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Continuamos con los principales grupos de seres vivos.
Para hacer hacer tareas y profundizar... adpatado de Ed. Harcourt______________________________________________
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Según... V. Ausina Ruiz y J. Arnal Millán
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Cuando se inició el estudio de los microbios y parásitos se trató de incluirlos en alguno de los dos grandes reinos de la naturaleza. Los microorganismos poseían un rasgo que los definía y a su vez los diferenciaba de los animales y de los vegetales, su organización biológica elemental, pues la de los animales y vegetales era evidentemente mucho más compleja.
La mayor parte de los micoorganismos son seres unicelulares. También pueden ser multicelulares, pero en este caso están compuestos por células indiferenciadas que al asociarse no forman tejidos con funciones especializadas, sino que cada una de ellas constituye un organismo completo e independiente dotado de su propia capacidad de reproducción.
Por todo ello, en 1866, uno de los discípulos de Darwin, el zoólogo aleman Haeckel, propuso como solución la creación de un tercer reino, el Protista (o Protoctista según Hogg y Copeland), que incluiría a los seres vivos dotados de una organización biológica elemental.
Los animales y vegetales presentan la estructura de la célula eucariota y los protistas, caracterizados por su organización biológica elemental, se pueden diferenciar a su vez por la estructura celular, pues, mientras que las algas, hongos y protozoos presentan la estructura de la célula eucariota, las bacterias adoptan la estructura más simple de la célula procariota.
Teniendo en cuenta que dentro de los procariotas sólo se encuentran las bacterias se decidió la creación de un cuarto reino, el reino Monera (del griego monos, que significa "solo").
En consecuencia, el reino Protista quedó restringido a dos grandes grupos, algas y protozoos. Los primeros son autótrofos uni o pluricelulares (utilizan para su metabolismo sustancias inorgánicas que incorporan del medio) y los segundos heterótrofos unicelulares (obtienen la energía a partir de sustancias orgánicas).
Los hongos han sido agrupados tradicionalmente junto a las plantas, pero no existe ninguna duda de que constituyen realmente una línea evolutiva independiente, por lo que forman también un único reino, Fungi.
Quedan fuera de esta clasificación los virus, seres de estructura subcelular y tamańo ultramicroscópico, que forman un grupo aparte, no incluido, al igual que los viroides y los priones, en ninguno de los reinos de la naturaleza.
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SERES VIVOS CON CAPACIDAD PATÓGENA PARA EL HOMBRE
VIRUS
Los virus son fragmentos de ácido nucleico, DNA o RNA, capaces de multiplicarse en una célula y pasar a otras para iniciar un nuevo ciclo de replicación. Como los ácidos nucleicos son muy vulnerables en el medio extracelular, antes de abandonar las células en las que se han multiplicado, se rodean de una cubierta de estructura proteica, denominada cápside. Algunos, además, están rodeados por fuera de la cápside de una envoltura, llamada peplo, de estructura lipídica. Los virus estructuralmente completos se denominan viriones, y poseen un tamańo ultramicroscópico (20-400 nm), por lo que son visibles únicamente mediante el microscopio electrónico.
Los virus carecen de sistemas para obtener y almacenar energía y para efectuar la síntesis proteica, por ello son simbiontes obligados de las células, tanto procariotas como eucariotas, de las que dependen para su replicación.
Los virus pueden aislarse y propagarse por cultivo en líneas celulares. La estructura antigénica constituye el carácter más utilizado para su diferenciación e identificación.
Muchos de los virus que infectan al hombre le causan enfermedad, ya que al replicarse en las células las lesionan, de modo directo o por mecanismo inmune, produciendo alteraciones patológicas más o menos importantes. Algunos virus, aparte de su potencial acción citopática sobre las células que infectan, poseen capacidad oncogénica.
