cuando llegue el tiempo de la cosecha, darán la quinta parte a Faraón y las otras cuatro partes restantes serán para ustedes, como semillas de siembra, y como alimento para ustedes, su familia y los que estén en su casa.» 25 Ellos respondieron: «Puesto que nos has salvado la vida, sírvete aceptarnos como esclavos de Faraón.» 26 Así José impuso como ley, que la quinta parte de los productos de la tierra de Egipto debe ser entregada a Faraón, y esa norma perdura hasta el día de hoy. Sólo las tierras de los sacerdotes no pasaron a poder de Faraón.
27 Los israelitas vivieron en el país de Egipto, en la tierra de Gosén. Tomaron posesión de ella, tuvieron muchos hijos y se multiplicaron en número. 28 Jacob vivió en Egipto diecisiete años de los ciento cuarenta y siete que duró su vida. 29 Y cuando los días de su vida se acercaron a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: «Si me aprecias de veras, te ruego que coloques tu mano bajo mi muslo, y me prometas que no me sepultarás en Egipto; en esto reconoceré tu amor y fidelidad. 30 Cuando me haya ido a descansar con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la tumba de ellos.» José respondió.. «Lo haré tal como lo pides.» Insistió Jacob: «¡Júramelo!» Y José se lo juró. 31 Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.



GÉNESIS

48



Jacob adopta a los hijos de José



1 Algún tiempo después, avisaron a José de que su padre estaba enfermo. Tomó entonces con él a sus dos hijos, Manasés y Efraím, 2 e hizo anunciar a su padre: «Mira, tu hijo José ha venido a verte.» Israel, haciendo un esfuerzo, se sentó en la cama.
3 Dijo Jacob a José.. «El Dios de las Alturas se me apareció en Luz, en el país de Canaán, y me bendijo diciendo: 4 «Mira, yo haré que seas fecundo y que te multipliques. Haré de ti una asamblea de naciones y a ti y a tus descendientes después de ti entregaré esta tierra en posesión perpetua.» 5 Desde ahora, pues, los dos hijos que te han nacido en Egipto antes de llegar yo a este país, serán míos. Efraím y Manasés serán hijos míos, al igual que Rubén y Simeón son hijos míos, 6 pero los hijos que has engendrado después serán tuyos, tanto ellos como su patrimonio serán registrados con los nombres de Efraím y Manasés. 7 También debes saber que cuando yo regresaba de Padán, tu madre Raquel se me murió en el camino, en el país de Canaán, poco antes de llegar a Efratá, y la enterré allí (en el camino de Efratá, que es Belén).»
8 Al ver Israel a los dos hijos de José, le preguntó.. «¿Quiénes son éstos?» 9 José le respondió.. «Estos son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí.» Y le dijo: «Acércalos, por favor, y los bendeciré.» 10 Israel tenía los ojos debilitados por la vejez y no podía ver. Cuando José se los acercó, él los abrazó y los besó. 11 Israel dijo a José.. « Nunca pensé que volvería a verte, y ahora Dios me concede ver incluso a tus descendientes.» 12 José retiró a los hijos de entre las rodillas de su padre y se postró delante de su padre hasta tocar el suelo con la cara.
13 Colocó José a Efraím a su derecha, quedando a la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda, quedando a la derecha de su padre, y los acercó a él. 14 Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y así, cruzando las manos, puso su izquierda sobre la cabeza de Manasés a pesar de que era el primogénito. 15 Luego bendijo a José diciendo: «Que el Dios ante el cual caminaron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que ha sido mi pastor desde el día en que nací hasta hoy, 16 el Angel que me ha librado de todo mal, bendiga a estos muchachos. Que en ellos se perpetúe mi nombre y el nombre de mis padres Abraham e Isaac. Que lleguen a ser muy numerosos en esta tierra.»
17 José vio que su padre tenía puesta su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, lo que le disgustó. Tomó, pues, la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraím a la de Manasés 18 y le dijo: «Así no, padre mío, porque éste es mi hijo mayor. Coloca tu mano derecha sobre su cabeza.» 19 Israel se negó y le dijo: «Lo sé, hijo mío, lo sé. El también se hará pueblo, también él llegará a ser grande, pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia formará una familia de pueblos.»
20 Y los bendijo aquel día con estas palabras: «A ustedes los tomarán como ejemplo cuando quieran bendecir a alguno en Israel, y dirán: «Que Dios te haga semejante a Efraím y Manasés.»
Así puso a Efraím por delante de Manasés. 21 Después dijo Israel a José.. «Yo estoy para morir, pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus padres. 22 A ti te dejo algo más que a tus hermanos, me refiero a Siquem que conquisté al amorreo con mi espada y con mi arco.»




Comentarios Génesis, capítulo 48


48,1

En realidad las doce tribus de Israel eran trece, pero las dos tribus de Efraím y Manasés juntas se llamaban tribus de José, resultando así la cifra de doce. Este capítulo explica esta particularidad. Efraím y Manasés serán considerados como dos hijos de Jacob en reemplazo de José. Con esto se podrá conservar la cifra de doce sin quitarles a Efraím y Manasés su dignidad de tribus de Jacob.


La bendición de Jacob va, como la de Isaac, no al mayor sino al menor de los hermanos. Dios da sus favores a quien quiere y no según el derecho de sucesión ni según el deseo de los padres.






GÉNESIS

49



Las bendiciones de Jacob


1 Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reúnanse, que les voy a anunciar lo que sucederá en el futuro. 2 Júntense hijos de Jacob, oigan y escuchen a Israel, su padre.
3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi vigor y el primer fruto de mi virilidad, pero rebosante de orgullo y de ímpetu. 4 Eres precipitado como las aguas: no te encumbrarás, tú que subiste al lecho de tu padre y deshonraste mi cama.
5 Simeón y Leví son hermanos, sus cuchillos fueron instrumentos de violencia. 6 Que nunca mi alma participe en sus intrigas, y que mi corazón esté lejos de su compañía, porque en su enojo mataron hombres, y en su furor desjarretaron toros. 7 Sea maldita su cólera porque es violenta, y su furor, porque fue cruel. Los dividiré en Jacob, y los dipersaré en Israel.
8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tu mano agarrará del cuello a tus enemigos, y tus hermanos se inclinarán ante ti.
9 ¡Judá es cachorro de león! Vuelves, hijo mío, de la caza. Se agazapa o se abalanza cual león, o cual leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? 10 El cetro no será arrebatado de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas hasta que venga aquel a quien le pertenece y a quien obedecerán los pueblos.
11 Amarra en la vid a su burrito, y a la cepa el hijito de su burra. Lava en el vino su túnica y en la sangre de los racimos su manto. 12 Sus ojos son más oscuros que el vino y sus dientes más blancos que la leche.
13 Zabulón habita a orillas del mar, es tripulante de barcos y se extiende hasta Sidón.
14 Isacar es un burro robusto, echado entre dos prados. 15 Encontró un buen lugar de descanso, y como vio que el país era agradable, inclinó su espalda a la carga: pasará a ser esclavo.
16 Dan juzgará a su pueblo como una más de las tribus de Israel. 17 Será como serpiente en el camino, como víbora en el sendero, que muerde los talones del caballo, y hace caer de espaldas al jinete.
18 ¡Oh Yavé, espero en tu salvación!
19 A Gad le asaltan salteadores, pero él atraca a su retaguardia.
20 Aser tiene ricos manjares, y prepara comidas de rey.
21 Neftalí es una cierva suelta que tiene cervatillos hermosos.
22 José es el retoño de una vid frondosa, de una parra frondosa junto a la fuente: los sarmientos trepan sobre la mu ralla.
23 Lo han provocado lanzándole flechas, lo han perseguido los arqueros, 24 pero su arco se ha mantenido firme y sus brazos no han aflojado, por la mano del Fuerte de Jacob, por el Pastor y la Roca de Israel, 25 por el Dios de tu padre, el que te ayuda, por el Dios Todopoderoso que te bendice: ¡bendiciones de los altos cielos! ¡Bendiciones del abismo que yace abajo! ¡Bendiciones de los pechos y los senos! ¡Bendiciónes de tu campo y de tu establo!
26 Las bendiciones de tu padre han sobrepasado a las bendiciones de los montes seculares, y a las venturas de las lomas eternas. Todas ellas descansen sobre la cabeza de José sobre la frente del que ha sido consagrado en medio de sus hermanos.
27 Benjamín es un lobo sanguinario. Por la mañana devora su presa y por la tarde reparte los despojos.


Muerte y funerales de Jacob



28 Estas son las tribus de Israel, doce en total, y esto fue lo que les dijo su padre cuando los bendijo, dando a cada uno la bendición que le correspondía. 29 Después les dio estas instrucciones: «Yo voy a reunirme con mi pueblo. Entiérrenme junto a mis padres, en la cueva que hay en el campo de Efrón el hitita, 30 o sea, en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mambré, en el país de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón el hitita como lugar de su propiedad para sepulturas. 31 Allí fue sepultado Abraham y su esposa Sara. Allí también fue sepultado Isaac y su esposa Rebeca, y allí sepulté yo a Lía. 32 Dicho campo y la cueva que hay en él fueron comprados a los hititas.»
33 Cuando Jacob hubo terminado de dar estas instrucciones a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue a reunirse con sus antepasados.




Comentarios Génesis, capítulo 49


49,1

Las “bendiciones de Jacob” de hecho van dirigidas a las doce tribus que llevan su nombre. El autor vivió en los primeros tiempos de la monarquía y quería demostrar que si las doce tribus habían tenido una suerte muy desigual, eso no debía constituir un problema. Dios mismo había decidido sus distintos destinos y Jacob era consciente de aquello. Las dos tribus de Judá y de José sobresalen. El autor conservó para José una copla que enfatizaba su superioridad, pero añadió para Judá (una tribu cuyos orígenes son muy oscuros) una pequeña copla que anuncia su ascenso al primer puesto gracias al rey David. Parecería que sta profecía indica que Judá permanecerá aparte hasta que venga aquel a quien obedecerán los pueblos, pero el texto ha sido estropeado y es dudoso. ¿Quería sólo celebrar la venida del rey David o encerraba ya la espera de un Rey salvador? En realidad los reyes del pueblo de Dios, y Jesús después de ellos, provendrán de esa tribu. Judá es por tanto considerado aquí como el heredero de las promesas hechas a Abraham y a Jacob.




GÉNESIS

50



1 José se acercó a la cama de su padre, lo abrazó llorando y lo besó. 2 Mandó después a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran a su padre y ellos lo embalsamaron. 3 Emplearon en ello cuarenta días, ya que éste es el tiempo necesario para el embalsamamiento. Los egipcios lo lloraron durante setenta días.
4 Transcurrido el tiempo de duelo, José habló a los principales de la casa de Faraón de esta manera: «Si ustedes realmente me aprecian, les ruego hagan llegar a oídos de Faraón lo siguiente: 5 Antes de morir, mi padre me hizo prometerle bajo juramento que yo lo habría de sepultar en el sepulcro que él mismo se había preparado en el país de Canaán. Así pues, permíteme ahora subir a enterrar a mi padre, y luego volveré.» 6 Faraón le mandó a decir: «Sube y entierra a tu padre, tal como te hizo jurar.»
7 Subió José a sepultar a su padre y subieron también con él todos los oficiales de Faraón, los principales de su familia y todos los jefes de Egipto, 8 así como toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Tan sólo dejaron en el país de Gosén a sus niños, sus rebaños y demás animales. 9 Lo acompañaban además carros y soldados a caballo, lo que hacía que fuese una caravana muy considerable.
10 Al llegar a Gorén-Atad, que está al otro lado del Jordán, celebraron unos funerales muy grandes y solemnes; estos funerales que José celebró por su padre duraron siete días. 11 Los cana neos que vivían allí, al ver los funerales que se hacían en Gorén-Atad, se dijeron: «Estos son unos funerales muy solemnes de los egipcios.» Por eso aquel lugar se llamó Abel-Misraim (o sea, duelo de los egipcios) y está al otro lado del Jordán.
12 Los hijos de Jacob cumplieron a su respecto todo lo que él les había ordenado. 13 Lo trasladaron al país de Canaán y lo sepultaron en la cueva que hay en el campo de Macpelá, frente a Mambré, campo que Abraham había comprado a Efrón el hitita, como su propiedad para sepulturas.
14 Después de sepultar a su padre, José volvió a Egipto con sus hermanos y con todos los que lo habían ido a acompañar en el funeral de su padre.


Ultimos años de José



15 Al ver que había muerto su padre, los hermanos de José se dijeron: «Tal vez José nos guarde aún rencor, y ahora nos devuelva todo el mal que le hicimos.» 16 Por eso le mandaron a decir: «Tu padre antes de morir nos encargó que te dijéramos: 17 «Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y el pecado que cometieron cuando te trataron mal. Ahora debes perdonar su crimen a los servidores del Dios de tu padre.» José, al oír este mensaje, se puso a llorar. 18 Sus hermanos vinieron y se echaron a sus pies, diciendo: «Aquí nos tienes, somos tus esclavos.» 19 José les respondió.. «No teman. ¿Acaso podría ponerme yo en lugar de Dios? 20 Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios quiso convertirlo en bien para que se realizara lo que hoy ven: conservar la vida de un pueblo numeroso. 21 Nada teman, pues. Yo los mantendré a ustedes y a sus hijos.» Luego los consoló, hablándoles con palabras cariñosas.
22 José permaneció en Egipto junto con toda la familia de su padre. Murió a la edad de ciento diez años. 23 Alcanzó a ver a los hijos de Efraím hasta la tercera generación. También los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José.
24 José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero tengan la plena seguridad de que Dios los visitará y los hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abraham, Isaac y Jacob.» 25 Y José hizo jurar a los hijos de Israel, pidiéndoles este favor: «Cuando Dios los visite, lleven mis huesos de aquí junto con ustedes.» 26 José murió en Egipto, a la edad de ciento diez años. Embalsamaron su cuerpo y lo colocaron en un ataúd en Egipto.


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Fin del GÉNESIS

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#30 Ge. Pe.

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Publicado el 02 agosto 2008 - 10:01






Iniciamos el Libro 2 de La Biblia: El Éxodo


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ÉXODO


Introducción



El Éxodo es la salida de Egipto. Esta es, en la Biblia, la gran hazaña de Dios: la salida del país de la esclavitud hacia la tierra prometida. Dios libera a su pueblo «con gran poder, mano fuerte y brazo extendido», abriendo un camino en el mar.

El Exodo es el corazón del Antiguo Testamento, y aquello que le da su significado al presentarnos a un Dios que liberta a los hombres. Este libro ha dado a la religión judía, y luego a la fe cristiana, su primera orientación que las hizo diferentes de todas las demás. Dios no viene primero para que se lo respete o para indicar caminos espirituales, sino para escoger un pueblo con el cual actuará en el corazón de la historia humana.

Los Evangelios primero, y luego los cristianos, reconocerán en Jesús el nuevo Moisés de una nueva partida; y buscarán en este libro como figuras de todo lo que viven en la Iglesia. ¿El paso del mar? Es el bautismo. ¿La roca de la que sale la fuente? Es Cristo. Y la alianza del Sinaí prepara la Nueva Alianza.

