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5.- Conclusión
Como pueden ver, la ciencia de la evolución humana tiene, más o menos un siglo y medio de existencia, si hacemos coincidir (admitimos que un tanto arbitrariamente, pues es cierto que se podrían coger otras fechas un poquito más recientes) su nacimiento con la fecha del descubrimiento de los fósiles de neandertal de la cueva Feldhofer. De esos ciento cincuenta años los últimos seis años han visto tantos descubrimientos espectaculares e importantísimos como en los 144 años anteriores. Tanto en trascendencia para este campo de la ciencia como en número.
Estamos objetivamente convencidos que en los próximos años se producirán nuevos grandes descubrimientos. Y estén Ustedes atentos a los nombres que han oído aquí, porque no tengan duda alguna de que el curso Medio del Río Awash seguirá dando grandes hallazgos, lo mismo que Atapuerca (este verano, sin ir más lejos, el fabuloso yacimiento burgalés ha hecho ver la luz nuevos fósiles de gran importancia), Dmanisi (yacimiento del que ya dijimos que no se está investigando más que en una parte muy pequeña de su riqueza potencial ¿qué pasará cuando se extiendan las excavaciones a otros lugares del yacimiento? No lo duden, todos los indicios apuntan en una misma dirección: seguro que aparecerán más restos humanos), el Lago Turkana o el desierto del Djurab, por poner algún ejemplo. ¿Y qué decir de la Isla de Flores? No dejen de mirar hacia allí porque va a ser otro de los ojos de ese huracán tan apasionante quees la ciencia de la evolución humana.
Ahora bien. Pese a todos los grandes descubrimientos que se han hecho estos últimos seis años (y, en general, en el último siglo y medio), lo cierto es que las grandes preguntas (aquellas con las que abríamos esta conferencia) siguen en pie:
¿Cuál fue el primero de los homínidos que abría el linaje que conduciría hasta nosotros? ¿Cómo se originó el ser humano? ¿Cuándo, dónde, y, sobre todo a partir de que especie de homínido prehumano surgió el género humano? ¿Quiénes fueron los primeros seres humanos? Por increíble que les pueda parecer, tampoco esto está claro y es objeto de un vivo debate. ¿Cómo se originó nuestra especie? ¿Dónde y cuando surgió? ¿A partir de quién evolucionamos los humanos actuales? Y más importante todavía: ¿Qué es ser humano? ¿Somos entes exclusivamente materiales? ¿O contamos con dimensiones espirituales? ¿Cuál es el destino de cada persona en particular y de la humanidad en general?
Éstas y tantas otras preguntas como estas (75) siguen esperando “la” respuesta clara y definitiva.
A la ciencia de la evolución humana hay que reconocerle su grandeza; pues cada día aporta más datos y de mayor trascendencia, tal como creemos haber podido demostrar a lo largo de esta exposición, para el conocimiento del itinerario biológico de nuestra historia evolutiva. Y no cabe duda de que en los próximos años seguirá aportando conocimientos de gran importancia, tal como hemos apuntado anteriormente, para comprender mejor nuestro pasado evolutivo.
Aunque también es cierto que hay preguntas de carácter científico a las que cada vez se ve más claro que tal vez no pueda resolver nunca. Luego, en evolución humana, deberemos de esforzarnos por distinguir entre nuestra ignorancia coyuntural (y de la que iremos saliendo progresivamente, a medida que se vayan haciendo nuevos descubrimientos) de nuestra ignorancia estructural (aquella que se deriva de la naturalezas del tema en cuestión).
Esto ha de servirle para reconocer, con humildad, sus límites. Es evidente que sus propios métodos de investigación le impiden poder responder (ahora y siempre) a algunas de las cuestiones fundamentales que se plantea todo ser humano en cuanto tal; por ello cabe distinguir entre el evolucionismo como teoría científica y el uso ideológico que se hace de algunas de las conclusiones a las que llegan los estudios en materia de evolución humana. Uso, y abuso, totalmente espúreo a la ciencia de la evolución humana en sí misma. Pero el hecho de que la ciencia de la evolución humana no las pueda responder nunca no significa que los humanos renunciemos a plantearnos estas cuestiones así como a la búsqueda de una respuesta razonable.