La mayoría de las enfermedades causadas por virus en el hombre suelen ser de curso agudo y autolimitadas (gripe, rubéola, parotiditis, etc.). Otras pueden ser recidivantes (herpes simple) y/o persistentes (hepatitis B) por estar causadas por virus que son capaces de mantenerse en estado de latencia en el organismo después de la primoinfección. Entre las enfermedades persistentes, algunas progresan más lentamente, dando lugar a enfermedades "lentas", en forma de síntomas tardíos y muchas veces afectando al sistema nervioso central.
La clasificación de los virus se efectúa en base a sus características morfológicas, químicas y de hospedador; en patología infecciosa es común agrupar algunos virus en función de la enfermedad que causan, estudiando conjuntamente virus que poseen características heterogéneas (virus respiratorios, causantes de hepatitis, oncogénicos, etc.).
Los virus no sólo infectan a todas las especies de eucariotas, sino que también son frecuentes en bacterias; estos últimos se denominan bacteriófagos o simplemente fagos.
Los viroides son patógenos ultramicroscópicos distintos de los virus ya que tienen un tamańo aún más pequeńo que los genomas víricos y carecen de cubiertas proteicas. Solamente se conoce la existencia de viroides en plantas. Al igual que los virus, se cree que se originaron a partir de genomas de bacterias y eucariotas.
BACTERIAS
Presentan estructura de célula procariota. La pared bacteriana es una estructura rígida, situada por fuera de la membrana citoplásmica, que constituye un exoesqueleto. Su composición química básica está formada por un polímero de dos aminoazúcares (N-acetil glucosamina y N-acetil murámico) que se alternan para formar filamentos. Estos polímeros se fijan entre sí por pequeńos péptidos. Del N-acetil murámico se originan unos tetrapéptidos, los cuales se enlazan por otros puentes peptídicos.
Según las características de su pared celular las bacterias pueden dividirse en dos grandes grupos, que se diferencian fácilmente entre sí al observarlas al microscopio óptico después de haber sido teńidas por el método de Gram. En esta técnica de tinción, desarrollada por Christian Gram en 1883, se utiliza como colorante el violeta de genciana. Después de esta primera tinción, se descolora la preparación con alcohol y acetona. Unas bacterias, las grampositivas, resisten la descoloración y persisten teńidas de violeta intenso, mientras que otras, las gramnegativas, se descoloran. Para poder observar estas bacterias descoloradas se utiliza un colorante como la safranina que las tińe de color rosa pálido, contrastando claramente con el violeta. Este comportamiento distinto depende de diferencias en la estructura de la pared, que coinciden con otras características relacionadas filogenéticamente y que tienen implicaciones importantes en la taxonomía y en la clínica.
En las bacterias grampositivas el peptidoglicano es muy grueso, constituyendo una ancha malla tridimensional a través de la cual emergen radialmente al exterior estructuras fibrilares polisacáridas, entre otras los ácidos teicoicos. También existen proteínas fibrilares que emergen desde el peptidoglicano a la superficie. Algunas de estas estructuras constituyen los principales antígenos de superficie de las bacterias grampositivas y/o tienen funciones de adhesión.
En las bacterias gramnegativas el peptidoglicano forma una malla fina, existiendo por fuera del mismo, y unida a él por lipoproteínas, una membrana externa, que no se encuentra en las bacterias grampositivas. Entre la membrana externa y la membrana citoplasmática se delimita un espacio, denominado periplásmico.
La membrana externa se diferencia de la membrana celular por tres características particulares:
1) existencia de lipoproteínas, algunas de las cuales se fijan al peptidoglicano;
2) presencia de proteínas denominadas porinas, que delimitan unos canales a través de los cuales se regula el flujo de sustancias en función fundamentalmente de su tamańo, hidrofilia y carga molecular neta, y
3) la disposición en la capa externa de lipopolisacáridos, cuya porción lipídica (lípido A) se comporta como toxina (endotoxina) cuando es liberada y el polisacárido como antígeno somático (antígeno O).
