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Sirácides - Capítulo 9 - La Biblia Latinoamericana -


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#1 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 13 noviembre 2007 - 11:00

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LA BIBLIA



INTRODUCCIÓN



¡JESÚS HA RESUCITADO!



Ustedes que abren la Biblia, busquen a Jesús. La Biblia no es un libro solamente para rezar, o para instrucción nuestra. La Biblia es Palabra de Dios para comunicarnos la vida.
En el centro de la Biblia está la Cruz de Jesús y su Resurrección. Ustedes que siguen un camino difícil y no divisan la luz al fin del túnel, aprendan de la Biblia que están caminando hacia la Resurrección. Y entiendan quién es, para ustedes, Jesús resucitado.

LA BIBLIA...

La Biblia no ha caído del cielo. Aquí están libros que no se proclamaron desde las nubes, con algún parlante celestial, sino que se reunieron pacientemente a lo largo de siglos en el seno del Pueblo de Dios, gracias a la fe de sus minorías más conscientes.
Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús, el pueblo de Israel descubrió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios Unico se había ligado a él. Las experiencias de la comunidad nacional, los llamados de esos hombres, denominados profetas, que hablaban de parte de Dios, las inquietudes que se desarrollaban entre los creyentes: todo esto pasó de una u otra manera a esos libros. Y fueron los responsables religiosos de Israel los que recibieron, escogieron y acreditaron estos libros, integrándolos al Libro Sagrado.
Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia. Testamento se refiere a que estos libros eran como la herencia más preciosa entregada por Dios a su pueblo escogido.
Después de tantas experiencias, llegó para el pueblo de Israel un tiempo de crisis en que Dios quiso llevarlo de una vez a la madurez de la fe. Para eso vino Jesús. Con él se llevó a cabo la experiencia más trascendental de toda la historia. Jesús, sus esfuerzos para salvar al pueblo judío de una destrucción inminente, su rechazo, su muerte y, luego, su Resurrección: ésta fue la última palabra de Dios.
La trayectoria de Jesús originó la predicación de la Iglesia y los libros que en ella se escribieron. Aquellos libros que fueron aprobados por los responsables de la Iglesia pasaron a integrar el Nuevo Testamento.

... Y LA TRADICIÓN

Los libros de la Biblia no entregan su mensaje sino al que viene a compartir la experiencia de la comunidad en que se originaron estos libros. Hay una manera de entender la Biblia que es propia del pueblo de Dios: es lo que llamamos la Tradición del pueblo de Dios. Jesús recibió de su propia familia y de su pueblo esta tradición. Luego, enseñó a sus apóstoles una nueva manera de comprender esta historia sagrada: por eso se habla de la Tradición de los apóstoles o de Tradición de la Iglesia.
Para entender bien la Biblia, no podemos fiarnos de cualquier predicador que la tira por su lado. Debemos recibirla tal como la entiende la Iglesia católica, que fundaron los apóstoles y que siempre se fijó en sus normas.

¿POR DONDE EMPEZAR LA LECTURA DE LA BIBLIA?

Lo más sencillo es empezar con el Evangelio, en que nos encontramos directamente con Cristo, que es la Luz, la Verdad y «La» Palabra de Dios.
Por supuesto, las páginas del Antiguo Testamento contienen enseñanzas muy importantes. Sin embargo, el que las lee después de haber oído a Cristo las comprende mejor y les encuentra otro sabor.
Algunos suelen abrir la Biblia a la suerte y consideran que el párrafo encontrado primero les dará precisamente la palabra que necesitan en ese momento. Bien es cierto que Dios puede contestar así a sus inquietudes, pero nunca se comprometió a comunicarse con nosotros de esta manera.
En todo caso conviene haber leído, una vez por lo menos, en forma seguida, cada uno de los libros del Nuevo Testamento. Lo bueno es empezar con el Evangelio: léase al respecto la «Introducción a los Cuatro Evangelios», al comienzo del Nuevo Testamento.

EL NUEVO TESTAMENTO COMPRENDE

LOS CUATRO EVANGELIOS. La palabra Evangelio significa Buena Nueva. Estos son los libros en que los apóstoles de Jesús escribieron lo que habían visto y aprendido de él.

