15 de SEPTIEMBRE, 2006
La reflexión crítica ha llevado a un amplio convencimiento de que el tan propalado «desarrollo sostenible» en el sistema capitalista (puede ser válido en un sistema localizado) es una trampa que cabe denunciar. La lógica del desarrollo en este sistema imperante contradice la lógica de la sostenibilidad. Él se entiende lineal, ilimitado y da por supuesto que los recursos de la naturaleza son infinitos. La sostenibilidad nos alerta de que vivimos en un pequeño planeta, superhabitado, con recursos limitados, algunos renovables y otros no. Si no elaboramos un desarrollo (que necesitamos) bien dosificado y equitativo del cual puedan beneficiarse todos, inclusive los dem á s miembros de la comunidad de vida a la cual pertenecemos, podemos ir al desastre.
Analistas como el premio Nóbel de química Christian de Duve comienza su conocido libro Polvo vital: la vida como imperativo cósmico, afirmando que estamos asistiendo a la aparición síntomas globales que, en epocas anteriores del proceso evolutivo, anticipaban grandes devastaciones que alcanzaron a la Tierra. Pero con una diferencia, dice, y es que en otros tiempos meteoritos rasantes o cataclismos naturales devastaron la biosfera. Hoy el meteorito rasante m á s peligroso se llama ser humano. Tenemos que cuidar y vigilar este «meteorito» amenazador e imprevisible.
La mejor forma de hacerlo es desplazando el eje del desarrollo hacia el eje de la sostenibilidad. Lo importante es que tengamos una sociedad sostenible, que encuentre el desarrollo que necesita para garantizar la base material de su reproducci ó n haciendo que, de esa forma, el desarrollo participe de esta sostenibilidad. ¿ Qué es la sostenibilidad?
Una sociedad es sostenible cuando se organiza y se comporta de tal forma que, a través de las generaciones, consigue garantizar la vida de sus ciudadanos y de los ecosistemas en los que est á inserta.
Cuanto m ás fundada está una sociedad sobre recursos renovables y reciclables, más sostenibilidad manifiesta. Esto no significa que no pueda usar recursos no renovables, pero debe hacerlo racionalmente, especialmente por amor a la única Tierra que tenemos y en solidaridad con las generaciones futuras. Hay recursos que son abundantes como el carbón, el aluminio y el hierro, con la ventaja de que pueden ser reciclados.
Una sociedad sólo puede ser considerada sostenible si ella misma, por su trabajo y producción va haciéndose más y más autónoma. Si ha superado niveles agudos de pobreza, o tiene condiciones para ir disminuyéndola de manera creciente . Si sus ciudadanos estan ocupados en trabajos significativos. Si hay seguridad social garantizada para aquellos que son demasiado j ó venes o mayores o enfermos y no pueden ingresar en el mercado de trabajo. Si la igualdad social y política, y también la de g é nero, es buscada continuamente. Si la desigualdad econ ó mica se reduce a niveles aceptables. Y, finalmente, si sus ciudadanos son socialmente participativos y de este modo pueden hacer concreta y continuamente perfectible la democracia. Según estos criterios, Brasil está lejos todavía de ser una sociedad sostenible.
Tal sociedad sostenible debe plantearse continuamente la pregunta: ¿ cu á nto bienestar puede ofrecer al mayor número de personas posible con el capital natural y cultural de que dispone? Obviamente esta pregunta supone la sostenibilidad previa del Planeta, sin la cual todos los demás proyectos perderían su base y serían vanos.
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