Pero no por eso debemos olvidar el punto de partida. El Exodo es antes que nada la liberación de los esclavos y la elección del pueblo de Israel. Es una liberación auténtica que alcanza toda la realidad humana, individual y social: Dios libera a los que quiere tomar para sí, y la libertad cristiana estará muy lejos de lo que la cultura occidental entiende con esta palabra.


El Éxodo y la historia



Los relatos del Exodo abundan en historias hermosas, pero están muy lejos de lo que habríamos presenciado si hubiéramos estado allí. Al contemplar las escenas grandiosas que allí se pintan, nos gustaría saber lo que la historia puede decir al respecto.

Todo se ubica alrededor del año 1240 antes de Cristo, unos cinco siglos después de Abrahán. En el siglo XV antes de Cristo los egipcios han sido derrotados por invasores venidos de Canaán, los que han dejado que muchos nómadas del desierto entraran en el país (ver la historia de José). Cuando los egipcios vuelven a restablecer sus propios reyes, estos nómadas son tratados con menos consideración y muchos de ellos huyen para evitar impuestos o trabajos obligatorios. Unos son expulsados (como en Ex 12,31), otros se fugan a favor de la noche (como en 12,38).

Es en este contexto donde se desarrollan los acontecimientos del Exodo. Uno de estos grupos, perseguido por un destacamento de carros egipcios, es protegido por una intervención extraordinaria de Dios: los israelitas vieron a los egipcios muertos a la orilla del mar (14,30). Un profeta, Moisés, el guía de estos fugitivos, interpretó para ellos el acontecimiento: Yavé, único Dios, los había escogido para que fueran su pueblo. Moisés y los suyos quedaron un buen tiempo en los oasis del Sinaí. Allí Moisés les dio la Ley de Yavé.


El libro del Éxodo



La historia, pues, se encuentra en el Exodo, pero el Éxodo dice muchas más cosas en las que no lo sigue la historia, en el sentido moderno de esta palabra. Pues este libro no es la obra de un autor, sino más bien el resultado de una larga evolución, y en él se juntan maneras muy diversas de entender la historia, propias de aquellos tiempos.

Está por ejemplo esta clase de historia de la que hablamos respecto de Génesis 35, y es la que se transmite oralmente en los clanes nómadas. Así fue como se reunieron en una misma familia: Moisés, su suegro Jetro, Aarón, «hermano de Moisés», y Miriam «la profetisa hermana de Aarón»; era una manera de expresar los lazos que unían a Moisés con jefes o profetas de otros clanes. Asimismo se ha identificado el Monte Sinaí con el Monte Horeb y el «Monte de Dios»; éstos eran a lo mejor lugares sagrados cuyas tradiciones se confundieron.

Muy diferente fue el propósito de los sacerdotes judíos que han dado a este libro su forma definitiva en el tiempo del exilio a Babilonia. Al desarrollar las tradiciones antiguas, querían decir, no lo que había sucedido, sino más bien la visión que el pueblo de Israel debía guardar de su pasado. Haciéndolo, enseñaban a sus contemporáneos de qué manera serían ellos mismos pueblo de Dios y el fermento de la historia. A ellos se debe esta presentación de los israelitas como un pueblo inmenso ya formado, organizado, que ya tiene un Santuario en el desierto, con sus sacerdotes y sus talleres de los que saldrá el becerro de oro. Y ese pueblo inmenso marcha como un solo hombre, es alimentado con el maná durante cuarenta años, recibe las leyes que serán observadas sólo después de pasados algunos siglos. Y este pueblo entero sale armado de Egipto para conquistar la Tierra prometida.


El Dios verdadero del Éxodo



Estamos pues confrontados con dos historias, la científica, y la que ha formado la conciencia de Israel y del pueblo cristiano. La primera reconoce que allí Dios ha entrado en la Historia; su acción ha sido muy discreta y en esto descubrimos su pedagogía: Dios es muy paciente. La otra historia nos enseña quiénes somos y solamente la entienden bien aquellos que han acogido a Cristo.

Con todo, sería un error oponer la una a la otra, como si todo el relato del Exodo fuera puro cuento. Bastará leer algunas páginas para entender que no habrían sido escritas y no habrían tenido peso alguno en la conciencia de un pueblo si no fueran verdaderos testimonios. Son el testimonio de aquellos que estuvieron con Moisés y que, sin la menor duda, hicieron experiencias excepcionales. Son el testimonio de aquellos que las escribieron a lo largo de los siglos, ya fueran sacerdotes o profetas, los que también tuvieron una experiencia del Dios Vivo, el libertador de Israel, y a consecuencia de ella nos transmitieron el fuego del Sinaí.


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Publicado el 03 agosto 2008 - 09:35





ÉXODO


Primera parte: DE EGIPTO AL SINAÍ


Los hebreos se multiplican en Egipto




Estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron con Jacob a Egipto, cada uno con su familia: 2 Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3 Isacar, Zabulón, Benjamín, 4 Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5 El número de estos descendientes de Jacob era de setenta personas. Además José, que estaba ya en Egipto.
6 Murió José, y también sus hermanos y toda aquella generación, 7 mientras los hijos de Israel seguían siendo muy fecundos. Se multiplicaban y se hacían fuertes, llegando a ser tan numerosos que los había en todo el país.


Los egipcios someten a esclavitud a los hebreos



8 Entró a gobernar en Egipto un nuevo rey, que no sabía nada de José, y dijo a su pueblo: 9 «Miren que los hijos de Israel forman un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. 10 Tomemos precauciones contra él para que no siga multiplicándose, no vaya a suceder, que si estalla una guerra, se una a nuestros enemigos para luchar contra nosotros y escapar del país.» 11 Les pusieron entonces capataces a los israelitas, para sobrecargarlos con duros trabajos. Edificaron así para Faraón las ciudades de almacenamiento: Pitom y Ramsés. 12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más crecían y se multiplicaban, de tal modo que la gente ya no soportaba a los israelitas.
13 Los egipcios trataron con brutalidad a los Israelitas y los redujeron a esclavitud. 14 Les amargaron la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos, con toda clase de labores campesinas y toda clase de servidumbres que les imponían por la fuerza.
15 Luego el rey de Egipto se dirigió a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá y la otra Púa; les dijo: 16 «Cuando asistan a las hebreas, y ellas se pongan de cuclillas sobre las dos piedras, fíjense bien: si es niño, háganlo morir; y si es niña, déjenla con vida.» 17 Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños. 18 Entonces el rey llamó a las parteras y les dijo: «¿Por qué han actuado así, dejando con vida a los niños?» 19 Las parteras respondieron: «Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias. Son más robustas y dan a luz antes de que llegue la partera.» 20 Dios estaba con las parteras, así que el pueblo creció y llegó a ser muy fuerte; 21 y a las parteras, por haber temido a Dios, les concedió numerosa descendencia.
22 Entonces Faraón dio esta orden a todo el pueblo: «Echen al río a todo niño nacido de los hebreos, pero a las niñas déjenlas con vida.»


Comentarios Éxodo, capítulo 1


1,1 * Desde siglos y siglos una gran parte de la humanidad ha vivido bajo la opresión. Los historiadores hablan muy poco de su vida tan sufrida. Las rebeldías fueron escasas, pues en su inmensa mayoría se sometieron e incluso llegaron a pensar que la esclavitud era para ellos una situación normal. La liberación de los compañeros de Moisés fue el primer paso de la historia del Pueblo de Dios.

1,1 Este párrafo conecta el Éxodo con el Génesis. Mientras el Génesis seguía el recorrido de una familia (Abraham, Jacob, José y sus hermanos), el Éxodo habla desde el principio de un pueblo, los “hijos de Israel”.

En 1,1 “los hijos de Israel” se refiere a los doce hijos del patriarca Jacob; en 1,7 el relato se ubica trescientos años más tarde y los “hijos de Israel” que menciona deben entenderse ya los israelitas. En realidad sería más exacto hablar de hebreos, término que engoblaría a los inmigrantes de origen asiático instalados en el territorio de Gosén, al noreste del delta del río Nilo. Solamente más tarde estos hebreos de Moisés ganarán para su causa a las tribus ya presentes en Palestina, que pasarían a ser las tribus de Israel.

1,8 Un nuevo rey. El autor alude al cambio po lítico operado en el siglo XVI antes de nuestra era: soberanos egipcios expulsan a los soberanos hicsos, de origen palestino, que habían permitido que los hebreos se instalaran en el delta (véase la introducción).
La historia de José parecería elogiar el régimen egipcio que había reducido a servidumbre a los campesinos tanto para el bien del país como de sus soberanos, un punto de vista clásico en la historia. Aquí en cambio el autor se pone del otro lado: la administración es vista como un poder opresor.

1,17 El rey ordena que se eliminen a los niños varones, pero las parteras respetan a Dios. Los egipcios en efecto eran conocidos por su respeto a la vida, especialmente de los niños. La presentación dramática de la salida de Egipto bajo la forma de un gran combate entre Yavé y el Faraón no nos debe hacer perder de vista la realidad, mucho más matizada. Todo el libro habla de esclavitud y de liberación, pero esta última palabra significa ante todo que fueron liberados de una autoridad extranjera para ponerse bajo la autoridad de Yavé.

La Biblia describe la situación de los hebreos tal como ellos la recordaban:

— Los dueños egipcios tienen miedo a un proletariado que según ellos crece en forma irresponsable (10 y 12).

— Se les imponen duros trabajos para construir una sociedad que no les reconoce derechos (11).

— Finalmente una autoridad extranjera les impone el control de los nacimientos (16).


Situaciones de opresión: 1Mac 1; 2Mac 4; 2Mac 6; Is 5,8; Am 5,10; Ez 34; Mi 2,1; Job 24,1; 25,9; Lam 3,31.

1,20 El respeto a la vida es una ley fundamental del pueblo de Dios. Debe ser fecundo, pero su ley exigente lo preservará de ser una masa miserable y sin educación.




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Publicado el 09 agosto 2008 - 03:33





ÉXODO

2




1 Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu. 2 La mujer quedó esperando y dio a luz un hijo, y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses. 3 Como no podía ocultarlo por más tiempo, tomó un canasto de papiro, lo recubrió con alquitrán y brea, metió en él al niño y lo puso entre los juncos, a la orilla del río Nilo. 4 La hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que le pasaba.
5 En eso bajó la hija de Faraón al Nilo, y se bañó mientras sus sirvientas se paseaban por la orilla del río. Al divisar el canasto entre los juncos, envió a una criada a buscarlo. 6 Lo abrió y vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó.. «¡Es un niño de los hebreos!» 7 Entonces la hermana dijo a la hija de Faraón: «Si quieres, yo buscaré entre las hebreas, y me pondré al habla con una nodriza para que te críe este niño.» 8 «¡Ve!», le contestó la hija de Faraón.
9 Así que la joven fue y llamó a la madre del niño. La hija de Faraón le dijo: «Toma este niño y críamelo, que yo te pagaré.» Y la mujer tomó al niñito para criarlo. 10 Habiendo crecido el niño, ella lo llevó a la hija de Faraón, y pasó a ser para ella como su hijo propio. Ella lo llamó Moisés, pues, dijo, «lo he sacado de las aguas.»


Moisés descubre a su pueblo



11 Tiempo después, siendo Moisés ya mayor, se preocupó por sus hermanos y entonces fue cuando comprobó sus penosos trabajos. Le tocó ver cómo un egipcio golpeaba a un hebreo, a uno de sus hermanos. 12 Miró a uno y otro lado, y como no viera a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
13 Al día siguiente salió de nuevo, y esta vez dos hebreos estaban peleando. Moisés dijo al culpable: «¿Por qué le pegas a tu compañero?» 14 Y él le contestó.. «¿Quién te ha puesto de jefe y juez sobre nosotros? ¿Y por qué no me matas como mataste al egipcio?» Moisés tuvo miedo, pues pensó.. «Este asunto ya se sabe.»
15 De hecho, le llegó la noticia a Faraón y buscó a Moisés para matarlo, pero Moisés huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir al país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.
Estadía de Moisés en Madián
16 Vinieron una niñas para sacar agua, eran las siete hijas de un sacerdote de Madián. Como llenaran las piletas para dar de beber a las ovejas de su padre, 17 llegaron unos pastores y las echaron. Entonces Moisés salió en su defensa, y dio de beber al rebaño.
18 Al volver ellas donde su padre Ragüel, éste les dijo: «¿Cómo es que hoy han venido tan pronto?» 19 Ellas contestaron: «Un egipcio nos ha defendido de los pastores y además nos sacó agua y dio de beber al rebaño.»
20 Ragüel preguntó.. «¿Y dónde está? ¿Por qué no han traído aquí a ese hombre? Díganle que venga a comer.»
21 Moisés aceptó quedarse con aquel hombre, quien le dio por esposa a su hija Séfora. 22 Y como diera a luz un hijo, Moisés lo llamó Guersón, pues dijo: Soy forastero en tierra extraña.


La hora de Dios



23 Pasaron muchos años, murió el rey de Egipto y los israelitas se lamentaban bajo la esclavitud. Gritaron, y los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios.
24 Oyó Dios sus lamentos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.
25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció.



Comentarios Éxodo, capítulo 2


2,1

El primer acto de resistencia al poder opresor viene de una mujer. Esa madre, al igual que las parteras del capítulo anterior, sabe lo que vale una vida, y por eso obedece a su conciencia antes que a consideraciones de riesgo o de interés. Ya tiene las mismas intuiciones que hoy en día mantienen en el fondo de las conciencias el rechazo al aborto.

La imagen de la canasta escondida entre los juncos posiblemente fue tomada de la leyenda del rey Sargón, salvado de las aguas cuando era niño, lo que no impide que todo esto sea realmente hermoso. La palabra que aquí se traduce por canasta es la usada para el Arca de Noé. Poco importa que este relato sea una ficción; se sabía que Moisés había sido salvado de mil peligros que habían tratado de sofocar su vocación de profeta y salvador, comenzando por su educación en un mundo cerrado y la vida cómoda que se le había brindado.


2,11

Moisés llevaba una vida de príncipe. Un incidente fortuito despierta su vocación; en la vida de nadie faltan ocasiones para descubrir el sufrimiento y los problemas de los hermanos menos favorecidos, pero a menudo se pasa de largo por miedo a dejar los carriles de una vida cómoda y bien ordenada. Sobre todo nadie quiere dejarse arrastrar a lo desconocido.

Moisés mató a una persona: es una ruptura que le abre el camino, (pero no justifica la violencia en el mundo actual, veinte siglos después de Cristo). La carta a los Hebreos lo pone como ejemplo de los que siguen a Cristo humillado: Heb 11,25.

Moisés descubre otro aspecto del mal: sus hermanos no son todos víctimas inocentes y la violencia impera también entre ellos; no son respetados por los egipcios pero tampoco ellos se preocupan por hacer algo para que los respeten. Las liberaciones que vienen de Dios, no sólo liberan de las estructuras de opresión, sino que al mismo tiempo despiertan la conciencia del propio pecado.