Hay cuestiones científicas relacionadas con la evolución humana que un día podremos resolver y conocer su verdad con un altísimo grado de fiabilidad. Hay otros interrogantes que, aún siendo de naturaleza científica, quizás nunca podamos conocer con absoluta claridad. Y, finalmente, hay otras cuestiones relacionadas con el hombre, y sumamente importantes para nuestras vidas, que por su propia naturaleza están más allá de lo que la ciencia de la evolución humana puede dar de sí. De ahí que nos resulte necesario escuchar a la metafísica y a la teología para ver qué es lo que de cierto pueden decirnos a cerca de los interrogantes fundamentales que inquietan a la conciencia humana.
Según nuestra opinión, a la paleoantropología hay que recordarle que no puede contestar a todas las preguntas que se plantea el ser humano, y por ello no ha de mirar con desprecio a la metafísica y a la teología, por el simple hecho de no razonar usando los mismo métodos. Y a éstas hay que recordarles que ellas no han de mirar con recelo a la ciencia de la evolución humana acusándola de materialista. Para ellas es bueno tener muy presentes los datos y las conclusiones (por muy provisionales que puedan ser) aportadas por esta ciencia. Así mismo, ellas deben recordar aquellas palabras que pronunció Juan Pablo II ante la Academia Pontificia de Ciencias el 22 de octubre de 1996 y en las que afirmó explícitamente que “la teoría de la evolución [humana] es más que una hipótesis” (76).
Los seres humanos necesitamos, pues, la aportación y la colaboración sincera, respetuosa y honesta de todas las ramas del saber implicadas en las explicaciones de los interrogantes más importantes que podemos plantearnos como humanos acerca de nosotros mismos.
Después de todo lo dicho no me queda más que agradecerles su presencia e interés por estos temas, así como su paciencia por escucharme. Le agradezco también a la Universidad de Navarra el haberme honrado con su confianza al haberme invitado a dar esta conferencia sobre evolución humana. Muchas gracias a todos ustedes.
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Y nosotros sinceramente agregamos, gracias a Ud. Sr. Profesor Carlos A. Marmelada.
Un trabajo de una calidad academica notable, vale la pena leerlo y estudiarlo. _____________________________________________________________
Notas y Bibliografia (La bibliografia se las damos para que nos sirva de ejemplo, un trabajo asi requiere de un gran trabajo y preparacion) (1) Heráclito de Éfeso siglos VI y V a. de C. (probablemente -544/-484) es un buen ejemplo. Así según el testimonio de Plutarco, el efesio afirmaba que: “anduve buscándome a mí mismo” (Fr. 101, Plutarco, adv. Colot. 20, 1118c)
(2) Gamble, Clive: Gibraltar and the Neanderthals 1848-1998 ; Journal of human Evolution, Vol. 36, pp. 239-243, 1999.
(3) Nombre tomado de Aldous Huxley; quien opinaba que el eslabón perdido debía ser algo intermedio entre el hombre y el mono y por ello le llamo: Pithecanthropus; y, naturalmente, no debía hablar (alalus). A este respecto cabe recordar las palabras de Ralph L. Holloway: “Nunca podremos saber si los Australopithecus, Homo erectus, homo habilis o los neandertales podían hablar, sino es que se inventa alguna cosa que nos permita viajar al pasado”; Diari Avui, 17 de noviembre de 2001, p. 34.
(4) El texto de su estudio sobre el cráneo de Taung y sus consideraciones sobre Australopithecus africanus las publicó en la revista científica Nature. Cf. Raymond A. Dart: Australopithecus africanus: The man-ape of South Africa ; Nature, Vol. 115, nº 2884, pp. 195-199, 7.II.1925.
(5) Aunque primero le llamaron Zinjanthropus boisei. Zinjanthropus significa: “hombre de África oriental”.
(6) Representando al grupo más numeroso y antiguo de homínidos hallado juntos hasta ahora.
(7) Cf. T.D. White, G. Suwa & B. Asfaw: Australopithecus ramidus, a new species of hominid from Aramis, Ethiopia ; Nature, Vol. 371, pp. 306-312, 1994.