Algunas bacterias con la estructura básica de las grampositivas, como las micobacterias y nocardias, poseen una pared rica en ácidos grasos de cadena larga (ácidos micólicos y ceras) junto a proteínas y polisacáridos. Estos ácidos grasos les confieren propiedades particulares; entre ellas una mayor resistencia a agentes químicos, como los ácidos y álcalis. Se tińen mal por el método de Gram y lenta pero intensamente, calentando la preparación, con colorantes como la fucsina (rojo). Una vez teńidas con este colorante, a diferencia del resto de las bacterias, resisten la descoloración por ácidos y alcoholes, denominándose bacterias ácido-alcohol resistentes.
Existen bacterias, como los micoplasmas, que carecen de pared. Estas bacterias son las únicas que contienen esteroles en su membrana celular.
La pared celular bacteriana evita la ruptura osmótica de la membrana citoplasmática ya que, en condiciones normales, la presión intracelular es más elevada que la extracelular. Secundariamente, esta pared rígida confiere la forma característica de cada bacteria. Según la morfología pueden distinguirse cuatro tipos de bacterias: cocos (de forma esférica), bacilos (de forma alargada), espiroquetas (de forma espirilar) y bacterias sin pared o mollicutes (de forma irregular).
Localizadas externamente con respecto a la pared bacteriana, algunas bacterias presentan unas estructuras poliméricas, generalmente de naturaleza polisacárida, que pueden ser productos de síntesis celular exportados (cápsula) o productos sintetizados extracelularmente por exoenzimas bacterianas a partir de sustratos extracelulares (glicocálix).
La cápsula posee una notable capacidad antigénica y su actividad antifagocitaria la convierte en un importante factor de virulencia para las bacterias que la poseen.
El glicocálix envuelve a las células bacterianas y facilita su adhesividad a diversas estructuras, como el esmalte de los dientes, formando el sarro. Retiene humedad y nutrientes y puede dificultar la fagocitosis y el acceso de los antibióticos y los anticuerpos a sus lugares de acción sobre la bacteria.
Algunos bacilos grampositivos, en situaciones ambientales adversas, son capaces de generar formas de resistencia denominadas esporas. Una espora bacteriana contiene una copia completa del material genético de la bacteria, estructuras para la síntesis proteica, parte de los sistemas enzimáticos para la obtención de energía y sustancias de reserva, todo ello rodeado por varias envolturas concéntricas de diferente composición química, algunas de las cuales son muy resistentes a los agentes físicos y químicos. La forma y la localización de las esporas tiene valor para la identificación de las bacterias esporuladas.
En condiciones naturales las bacterias crecen en hábitats en los que se encuentran los elementos necesarios para su multiplicación. En las bacterias patógenas para el hombre, que son quimiorganotrofas, estos elementos son sustratos orgánicos, agua e iones minerales que forman parte de coenzimas. Aunque muchas bacterias de vida libre pueden crecer con nutrientes simples (una sola fuente de carbono y energía), muchas de las bacterias adaptadas a la vida parasitaria precisan de diversas moléculas orgánicas que no son capaces de sintetizar por carecer de la maquinaria enzimática necesaria para ello. A estas moléculas se las denomina factores de crecimiento y esas bacterias se denominan auxótrofas para esta determinada sustancia. Los medios de cultivo, al permitir la multiplicación bacteriana, permiten el aislamiento de las bacterias fuera de sus hábitats naturales y su propagación in vitro en el laboratorio.
Los medios de cultivo para las bacterias pueden ser líquidos, cuando los componentes nutritivos se hallan disueltos en solución acuosa (caldos), o sólidos, cuando esta solución acuosa se gelifica al ańadirle un polisacárido no degradable por las bacterias como el agar-agar. La ventaja fundamental de los medios sólidos, dispuestos en placas de Petri, consiste en que en ellos pueden aislarse de modo individualizado las distintas bacterias de una mezcla contenidas en un producto. Esto se consigue cuando se siembra mediante una asa bacteriológica la superficie del medio por técnica de agotamiento. A partir de las colonias aisladas, las bacterias pueden transferirse mediante la asa a otros medios de cultivo, líquidos o sólidos, en los que crecen en cultivo puro. A partir de los cultivos puros se efectúa su identificación, se evalúa su sensibilidad a los antibióticos y pueden realizarse otros estudios biológicos.