2,16

Esta hermosa escena encubre, como ya se vio en el Génesis, otro encuentro: el de Moisés con las tradiciones religiosas de los madianitas. Su matrimonio con una madianita, así como los consejos de su suegro (18,13) pretenden hacer recordar que a través de ellos descubrió buena parte de lo que enseñó a su pueblo. El suegro Ragüel será llamado Jetró en 3,1.

2,23

Dios ve, Dios se da a conocer: habría que subrayar aquí los verbos cuyo sujeto es Dios. Estos verbos nos apartan inmediatamente de estudiar a Dios como si se tratara de estudiar la Biblia o tratar incluso a Dios como cuando se estudia cualquier otro tema. Él es una persona viva y que ve, aun cuando con frecuencia nos parezca que es indiferente o inactivo.

Hay demoras de Dios (2Mac 6,12; Ha 1,2; Sir 35,19; Sal 44; Mc 4,26; Lc 18,1; Ap 6,11).




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#33 Ge. Pe.

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Publicado el 17 agosto 2008 - 06:43




ÉXODO

3




La zarza ardiendo



1 Moisés cuidaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas muy lejos en el desierto y llegó al Horeb, el Cerro de Dios. 2 Entonces fue cuando el Angel de Yavé se presentó a él, como una llama ardiente en medio de una zarza. Moisés estuvo observando: la zarza ardía, pero no se consumía. 3 Y se dijo: «Voy a dar una vuelta para mirar este fenómeno tan extraordinario: ¿ por qué la zarza no se consume?»
4 Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!», y él respondió.. «Aquí estoy.» 5 Yavé le dijo: «No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada.»
6 Luego le dijo: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Al instante Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de que su mirada se fijara sobre Dios.
7 Yavé dijo: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he oído sus quejas cuando lo maltrataban sus mayordomos. Me he fijado en sus sufrimientos, 8 y he bajado, pa ra librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel, al territorio de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos. 9 El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los egipcios los oprimen.
10 Ve, pues, yo te envío a Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.»
11 Moisés dijo a Dios: «¿Quién soy yo para ir donde Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?» 12 Dios respondió.. «Yo estoy contigo, y ésta será para ti la señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, ustedes vendrán a darme culto en este monte.»
13 Moisés contestó a Dios: «Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía a ellos, si me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, yo ¿qué les voy a responder?»
14 Dios dijo a Moisés: «Yo soy: YO-SOY.» «Así dirás al pueblo de Israel: YO-SOY me ha enviado a ustedes. 15 Y también les dirás: YAVÉ, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado. Este será mi nombre para siempre, y con este nombre me invocarán de generación en generación.»


Moisés es enviado como liberador



16 Ve y reúne a los jefes de Israel, y les dirás: «Yavé, el Dios de sus padres, se me apareció; el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob me ha dicho: Ahora voy a pedir cuentas debido a todo lo que a ustedes les están haciendo en Egipto. 17 He decidido sacarlos de esta opresión en Egipto y trasladarlos a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.
18 Los jefes de Israel te harán caso y, con ellos te presentarás al rey de Egipto. Tú le dirás: El Dios de los hebreos, Yavé, nos salió al encuentro: deja que nos alejemos a tres días de marcha en el desierto, para ofrecer sacrificios a Yavé, nuestro Dios.
19 Yo ya sé que el rey de los egipcios no los dejará ir, si no es obligado por la fuerza. 20 Por esto yo extenderé mi mano y azotaré a Egipto con toda clase de males extraordinarios, de manera que él mismo los echará fuera.
21 Y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios de modo que, al salir, no se marchen con las manos vacías. 22 Cada mujer pida a su vecina o a la persona que comparte su casa objetos de plata y oro y también vestidos; sus hijos e hijas se los pondrán, y así dejarán sin nada a los egipcios.»



Comentarios Éxodo, capítulo 3


3,1

Dios ha esperado años antes de llamar a Moisés, cuando es ya un hombre maduro y padre de familia. Lo hace en un momento en que parece que Moisés se ha apartado, tras perder día tras día la esperanza de volver a encontrar a su pueblo.

3,1

Moisés en el Horeb. No se sabe con certeza donde se encuentra ese monte, aunque es razonable pensar en el macizo del Sinaí. Monte de Dios: un lugar donde desde hacía siglos se iba para encontrarse con Dios.

Una manifestación del Ángel de Yavé. Hay algunas pequeñas incoherencias en este texto porque combinó varios documentos; uno de ellos habla de Dios cuando aún Dios no había dado a conocer su nombre de Yavé.

Con respecto al ángel de Yavé, es una manera de dar vueltas alrededor del misterio de Dios y de indicar una de sus manifestaciones. En cierta medida el ángel es la llama de fuego, pero también es la presencia de Yavé; véase la nota en Gén 18,10.

Moisés se quita las sandalias: ciertos gestos y ciertas actitudes ayudan a dejar de lado las preocupaciones diarias. Así el pequeño oratorio que se preparó en la casa.


3,10

Yo te envío a Faraón. Como ocurre en los otros relatos de la vocación de personajes bíblicos, se dan siempre juntas una misión y una revelación de Dios.

La misión confiada a Moisés está en primer lugar, pero a continuación hay que justificar la orden de hacer salir a los hebreos y Dios revela que quiere otorgarles un trato particular: podrán, diríamos, “llamarlo a su número privado”, es decir, que invocarán su nombre llamándolo Yavé, nombre privado que no había revelado a los demás hombres.



3,13

Otra razón justifica la revelación del nombre Yavé. En el Génesis cada clan veneraba al “Dios de su padre”, al que permanecía fiel. En adelante quedará claro que el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob es uno solo y el mismo, cuyo nombre es Yavé. Parece que ya antes de Moisés se adoraba a un dios Yavé en algún lugar del Sinaí, pero aquí el Dios único se adueña del nombre y le da un significado que permanecerá para siempre.


3,14

Esta frase se ha interpretado de diversas maneras, dado que los verbos hebreos no distinguen el presente del futuro: “Yo soy el que soy”; “Yo soy quien soy”; “Yo seré lo que seré”. La segunda expresión es una forma de no contestar, lo que contradice el contexto, porque precisamente Dios revela un nombre. La tercera es como decir: Me reconocerán por mis actos. Sólo la primera, que traducimos de una manera más precisa con los dos puntos, concuerda a la vez con el fin del versículo y con el sentido de Yavé que significa Él Es.

En realidad, si Yavé es una forma de este verbo como casi todos reconocen, puede traducirse indiferentemente Él Es o Él hace existir. Esto nos sumerge en un contexto de liberación: Dios ama la vida y quiere que el ser humano se realice plenamente. Inspira las liberaciones históricas e invita a fijar cada vez más alto nuestro ideal; no tiene nada que ver con una bondad compadecida que abriría el camino o el derecho a ser mediocres.

Véanse los desarrollos de esta afirmación en Os 1,9; Is 45,1-8; 1Jn 4,8; Ap 1,4 et 8.

El Dios de Moisés no se esconde entre las nubes dejándonos en la confusión (Is 45,19), sino que se afirma a sí mismo: el Dios Padre sólo puede proyectarse a sí mismo y expresarse. La Palabra de Dios es presente en Dios y se comunicará todo a lo largo de la Biblia hasta el día en que venga Jesús: Palabra o Verbo o Hijo del Padre (Jn 1,1 y 14).


3,15

Este será mi nombre para siempre. Todo nombre está ligado a una lengua particular en la que tiene un sentido; en otra cultura tal vez Dios habría indicado otro nombre.


¿Yavé o Jehovah? Unos cuatro siglos antes de Jesús los israelitas dejaron de pronunciar el nombre de Yavé por respeto; usaban expresiones como “El Señor” o “El Nombre”. Como en los textos hebraicos sólo se escribían consonantes, se empezaron a poner entre las consonantes YHVH las vocales e, o, a de Edonah, que significa “Señor”. La palabra Yehovah carecía de sentido y no se pronunciaba, pero al verla escrita el lector sabía que no debía decir “Yavé” sino “Edonah”.



3,17

He decidido sacarlos de esta opresión. El Dios que Es se preocupa por los que todavía no existen de verdad. Dios salva a los hombres como decíamos, pero es necesario que haya seres humanos y no sólo brazos o bocas que alimentar. La salvación de Dios se llevará a cabo en el tiempo y a través de la historia de un pueblo que lucha por su existencia. En tiempos pos teriores tanto los sacerdotes como los profe tas tomarán pie de esta intervención de Dios para pedir que se alivie la suerte de los esclavos y que sean liberados después de cierto plazo, porque en aquel tiempo era tan difícil pensar en una sociedad sin esclavos como hoy en una sociedad sin parados (Éx 21; Lev 25,39; Dt 5,15; 24,18; Jer 34,10). El mismo Moisés se salvará –o se realizará a sí mismo– al mismo tiempo que se consagre a sus actividades materiales y espirituales al servicio de sus hermanos.

Cabe también preguntarse: la Biblia ¿habla de liberación en sentido humano y político, o propone una liberación espiritual? En realidad esta oposición es artificial. La experiencia nos enseña que para salvar al prójimo no basta la ayuda material ni los cambios políticos, como tampoco sólo oraciones. Lo que realmente importa es que las personas se despierten y salgan de su aislamiento para asentar las bases de una sociedad más humana y hacerla crecer.


3,18

Yavé nos salió al encuentro. Se pedirá al faraón una peregrinación, pero en realidad lo que se quería era salir del país. Todo esto sucede en un tiempo en que todo problema social o político era expresado en términos de religión (Éx 17,16; Núm 25,16).


3,22

¡Qué ejemplo tan hermoso! No olvidemos el contexto cultural de la época, además de lo que las leyendas añadieron. Tal vez recordaban alguna ocasión en que hebreos habrían sido expulsados de Egipto con ocasión de alguna peste y los egipcios les habrían ayudado a partir cuanto antes. Y por otra parte, si Yavé era más fuerte que Faraón, la gente querría que los egipcios también pagasen abundantemente todo lo que habían sacado a su pueblo.




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#34 Ge. Pe.

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Publicado el 23 agosto 2008 - 06:31







ÉXODO

4


Moisés recibe el don de los milagros


1 Moisés respondió a Yavé.. «No me van a creer, ni querrán escucharme, sino que dirán: ¡Cómo que se te ha aparecido Yavé!»
2 Entonces Yavé le dijo: «¿Qué es lo que tienes en la mano?» «Un bastón», le respondió él. 3 Dijo Yavé.. «Tíralo al suelo.» Lo tiró al suelo, y se convirtió en una serpiente: Moisés dio un salto atrás. 4 Yavé entonces le dijo: «¡Tómala por la cola con tu mano!» Moisés la agarró, y volvió a ser un bastón en su mano. 5 «Con esto –le dijo Yavé– podrán creer que se te ha aparecido el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y de Jacob.»
6 Otra vez Yavé le dijo: «Mete la mano en tu pecho.» Lo hizo, y la sacó cubierta de lepra, blanca como la nieve. 7 «Vuelve a meter tu mano en el pecho.» Lo hizo y, al sacarla, su mano estaba tan sana como el resto de su cuerpo.
8 «Si no te creen —le dijo Yavé— y no los convence el primer prodigio, te creerán con el segundo. 9 Y si no creen todavía con los dos prodigios y no te hacen caso, toma agua del río y derrámala; en cuanto toque el suelo, el agua del río se convertirá en sangre.»


Aarón, intérprete de Moisés



10 Moisés dijo a Yavé.. «Mira, Señor, que yo nunca he tenido facilidad para hablar, y no me ha ido mejor desde que hablas a tu servidor: soy torpe de boca y de lengua.»
11 Le respondió Yavé.. «¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace que uno hable y otro no? 12 ¿Quién hace que uno vea y que el otro sea ciego o sordo? ¿No soy yo, Yavé? 13 Anda ya, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir.»
14 Pero él insistió.. «Por favor, Señor, ¿por qué no mandas a otro?» Esta vez Yavé se enojó con Moisés y le dijo: «¿No tienes a tu hermano Aarón, el levita? Bien sé yo que a él no le faltan las palabras. 15 Y precisamente ha salido de viaje en busca tuya y, al verte, se alegrará mucho.
Tú le hablarás y se lo enseñarás de memoria; 16 yo les enseñaré lo que tienen que hacer, porque estaré en tu boca y en la suya. 17 Aarón hablará por ti igual que un profeta habla por su Dios, y tú, con este bastón en la mano, harás milagros.»


Moisés vuelve a Egipto



18 Yavé dijo a Moisés, en el país de Madián: «Regresa a Egipto, pues ya murieron los que querían tu muerte.»
19 Moisés, pues, volvió a casa de su suegro Jetró y le dijo: «Yo quisiera irme donde mis hermanos, en Egipto, para saber si están vivos todavía.» Jetró le respondió.. «Que te vaya bien.» 20 Tomó Moisés a su esposa y a sus hijos. Los hizo montar en un burro y partió para Egipto, llevando en la mano el bastón divino.
21 Yavé le dijo, asimismo: «Cuando regreses a Egipto, harás delante de Faraón todos los prodigios para los cuales te he dado poder. Pero yo haré que se ponga porfiado y no dejará partir a mi pueblo. 22 Tú entonces le dirás: Esto dice Yavé.. Israel es mi hijo primogénito. 23 Ya te dije: Deja partir a mi hijo, para que me rinda culto. Pero tú no lo has dejado que salga, y yo voy a quitar la vida a tu hijo primogénito.»
24 Cuando Moisés iba de camino, el Angel de Yavé se le presentó en el lugar donde pasaba la noche, con intención de quitarle la vida. 25 Tomó entonces Séfora un cuchillo de piedra y, cortando el prepucio de su hijo, tocó con él los pies de Moisés. Luego dijo: «Tú eres para mí un esposo de sangre.»
26 El Angel lo dejó. Ella había dicho estas palabras, «esposo de sangre», a causa de la circuncisión.
Moisés y Aarón son aceptados por los israelitas
27 Mientras tanto, Yavé había dicho a Aarón: «Sal al encuentro de Moisés, en el desierto.» Así que partió Aarón, lo encontró en el Monte de Dios y lo besó. 28 Moisés contó a Aarón todas las palabras que Yavé le había dirigido y los prodigios que le había enseñado. 29 Moisés y Aarón, pues, partieron juntos a Egipto, donde reunieron a todos los jefes de los hijos de Israel. 30 Aarón les comunicó todo lo que Yavé había dicho a su hermano Moisés; y éste hizo los prodigios delante de todo el pueblo. 31 El pueblo creyó; comprendieron que Yavé había visto sus humillaciones y venía a visitar a los hijos de Israel. Postrados en tierra, adoraron.




Comentarios Éxodo, capítulo 4



4,1

Estos prodigios se atri buían también normalmente a los magos de Egipto y Moisés no podía ser menos que ellos. Eso no obstante, es un hecho que Dios nunca dejó de sostener la predicación de sus profetas con signos y milagros (Mc 16,17).


4,10

Quizás Moisés buscaba pretextos para escabullirse. Pero por otra parte el autor tenía que presentar a Aarón, un “hermano” de Moisés que le ayudaría en su misión y que para los judíos de los siglos posteriores era el antepasado de todos sus sacerdotes. De este modo entra er escena Aarón, que recibe la misión de explicar lo que Moisés no sabía decir, y basándose en eso los sacerdotes redactarán más tarde leyes que Moisés ni tan siquiera se podría imaginar en el desierto en que se encontraba.