(8 ) M. Brunet et al: The first australopithecine 2,500 kilometres west of the Rift Valley (Chad) ; Nature, Vol. 378, pp. 233-240; 1995. Cf. También M. Brunet et al: Australopithecus bahrelghazali, une nouvelle espèce d’Hominidé ancien de la région de Koro Toro (Tchad). C. R. Acad. Sci. Paris , Ser. IIa 322, 907-913, 1996.
(9) Cf. M.G. Leakey, A.C. Walker, C.S. Feibel & I. McDougall: New four-million-year-old hominid species from Kanapoi and Allia Bay, Kenya ; Nature, Vol. 376, pp. 565-571, 1995. Cf. también M.G. Leakey & A.C. Walker: Antiguos fósiles de homínidos en África; Investigación y Ciencia, agosto de 1997, pp. 70-75.
(10) M.G. Leakey, A.C. Walker, C.S. Feibel, I. McDougall & C. Mark: New specimens and confirmation of an early age for Australopithecus anamensis ; Nature, Vol. 393, pp. 62-66, 1998.
(11) Para un conocimiento detallado de la morfología de anamensis ver M.G. Leakey, A.C. Walker & C.V. Ward: Morphology of Australopithecus anamensis from Kanapoi and Allia Bay, Kenya ; Journal of Human Evolution 41, 235-368, 2001.
(12) B. Asfaw , T. D. White, O. Lovejoy, G. Suwa et al: Australopithecus garhi: A new species of early hominid from Ethiopia. Science, 23 de abril de 1999, Vol. 284, nº 5414, pp. 629-635. Cif. También J. Desmond Clarck, Tim D. White et al: Envairoment and behavior of 2.5-million-year-old Bouri Hominids; Science, 23 de abril de 1999, Vol. 284, nº 5414, pp. 625-629.
(13) J.M. Bermúdez de Castro, J.L. Arsuaga, E. Carbonell, et. al: A hominid from the Lower Pleistocene of Atapuerca, Spain: Posible ancestor to neandertals and modern humans ; Science 276, 30 de mayo de 1997, pp. 1392-1395.
(14) Francesco Mallegni, et. al: Homo cepranensis, sp. Nov. And the evolution of African-European Middle Pleistocene hominids ; Comtes Rendus Palevo, 2003, vol. 2, nº 2, pp. 153-159.
(15) La relación entre
afarensis y africanus es objeto de debate. Para unos afarensis es el ancestro de africanus. Para otros es imposible que esto sea así y africanus debería ser el descendiente de otra especie de Australopithecus, por ejemplo, en Sudáfrica, en la cueva de Sterkfontein, se está desenterrando pacientemente el esqueleto de un Australopithecus aún por determinar (Little Foot.). Lee R. Berger (de la universidad de Witwatersrand, la misma en la que trabajó Raimond Dart) es de los que opinan que afarensis no puede ser la especie madre de africanus, porque, si bien es cierto que el cráneo de afarensis es notoriamente más arcaico que el de africanus, también lo es que el resto del esqueleto postcraneal de este homínido muestra rasgos más primitivos que el del espécimen de Hadar. Luego ambas especies, argumenta, Berger, deben descender de una antepasado común que tuviera un cráneo del estilo de afarensis y un esqueleto postcraneal más semejante al de africanus.
Todo esto puede parecer algo normal: se proponen teorías, se contrastan con los datos recabados en las excavaciones y se opta preferentemente por una y todo ello con la máxima normalidad. Pero en realidad no es así. Los debates en paleontología humana desatan pasiones entre los científicos. Y todo ello hasta extremos insospechados para quien es ajeno a este campo de la ciencia. Y el debate que se ha abierto en torno a si afarensis pasaba más tiempo en los árboles o si era más bípedo es un buen ejemplo de lo que decimos. Lee R. Berger recoge el ambiente crispado que rodeaba a esta polémica cuando nos dice que: “La vehemencia que acompaña a cualquier debate acerca de los orígenes humanos no estaba ausente de esta polémica sobre la ascensión a los árboles. De hecho, la década de 1980 y principios de la década de 1990 constituyeron un período de profundo desacuerdo entre los dos bandos, tan aguzado que la interpretación de la función de un solo músculo podía conducir a feroces enfrentamientos públicos entre los científicos. En las conferencias algunos quedaban excluidos de su grupo por el simple hecho de dirigir la palabra a un miembro del bando opuesto. Los estudiantes como yo nos vimos inmersos en una guerra fría entre hombres de ciencia que ponían en tela de juicio afirmaciones imposibles de comprobar sin una máquina del tiempo...” (Tras las huellas de Eva. El misterio delos orígenes de la humanidad. Ediciones B, 2001, p. 195).