Para que se produzca la multiplicación, las bacterias deben sembrarse en medios que contengan los sustratos adecuados, pero además el medio debe poseer un pH conveniente y debe incubarse a una temperatura adecuada. Las bacterias patógenas para el hombre tienen su óptimo de crecimiento entre 35 y 37 °C (mesófilas). La atmósfera adecuada para la incubación depende del tipo respiratorio de las bacterias, que pueden ser aerobias (cuando requieren la presencia de O2 a tensiones equivalentes a la atmosférica), anaerobias (cuando sólo crecen en ausencia de O2) y microaerófilas (cuando su óptimo crecimiento se produce en presencia de tensiones de O2 inferiores a la atmosférica). Aquellas bacterias capaces de desarrollarse tanto en presencia como en ausencia de O2 se denominan facultativas.
Algunas bacterias patógenas, entre las que se incluyen Mycobacterium leprae y Treponema pallidum, no han logrado cultivarse en medios artificiales, por lo que para su propagación deben inocularse en animales de experimentación. Las bacterias de los géneros Rickettsia, Coxiella y Chlamydia requieren células vivas para su multiplicación, ya que son incapaces de desarrollarse en medios de cultivo artificiales
HONGOS
Los hongos están constituidos por células eucariotas de metabolismo heterótrofo que poseen una pared rígida formada fundamentalmente por quitina. Su membrana celular, como la de otras células eucariotas, contiene esteroles (ergoesterol).
Las células se disponen longitudinalmente formando largos filamentos denominados hifas. Aunque las hifas presentan en algunos casos paredes transversales, estos septos suelen estar perforados y permiten el paso libre de núcleos y material citoplásmico (hifas coenocíticas). Las hifas crecen por elongación de su extremo distal y de las partes más viejas surgen ramificaciones laterales que se entrecruzan e interconexionan, con un cierto grado de organización, pero sin formar verdaderos tejidos. El conjunto de filamentos entrelazados forma, al crecer, una mata o micelio, que puede hacerse macroscópicamente visible como una colonia fúngica. Los hongos pluricelulares con esta organización y disposición morfológica se denominan hongos filamentosos o mohos. Las setas son conjuntos densos de hifas estrechamente unidas que forman estructuras aéreas especializadas, portadoras de esporas.
Algunos hongos, adaptados a la vida en medios fluidos, son unicelulares y tienen forma redonda u ovoide; se denominan levaduras. Algunas levaduras secretan exopolímeros capsulares de naturaleza polisacárida que, como los de las bacterias, poseen capacidad antigénica y antifagocitaria. Otros hongos son dimórficos, pudiendo presentar morfología filamentosa o levaduriforme, dependiendo del medio, temperatura y otros factores.
Los hongos presentan reproducción asexuada o sexuada . Las levaduras se reproducen asexualmente por gemación. En los mohos, saliendo del mismo micelio vegetativo o a partir de un filamento especializado, se forman propágulas (esporas) asexuadas. Tras el apareamiento de hifas (o levaduras) de diferente polaridad sexual, y después de la cariogamia, recombinación genética y posterior meiosis, se producen esporas sexuales en órganos de reproducción diferenciados.
Según la estructura y morfología de los órganos de reproducción sexual, formados tras la fusión de las células gameto, se distinguen tres formas de reproducción: mediante zigosporas (hongos inferiores zigomicetos), formando ascosporas en el interior de un asca (hongos superiores ascomicetos) y formando basidiosporas que se sitúan libres, externamente, en una estructura denominada basidio (hongos superiores basidiomicetos). Los hongos en los que no se conoce su mecanismo de reproducción sexuada se denominan hongos imperfectos (deuteromicetos). La taxonomía fúngica está basada en la reproducción sexuada.