4,18

Algunas palabras de este párrafo se reretomarán en Mt 2,20. El evangelista se inspiró en datos de esta tradición para esbozar una imagen de Jesús y de su misión.


4,24 Se comprendería que Moisés fuese castigado por no haber circuncidado a su hijo, pero ¿qué significa ese título de esposo de sangre que le da su mujer?




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#35 Ge. Pe.

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Publicado el 30 agosto 2008 - 11:55




ÉXODO

5



Moisés habla a Faraón


1 Después de eso Moisés y Aarón fueron a decir a Faraón: «Así dice Yavé, el Dios de Israel: Deja que mi pueblo salga al desierto para celebrar mi fiesta.»
2 Respondió Faraón: «¿Quién es Yavé para que yo le haga caso y deje salir a Israel? No conozco a Yavé y no dejaré salir a Israel.» 3 Ellos dijeron: «El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro. Permite que vayamos al desierto a tres días de camino. Allá ofreceremos sacrificios a Yavé, nuestro Dios, no sea que nos castigue con peste o es pada.»
4 El rey de Egipto les dijo: «Ustedes, Moisés y Aarón, ¿por qué ponen trabas a los que trabajan? Vuelvan a sus tareas.» 5 Faraón añadió.. «Este pueblo ahora es más numeroso que la gente del país y ¿ustedes quieren que interrumpa sus trabajos?»
6 Aquel mismo día Faraón dio la siguiente orden a los capataces del pueblo y a los inspectores israelitas: 7 «Ya no darán paja al pueblo para hacer ladrillos, como lo hacían antes. Que vayan ellos mismos a recoger la paja. 8 Pero les exigirán la misma cantidad de ladrillos que hacían antes, sin disminuir ni uno solo. Son unos flojos, y por eso vienen aquí con sus gritos: ¡Déjanos salir! ¡Tenemos que sacrificar a nuestro Dios! 9 Denles más trabajo y que no flojeen, y ya no se prestarán para estas tonterías.»


Primeras dificultades



10 Los capataces, pues, junto con lsus inspectores israelitas, apuraron al pueblo: «Así dice Faraón: No les daré más paja. 11 Vayan ustedes mismos a buscarla donde la encuentren. Pero la producción tendrá que ser la misma de antes.»
12 El pueblo recorría todo el país de Egipto en busca de paja para machacar. 13 Tenían encima a sus capataces que les decían: «Cumplan su tarea, la misma cantidad diaria que cuando se les daba paja.» 14 Los inspectores israelitas que se habían colocado al frente del pueblo fueron castigados, pues se les dijo: «¿Por qué ni ayer ni hoy han respetado las normas sobre la cantidad de ladrillos? Debía ser la misma de antes.»
15 Los inspectores israelitas fueron a quejarse a Faraón y le dijeron: «¿Por qué tratas así a tus siervos? 16 No dan paja a tus servidores y nos piden ladrillos; y ahora nos golpean cuando el culpable es tu pueblo.» 17 El respondió.. «¡Flojos y más que flojos! Por esa razón me piden ir a sacrificar a Yavé. 18 Vuelvan a sus trabajos. No se les dará paja, y tendrán que entregar la cantidad de ladrillos.»
19 Los inspectores israelitas, pues, tuvieron que enfrentarse con el pueblo y decirle: No se les quitará nada de la cantidad diaria. 20 Al salir de la casa de Faraón se encontraron con Moisés y Aarón, que los esperaban, 21 y les dijeron: «Que Yavé examine y juzgue. Por culpa de ustedes Faraón y sus capataces nos han tomado odio. Ustedes han puesto la espada en sus manos para matarnos.»
22 Se volvió entonces Moisés hacia Yavé y dijo: «Señor mío, ¿por qué maltratas a tu pueblo?, ¿por qué me has enviado? 23 Pues desde que me presenté a Faraón y le hablé en tu nombre, está maltratando a tu pueblo, y Tú no haces nada para librarlo.»


Comentarios Éxodo, capítulo 5


5,1

Resulta relativamente fácil encontrar en los esfuerzos de liberación de nuestra época actual las mismas y diversas reacciones narradas en este capítulo.

Al parecer el poder y las administraciones recurren siempre a los mismos argumentos; desde su punto de vista podrían tener razón, pero Dios propone algo más difícil, en lo que no se pensaba: ante todo hay que liberar a las personas a pesar suyo y pagar el precio de sus debilidades, sus estupideces y su falta de valentía.

En la mayoría de los casos el éxito dependerá de factores en los que no se había pensado y que son en gran parte un don de Dios. De ahí la oración de Moisés en 5,23.


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ÉXODO

6



1 Yavé respondió a Moisés: «Ahora verás lo que voy a hacer con Faraón. Yo seré más fuerte que él, y no sólo los dejará partir, sino que él mismo los echará de su tierra.»
Otro relato del llamado de Moisés
2 Dios habló a Moisés, le dijo: «¡Yo soy Yavé! 3 Me di a conocer a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios de las Alturas, pues no quise revelarles este nombre mío: Yavé. 4 También pacté mi alianza con ellos para darles la tierra de Canaán, la tierra en donde estuvieron como peregrinos. 5 Ahora me acuerdo de mi alianza al oír los gemidos de los hijos de Israel oprimidos por los egipcios. 6 Por lo tanto, diles de mi parte: Yo soy Yavé, que quitaré de sus espaldas los duros trabajos de Egipto y los liberaré de la esclavitud. Yo les devolveré la libertad con golpes tremendos de mi mano y con intervenciones manifiestas.
7 Haré de ustedes mi pueblo y seré su Dios; y en adelante sabrán que yo soy Yavé, Dios de ustedes, que quité de sus espaldas el yugo de Egipto. 8 Yo los intro duciré en la tierra que con juramento prometí darles a Abraham, a Isaac y a Jacob y se la daré como herencia, pues yo soy Yavé.»
9 Así habló Moisés a los hijos de Israel, pero no le hicieron caso, porque estaban de sanimados y agobiados por sus duras labores.
10 Yavé habló a Moisés: «Ve a hablar a Faraón, rey de Egipto, 11 y dile que deje salir de su país a los hijos de Israel.» 12 Pero Moisés contestó.. «Si los hijos de Israel no me hacen caso, ¿cómo me escuchará Faraón, que soy tab torpe de palabra? 13 Eso no obstante, Yavé habló a Moisés y a Aarón y los dio encargo para los hijos de Israel, y también para Faraón, para sacar a su pueblo del país de Egipto.
Antepasados de Moisés y Aarón
14 Estos son los jefes de las tribus:
Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Janoc y Falu, Jesrón y Carmi. Estas son las familias descendientes de Rubén.
15 Hijos de Simeón: Jamuel, Jasmín, Ahod y Jaguen, Sojar y Saúl, hijo de una cananea. Estas son las familias de Si meón.
16 Estos son los hijos de Leví.. Guersón, Quehat y Merari. Leví vivió ciento treinta y siete años.
17 Hijos de Guersón: Lobni y Semeí con sus descendientes.
18 Hijos de Quehat: Amram y Jishar, Hebrón y Oziel. Quehat vivió ciento treinta y tres años.
19 Hijos de Merari: Majli y Musi. Estos son los descendientes de Leví según sus familias.
20 Amram se casó con su tía Yocabed, la cual le dio dos hijos: Aarón y Moisés. Amram vivió ciento treinta y siete años.
21 Los hijos de Jishar fueron: Coré, Nefeg y Zicrí. 22 Los de Oziel: Misael, Elisafán y Sitri.
23 Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Najasón, de la que tuvo cuatro hijos: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.
24 Los hijos de Coré.. Aser, Elcana y Abiasat. Estas son las familias de los coreítas.
25 Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Futiel, con quien tuvo un hijo: Finjas. Estos son los jefes de las familias levitas, según sus familias.
26 Estos son Aarón y Moisés, a los que se dirigió Yavé para sacar a los hijos de Israel de Egipto, ordenados como un ejército.
27 Estos son los que hablaron a Faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel.
Estos son Moisés y Aarón.
28 El día que Yavé habló a Moisés en el país de Egipto, 29 le dijo: «Yo soy Yavé; dile a Faraón todas las cosas que yo te mande.» 30 A lo cual respondió Moisés: «¿Cómo me escuchará Faraón, siendo yo tan malo para hablar?»



Comentarios Éxodo, capítulo 6


6,2 Estos párrafos fueron insertados tardíamente en el relato y subrayan la importancia de la revelación hecha a Moisés y que a su vez la relacionan con las promesas hechas a los antepasados Abraham y Jacob, quienes tan sólo habían recibido promesas. Ahora Dios hace del pueblo de Moisés su pueblo particular.



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#36 Ge. Pe.

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Publicado el 05 septiembre 2008 - 08:47





ÉXODO

7




Anuncio de las plagas



1 Yavé dijo a Moisés: «Mira, te hago: un dios para Faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta. 2 Tú le dirás todo lo que yo te mande y Aarón, tu hermano, hablará a Faraón para que deje salir de su país a los hijos de Israel. 3 Sin embargo, haré que se mantenga en su negativa y, por más que yo multiplique mis prodigios y milagros a costa de Egipto, 4 él no te hará caso. Yo, entonces, me enfrentaré con Egipto y con grandes castigos sacaré de Egipto a mis ejércitos, mi pueblo, los israelitas. 5 Así entenderán los egipcios que yo soy Yavé, cuando vean los golpes que les daré para sacar de su país a los hijos de Israel.»
6 Moisés y Aarón hicieron tal cual Yavé les había mandado. 7 Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres cuando hablaron con Faraón.
8 Yavé advirtió a Moisés y a Aarón: «Si Faraón les pide algún signo o milagro, 9 tú dirás a Aarón que tome su bastón y lo lance delante de Faraón, y se cambiará en serpiente.»
10 Se presentaron Moisés y Aarón a Faraón, hicieron lo que Yavé les había ordenado, y, al echar el bastón delante de Faraón y de sus ministros, éste se convirtió en serpiente. 11 Faraón entonces llamó a sus sabios y brujos, los cuales hicieron algo semejante con sus fórmulas secretas; 12 arrojando todos ellos sus bastones, también se convirtieron en serpientes; pero el bastón de Aarón devoró a los de ellos.
13 Eso no obstante, Faraón se puso más duro y no escuchó a Moisés y a Aarón, como Yavé le había predicho.


Las plagas de Egipto



14 Yavé dijo a Moisés: «Faraón porfía en negarse a que salga el pueblo. 15 Ve a encontrarlo en la mañana, a la hora en que vaya a bañarse. Lo esperarás a la orilla del río, llevando en tu mano el bastón que se convirtió en serpiente. 16 Le dirás esto: «Yavé, el Dios de los hebreos, me ha mandado decirte que dejes salir a su pueblo, para que le rinda culto en el desierto. Pero hasta ahora no has escuchado. 17 Ahora, pues, Yavé dice: En esto conocerás que yo soy Yavé.. voy a golpear el Nilo con mi bastón y las aguas se convertirán en sangre. 18 Los peces morirán, el río apestará y los egipcios tendrán asco de beber sus aguas.»
19 Yavé dijo a Moisés: «Di a Aarón: toma tu bastón y extiende tu mano sobre las aguas de los egipcios, sobre su río, sus canales, sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, y éstas se convertirán en sangre. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en las vasijas, tanto de madera como de piedra.» 20 Moisés y Aarón hicieron lo que Yavé les había mandado.
Aarón levantó su bastón y golpeó las aguas en presencia de Faraón y de su gente, y todas las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. 21 Los peces del río murieron y el río quedó contaminado, de tal manera que los egipcios no pudieron beber más agua del Nilo.
Y hubo sangre en todo el país de Egipto. 22 Los brujos egipcios hicieron cosas semejantes con sus fórmulas secretas y Faraón se puso más porfiado todavía. Como Yavé lo había dicho, se negó a escuchar a Moisés y Aarón.
23 Faraón volvió a su casa como si no hubiera ocurrido nada importante. 24 Pero, mientras tanto, los egipcios tuvieron que cavar pozos en los alrededores del río en busca de agua potable, porque no podían beber del río.


Segunda plaga: ranas



25 Cuando ya habían transcurrido siete días después de que Yavé golpeó el río, 26 Yavé dijo a Moisés: «Preséntate a Fa raón y dile de parte de Yavé.. Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 27 Si te niegas a dejarlos salir, castigaré a tu país con plaga de ranas. 28 El río pululará de ranas, que subirán y penetrarán en tu casa, en tu dormitorio, en tu cama, en la casa de tus servidores y de tu pueblo, en tus hornos y en tus provisiones. 29 Las ranas subirán contra ti, contra tu pueblo y contra todos tus servidores.»


Comentarios Éxodo, capítulo 7


7,3

El texto dice: “endureceré su corazón”; véase la nota en 10,1.


7,7

Se atribuye a Moisés una vida de ciento veinte años, es decir, de tres generaciones: sale de Egipto a los 40, encuentra a Dios a los 80 y muere a los 120 años (Dt 34,7).


7,14

Se relatan las famosas plagas de Egipto. Era necesario un escenario grandioso para representar la lucha entre estos dos adversarios: Faraón, la super-potencia, y Yavé, el Dios de dioses. El Éxodo juntó aquí todos los flagelos de Egipto; en realidad el primer autor había narra do tan sólo siete, pero otros añadieron más tarde otros tres más.

No es pérdida de tiempo volver a leer estas viejas historias, pues el autor las dispuso de tal manera que nos permiten juzgar los acontecimientos contemporáneos. Porque Dios continúa dando signos a las personas, familias y naciones, y durante ese tiempo otros hacen prodigios que son una falsificación de aquellos.

El lector podría preguntarse si era justo que el campesino egipcio pagara los daños de los errores del Faraón. El autor se había planteado la pregunta en 9,20 y la contestó a su manera. No lo narró al estilo de un historiador sino que construyó su relato como la escenificación de una lucha entre Yavé y el Faraón, despreocupándose por los caracteres secundarios.

Se debe tener en cuenta la pedagogía de Dios: para él esos hebreos que va a sacar de Egipto son como niños que necesitan colores fuertes, consignas precisas y sin dar lugar a preguntas: eso vendrá más tarde. Las plagas de Egipto, al igual que los prodigios posteriores del desierto, son el lenguaje que ahora conviene: “Nadie puede oponerse a mi voluntad, yo los dirijo y sin mí nada pueden hacer”.



