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En Genciencia:
La resistencia bacteriana a los antibióticos, un serio problema a tratar
Posted: 12 Oct 2007 El próximo 17 de octubre comenzará en Segovia (España) una reunión patrocinada por la Unión Europea denominada EUUS SafeFood, en la que se tratará un tema serio que preocupa a expertos de todo el mundo, la resistencia bacteriana a los antibióticos. Unos 30 expertos de distintas nacionalidades elaborarán un documento a modo de guía donde serán identificadas las bacterias que se han hecho resistentes a los antibióticos y que pueden representar una grave amenaza para la salud mundial.
Las nuevas bacterias son el resultado del desarrollo de nuevos sistemas defensivos capaces de eludir la acción de los antibióticos, siendo el tratamiento inútil y provocando igualmente nuevas infecciones. Los antibióticos tuvieron su época gloriosa y consiguieron doblegar enfermedades como la neumonía, la tuberculosis o el cólera (lamentablemente en el tercer mundo estas enfermedades siguen ganando la partida pero por falta de medios).
La época gloriosa de los antibióticos comenzó con el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming en 1945, después llegaron la neomicina o las tetraciclinas capaces de curar lo que hasta entonces era incurable. Los antibióticos terminaron siendo algo imprescindible en muchos campos.
Un antibiótico efectivo es aquel capaz de inhibir o matar a las bacterias sin producir ningún problema a nuestro organismo, estos atacan a las bacterias por la estructura molecular que presentan y que no contienen las células humanas. Tantos años de lucha ha propiciado nuevas mutaciones desarrollando nuevas cepas bacterianas y cada cepa ofreciendo mayor resistencia.
El problema de la resistencia que presentan los microorganismos se da en todos los ámbitos, el médico, el ambiental… en cualquier lugar o materia en el que se utilicen antibióticos, aparece el riesgo de las superbacterias. Quizás en un corto espacio de tiempo las enfermedades que antaño representaban una grave amenaza y que hoy en día apenas atemorizan, puedan resurgir como una amenaza verdaderamente potencial capaz de segar la vida.
Los expertos consideran que es vital encontrar nuevas soluciones frente a este problema, de ahí que expertos del Centro de Microbiología del Hospital Ramón y Cajal, el director de la Unidad de Agentes Antibacterianos del Instituto Pasteur de París, representantes del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos o de la Organización Mundial de la Salud entre otros, se mantendrán reunidos durante dos días en el Parador de Segovia.
Vía | Universia
Más información | EUUS SafeFood
Más información | Educa
Más información | Wikipedia_______________________________________________
LA RESISTENCIA DE LAS BACTERIAS A LOS ANTIBIÓTICOS.
Ciertas infecciones bacterianas resultan ya indemnes ante cualquier antibiótico. El problema de la resistencia podría revertir si la sociedad tomara en consideración que los fármacos afectan por igual a las bacterias “buenas” y a las” malas”.
Cada nueva década ha traído un aumento del número de bacterias que plantan cara no sólo a uno sino a varios antibióticos y cuyo control resulta extremadamente complicado. Aún más, existen tres especies bacterianas capaces de producir enfermedades potencialmente letales, que escapan ya a la acción de todos los antibióticos. Algunas de estas bacterias resistentes son Mycobacterium tuberculosis (que causa tuberculosis) Pseudomonas aeruginosa (que causa septicemia y neumonía) Streptococcus pneumoniae (que causa septicemia, infección del oído medio, neumonía y meningitis) o Staphylococcus aureus (que causa septicemia, infección de heridas y neumonía)
¿Cómo hemos llegado a esta situación tan alarmante con tendencia a agravarse? Además del consumo abusivo de antibióticos por parte de la población, los expertos señalan otros motivos como la polución industrial y el uso cada día mayor de desinfectantes y jabones con propiedades antibacterianas que favorecen la aparición de resistencias (moda antibacteriana)
El 32 por ciento de los españoles toma antibióticos de forma inadecuada o para combatir virus (como el de la gripe) o sin atenerse a la duración indicada por el médico (abandonan al desaparecer los síntomas).
Los antibióticos producen modificaciones en el tipo de bacterias, afectando tanto a las benignas como a las perjudiciales.
Recientemente, los antibacterianos han entrado en la fabricación de jabones, lociones, detergentes lavavajillas, y son empleados para impregnar juguetes, sillas para niños, colchones y tablas para cortar alimentos.
Al igual que los antibióticos, los antibacterianos pueden modificar la proporción de las distintas bacterias y promover el crecimiento de cepas resistentes.
¿Cómo evitarlo? Los antibióticos son un recurso al que se debería acudir sólo cuando fueran realmente necesarios. Se evitaría así su administración en infecciones víricas, las que carecen de efectos.
Los jabones y detergentes ordinarios (sin productos antibacterianos) están capacitados para reducir en muy buen grado el número de bacterias potencialmente peligrosas. También los productos químicos que se evaporan con rapidez (lejía, alcohol, amoníaco ) se pueden utilizar de forma beneficiosa: eliminan las bacterias potencialmente lesivas, pero no dejan residuos duraderos que eliminen también las bacterias benignas e incrementen el crecimiento de las cepas resistentes largo tiempo después de haber desaparecido los patógenos.
Es necesaria la aceptación de que las bacterias son una parte natural y necesaria de la vida. La mayoría de ellas viven sin producir perjuicio. De hecho, a menudo nos protegen de la enfermedad porque compiten con las bacterias patógenas (que se multiplican de forma agresiva) y limitan su proliferación.