(16) Avatares que están, en parte, narrados por Declan Butler en su artículo: The battle of Tugen Hills, Nature 410, 508-509, 29 de Marzo de 2001.
(17) Los datos técnicos se publicaron en Brigitte Senut, Martin Pickford, Yves Coppens et alt: First hominid from the Miocene (Lukeino Formation, Kenya) ; Comptes Rendus de l’Académie des Sciences, Paris, serie IIa, Sciences de la Terre et des Planètes, nº 322, pp. 137-144, 2001.
(18) Cf. M. Pickford & H. Ishida: A new late Miocene hominoid from Kenya: Samburupithecus kiptalami gen, et sp. nov. ; C. R. Acad. Sci. Paris 325, pp. 823-839, 1998.
(19) Un género de homínidos propuesto por Weinert en 1950 y que a finales de los noventa del pasado siglo veía como algunos autores (Bernard Wood y Mark Collard, por ejemplo) proponían su rehabilitación. Según Pickford y Senut este género estaría formado por ejemplares hasta ahora mal catalogados; e incluiría algunos fósiles atribuidos erróneamente a Australopithecus afarensis, así como la mandíbula de Chad asignada por Michel Brunet a Australopithecus bahrelghazali.
(20) En este sentido Ron Clarke (investigador del Departamento de Antropología y Genética humana de Francfort, Alemania, y de la Unidad de investigación de Sterkfontein, Departamento de Anatomía de la facultad de Medicina de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, Sudáfrica) afirma que: “Orrorin tugenensis demuestra definitivamente la existencia de homínidos hace 6 Ma.”; C.R. Clarke: Nuevos géneros de fósiles; Mundo Científico, nº 228, p. 28, 2001.
(21) Yohannes Haile-Selassie: Late Miocene hominids from the Middle Awash, Ethiopia ; Nature, Vol. 412, pp. 178-181, 2001.
(22) Yohannes Haile-Selassie; Gen Suwa & T. D. White 2004: Late Miocene Teeth from Middle Awash, Ethiopia, and Early Hominid Dental Evolution. Science 303: 1503-1505.
(23) Carlos Lorenzo: Primeros homínidos. Géneros y especies. En VV.AA: Homínidos. Las primeras ocupaciones de los continentes; Ed. Ariel, Barcelona, 2005, p. 108.
(24) M. Brunet, D. Pilbeam, Y. Coppens, L. De Bonis, Marcia Ponce De Leon, Christoph Zollokofer, et alt: A new hominid from the Upper Miocene of Chad, Central Africa ; Nature, 418, pp 145-151, 11.VII.2002. Cif. También Carlos A. Marmelada: Descubierto en Chad el posible antepasado más lejano del hombre; Aceprensa, 17 de julio de 2002, Servicio 103/02.
(25) Cf. Patrick Vignaud et alt: Geology and paleontology of the Upper Miocene Toros-Menalla hominid locality, Chad. Nature, 418, pp. 152-155, 11.VII.2002.
(26) Chris Stringer: La evolución humana; Ed. Akal, Madrid, 2005, p. 115.
(27) M. Brunet et alt: A new hominid from the Upper Miocen of Chad, Central Africa ; Nature, 418, p. 145.
(28) Ibidem, p. 151.
(29) M. Wolpoff, M. Pickford & B. Senutt: Sahelanthropus or "Sahelpithecus”? ; Nature, Vol 419, 10 de octubre de 2002, pp. 581-582.