En los hongos inferiores, que se caracterizan por tener hifas anchas y sin septos transversales, las propágulas asexuadas se forman en el interior de una cavidad cerrada o esporangio y se denominan esporangiosporas. En los hongos superiores, que se caracterizan por poseer hifas septadas de menor diámetro transversal o son levaduras, las propágulas asexuadas se pueden producir por gemación, salir directamente de las hifas o a partir de estructuras especializadas (conidióforos) y se denominan conidias. La reproducción asexuada es importante para identificar a los hongos en el laboratorio.
Algunos hongos producen formas de resistencia denominadas clamidosporas, que tienen funciones similares a las de las esporas de las bacterias grampositivas.
Los hongos son esencialmente saprófitos, creciendo sobre materia orgánica a la que descomponen mediante exoenzimas, la absorben y reciclan. Al ser incapaces de realizar la fotosíntesis, la obtención de energía y la biosíntesis depende de los sustratos orgánicos que absorben.
Pueden cultivarse con relativa facilidad en medios de cultivo artificiales; tienen, en general, requerimientos nutritivos extraordinariamente simples. Crecen en medios artificiales tolerando amplias variaciones de pH, aunque se desarrollan mejor a pH discretamente ácido. Poseen un metabolismo heterótrofo semejante al de otras células eucariotas. La glucólisis seguida de respiración aerobia (ciclo de Krebs) constituye la vía habitual para la obtención de energía de los sustratos absorbidos. La mayoría de los hongos son aerobios estrictos, ya que no obtienen suficiente energía de los procesos fermentativos. Algunos son anaerobios facultativos, obteniendo energía de la glucólisis seguida de las fermentaciones anaerobias secundarias que dan lugar a la producción de diversos catabolitos, como ácido láctico y etanol, entre otros. La temperatura óptima de desarrollo de los hongos patógenos para el hombre varía desde 25-30 °C para los parásitos superficiales hasta los 35-37 °C para los que producen infecciones sistémicas.
Los hongos pueden vivir sobre materia orgánica muerta o como parásitos de otros seres vivos, fundamentalmente vegetales, pero también de los animales y del hombre.
A lo largo de la historia, los hongos han tenido importancia, no solamente gastronómica, sino también en las industrias de las fermentaciones y farmacéutica, como agentes productores de antibióticos y ciclosporina. Algunas setas alucinógenas han sido utilizadas por determinadas sociedades primitivas. Como causantes de efectos perjudiciales, diversos tipos de hongos fitopatógenos han constituido, en muchas ocasiones, verdaderas plagas que han causado graves pérdidas económicas en el sector agrícola.
Dejando aparte las intoxicaciones producidas por la ingestión de setas o alimentos contaminados con micotoxinas, la capacidad de los hongos de causar enfermedad en humanos parece ser un fenómeno accidental. Las infecciones fúngicas, generalmente causadas por mecanismo invasor, pueden clasificarse de acuerdo con los órganos o sistemas que afectan. De manera muy esquemática, las micosis se han dividido en cutáneas, subcutáneas y profundas, según que afecten la piel y/o anejos, o bien que la infección se extienda más allá de estas estructuras. Muchos hongos causantes de micosis subcutáneas y los patógenos primarios del hombre que causan infecciones sistémicas (dimórficos) se hallan restringidos a determinadas regiones geográficas o climáticas (zonas tropicales y subtropicales). Aunque en los individuos inmunocompetentes los hongos suelen causar enfermedades de evolución crónica, los hongos causantes de micosis sistémicas oportunistas dan lugar a infecciones de extraordinaria gravedad y evolución aguda.
PROTOZOOS
Los protozoos son microorganismos unicelulares, eucariotas y heterótrofos. Carecen de pared celular, por lo que pueden absorber y endocitar nutrientes, siendo la mayoría móviles. Su tamańo es variable, oscilando entre los 3 y 100 µm.