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ÉXODO

8








1 Yavé dijo a Moisés: «Dile a Aarón que extienda el bastón que tiene en su mano hacia los ríos, los esteros y las la gunas de Egipto, para que salgan ranas por todo el país de Egipto.» 2 Así lo hizo Aarón, y salieron tantas ranas que cubrieron todo el país de Egipto. 3 Los brujos de Egipto hicieron lo mismo, y también hicieron salir ranas por todo Egipto.
4 Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: «Pidan a Yavé que aleje de mí y de mi país estas ranas, y yo dejaré que su pueblo salga para ofrecer sacrificios a Yavé.» 5 Moisés le contestó.. «Indícame, por favor, cuándo tendré que rogar por ti, por tus servidores y tu pueblo, para que se alejen las ranas y queden sólo en el Nilo.» 6 Faraón respondió.. «Mañana.» «Bien –dijo Moisés–, lo haré como tú pides, para que sepas que no hay nadie como Yavé, nuestro Dios. 7 Se alejarán las ranas de ti, de tus casas, de tu gente y de tu pueblo, y sólo quedarán en el río.» 8 Dicho esto, se fueron Moisés y Aarón. Moisés llamó a Yavé por el asunto de las ranas, ya que se había comprometido con Faraón, 9 y Yavé cumplió la promesa de Moisés: todas las ranas salieron de las casas, de las granjas y de los campos, y murieron. 10 Las reunían en montones, quedando el país apestado de mal olor. 11 Faraón, sin embargo, al ver que se le daba alivio, se puso más porfiado; no quiso escuchar a Moisés y a Aarón, tal como Yavé les había dicho.


Tercera plaga: los mosquitos



12 Nuevamente habló Yavé a Moisés: «Di a Aarón que golpee con su bastón el polvo de la tierra, y saldrán mosquitos por todo el país.» 13 Así lo hizo Aarón y con el bastón golpeó el polvo del suelo, que se convirtió en mosquitos, persiguiendo a hombres y animales. Todo el polvo del suelo se volvió mosquitos por todo el país de Egipto.
14 Los brujos de Egipto intervinieron también esta vez, y trataron de echar fuera a los mosquitos por medio de sus fórmulas secretas, pero no pudieron, de manera que los mosquitos siguieron persiguiendo a hombres y animales. 15 Entonces los brujos dijeron a Faraón: «Aquí está el dedo de Dios.» Pero Faraón se puso más porfiado y no quiso hacerles caso, tal como Yavé lo había dicho anteriormente.


Cuarta plaga: los tábanos



16 De nuevo Yavé dijo a Moisés: «Levántate temprano, preséntate a Faraón cuando vaya al río, y dile: Esto dice Yavé.. Deja salir a mi pueblo para que me ofrezca sacrificios. 17 Si tú no lo envías, enviaré yo tábanos contra ti, tus servidores y tu pueblo e invadirán las habitaciones de los egipcios y todos los lugares donde viven. 18 Pondré a salvo, sin embargo, la región de Gosén, porque mi pueblo vive en ella; allí no habrá tábanos, a fin de que entiendas que yo, Yavé, estoy en aquella tierra. 19 Yo haré distinción entre mi pueblo y el tuyo, y esto sucederá mañana.»
20 Y así lo hizo Yavé. Densas nubes de tábanos invadieron la casa de Faraón y las de toda su gente en toda la tierra de Egipto. El país quedó infestado de ellos.
21 Entonces Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón para decirles: «Vayan a ofrecer sacrificios a Yavé, pero háganlo en este país.» 22 Moisés le contestó.. «Esto no se puede, porque los egipcios no toleran estos sacrificios que ofrecemos a Yavé, nuestro Dios, y si sacrificamos a su vista los animales que ellos adoran, nos apedrearán; 23 tenemos que ir al desierto, a tres días de camino, para ofrecer sacrificios a nuestro Dios, de la manera que él nos ordene.»
24 Faraón respondió.. «Yo los dejaré ir a ofrecer sacrificios a su Dios en el desierto con la condición de que no vayan muy lejos. Pero ustedes rueguen por mí.» 25 Moisés le dijo: «En cuanto salga, rogaré a Yavé por ti y, mañana, los tábanos se alejarán de ti, de tus servidores y de tu pueblo, pero no nos vayas a engañar después y te niegues a que salgamos al desierto.» 26 Apenas salió Moisés de la casa de Faraón, rogó a Yavé, 27 y Yavé cumplió la promesa de Moisés: liberó de los tábanos a Faraón, a sus servidores y su pueblo, sin que quedara uno solo. 28 Pero Faraón se puso porfiado una vez más y se negó a que Israel saliera de su país.



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ÉXODO

9



Quinta plaga: la peste


1 Yavé dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón y hablale: Esto dice Yavé, el Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 2 Si te niegas otra vez y te pones duro con ellos, 3 volveré mi mano contra los animales de tus campos, de manera que habrá una peste maligna de los caballos, de los burros, de los camellos, de las vacas y ovejas. 4 También haré distinción entre el ganado de los egipcios y el de mi pueblo, de manera que no se perderá nada de lo que pertenece a los hijos de Israel.»
5 Yavé fijó el plazo, dijo: «Esto lo hará Yavé mañana por todo el país.» 6 Y Yavé lo hizo al día siguiente: murieron todos los animales pertenecientes a los egipcios, mientras que no murió ni uno siquiera de los que pertenecían a los israelitas. 7 Faraón se informó al respecto: ¡ninguno había muerto de los que pertenecían a Israel! Pero siguió en su ceguera y no dejó salir al pueblo.


Sexta plaga: las úlceras



8 Entonces Yavé dijo a Moisés y a Aarón: 9 «Tomen unos puñados de cenizas, que Moisés tirará hacia el cielo en presencia de Faraón. El polvo se esparcirá por todo el territorio de Egipto, provocando úlceras y tumores en hombres y animales por todo el país de Egipto.» 10 Tomaron, pues, cenizas de un horno, se presentaron a Faraón, y Moisés las lanzó hacia el cielo. Luego aparecieron úlceras y tumores infecciosos en hombres y animales.
11 Esta vez los brujos no pudieron presentarse delante de Faraón, pues tenían úlceras, como todos los demás egipcios. 12 Pero Yavé mantuvo a Faraón en su ceguera, y éste no quiso escuchar a Moisés y a Aarón, tal como él lo había advertido.


Séptima plaga: el granizo



13 De nuevo Yavé dijo a Moisés: «Levántate temprano, preséntate a Faraón y dile: Esto dice Yavé, Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 14 Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, tus servidores y tu pueblo, para que entiendas de una vez que no hay nadie como yo en toda la tierra.
15 Yo podría haber vuelto mi mano contra ti y tu pueblo, y habrían perdido la vida con semejante peste. 16 Pero no, preferí mantenerte de pie, para que veas mi fuerza y para que se celebre mi Nombre por toda la tierra. 17 ¿Y todavía te opones a que salga mi pueblo? 18 Pues bien, mañana a esta misma hora, haré llover una granizada tan fuerte como no ha habido otra en Egipto desde el día en que fue fundado hasta hoy. 19 Desde ahora, pues, manda recoger tu ganado y todo lo que tengas en el campo, porque el granizo caerá sobre todos los hombres y animales que se hallen fuera, y cuantos pille al descubierto perecerán.»
20 Aquellos servidores de Faraón que creyeron en la palabra de Yavé pusieron bajo techo a su gente y su ganado, 21 pero aquellos que no hicieron caso a la palabra de Yavé los dejaron en el campo.
22 Yavé, pues, dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, para que caiga el granizo en toda la tierra de Egipto sobre hombres, ganados y sembrados.» 23 Así lo hizo Moisés. Extendió su bastón hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizos. El fuego cayó y Yavé hizo llover granizos sobre el país de Egipto. 24 Caía el granizo y, junto a él, caía fuego; cayó tan fuerte como jamás se había visto desde que se fundó aquel país.
25 El granizo dañó todo cuanto había en el campo, en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los animales; el granizo echó a perder toda la hierba del campo y aun quebró todos los árboles del campo. 26 Pero no hubo granizada en la tierra de Gosén donde habitaban los israelitas.
27 Por fin, Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: «¡Ahora sí que tengo la culpa! Yavé es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables. 28 Pidan a Yavé que cesen esos truenos tremendos y esa granizada, y ya no los detendré sino que los dejaré que se vayan.» 29 Moisés le respondió.. «En cuanto salga de tu presencia extenderé mis manos hacia Yavé, y cesarán los truenos y no caerá más granizo; con eso comprenderás que Yavé es dueño de la tierra. 30 Pero yo sé que ni tú ni tus ministros querrán todavía obedecer a Dios.»
31 El lino y la cebada se perdieron: la cebada estaba espigada y el lino granaba; 32 pero el trigo y la escanda no fueron destruidos, por ser tardíos.
33 En cuanto Moisés entró en la ciudad, volviendo de la casa de Faraón, alzó sus brazos hacia Yavé; y cesaron los truenos y el granizo y no cayó más lluvia sobre la tierra. 34 Pero, al ver Faraón que habían cesado la lluvia y el granizo, volvió a pecar, 35 pues siguió negándose a que salieran los hijos de Israel, tal como Yavé lo había dicho.



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ÉXODO

10


Octava plaga: las langostas


1 Yavé dijo a Moisés: «Ve donde Faraón, porque he endurecido su corazón y el de sus ministros con el fin de realizar mis prodigios en medio de ellos. 2 Así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cuántas veces he destrozado a los egipcios y cuántos prodigios he obrado contra ellos; así conocerán ustedes que yo soy Yavé.»
3 Moisés y Aarón fueron al palacio de Faraón, al que le dijeron: «Esto dice Yavé, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí? Deja que mi pueblo salga para ofrecerme sacrificios. 4 En caso contrario, si te niegas a que salgan, mañana mandaré langostas a tu país. 5 Cubrirán toda la superficie del país, de suerte que ya no se vea la tierra, y devorarán todo lo que a ustedes les queda, todo lo que no destrozó el granizo; y además roerán todos los árboles que tienen en el campo. 6 Llenarán tu casa, las de tus ministros y las de todo tu pueblo, en tal cantidad como no vieron tus padres ni los padres de tus padres, desde que poblaron el país hasta hoy.» Dicho esto, volvió las espaldas y dejó a Faraón.
7 Los servidores de Faraón le dijeron: «¿Hasta cuándo va a ser nuestra ruina este hombre? Deja salir a esa gente para que ofrezca sacrificios a su Dios. ¿No te das cuenta cómo está arruinado el país?»
8 Así que llamaron a Moisés y a Aarón ante Faraón, el cual les dijo: «Vayan y ofrezcan sacrificios a Yavé, el Dios de ustedes. Mas ¿quiénes van a ir?» 9 Respondió Moisés: «Saldremos con nuestros niños y ancianos, hijos e hijas, con nuestras ovejas y nuestros vacunos, porque para nosotros es la fiesta de Yavé.» 10 Faraón replicó.. «¡Que Yavé los ayude! ¡Espérense que los voy a dejar partir con sus niños! ¡Se ve cuáles son sus malas intenciones! 11 De ninguna manera. Son los hombres los que irán para rendir culto a Yavé, si eso es lo que buscan.» En seguida fueron echados de la presencia de Faraón.
12 Yavé, entonces, dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que venga la langosta y devore toda la hierba del campo, todo lo que quedó después del granizo.» 13 Al extender Moisés su bastón sobre el país de Egipto, Yavé hizo que un viento del oriente soplara todo aquel día y aquella noche. Al amanecer, el viento del oriente había traído la langosta. 14 Invadieron Egipto y se desparramaron por todas las tierras en tal cantidad que nunca se habían visto tantas, ni jamás volverán a verse. Ocultaron la luz del sol y cubrieron todas las tierras; 15 devoraron toda la hierba del campo, y todos los frutos de los árboles que el granizo había dejado fueron devorados; no quedó nada verde en todo Egipto, ni de los árboles, ni de la hierba del campo.
16 Inmediatamente Faraón llamó a Moisés y a Aarón. Les dijo: «He pecado contra Yavé, el Dios de ustedes, y contra ustedes. 17 Ahora perdónenme mi pecado esta última vez, e intercedan por mí ante Dios para que aparte de nosotros esta plaga.»
18 En vista de esto, apenas salió Moisés de la presencia de Faraón, rogó a Yavé, 19 el cual hizo soplar un viento muy fuerte del mar, que arrastró todas las langostas hasta el mar Rojo. Ni una sola quedó en todo el territorio de Egipto. 20 Pero Yavé hizo que Faraón continuara en su porfía y no dejara salir a Israel.


Novena plaga: las tinieblas



21 Yavé dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo y cubrirán las tinieblas el país de Egipto, tan densas que la gente caminará a tientas.» 22 Así lo hizo Moisés, y al instante densas tinieblas cubrieron Egipto por espacio de tres días. 23 No podían verse unos a otros, ni nadie pudo moverse durante los tres días; pero había luz para los hijos de Israel en todos sus poblados.
24 Faraón llamó a Moisés y le dijo: «Salgan ustedes a rendir culto a Yavé, pero que se queden sus ovejas y sus vacunos. Ustedes llevarán a sus niños.»
25 Moisés le respondió.. «¿Y tú mismo nos proporcionarás animales para los sacrificios y holocaustos? 26 También nuestros animales estarán con nosotros, hasta la última uña, pues sacamos de entre ellos lo que sacrificamos a Yavé, nuestro Dios, 27 y ni siquiera sabemos cuáles animales hemos de ofrecer hasta que lleguemos al lugar.»
28 Faraón dijo a Moisés: «Retírate de mi presencia y ya no vuelvas; si te presentas otra vez, será para morir.» 29 Y Moisés respondió.. «Así será como tú dices: ya no me presentaré delante de ti.»



Comentarios Éxodo, capítulo 10


10,1

He endurecido su corazón. Para los hebreos el corazón era el centro de las decisiones, como lo es para nosotros el cerebro. Por lo tanto no se quiere decir que Dios volvió insensible y perverso el corazón del Faraón, sino que el Faraón se empecinó en sus decisiones, y Dios realiza su plan a pesar e incluso a través de los obstáculos que se le oponen. El autor ciertamente no quería decir que Dios había llevado al Faraón a que pecara.





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ÉXODO

11



Anuncio de la décima plaga



1 Yavé dijo a Moisés: «No mandaré más que esta última plaga sobre Faraón y sobre su pueblo. Después dejará que salgan, o más bien él mismo los echará fuera a todos ustedes. 2 No olvides de decir a todo mi pueblo que cada uno pida a su amigo, y cada mujer a su vecina, objetos de oro y plata.» 3 Yavé hizo que los egipcios acogieran esta petición; además, Moisés era un personaje en todo Egipto, y lo consideraban tanto los ministros como la gente del pueblo.
4 Moisés dijo: «Esto dice Yavé.. A media noche saldré a recorrer Egipto 5 y en Egipto morirán todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón que se sienta en el trono, hasta el de la esclava que mueve la piedra del molino, y todos los primeros nacidos de los animales. 6 Y se escuchará un clamor tan grande en todo Egipto como nunca lo hubo ni lo habrá jamás. 7 Mientras tanto, entre los israelitas, no habrá la menor amenaza, ni para los hombres, ni para los animales, y ustedes sabrán que Yavé hace distinción entre egipcios e israelitas.
8 Todos tus ministros vendrán a mí, se postrarán delante de mí y me pedirán por favor que nos vayamos, yo y todo el pueblo de Israel. Después de esto, nos iremos.» Moisés volvió muy enojado de la presencia de Faraón.
9 Yavé dijo a Moisés: «A ustedes no los escuchará Faraón, y gracias a esto serán todavía mayores mis prodigios en la tierra de Egipto.» 10 Pues, mientras Moisés y Aarón obraban todos estos prodigios delante de Faraón, Yavé lo mantenía en su negativa, y seguía negándose a que Israel saliera de su país.