(30) Cif. Carlos A. Marmelada: Toumaï. ¿Homínido o mono?; Aceprensa, 23 de octubre de 2002, servicio 138/02.
(31) Brunet et. al. reply: Sahelanthropus or "Sahelpithecus”? ; Nature, Vol 419, 10 de octubre de 2002, p. 582.
(32) M. Brunet et alt: A new hominid from the Upper Miocen of Chad, Central Africa ; Nature, 418, p. 151.
(33) Cf. Henry Gee: Toumaï, face of the deep ; Nature, Vol. 18, 11.VI.2002.
(34) B. Wood: Paleoanthropology: Hominid reveletion from Chad ; Nature, Vol. 418, pp. 133-135, 11.VII.2002.
(35) Ibidem.
(36) Chris Stringer op. cit. P. 117.
(37) “El debate continúa abierto, pero la especie mejor situada para ser considerada el primer homínido sigue siendo Ardipithecus, gracias a la morfología dental que presenta, especialmente por su canino pequeño e incisiviforme”. Carlos Lorenzo: op. cit. p. 109.
(38) “Hace mucho tiempo (...) unos primates peculiares fueron capaces de explotar las posibilidades de un nicho ecológico particular (...) El protagonista de ese logro evolutivo crucial para nuestra historia filogenética lo consideramos el primer miembro de un linaje evolutivo que conduce hasta nosotros (...) Ese ser se conoce como Orrorin tugenensis”. Camilo José de Cela Conde y Francisco Ayala: La piedra que se volvió palabra; Alianza Editorial, Madrid, 2006, pp. 14-15.
(39) Brigitte Senut: La aparición de la familia del hombre; en VV.AA: Los orígenes de la humanidad. Vol. I, Ed. Espasa, Madrid, 2004, p. 189.
(40) Ibidem, pp. 198-199.
(41) Jordi Agustí y David Lordkipanidze: Del Turkana al Cáucaso; National Geographic, RBA, Barcelona, 2005, p. 62.
(42) Para un análisis del impacto que han tenido todos estos descubrimientos en las distintas propuestas filogenéticas ver Leslie C. Aiello & Mark Collard: Our newest oldest ancestor?; Nature, Vol. 410, pp. 526-527, 29.III.2001. Cf. También Daniel E. Lieberman: Another face in our family tree; Nature, Vol. 410, pp. 419-420, 22.III. 2001, quien califica a Kenyanthropus como un “aguafiestas” por haber complicado el árbol genealógico de los homínidos, demostrando que la variabilidad y la diversidad del mismo es mucho mayor de la supuesta hasta la fecha. Cf. también Clarke, Ron: Nuevos géneros de fósiles; Mundo Científico, nº 228, pp. 24-28 y Cohen, Claudine: Nuestros ancestros en los árboles; Mundo Científico, nº 228, pp. 28-33.
(43) Cf. M. Leakey, F. Spoor et alt: New hominin genus from eastern Africa shows diverse middle Pliocene linages ; Nature, vol. 410, pp. 433-440, 22.III.2001.
(44) KNM son las iniciales de Kenyan National Museums y WT hace referencia al área geográfica en la que se realizó el hallazgo: el oeste (West) del Lago Turkana, en el noroeste de Kenia.
(45) Leo Gabunia, Marie Antoine de Lumley, Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Henry de Lumley: Discovery of a new hominid at Dmanisi (Transcaucasia, Georgia); Comtes Rendus Paleov, septiembre de 2002, vol. 1, nº 4, pp. 243-253. Cif. también, Ann Gibbons: Oldest members of Homo sapiens discovered in Africa ; Science, Vol. 300, 13 de junio de 2003, p. 1641.
(46) Para más información sobre Homo gorgicus y todo lo relativo a Dmanisi ver, por ejemplo, Jordi Agustí y David Lordkipanidze: Del Turkana al Cáucaso ; Leo Gabunia, Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Carl C. Swisher, Marie-Antoinette de Lumley, et al: Earliest Pleistocene Hominid Cranial Remains from Dmanisi, Republic of Georgia: Taxonomy, Geological setting, and Age ; Science 2000, May 12; 288: 1019-1025. Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Jordi Agustí, Marcia Ponce de León, Christoph Zollikofer, et al: A new skull of early Homo from Dmanisi, Georgia ; Science 2002, July 5, 297: 85-89.