Adaptados originalmente a un hábitat acuático, muchos protozoos son de vida libre; pero otros son simbiontes obligados de los animales, incluyendo el hombre, al que pueden parasitar como hospedador único o requerir otro hospedador para completar su ciclo vital.
Todos se reproducen asexualmente, por división simple o múltiple, que en algunos grupos se alterna con formas de reproducción sexual. En los protozoos parásitos con reproducción sexual, el hospedador en el que ésta tiene lugar se denomina definitivo, y aquel en el que se produce reproducción asexual, intermediario. Algunos protozoos dan lugar, en condiciones desfavorables, a formas quísticas de resistencia.
Los protozoos por su tamańo pueden visualizarse fácilmente mediante el microscopio óptico, y presentan, en general, suficientes diferencias estructurales como para poder ser identificados por sus características morfológicas, por lo que no suelen utilizarse sistemáticamente los cultivos con fines diagnósticos.
Existen cinco grupos principales de protozoos. Los protozoos flagelados. Los rizopodos o amebas que se mueven mediante la emisión de seudópodos. Los ciliados, muchas de cuyas especies son de vida libre, mientras que otras habitan en el tubo digestivo de vertebrados e invertebrados; dentro de este grupo, la única especie de interés en medicina es Balantidium coli. Los miembros phylum Apicomplexa incluyen a los coccidios y al género Babesia. Son protozoos parásitos que viven en los líquidos o tejidos orgánicos del hospedador. Su ciclo vital se caracteriza por una alternancia de generaciones, una por reproducción sexual (esporogonia) y otra por fisión múltiple asexual (esquizogonia). Ambas generaciones pueden tener lugar en el mismo hospedador, pero en ocasiones es necesaria también una alternancia de hospedadores; por ejemplo, en el paludismo o la babesiasis. Antiguamente clasificados con los Sporozoa, los Microsporidia constituyen un grupo de parásitos intracelulares comunes de los artrópodos y los peces, pero en los últimos ańos han emergido también como patógenos humanos, afectando sobre todo a pacientes infectados por el HIV.
ALGAS
Los seres que obtienen la energía necesaria de la luz solar, como las algas y las plantas, no pueden nutrirse de sustancias orgánicas en ausencia de luz y por tanto no pueden vivir en el interior de otros seres vivos. Como consecuencia, no producen enfermedades. Algunas algas, sin embargo, pueden en ausencia de la luz multiplicarse a expensas de diversos sustratos orgánicos, mostrando en determinadas condiciones capacidades nutricionales semejantes a las de los hongos o protozoos. Ello explica que se hayan descrito algunos casos de enfermedad humana causados por algas.
Dentro de la división Chlorophyta o algas verdes, el género Prototheca ha demostrado poseer un papel patógeno oportunista en pacientes inmunocomprometidos en los que se han descrito infecciones de diferente localización y gravedad. También se producen casos de diarrea en viajeros a países tropicales y en pacientes con sida, causados por organismos que podrían corresponder a algas del género Chlorella.
HELMINTOS
Los helmintos o gusanos parásitos del hombre, según su forma y la naturaleza de su sistema reproductor se clasifican en dos grupos: Nemátodos o gusanos cilíndricos (sin segmentos o proglótides y con sexos separados) y Platelmintos o gusanos planos. Estos últimos se dividen a su vez en Céstodos (gusanos segmentados y hermafroditas) y Tremátodos (no segmentados, en forma de hoja, hermafroditas o con sexos separados).
Es frecuente que los helmintos estén provistos de dientes, ganchos, ventosas u otras estructuras que les sirven para adherirse, penetrar o erosionar los tejidos del hospedador. Muchos de los helmintos parásitos poseen también glándulas secretoras de productos líticos que sirven para digerir los tejidos del hospedador con objeto de utilizarlos como alimento o para que el gusano pueda desplazarse a través de ellos hasta el lugar en donde se establece y madura.