Comentarios Éxodo, capítulo 11


11,1

Véase 3,22. El relato de la décima plaga y de la Pascua mezcló los recuerdos del grupo que se había fugado con Moisés bajo el pretexto de una peregrinación al desierto y los recuerdos de otros grupos que habían sido expulsados con ocasión de una peste. La conexión entre la peste y el cordero pascual es muy natural: véase en 12,3.



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#37 Ge. Pe.

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Publicado el 13 septiembre 2008 - 01:28





ÉXODO

12



El cordero pascual



1 Yavé dijo a Moisés y a Aarón, en el país de Egipto: 2 «Este mes será para ustedes el comienzo de los meses, el primero de los meses del año.
3 Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa. 4 Pero, si la familia es demasiado pequeña para consumir el cordero, se pondrá de acuerdo con el vecino más cercano, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.
5 Ustedes escogerán un corderito sin defecto, macho, nacido en el año. En lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito.
6 Ustedes lo reservarán hasta el día catorce de este mes. Entonces toda la comunidad de Israel lo sacrificará al anochecer. 7 En cada casa en que lo coman ustedes tomarán de su sangre para untar los postes y la parte superior de la puerta.
8 Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con panes sin levadura y con verduras amargas. 9 No comerán nada de él crudo o hervido sino que lo comerán todo asado con su cabeza, sus patas y sus entrañas. 10 Ustedes no guardarán nada para el día siguiente. Lo que sobre al amanecer, quémenlo en el fuego.
11 Y comerán asi: ceñidos con el cinturón, las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se demorarán en comerlo: es una pascua en honor de Yavé.
12 Durante esa noche, yo recorreré el país de Egipto y daré muerte a todos los primogénitos de Egipto, tanto de los egipcios como de sus animales; y demostraré a todos los dioses de Egipto quién soy yo, Yavé. 13 En las casas donde están ustedes la sangre tendrá valor de señal: al ver esta sangre, yo pasaré de largo, y la plaga no los alcanzará mientras golpeo a Egipto.
14 Ustedes harán recuerdo de este día año tras año, y lo celebrarán con una fiesta en honor a Yavé. Este rito es para siempre: los descendientes de ustedes no dejarán de celebrar este día.


La fiesta de los Panes sin levadura



15 Durante siete días comerán pan sin levadura. Desde el primer día no habrá fermento en las casas, pues cualquiera que coma pan fermentado desde el primer día hasta el séptimo será borrado de la comunidad de Israel. 16 El primer día tendrán una reunión sagrada, así como el séptimo. Ningún trabajo se hará estos días, solamente prepararán lo que haga falta a cada uno para comer.
17 Ustedes celebrarán la fiesta de los Ázimos, porque ése es el día en que hice salir de Egipto a vuestros ejércitos. Ustedes celebrarán ese día de generación en generación: este rito es para siempre. 18 Desde la tarde del día catorce del primer mes hasta la tarde del veintiuno del mismo mes ustedes comerán pan sin levadura.
19 Durante siete días no habrá levadura en las casas de ustedes. El que coma cosa fermentada será borrado de la comunidad de Israel, sea extranjero o nativo. 20 No comerán nada fermentado, sino que, en todas sus casas, comerán panes ázimos.»
21 Moisés, pues, llamó a los jefes de Israel y les dijo: «No demoren en buscar una res para cada una de sus familias e inmolen la Pascua. 22 Tomen un manojo de hisopo mojado con la sangre y marquen los dos postes y la parte superior de la puerta. Y luego ninguno de ustedes saldrá de su casa hasta la mañana. 23 Egipto llevando la plaga y, al ver la sangre en la entrada, pasará de largo y no permitirá que el Exterminador entre en sus casas y los mate.
24 Ustedes observarán este rito, y también lo observarán sus hijos para siempre. 25 Estas mismas ceremonias las harán cuando entren en la tierra que Yavé les dará, como les tiene prometido. 26 Y cuando sus hijos les pregunten qué significa este rito, 27 les responderán: Este es el sacrificio de la Pascua para Yavé, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando mató a los egipcios, dejando a salvo nuestras casas.» Al oír esto, todo el pueblo se postró y adoró.
28 Los israelitas se fueron e hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés y Aarón.


Muerte de los primogénitos



29 Sucedió que, a media noche, Yavé hirió de muerte a todo primogénito del país de Egipto, desde el pri mogénito de Faraón que está sen tado en el trono, hasta el del preso que está en la cárcel, y a todos los primeros nacidos de los animales. 30 Faraón se levantó de noche, y con él toda su gente y todos los egipcios. Se oyó un clamor grande por todo Egipto, pues no había casa donde no hubiera algún muerto.
31 Aquella misma noche Faraón lla mó a Moisés y Aarón y les dijo: «Levántense y salgan de este pueblo, ustedes y los hijos de Israel. Vayan para servir a Yavé, como ustedes dicen. 32 Llévense sus rebaños de ovejas y vacunos, como ustedes piden. ¡Salgan, pero denme la bendición!»
33 Los egipcios los presionaban para que se fueran inmediatamente, pues decían: «Si no se van ésos, moriremos todos.» 34 El pueblo recogió la masa antes que fermentara; la envolvieron en sus mantas y se la cargaron al hombro. 35 Los israelitas hicieron lo que les había dicho Moisés: pidieron a los egipcios objetos de oro y plata y muchos vestidos, 36 y los egipcios se lo dieron prestado, porque Yavé hizo que estuvieran dispuestos para escucharlos. Así fue cómo despojaron a los egipcios.


Los israelitas salen de Egipto



37 Los hijos de Israel partieron de Ramsés a Sucot en número de unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar a los niños.
38 También salió con ellos una turba numerosa, con grandes rebaños de ovejas y vacas. 39 Comieron panes sin levadura, tomando de la masa que habían sacado de Egipto. Pues habían salido con tanta prisa que no les alcanzó el tiempo para echarle levadura y hacer panes.
40 La permanencia de los israelitas en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. 41 Cuando se cumplieron esos cuatrocientos treinta años, ese mismo día, todos los ejércitos de Yavé salieron de Egipto.
42 Esta es la noche y la vigilia en honor de Yavé que sacó a Israel del país de Egipto. Esta noche es para Yavé, y los hijos de Israel la pasarán velando, año tras año, perpetuamente.
Cómo celebrar la Pascua
43 Yavé dijo a Moisés y a Aarón: «Estos son los ritos para la celebración de la Pascua. Ningún extranjero comerá de ella, 44 excepto el esclavo, comprado con dinero, con tal de que haya sido circuncidado. 45 El extranjero que reside en Israel o que trabaja a tu servicio no la comerá.
46 El cordero se comerá dentro de la casa; no se sacará afuera ni un solo pedazo, ni le quebrarán ningún hueso. 47 Toda la comunidad de Israel observará este rito. 48 Si algún extranjero residente quiere celebrarla, tienen que circuncidarse los varones de su casa; entonces podrá parti cipar como cualquier persona del país. El que no esté circuncidado no puede comerla: 49 esta ley vale para ustedes y para los extranjeros que vivan entre ustedes.»
50 Los hijos de Israel hicieron tal como Ya vé lo había mandado a Moisés y a Aarón, 51 y aquel mismo día Yavé los hizo salir de Egipto, bien ordenados como un ejército.




Comentarios Éxodo, capítulo 12


12,1

Los hebreos ya celebraban cada año la Pascua del Cordero antes de bajar a Egipto, cuando peregrinaban con sus rebaños. Lo sacrificaban en la primera luna de la primavera (12,2), período especialmente crítico para las ovejas recién paridas, en vísperas de las migraciones primaverales. Y se mataba uno para salvar a todos. El cordero escogido para la fiesta se guardaba algunos días en la misma habitación (12,6), para que se identificara mejor con la familia y llevara sobre sí los malos espíritus, la mala suerte, los microbios y otras faltas de todos sus integrantes. Después se rociaba con su sangre las tiendas de campaña, alejando así los espíritus “exterminadores”, siempre listos para atacar a hombres y animales.

12,13

Al ver esta sangre, yo pasaré de largo. Aquí se cambia el sentido de la antigua fiesta: Yavé ha tomado a su servicio al ángel exterminador. Como ya lo vimos en Gén 18,10, el ángel se esfuma sin problemas para dejar el lugar a Dios mismo. Él es quien manda, incluso en el país de Faraón. Sólo Israel escapará de la peste y por eso en adelante pertenecerá a Yavé.
La pascua es liberación, pero todavía no es más que la imagen de lo que Dios realizará al fin de los tiempos mediante la muerte y resurrección de Jesús (Lc 22,15).


12,15

Los párrafos 12,3-11, cuya continuación está en 12,15-20, son consignas litúrgicas redactadas siglos más tarde en Palestina. En esa época los israelitas habían adoptado la fiesta de los panes ázimos (panes sin levadura) que los agricultores cananeos celebraban al comienzo de la primavera, y que los sacerdotes, preocupados por darle un tinte religioso, la juntaron con la fiesta de la Pascua.


12,33

Este argumento que se repite en 12,39 no convence a nadie, pero eso no importaba.



12,37

Esa enorme cantidad de gente inquietó mucho a los que tomaban al pie de la letra todo lo que leían en la Biblia. Imaginémonos a unos dos millones de personas (pues están también las mujeres y los niños) que llegan sedientas a uno de los pozos del desierto, un hoyo de medio metro de ancho: si se sacaran dos cántaros de agua por minuto, los últimos tendrían que esperar como dos años para beber... Además estaban también los rebaños. En realidad el grupo de Moisés no debía pasar de cien familias.

Estas cifras enormes querían sencillamente expresar que el éxodo iniciaba una inmensa aventura destinada a cambiar la historia del mundo: los “ejércitos de Yavé” (7,4) tenían todo el futuro para ellos. Estas cifras tenían además un valor simbólico debido a que en hebreo los números no eran representados en la escritura con cifras sino con letras.


12,38

Esta mención a una turba numerosa que sube con ellos podría ser una manera de anticipar las debilidades del mismo grupo de los salvados. Los compañeros de Moisés, y luego los israelitas más obedientes a Dios, tendrán siempre a su lado elementos dudosos que muchas veces los incitarán a que se rebelen (Núm 11,4).


12,42

La tradición judía hablaba de cuatro noches de vigilia: la noche de la creación en la que Dios había hecho la alianza con Abraham, la del éxodo y la última, la salvación definitiva. Las vigilias de oración tuvieron siempre un lugar importante también en las primeras comunidades cristianas (Lc 21,34; Col 4,2). En las noches de Navidad, Pascua y Pentecostés esas vigilias reunían a la comunidad cristiana al completo.




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#38 Ge. Pe.

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Publicado el 20 septiembre 2008 - 01:42





ÉXODO

13


Los primeros nacidos pertenecerán a Dios



1 Yavé dijo a Moisés: «Conságrame todo primogénito. 2 Todos los primogénitos de los hijos de Israel son míos, tanto de hombre como de animales.»
3 Moisés dijo al pueblo: «Ustedes celebrarán este día en que salieron de Egipto, de la casa de la esclavitud, al sacarlos Yavé de ese lugar con mano fuerte. Este día no comerán pan fermentado. 4 La fecha de su salida está en el mes de Aviv, mes de la primavera.»
5 Cuando Yavé te haya introducido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del jeveo y del jebuseo, la que prometió con juramento a tus padres que te daría a ti, tierra que mana leche y miel, tú celebrarás este rito sagrado en este mes.
6 Durante siete días comerás pan sin levadura, y el día séptimo será también una fiesta de Yavé. 7 En estos días comerás pan sin levadura; no se verá pan fermentado en todo tu territorio. 8 En aquel día dirás a tus hijos: Esto lo hacemos recordando lo que hizo Yavé conmigo cuando salí de Egipto.
9 Será como una señal en tu mano, y como un recuerdo delante de tus ojos, a fin de que la enseñanza de Yavé esté siempre en tu boca; porque con mano fuerte te sacó Yavé de Egipto. 10 Este precepto lo guardarás todos los años, a su debido tiempo.
11 Cuando Yavé te haya introducido en la tierra del cananeo y te la haya dado en posesión, 12 consagrarás a Yavé todos los primogénitos. Todo primer nacido de tus ganados, si es macho, pertenece a Yavé. 13 Todo primer nacido de burro ha de ser cambiado por un cordero; si no, lo matarás. Tratándose de personas, todo hijo primogénito será rescatado.
14 Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana: ¿Qué significa esto? Le dirás: Yavé nos ha sacado de Egipto, de la casa de la esclavitud, con mano fuerte; 15 y como Faraón porfiaba en no dejarnos salir, Yavé mató a todos los primogénitos de Egipto, tanto de hombres como de animales. Por esta razón sacrifico a Yavé todo primogénito macho, y rescato al primer nacido de mis hijos.
16 Estas normas serán como una señal impresa en tu mano, y como un recuerdo pendiente ante tus ojos, que te recuerde cómo Yavé nos sacó de Egipto con mano fuerte.
La partida
17 Cuando Faraón despidió al pueblo, Dios no lo llevó por el camino del país de los filisteos, que era más corto. Pues Dios pensaba: «Si hay que combatir, tal vez el pueblo se asuste y vuelva a Egipto.» 18 Por eso les hizo dar un rodeo por el desierto hacia el Mar Rojo y los israelitas salieron de Egipto bien pertrechados. 19 Moisés llevó consigo también los huesos de José, conforme éste había hecho prometer con juramento a los hijos de Israel; pues les dijo: «Con toda seguridad Dios los visitará; entonces se llevarán con ustedes mis huesos.»
20 Partieron de Sucot y acamparon en Etam, que está en la proximidad del desierto. 21 Yavé iba delante de ellos señalándoles el camino: de día iba en una columna de nube; de noche, en una columna de fuego, iluminándolos para que anduvieran de noche como de día. 22 La columna de nube no se apartaba de ellos durante el día, ni la columna de fuego de noche.



Comentarios Éxodo, capítulo 13


13,5

La consagración de los primogénitos alcanzará su pleno significado cuando los israelitas estarán ya en Palestina, en contacto con los cananeos que sacrificaban a sus primogénitos. Ya que los primogénitos de Israel fueron pasados por alto en la última plaga, todo primogénito en Israel pertenece a Yavé, pero no será inmolado sino que lo rescatarán. Conforme a esta ley, Jesús, primogénito de Dios y de María, será presentado en el Templo: Lc 2,22.


13,14

Este es un punto esencial para la familia israelita, y también para la familia cristiana. Quienes transmiten la fe a sus hijos son los padres, y la fe se apoya en los hechos y en la experiencia de las intervenciones de Dios en favor de los suyos. Porque si Dios nos salva, es menester que eso se note.


13,17

El camino del país de los filisteos era el que discurría por las márgenes del mar Mediterráneo, custodiado por destacamentos egipcios que podían crear problemas a los fugitivos. Por eso el grupo de Moisés tomará el camino más difícil, el que atraviesa el desierto.