(47) Cif. T. D White, B. Asfaw, G. Suwa et al: Pleistocene Hom sapiens from Midle Awash, Ethiopia ; Nature, Vol. 423, 12 de junio de 2003, pp. 742-747. Para conocer algunas de las reacciones que ha despertado Homo sapiens idaltu entre los expertos ver Chris Stringer: Out of Ethiopia; Nature, Vol. 423, pp. 692-695, 12 de junio de 2003; Ann Gibbons: Oldest member of Homo sapiens discovered in Africa ; Science, vol. 300, p. 141, 13 de junio de 2003; Sarah Graham: Skulls of Homo sapiens recovered; Scientific American Digital (http://www.sciam.com). En la web oficial de la Universidad de Berkeley
(http://www.berkeley.edu/news/media/releases) se pueden ver videos grabados in situ, fotos, entrevistas a Tim D. White, artículos en los que se exponen detalles científicos y anécdotas relacionadas con los hallazgos.
(48) J. Desmond Clark et al: Stratigraphic, chronological and behaviorual context of Pleistocene Homo sapiens from Middle Awash, Ethiopia; Nature, Vol. 423, 12 de junio de 2003, p. 747 y ss. Y William K. Hart: Geochronology (communication arising)= Dating of the Herto hominin fossils ; Nature, Vol. 426, 11 de diciembre de 2003, p. 622 y ss.
(49) Ian McDougall, Francis Brown y John Fleage, Stratigraphic placement and age of modern humans from Kibish , Nature 433, 17 febrero de 2005, pp. 733-736.
(50) Christopher Henshelwood et al: Emergence of modern human behavior: Middle Stone Age engravings from South Africa , Science 295 (febrero 2002), p. 1279. Sobre la aparición de la conducta humana moderna cif. Carlos A. Marmelada: El origen de la conducta humana moderna ; Aceprensa, 11 de septiembre de 2002, Servicio 117/02.
(51) P. Brown, M.J. Morwood, et. al: A new small-bodied hominin from thelate pleistocene of Flores, Indonesia ; Nature, 431, 28 de octubre de 2004, pp. 1055-1061. Cf. también Marta Mirazón y Robert Foley: Human evolution writ small; Nature 431, 28 de octubre de 2004, pp. 1043-1044. Para el conocimiento del contexto arqueológico y la datación del yacimiento ver M.J. Morwood, R.G. Roberts, et. al: Archeology and age of a new hominin from Flores in eastern Indonesia; Nature 431, 28 de octubre de 2004, pp. 1087-1091.
(52) D. Falk, Ch. Hildebolt, M. Morwood, P. Brown, et. al: The brain of LB1, Homo floresiensis ; Science Express, 3 de marzo de 2005. Cf. también, Michael Balter: Small but smart? Flores hominid shows signs of advanced brain ; Science 307, 4 de marzo de 2005, pp. 1386-1389.
(53) Dato calculado a partir de una reconstrucción virtual del cráneo usando técnicas de tomografía computerizada (TC).
(54) Opinión expuesta por Groves en Larry Barham: Some initial informal reactions to publication of the discovery of Homo floresiensis and replies from Brown & Morwood ; en Before Farming 2004/4 article 1, p. 2.
(55) Réplica de Morwood y Brown a Groves en Larry Barham: Some initial informal reactions to publication of the discovery of Homo floresiensis and reptils from Brown & Morwood ; Before Farming 2004/4 article 1, p. 5.
(56) Ibidem.
(57) “Bones of contention” es una frase que empieza a ser moneda de curso corriente en el mundo de la paleontología humana.