Cabe suponer que la pérdida total o parcial del tubo digestivo sea debida a que el parásito se localiza en un medio en el que abundan los alimentos predigeridos. Los órganos sexuales, por el contrario, se encuentran muy desarrollados.
La necesidad de estos parásitos de producir huevos en grandes cantidades y provistos de una cubierta protectora se debe a las vicisitudes con que se encontrarán los huevos después que han salido del útero. Los huevos o las larvas salen del huésped definitivo (en el que el parásito se ha reproducido sexualmente) y llegan a un medio donde muchos de ellos suelen perecer antes de tener la ocasión de infectar un nuevo hospedador. Además, muchas especies de helmintos necesitan de uno o más hospedadores intermediarios en los que se lleva a cabo la reproducción asexual o el desarrollo de la larva.
En algunas regiones del mundo, el clima y otras circunstancias del medio o las costumbres y hábitos alimenticios de sus habitantes favorecen el predominio de determinadas especies de helmintos.
En la mayoría de helmintiasis humanas el gusano adulto tiene su hábitat en el intestino.
ARTRÓPODOS
Los miembros del phylum Arthropoda son animales metazoos de simetría bilateral. Tienen apéndices articulados y un exoesqueleto duro, quitinoso, lo que les obliga a realizar varias mudas para poder ir creciendo en tamańo. Desde el huevo hasta llegar a individuos adultos pasan por etapas jóvenes inmaduras, mientras van cambiando paulatinamente, hasta completar todo su desarrollo (metamorfosis).
Los artrópodos de importancia médica se comportan como ectoparásitos; en esta denominación se incluyen aquellos parásitos que están en contacto temporal o viven permanentemente sobre la superficie externa del hospedador. La importancia de los artrópodos como animales perjudiciales para el hombre es triple: como causantes de pérdidas importantes en la agricultura y ganadería, como vectores de agentes infecciosos y como parásitos directos.
Los artrópodos de interés en patología humana pertenecen a tres clases: crustáceos, arácnidos e insectos.
El principal interés de los crustáceos radica en que los copépodos de agua dulce de los géneros Cyclops o Diaptomus son hospedadores intermediarios de helmintos parásitos humanos como Dracunculus medinensis o Diphyllobothrium latum.
Los artrópodos pueden ocasionar enfermedades humanas, como consecuencia de su picadura, por los siguientes mecanismos:
a)Por inoculación de sustancias tóxicas: En nuestro país son pocas las especies de artrópodos que pueden producir lesiones graves por este mecanismo. Entre las más peligrosas podríamos citar a arácnidos como Buthus occitanus (escorpión amarillo), Latrodectus tredecimguttatus (viuda negra) o insectos como Vespa cabro (avispón).
b)Por mecanismo de hipersensibilidad: En individuos alérgicos las sustancias ponzońosas de algunos animales pueden desencadenar una reacción de hipersensibilidad cuya manifestación clínica puede ir desde una lesión local más o menos importante hasta un shock anafiláctico.
Los ácaros del polvo doméstico, como Dermatophagoides pteronyssinus, presentes en casi todas las casas, fundamentalmente en lugares cálidos y húmedos, son arácnidos que pueden provocar crisis de asma alérgica por inhalación.
c) Al efecto mecánico y tóxico de la picadura se puede sumar la inoculación directa de microorganismos que pueden dar lugar a diferentes cuadros clínicos infecciosos.
Muchas enfermedades, tanto bacterianas como debidas a virus, protozoos o helmintos, se transmiten a los seres humanos mediante vectores artrópodos, los cuales difieren en la intimidad de su asociación con los parásitos. En su relación más simple pueden actuar como transmisores mecánicos o pasivos del agente etiológico, pero otras veces el artrópodo actúa como transmisor biológico o activo ya que es un hospedador imprescindible en el ciclo vital del agente infeccioso, el cual se multiplica o evoluciona en su interior.