13,

21 Aquí se habla de una columna de nube y de una columna de fuego. Parece que Dios manifiesta su presencia con un signo al mismo tiempo que esconde su misterio. El origen de esta bella imagen podría ser este: cuando se levanta un pequeño ciclón en el Sinaí (cosa nada rara), se descubre por un torbellino que levanta granos de arena tan finos que forman una polvareda cristalina impalpable, una verdadera columna luminosa que se desplaza lentamente y totalmente resplandeciente a la luz del sol.




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ÉXODO

14



Perseguidos por los egipcios





1 Yavé dijo a Moisés: 2 «Ordena a los hijos de Israel que cambien de rumbo y acampen frente a Pi-Hajirot, que está entre Migdal y el mar, delante de Baal-Sefón. Al llegar a este lugar levantarán el campamento junto al mar. 3 Así, pues, Faraón pensará que los hijos de Is rael andan errantes en el país y que no pueden atravesar el desierto. 4 Yo, entonces, haré que se ponga duro y los persiga a ustedes; y luego, me haré famoso a costa de Faraón y de todo su ejército, y sabrá Egipto que yo soy Yavé.» Ellos lo hicieron así.


Paso del Mar Rojo



5 Anunciaron al rey de Egipto que el pueblo de Israel se había marchado. De repente, Faraón y su gente cambiaron de parecer respecto al pueblo. Dijeron: «¿Qué hemos hecho? Dejamos que se fueran los israelitas, y ya no estarán para servirnos.»
6 Faraón hizo preparar su carro y llevó consigo su gente. 7 Tomó seiscientos carros escogidos, ¡todos los carros de Egipto!, cada uno con sus guerreros.
8 Yavé había endurecido el corazón del rey y, mientras los israelitas se marchaban seguros, él los persiguió. 9 Los egipcios, es decir, todos los carros, los caballos, los jinetes y el ejército de Faraón, se lanzaron en su persecución y les dieron alcance mientras acampaban junto al mar, cerca de Pi-Hajirot, frente a Baal-Sefón.
10 Al aproximarse Faraón, los israelitas pudieron ver que los egipios los estaban persiguiendo. Sintieron mucho miedo y clamaron a Yavé; 11 dijeron a Moisés: «¿Acaso no había tumbas en Egipto para que nos hayas traído a morir al desierto?, ¿qué has ganado con sacarnos de Egipto? 12 Te dijimos claramente en Egipto: Déjanos en paz, y mejor servimos a los egipcios, porque más no conviene servir a los egipcios que morir en el desierto.»
13 Moisés contestó al pueblo: «No tengan miedo; quédense en su lugar y verán la victoria que Yavé les concede hoy. Esos egipcios que están viendo hoy, no los volverán a ver jamás. 14 Yavé peleará por ustedes, y ustedes solamente mirarán.»
15 Yavé dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. 16 Luego levanta tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen en seco por medio del mar.
17 Yo, mientras tanto, endureceré el corazón de los egipcios para que salgan en persecución de ustedes, y me haré famoso a costa de Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de su caballería. 18 Entonces Egipto conocerá que yo soy Yavé.»
19 El Angel de Dios que iba delante de los israelitas pasó detrás de ellos; también la nube en forma de columna vino a colocarse detrás, 20 poniéndose entre el campo de los israelitas y el de los egipcios. Esta nube era para unos tinieblas y para otros iluminaba la noche; y no se acercaron los unos a los otros durante la noche.
21 Moisés extendió su mano sobre el mar y Yavé hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del oriente que secó el mar.
Se dividieron las aguas. 22 Los israelitas pasaron en seco, por medio del mar; las aguas les hacían de murallas a izquierda y a derecha. 23 Los egipcios se lanzaron a perseguirlos, y todo el ejército de Faraón entró en medio del mar con sus carros y caballos.
24 Llegada la madrugada, Yavé miró a los egipcios desde el fuego y la nube, y provocó el desorden en el ejército de Faraón. 25 Atascó las ruedas de sus carros, que no po dían avanzar sino con gran dificultad. Entonces los egipcios dijeron: «Huyamos de Israel, porque Yavé pelea con ellos contra nosotros.»
26 Pero Yavé dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sus carros y sus caballos.» 27 Moisés extendió su mano sobre el mar.
Al amanecer, el mar volvió a su lugar. Mientras los egipcios trataban de huir, Yavé arrojó a los egipcios en el mar.
28 Las aguas al volver cubrieron los carros y los que los montaban, o sea, todo el ejército de Faraón que había entrado en el mar persiguiéndolos: no se escapó ni uno solo. 29 Los israelitas, en cambio, habían pasado en medio del mar; las aguas les hacían de murallas a derecha e izquierda.
30 Aquel día, Yavé liberó a Israel del poder de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Israel vio los prodigios que Yavé había obrado contra Egipto, y el pueblo temió a Yavé. Creyó en Yavé y en Moisés, su siervo.






Comentarios Éxodo, capítulo 14



14,5

A diferencia de otros acontecimientos de la historia santa, el pueblo no tiene ahora ninguna iniciativa: sólo camina. El amor de Dios a su pueblo recién nacido es el de un padre (según los modelos autoritarios de la época) misericordioso. Por sobre toda otra consideración se preocupa de lo que es ahora su propiedad, el pueblo que adquirió para su gloria (Ef 1,14; Ap 5,9)

El relato destaca el papel decisivo de Moisés. Son muchos los grupos, familias y pueblos que fueron favorecidos con intervenciones milagrosas de Dios y recibieron signos de su bondad o de sus juicios. Sin embargo, de no haber un pro feta, como lo es en este caso Moisés, para dar significado al evento, los signos y los milagros no producirán nada. La historia sagrada está hecha de intervenciones de Dios que los profetas han esclarecido, trazando así una línea en la que se puede reconocer el lenguaje de Dios.

Ese paso por medio de las aguas confirma el mensaje que encierra la palabra Pascua, o “paso” (12,23). Los compañeros de Moisés han adquirido una nueva identidad, pasando a ser el pueblo particular de Dios. Israel nació de ese paso, aun cuando fueron necesarios varios siglos para que adquiriera plena conciencia de su misión. De igual forma el paso por las aguas del bautismo nos confiere una nueva identidad, aun cuando haya avances y retrocesos en la conciencia que adquirimos de nuestra incorporación a Cristo, y construye una comunidad que es la Iglesia.


14,15

En este texto las diferencias entre el relato primitivo, más sencillo y más sobrio, y los párrafos añadidos posteriormente, son fáciles de distinguir. En esos párrafos añadidos, que ponemos en cursiva, el milagro alcanza lo fantástico: el pueblo atraviesa el mar entre dos murallas de agua, mientras el relato primitivo da a entender que el acontecimiento que se producía en esas circunstancias, por milagroso que haya sido, no tenía nada que ver con un superespectáculo: un pequeño destacamento de carros había sido sorprendido, e Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar.

Aun cuando haya sido un signo o un milagro, y no hay motivo para dudarlo, no es el milagro lo que da origen al pueblo de Dios, sino la salida dramática de Egipto. Se mencionará a veces el milagro (Is 43,16; 50,2), pero constantemente se recordará al pueblo que Dios vino a “sacar un pueblo de en medio de otro pueblo” (Dt 4,34). Fue liberado de Egipto, ya sea en el sentido propio de la palabra “liberar”, es decir, salvar de la esclavitud, como en el otro sentido: que pasó a ser propiedad de Yavé, pertenecer exclusivamente a Yavé.





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#39 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 27 septiembre 2008 - 10:48







ÉXODO

15



1 Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yavé..

«Cantaré a Yavé, que se ha cubierto de gloria;
caballos y carros ha arrojado en el mar.
2 ¡Yavé, mi fortaleza!, a él le cantaré,
él fue mi salvación,
él es mi Dios y lo alabaré,
el Dios de mi padre, lo ensalzaré.
3 Yavé es un guerrero, Yavé es su nombre.
4 Los carros de Faraón y su ejército:
¡los precipitó en el mar!
Los mejores de sus oficiales,
¡hundidos en el Mar Rojo!
5 Las aguas profundas los han sepultado,
hasta el fondo cayeron como piedra.
6 Tu diestra, Yavé, de tremendo poder,
tu diestra, Yavé, aplasta al enemigo.
7 Tu Gloria derriba a tus adversarios,
desatas tu furor y los devora como paja.
8 Al soplo de tu nariz retroceden las aguas,
las olas se paran como murallas;
los torbellinos cuajan en medio del mar.
9 Dijo el enemigo: «Los perseguiré y los alcanzaré,
los tendré a merced, llevaré sus despojos;
sacaré mi espada y mi mano los matará.»
10 Mandaste tu soplo y el mar los cubrió,
y se hundieron como plomo en las aguas majestuosas.
11 ¿Quién como Tú, Yavé, entre los dioses?
¿Quién como Tú, glorioso y santo,
terrible en tus hazañas, autor de maravillas?
12 ¡Extiendes tu mano y se los traga la tierra!
13 Guiaste con amor al pueblo que rescataste,
lo llevaste con poder a tu santa morada.
14 Lo oyeron los pueblos y se turbaron,
se asustaron los filisteos;
15 los jefes de Edom vacilan
y los generales de Moab se asustan,
se angustian los pobladores de Canaán:
16 ¡pavor y espanto cayó sobre ellos!
Tu golpe fatal los deja petrificados
hasta que pase tu pueblo, Yavé,
hasta que pase el pueblo que compraste.
17 Tú lo llevarás y lo plantarás en el monte que es tuyo,
el lugar en que habitas, oh Yavé;
el Santuario del Señor, obra de sus manos.
18 ¡Que Yavé reine eternamente!»

19 Como Faraón entrara en el mar, con sus carros y sus caballos, Yavé hizo volver sobre ellos las aguas del mar, mientras los israelitas pasaban en seco por medio del mar.
20 Entonces Miriam, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandereta en la mano, y todas las mujeres la seguían con tímpanos, danzando en coro. 21 Y Miriam les entonaba las palabras: «Cantens a Yavé, que se ha cubierto de gloria; carros y caballos ha arrojado en el mar.»


Marcha hacia el desierto



22 Moisés hizo partir a los israelitas del Mar Rojo y fueron al desierto de Sur. Allí anduvieron tres días por el desierto sin encontrar agua.
23 Llegaron a Mará, pero no pudieron beber de sus aguas porque eran amargas. Por esto se llamó aquel lugar Mará, esto es, Amargura. 24 El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Qué beberemos?» 25 Y como Moisés invocara a Yavé, le enseñó cierto árbol; Moisés lo echó en las aguas, y se endulzaron.
Fue allí donde Yavé dio al pueblo sus decisiones y sus decretos. Allí lo puso a prueba, 26 y le dijo: «Si de veras escuchas a Yavé, tu Dios, y haces lo que es justo a sus ojos, dando oídos a sus mandatos y practicando sus normas, no descargaré sobre ti ninguna plaga de las que he descargado sobre los egipcios; porque yo soy Yavé, que te doy la salud.»
27 De allí pasaron a Elim, donde había doce manantiales de agua y setenta palmeras. Allí acamparon junto a las aguas.




Comentarios Éxodo, capítulo 15


15,1

El paso del mar Rojo es tan sólo una puerta abierta, pero el cántico de Moisés amplía los horizontes. Fue compuesto en tiempo de los reyes y recuerda el paso del mar, más tarde la conquista de Palestina y finalmente la elección por parte de Dios de Jerusalén como la capital y la sede de su Templo, su santa montaña (15,17).


15,11

La alianza con el Dios único y el único Dios que tiene derecho a un culto, no elimina la experiencia de una multiplicidad de presencias divinas en la creación y en la vida cotidiana. ¿Habrá que hablar de dioses inferiores sometidos a Yavé o de espíritus o de ángeles? Eso es pisar un terreno muy difícil. Lo importante es que ellos tiemblan y se postran delante del único Señor (Sal 29,1 y 89,8 ). Pablo los mostrará dominados por el Señor manifestado en la carne (Ef 1,21).


15,17

Tú lo llevarás y lo plantarás. El pueblo de Dios es consciente de que su permanencia en una tierra que comparte con otros pueblos resulta frágil. Sólo Dios puede plantarlos allí y mantenerlos en la tierra que mana leche y miel.


15,20

Miriam la profetisa, única con ese nombre en la Biblia (no obstante María viene de Miriam), es “hermana de Aarón”; será llamada también hermana de Moisés en Núm 26,59. Es muy probable que lo mismo que Aarón haya sido el alma de un grupo del desierto, y al igual que éste haya sido aliada de Moisés.



15,22

Los israelitas dejaron definitivamente atrás Egipto, con sus hortalizas y sus campos de riego. Ahora Moisés les hizo tomar el camino de la libertad. Como cualquier nación o clase social que logra su independencia, tienen que hacerse responsables de su propio destino. La liberación es el principio de un camino difícil y sacrificado. En este camino se manifiesta la Providencia de Dios y se producen maravillas inesperadas, pero Dios no multiplica los milagros para que los suyos tengan una vida cómoda y libre de preocupaciones.

Hambre y sed amenazan a los que se adentran en el Sinaí, sin hablar de los habitantes del desierto. Las páginas que siguen evocan esos peligros y recuerdan algunas intervenciones de la Providencia.



15,23

Han existido siempre por doquier dioses curanderos a los que se acude como se acude a la consulta de un médico. Pero aquí es Yavé que quiere quitar el miedo y convencer de que se le deje actuar: Yo soy Yavé, que te doy la salud. El Dios de los Padres no sólo es el que libera, sino que también es dueño de nuestra condición física. ¡Cuántas veces el creyente ha dado la prioridad a su misión antes que a las preocupaciones por su propia salud y el Señor lo ha preservado!