La administración de antibióticos induce una selección basada en la resistencia. Los antibióticos impiden el crecimiento bacteriano y dan la oportunidad al sistema inmunitario de destruir los gérmenes que quedan. Al mismo tiempo, tiene lugar el proceso de selección: cuando un antibiótico ataca a un grupo de bacterias, destruye a las que son muy sensibles. Pero las que presentaban resistencia pueden sobrevivir, sobre todo si se administran cantidades insuficientes de medicamento. La reducción de la competencia por bacterias susceptibles facilita la proliferación de las otras. Por esto, los antibióticos pueden estimular la supervivencia de las bacterias resistentes y su propagación.
Las bacterias resistentes disponen de varios mecanismos por los que adquieren genes de resistencia (hereditario, mutación genética, etc.). Algunos de estos genes producen enzimas que degradan o modifican el fármaco ( quedando inactivo), otros eliminan las vías de entrada del fármaco, y otros sintetizan bombas que expulsen el antibiótico al exterior, antes de que tenga tiempo de encontrar su diana intracelular.
Se ha demostrado que, si un miembro de una familia utiliza de forma crónica un antibiótico para combatir el acné, la concentración de bacterias resistentes al tratamiento en la piel aumenta para todos los miembros de la familia. La resistencia contra antibióticos que aparece en un lugar puede propagarse hasta puntos remotos (debido a la intensificación de los viajes internacionales).
Debido a este aumento de las resistencia frente a los antibióticos, los índices de mortalidad de algunas enfermedades contagiosas han empezado a aumentar de nuevo tras haber entrado en retroceso en los países industrializados:
El regreso de la “peste blanca” Brotes en institutos, residencias de ancianos y otros lugares de convivencia colectiva avisan del regreso de la tuberculosis al ruedo de las enfermedades infecciosas.
Desde 1990, las estadísticas aragonesas, siempre por debajo de la realidad, han tomado carrerilla hacia arriba, ha aumentado el número de pacientes que llega a hospitales: “avalancha de casos”. La vieja tisis va dejando avisos en personas entre 20 a 40 años del nuevo resurgir tuberculoso. La vía de contagio es aérea: con la simple respiración junto a las toses de un tuberculoso se puede contraer la enfermedad.
A diferencia del SIDA, los afectados por el germen de la tuberculosis (bacilo de Koch) que están sanos, pero dan positivo en la prueba de la tuberculina, no pueden contagiar. Sólo pueden hacerlo los enfermos propiamente dichos y las dos primeras semanas del proceso, cuando los fármacos aún no han podido reducir la potencia del bacilo de Koch. Una vez diagnosticado, el paciente tuberculoso puede vivir fuera del hospital, pero debe seguir a rajatabla un largo tratamiento de seis meses.
Alarma por la resistencia del VIH .Pero no sólo son las bacterias quienes están desarrollando resistencias. Lo mismo está ocurriendo con los virus, como por ejemplo, el SIDA.
Se ha descubierto en Nueva York una cepa extremadamente agresiva del virus VIH (en un hombre homosexual de 40 años) que provoca que el sida se desarrolle en semanas, en lugar de tardar meses o años.
Repentinamente nos enfrentamos de nuevo a aquella época oscura en la cual no había un solo medio para frenar el VIH. Y es que esta peligrosa infección es resistente a casi todos los medicamentos conocidos hasta el momento para tratar la enfermedad.
Es necesario respetar todas las medidas para evitar la propagación de la infección: no practicar sexo sin protección con desconocidos y evitar que los drogadictos compartan jeringas.
Los enfermos de sida no tienen defensas adecuadas, y en ellos la tuberculosis es especialmente frecuente y grave.
A diferencia de esa enfermedad infecciosa, los seropositivos sí pueden transmitir el virus a través de la sangre y las relaciones sexuales.
Medidas contra la revolución bacteriana La ventaja de las bacterias frente a los antibióticos es la rapidez con la que se multiplican. Una bacteria a gusto produce en una noche más descendientes que habitantes hay en España. Y al replicarse el material genético acumula fallos, mutaciones que, por puro azar, podrán conferir resistencia a un determinado antibiótico.
Cada vez que se utiliza un antibiótico aumenta el número de bacterias resistentes. Por esto se necesita la colaboración de las instituciones, de los médicos, de los granjeros y de otros que permitan abordar los efectos de los antibióticos desde nuevos puntos de vista.
Los laboratorios lo tienen difícil: las nuevas esperanzas están en el diseño de moléculas y la genética, pero están resultando más complejas de lo previsto: “Una posibilidad es sintetizar una molécula capaz de bloquear la multiplicación de una bacteria resistente. Pero llegar hasta ahí es muy difícil”
Otra táctica en ensayo para buscar nuevos antibióticos se basa en un sistema de defensa natural descubierto en plantas, orugas y anfibios, que también funciona en mamíferos, humanos incluidos: “Son pequeñas proteínas, con efecto antibiótico, que actúan como primera barrera de defensa del organismo contra infecciones microbianas”.
Otro inconveniente de la administración de antibióticos es que “ataca” tanto a las bacterias que producen la enfermedad, como a las bacterias benignas: (cuya presencia podría haber limitado la expansión de las patógenas)
Es hora de que se acepte a las bacterias como componentes normales de nuestro mundo, generalmente beneficiosos, para que no se persiga su eliminación, excepto en los casos en que producen enfermedad.
Para revertir la resistencia, se necesita una nueva conciencia de las consecuencias que tiene el uso de antibióticos o productos antibacterianos, una perspectiva que se refiere a la preservación de las bacterias a largo plazo, para que siempre existan bacterias sensibles a los antibióticos, que desplacen por competencia a las cepas resistentes.
Por: Nayara Fuentes.
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