PRIONES COMO AGENTES DE ENFERMEDAD HUMANA
Existe un grupo de enfermedades degenerativas del sistema nervioso central (SNC) del ser humano y algunos animales que tienen carácter transmisible y se manifiestan por diversas formas clínicas, aunque la mayoría tienen un período de incubación muy prolongado y cursan con ataxia. Patológicamente, se caracterizan por presentar astrocitosis reactiva, lesiones vacuolizantes (espongiformes) y depósitos amiloideos, en ausencia de reacción inflamatoria. En conjunto se conocen con el nombre de enfermedades neurodegenerativas transmisibles.
En el ser humano las enfermedades más paradigmáticas de este grupo son el kuru (que significa "temblor" en el idioma de un grupo tribal caníbal de Papua Nueva Guinea) y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, y en los animales la encefalopatía espongiforme bovina (enfermedad de las vacas locas) y el scrapie.
Estas enfermedades no están causadas por ningún agente patógeno convencional, sino que están producidas por una proteína transmisible que se multiplica en el hospedador, denominada "prión". Un prión se define como un agente patógeno infeccioso de estructura proteica, resistente a los procedimientos que modifican o hidrolizan los ácidos nucleicos. El término lo introdujo Prusiner en 1982 con el propósito de destacar que se trata de agentes (proteinaceous infectious particles) distintos de virus y viroides.
Las células del ser humano y de los animales producen en condiciones fisiológicas una proteína normal de elevada homología en todas las especies estudiadas. Esta proteína se ha denominado PrP (proteína del prión). Se desconoce su función fisiológica, pero es más abundante en las células del SNC que en otros tejidos.
En las preparaciones del tejido cerebral de los animales con scrapie se detectó una proteína con características fisicoquímicas diferentes de las proteínas convencionales, ya que era resistente a las proteasas y otras sustancias con actividad proteolítica y capaz de formar agregados y depósitos fibrilares. Presentaba la misma secuencia de aminoácidos que la PrP normal, pero había sufrido un cambio conformacional (de plegamiento) y se la denominó PrPsc (sc por scrapie). En el resto de las enfermedades degenerativas transmisibles se han hallado proteínas con las mismas características. Este tipo de proteínas constituyen el prión.
El mecanismo de producción de la PrPsc y el modo preciso de ejercer su acción patógena se desconocen, aunque se sabe que, a diferencia de la forma normal, se acumula en el interior de las células y en el exterior se precipita como amiloide o fibrillas.
Una vez se ha producido el cambio en una o unas pocas moléculas de PrP normal, la forma modificada PrPsc actuaría sobre las moléculas proteicas normales de la célula y catalizaría su transformación a la forma alterada. La propagación actuaría a través de un efecto dominó, por el cual una molécula infecciosa ataca a una normal, la convierte en anormal y ésta ataca a otra normal, y así sucesivamente.
Los priones se transmiten horizontalmente en la naturaleza mediante la ingesta de carne o vísceras (particularmente sesos) o por otros mecanismos desconocidos. La epizootia descrita por primera vez el ańo 1986 en el Reino Unido se habría transmitido a los bovinos a través de piensos elaborados con harinas de carne y huesos de ovinos que padecían scrapie.
Los priones transmitidos alcanzarían el SNC a través de los axones neuronales y catalizarían la transformación de la PrP normal.
Se sabe que los priones son resistentes al calor, a la desecación y a las radiaciones ionizantes y ultravioletas, así como también a diversos agentes químicos como alcohol, acetona, éter, peróxido de hidrógeno, formaldehído, glutaraldehído, detergentes catiónicos yodados y sales de amonio cuaternario, siendo los tratamientos que se recomiendan para el material contaminado el hidróxido de sodio 1N durante una hora o el autoclave a 134-138 oC durante 2 h o, mejor aún, la combinación de ambos. ______________________________________________________