(58 ) “No existe razón a priori para pensar que los australopitecinos (o incluso H. habilis -¿En cualquier caso no debería ser al revés? Nota del autor-) no colonizaron otros continentes. Pero si los Australopithecus salieron de África y pervivieron en Flores hasta hace poco tiempo, tendríamos que preguntarnos por qué no aparecen más fósiles que apoyen esta hipótesis. Según Wolpoff, puede que éstos ya se hayan encontrado. En los años cuarenta del siglo pasado se hallaron en Indonesia un conjunto de restos que han sido clasificados por diversos autores como Australopithecus, Meganthropus y, más recientemente, H. erectus. Ahora deberían ser reexaminados a la luz de los nuevos fósiles humanos de Flores” (Kate Wong: El hombre de Flores; Investigación y Ciencia, abril de 2005, nº 342, p. 28).
(59) R. D. Martin et al: Comment on “The brian of LB1. Homo floresiensis”; Nature, Vol. 312, 19 de mayo de 2006, p. 999b.
(60) Anthropologists walk tall after unearthing hominid ; Nature 434, 10 de marzo de 2005, p. 126. Algo similar puede verse en Science; cf. Ann Gibbons: Skeleton of upright human ancestro discovered in Ethiopia ; Science 307, 11 de marzo de 2005.
(61) T.D. White, B. Asfaw, G. Suwa, Y Haile-Selassie, Elisabeth S. Vrba, C. Owen Lovejoy, et al: Assa Isse, Aramis and the origin of the Australopithecus ; Nature, Vol. 440, 13 de abril de 2006, pp. 883-889.
(62) William H. Kimbel, Meave Leakey, Donald C. Johanson: Was Australopithecus anamensis ancestral to A. afarensis? A case of anagenesis in the hominin fossil record ; Journal of human evolution, Vol. 51, issue 2, agosto de 2006, pp. 134-152.
(63) Lee R. Berger: Tras las huellas de Eva; Ediciones B, Madrid, 2001, p. 222.
(64) Cif. Carlos A. Marmelada: ¿Es Pierolapitheucs catalaunicus el eslabón perdido?; Aceprensa, 15 de diciembre de 2004, Servicio 161/04.
(65) Cif. Carlos A. Marmelada: Los neandertales no son antepasados nuestros; Aceprensa, 14 de junio de 2006, Servicio 068/06.
(66) Camilo José de Cela Conde y Francisco Ayala: Senderos de la evolución humana; Alianza Editorial, Madrid, 2001, p. 418.
(67) Cann, R. L.; Stoneking, M. y Wilson, A. C: Mitochondrial DNA and human evolution ; Nature, 325, 31-36, 1987.
(68) Krings, Matthias; Pääbo, Svante et al: Neandertal DNA Sequences and the Origin of Modern Human ; Cell, 90, 19-30, 1997.
(69) Krings, M.; Pääbo, S. et al: DNA sequencece of the mitochondrial hipper variable region II from the Neanedertal type especimen ; Pro. Natl. Acad. Sci., Vol 96, pp. 5581-5585, may 1999.
(70) Ovchinnikov, Igor V. et al: Molecular análisis of Neandertal DNA from the northern Caucasus ; Nature, 404, 30 march 2000, pp. 490-493. Cif también Höss, Matthias: Ancient DNA: Neanderthal population genetics ; Nature 404, 30 march 2000, pp. 453-454.
(71) Krings, Matthias; Pääbo, Svante et al: A view of Neanderthal genetic diversity ; Nature genetics, Vol. 26, october 2000, pp. 144-146.
(72) Lalueza Fox, Carlos; Bertranpetit, Jaume; Rosas, Antonio et al: Neandertal Evolutionary Genetics: Mitochondrial DNA data from the Iberian Peninsula. Molecular Biology and Evolution vol. 22, 2 de febrero de 2005, pp. 1077-181.
(73) Cela Conde, Camilo José de y Ayala, Francisco: Op. cit.; p. 431.
(74) Stoneking, Mark y Pakenford, Brigitte: Mitochondrial DNA and human Evolution ; Annual Review Genomics Human Genetics; Vol. 6, pp. 165-183, 2005.
(75) Cif. Carlos A. Marmelada: Luces y sombras en el estudio de la evolución humana; Universidad de Navarra,
http://www.unav.es/c...esysombras.html.
(76) Juan Pablo II, Mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias; 22 de octubre de 1996, n. 4: en L’Osservatore Romano, edición en castellano, 25 octubre 1996, p. 5.
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