ÉXODO

16


El maná




1 Los israelitas se marcharon de Elim y llegaron al desierto de Sin, entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de la salida de Egipto.
2 Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. 3 Les decían: «¡Ojalá Yavé nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia. Ustedes, en cambio, nos han traído a este desierto en que todo ese gentío morirá de hambre.»
4 Pero Yavé dijo a Moisés: «Ahora les hago llover pan del cielo; salga el pueblo y recoja lo que necesita para cada día. Yo lo voy a probar, a ver si guarda mi ley o no... 5 El día sexto prepararán lo que les envíe, y será el doble de la ración diaria.»
6 Entonces Moisés y Aarón dijeron a toda la gente de Israel: «Esta tarde ustedes reconocerán que Yavé es el que los ha sacado de Egipto, 7 y por la mañana sus ojos verán la Gloria de Yavé. Yavé ha escuchado cuando ustedes murmuraron contra él. Pues sus quejas no se dirigían a nosotros, ¿qué somos nosotros?
8 Esta tarde, Yavé les dará carne para que coman, y por la mañana, pan a saciedad. Esa es la manera como les contestará porque le han criticado a él y no a nosotros. Pues nosotros, ¿qué somos?»
9 Moisés dijo a Aarón: «Di a todos los hijos de Israel: Vengan, preséntense a Yavé, porque ha oído las quejas de ustedes.»
10 Y mientras Aarón hablaba al pueblo, miraron hacia el desierto: la Gloria de Yavé se apareció en medio de la nube. 11 Yavé habló a Moisés diciendo: 12 «He oído las quejas de mi pueblo. Diles: por la tarde comerán carne y por la mañana se saciarán de pan; así sabrán que yo soy Yavé, el Dios de ustedes.»
13 Aquella misma tarde llegaron codornices, que cubrieron el campamento.
Y, por la mañana, en torno al campamento, había una capa de rocío. 14 Al evaporarse el rocío, apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. 15 Cuando los israelitas vieron esto, se dijeron unos a otros: «Manha», o sea: «¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Y Moisés les dijo: «Este es el pan que Yavé les da para comer.
16 Yavé manda que cada uno recoja cuanto necesite para comer, unos cuatro litros por persona; y cada uno recogerá lo necesario para la gente de su tienda de campaña.»
17 Así lo hicieron los israelitas. Unos recogieron mucho y otros menos. 18 Pero cuando lo midieron en el envase, ni los que recogieron mucho tenían más, ni los que recogieron poco tenían menos: cada uno tenía su ración.
Danos hoy nuestro pan del día
19 Moisés les dijo: «Que nadie guarde nada para mañana.» 20 Algunos no le hicieron caso, sino que guardaron para el día siguiente. Pero se llenó de gusanos y se pudrió. Moisés se enojó con ellos.
21 Cada cual recogía día tras día lo que necesitaba para el día, y luego, al calentar el sol se derretía lo que quedaba.
22 El día sexto, cada uno recogió doble ración: unos ocho litros por persona. Todos los jefes de la comunidad fueron a decírselo a Moisés. 23 El les dijo: «Esto es lo que tiene ordenado Yavé.. Mañana es un Gran sábado, el descanso sagrado dedicado a Yavé. Hagan hoy todo lo que tengan que hacer, cuezcan lo que haya que cocer, hiervan lo que han de hervir y guarden lo que sobre para el día siguiente.»
24 Ellos guardaron el maná tal como Moisés lo había mandado y el maná no se pudrió. Entonces Moisés les dijo: 25 «Esta será la comida para hoy. Hoy es el día de descanso dedicado a Yavé y no encontrarán maná en el campo. 26 Durante seis días saldrán a buscarlo, pero el séptimo día, que es el descanso, no habrá.»
27 Cuando llegó el séptimo día, algunos salieron a buscar maná, pero no hallaron nada. Por lo cual Yavé dijo a Moisés: 28 «¿Hasta cuándo se negarán a observar mis mandamientos y mi Ley? 29 Acuérdense de que Yavé les ha dado el sábado, y por esto el día sexto les ha doblado la ración. Quédense cada uno en su casa y que nadie se mueva el día séptimo.»
30 El pueblo, entonces, observó el descanso el día séptimo.
31 La gente de Israel llamó a este alimento: maná. Era como la semilla del cilantro, blanco, y su gusto se parecía al de una torta de miel.
32 Moisés dijo: «Yavé ha dado esta orden: Guarden una medida de maná para sus descendientes, para que vean el alimento que les di de comer en el desierto cuando los hice salir de Egipto.» 33 Moisés dijo a Aarón: «Toma una jarra y échale una medida de maná; la colocarás ante la presencia de Yavé y la conservarás para los descendientes de ustedes.» 34 Aarón, pues, llevó el vaso conforme Moisés se lo había dicho, y lo depositó ante las tablas de las Declaraciones divinas. 35 Los hijos de Israel comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a una tierra poblada; 36 comieron el maná hasta que llegaron a la tierra de Canaán.



Comentarios Éxodo, capítulo 16



16,1

En los tres capítulos siguientes el pueblo se prepara para entrar en la alianza, pero debe hacer antes ciertas experiencias. En el Evangelio Jesús afirma que debemos confiar en la providencia del Padre que proporciona el pan de cada día, y luego quiso que sus primeros misioneros partieran sin provisiones, sin saber quién compartiría con ellos su comida, y ¿cuántas personas más no han hecho esa experiencia también después?

Este texto hace del pan de cada día un don de Dios. Cuando invita a emprender un camino difícil, se compromete también a dar el pan que se necesita; ayuda a los que creen y distribuyen entre los demás lo que les hacía falta a ellos.


10-13. Recordemos que de Egipto salían dos rutas: la que costeaba el Mediterráneo era la más fácil, pero estaba custodiada por militares; la ruta en cambio que tomaban los fugitivos se adentraba en el desierto. Las bandadas de aves sólo podían caer junto al mar, mientras que el maná se encuentra en el interior.

Parece que el Éxodo mezcla recuerdos de diversos grupos (véase en Éx 13,17); unos debieron tomar la ruta custodiada donde eran registrados los transeúntes y pudieron ver cómo llegaban las aves; otros encontraron el maná en el corazón del Sinaí. Véase Núm 11,4-35).


16,15

El maná se refiere a la resina que a veces destilan abundantemente las zarzas de dicho desierto. Posiblemente la encontraron en algún oasis un día en que ya no tenían nada que comer y todo un conjunto de circunstancias los convenció de que esto les venía de la mano de Dios. El hecho se relata también en Núm 11,4.

No parece indicar que el maná cayese cada mañana como lluvia y que la cantidad fuera suficiente para alimentar a unos 600.000 hombres (según 12,37) ni que esto durara cuarenta años como lo sostienen tranquilamente las tradiciones posteriores (Éx 16,35; Jos 5,12; Sal 78,24; Sab 16,20).

Se notará la consigna añadida en tiempos posteriores en 16,4, cuando los israelitas, que ya se habían convertido en agricultores, penaban para asegurar la cosecha. Respetar el descanso semanal es un modo de demostrar la confianza en Dios; nadie se hará más rico con trabajar el domingo.

El Evangelio recordará el maná en el discurso del Pan de vida, después de la multiplicación de los panes, en Jn 6,22-47.




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Publicado el 04 octubre 2008 - 08:17





ÉXODO

17


El agua salida de la piedra



Al salir la comunidad de Israel del desierto de Sin, dispusieron sus etapas según Yavé les ordenaba. Acamparon en Refidim donde el pueblo, sediento, no encontró agua.
2 Le reclamaron a Moisés, diciendo: «Danos agua para beber.» Moisés les contestó.. «¿Por qué me reclaman ustedes a mí?, ¿por qué tientan a Yavé?»
3 Allí el pueblo, atormentado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Por qué nos has hecho salir de Egipto? ¿Para que ahora muramos de sed con nuestros hijos y nuestros animales?»
4 Entonces Moisés llamó a Yavé y le dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo?; por poco me apedrean.» 5 Yavé respondió a Moisés: «Preséntate al pueblo, lleva contigo algunos jefes de Israel, lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río Nilo. 6 Yo estaré allá delante de ti, sobre la roca. Golpearás la roca y de ella saldrá agua, y el pueblo tendrá para beber.» Moisés lo hizo así, en presencia de los jefes de Israel.

7 Aquel lugar se llamó Masá (o sea, tentación) y Meribá (o sea, quejas), a causa de las quejas de los israelitas que allí tentaron a Yavé, diciendo: «¿Está Yavé en medio de nosotros o no?»


La victoria sobre Amalec



8 En Refidim los amalecitas vinieron a atacar a Israel. 9 Moisés dijo a Josué.. «Elígete algunos hombres y marcha a pelear contra los amalecitas. Yo, por mi parte, estaré mañana en lo alto de la loma, con el bastón de Dios en mi mano.»
10 Josué hizo como se lo ordenaba Moisés, y salió a pelear contra los amalecitas. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la loma. 11 Y sucedió que mientras Moisés tenía las manos arriba, se imponía Israel, pero cuando las ba jaba, se imponían los amalecitas.
12 Se le cansaron los brazos a Moisés; entonces tomaron una piedra y sentaron a Moisés sobre ella, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así, Moisés mantuvo sus brazos alzados hasta la puesta del sol 13 y Josué le mató mucha, mucha gente a Amalec.
14 Entonces Yavé dijo a Moisés: «Escribe todo esto en un libro para que sirva de recuerdo, y dile a Josué que yo no dejaré ni el recuerdo de Amalec debajo de los cielos.»
15 Luego Moisés edificó allí un altar a Yavé, al que puso por nombre: Yavé es mi triunfo. Y declaró.. 16 «¡Levanten la bandera de Yavé! Yavé está en guerra con Amalec de generación en generación.»




Comentarios Éxodo, capítulo 17


17,1

Dios pone a Israel a prueba en el desierto: ¿hasta dónde llegará su fe? También Israel tienta a Dios, o sea, le pide pruebas y milagros porque olvida muy pronto sus intervenciones pasadas: “Si estás con nosotros, muéstralo, y sin demora”.


17,6

Yo estaré allá delante de ti, sobre la roca. Esta imagen ha dado lugar a muchos comentarios. Se modificó muy pronto: Dios estaba siempre presente junto a los suyos bajo la apariencia de una roca. Pablo recordará esa tradición en 1 Co 10,4.

Dios es la Roca impenetrable que retiene su secreto hasta que acepte ser herido y de su misma herida mana la vida (Jn 7,37 y 19,34). Del corazón de Jesús, traspasado por la lanza, salen sangre y agua, imagen del Espíritu Santo (Jn 7,37 et 19,34).


17,7

La Biblia recuerda este enfrentamiento en el suceso del agua que brota de la roca. Las tradiciones antiguas discrepaban sobre el lugar de este suceso. Aquí se menciona a Masá y Meribá que de hecho son dos lugares distintos. Otra versión del incidente se encontrará en Núm 20, donde se habla de un pecado de Moisés, porque Dios le prometió un milagro, pero no cree sino a medias y no se atreve a anunciarlo antes de verlo realizado.


17,8

El grupo de Moisés no ha combatido todavía; es menester que vea cómo Dios le da la victoria cuando Moisés está ahí y se le obedece. El pueblo cree “en Dios y en Moisés” (14,31). Por supuesto que se cree porque la Palabra es de Dios y no porque el predicador ha impactado (1Co 2,5), pero siempre habrá necesidad de profetas que hablen de parte de Dios, pero que también sean intercesores y cuya oración obtenga de Dios lo que no se esperaba: 1Sam 7,7; Jer 7,16; Éx 22,30.

Amalec son los amalecitas, salteadores del desierto, de los que se hablará más tarde y siempre para maldecir. No hay que escandalizarse de que se hable de una gran masacre; sería demasiado pretender que la gente de todos los siglos pasados tuviera los mismos principios mo rales que nosotros y la misma escala de valores.






ÉXODO


18


Llega Jetró, suegro de Moisés



1 Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que Dios había hecho en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, y cómo lo había sacado de Egipto.
2 Jetró, el suegro de Moisés, había acogido a Séfora, esposa de Moisés, después de que Moisés la había despedido, 3 y con ella sus dos hijos. Uno de esos hijos se llamaba Guersón (pues su padre dijo: He estado peregrino en tierra extraña); 4 y el otro se llamaba Eliezer (porque dijo: El Dios de mi padre vino en mi ayuda y me libró de la espada de Faraón).
5 Jetró, pues, el suegro de Moisés, le trajo sus hijos y su esposa mientras acampaba en el desierto, junto al monte de Dios.
6 Mandó decir a Moisés: «Yo, Jetró, suegro tuyo, vengo a ti con tu esposa y tus dos hijos.» 7 Moisés salió al encuentro de su suegro, le hizo una profunda reverencia y lo besó. Se preguntaron el uno al otro acerca de su salud y entraron en la tienda. 8 Moisés le contó a su suegro todo lo que Yavé había hecho a Faraón y a los egipcios para bien de Israel, todas las dificultades que encontraron en el camino y cómo Yavé los había librado.
9 Jetró se alegró mucho al oír todos los beneficios que Yavé había hecho a Israel cuando lo sacó del poder de los egipcios. 10 Y dijo: «¡Bendito sea Yavé, que los ha liberado a ustedes de los egipcios y de Faraón cuando oprimían a su pueblo! 11 Ahora reconozco que Yavé es el más grande de los Dioses.»
12 Jetró, suegro de Moisés, ofreció un sacrificio y presentó a Dios ofrendas. Vinieron entonces Aarón y todos los jefes de Israel para compartir una comida con el suegro de Moisés en la presencia de Dios.


Institución de los jueces



13 Al día siguiente, Moisés se sentó para resolver los asuntos del pueblo y hubo gente en torno a él desde la mañana hasta la tarde. 14 El suegro de Moisés vio el trabajo que su yerno se imponía por el pueblo y le dijo: «¡Cómo te sacrificas por el pueblo! ¿Por qué estás ahí tú solo y todo este pueblo queda de pie a tu lado desde la mañana hasta la tarde?»
15 Moisés contestó a su suegro: «El pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen un pleito vienen a mí, yo juzgo entre unos y otros, y les doy a conocer las decisiones de Dios y sus normas.»
17 Entonces su suegro le dijo: «No está bien lo que haces. 18 Acabarás por agotarte tú y este pueblo que está contigo; pues la carga es demasiado pesada para ti y no puedes llevarla tú solo. 19 Ahora escúchame, te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo.
Tú serás para el pueblo el representante de Dios, y le llevarás sus problemas. 20 Les explicarás las normas y las instrucciones de Dios, les darás a conocer el camino que deben seguir y las obras que tienen que realizar. 21 Pero elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez.
22 Ellos harán de jueces para tu pueblo en forma habitual; te presentarán los asuntos más graves, pero decidirán ellos mismos en los asuntos de menos importancia. Así se aliviará tu carga pues ellos la llevarán contigo.
23 Si procedes como te digo, Dios te comunicará sus decisiones y tú podrás hacerles frente, y toda esa gente llegará felizmente a su tierra.»
24 Moisés escuchó a su suegro e hizo todo lo que le había dicho. 25 Eligió hombres capaces de todo Israel y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 26 Ellos atendían al pueblo en forma habitual para arreglar los problemas de menor importancia, y llevaban a Moisés los asuntos más delicados.
27 Luego Moisés despidió a su suegro y lo encaminó hacia su tierra.



Comentarios Éxodo, capítulo 18



18,13

El pueblo liberado contará siempre con la asistencia de Dios, pero no se sentirá libre hasta que no logre crear una estructura comunitaria que lo proteja del poder personal. Aun cuando Moisés esté al frente del pueblo, el grupo debe contar con sus propios líderes. Ciertamente es Moisés quien los elige, pero de hecho esos jueces son el modelo de los ancianos, jefes tradicionales reconocidos por las familias de su clan, que gobernarán a los israelitas en tiempos de los Jueces, y que todavía bajo los reyes gozarán de una autoridad real.

Se volverán a encontrar los ancianos en el Nuevo Testamento, y son los responsables que las comunidades cristianas eligen con el consentimiento de los apóstoles y cuya misión es de gobernarles, comunicarles la Palabra y presidir las Eucaristías (He 15,2; Tit 1,5).


18,14

Dios no dictó a Moisés todo lo que debía hacer. En el caso presente la inspiración se debió al suegro madianita de Moisés. Véanse al respecto las notas de Éx 2,15-22.


18,17

Jetró distingue entre la misión del jefe, que debe ser un poco profeta y por lo tanto capaz de mostrar las grandes exigencias de la alianza con Dios, y la de los jueces, que estudian los conflictos entre las personas y responden a las consultas religiosas individuales. La distinción es tanto más necesaria cuanto que en hebreo la misma palabra significa a la vez juzgar y gobernar (como en Rom 3,9 y Lc 22,30).



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