Luego viene el libro de los HECHOS DE LOS APOSTOLES, escrito por Lucas, el mismo que escribió el tercer Evangelio.

Luego vienen más de veinte CARTAS que los apóstoles dirigieron a las primeras comunidades cristianas.

EL ANTIGUO TESTAMENTO COMPRENDE

LOS LIBROS HISTORICOS. Aquí vemos la actuación de Dios para libertar a un pueblo que quiere hacer que sea su pueblo. Lo vemos educar a ese pueblo y dar un sentido a su historia nacional. En estos libros se destacan:

El Génesis. El Exodo. El Deuteronomio. Los libros de Samuel.

LOS LIBROS PROFETICOS. Dios interviene en la historia por medio de sus profetas, encargados de transmitir su palabra.

LOS LIBROS DE LA SABIDURIA destacan la importancia de la educación y del esfuerzo del individuo para llegar a ser un hombre responsable y un creyente.

Para manejar el presente libro

Cada libro de la Biblia se divide en capítulos. Cada capítulo se divide en versículos. Habitualmente se cita el libro en forma abreviada. Por ejemplo, Mt significa Evangelio según Mateo. Estas abreviaturas están indicadas en el índice.

Los capítulos son indicados con cifras muy grandes al comienzo de un párrafo. Los versículos son indicados con números pequeños en el margen.

Para indicar un lugar de la Biblia se da primero el capítulo, y, después, el versículo. Por ejemplo, Jn 20,13 significa Evangelio de Juan, capítulo 20, versículo 13. Lc 2,6-10 significa: Evangelio de Lucas, capítulo 2, del versículo 6 al 10.
El texto de la Biblia está todo en la parte superior de la página. Debajo pusimos el comentario con una letra diferente.

Usamos letra cursiva:

—    En el Nuevo Testamento, para las frases que son citaciones sacadas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Mt 26,31, el evangelista aduce una frase del profeta Zacarías 13,7.
—   
—    En el Antiguo Testamento, por varias razones que se indican cada vez en la Introducción del libro.
—   

LA BIBLIA

Para quien recorre las páginas del libro, el Antiguo Testamento se presenta como una sucesión de relatos que o bien se repiten o bien se continúan con mayor o menor coherencia, y que a menudo nos sorprenden y a veces nos escandalizan. En medio de esos relatos, algunos de los cuales parece que están más cerca de la fábula que de la realidad, se deslizan discursos, reglas de moral, de liturgia o de vida social, reproches severos, palabras de esperanza o gritos de ternura. Bajo ese aspecto el Antiguo Testamento constituye uno de los más bellos textos de la literatura universal.

Pero en este libro o más bien en «estos libros», Dios está siempre presente y se lo nombra en cada página; el Antiguo Testamento en efecto nos dice de qué manera Dios prepara a los hombres y muy especialmente al pueblo de Israel para que reconozca y acoja en Jesús al que lleva a cabo su misteriosa y maravillosa alianza con los hombres. La Biblia es inseparablemente palabra de Dios y palabra de hombre. Es por tanto imposible comenzar a leer estos libros dejando de lado una de estas dos dimensiones. Si olvidamos que son palabra de Dios, se corre el riesgo de reducirlos a simples documentos históricos. Si a la inversa olvidamos que Dios se comunicó al hombre (y se comunica aún hoy día) en el corazón mismo de su historia, transformamos esa palabra de Dios en una colección de leyes religiosas o de máximas edificantes.

La Biblia no es un libro que nos habla de Dios, sino que es el libro en el que Dios nos habla de él por medio de los testigos que él mismo se eligió en medio de su pueblo de Israel. Los primeros cristianos no estaban equivocados al respecto: «En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos días que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del Hijo» (Heb 1,1). A través de los diferentes libros del Antiguo Testamento vemos pues con qué paciencia Dios se revela a su pueblo y lo prepara para el encuentro con Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, «Aquel en quien reside la plenitud de la Divinidad» (Col 2,9).

ANTES DE LA BIBLIA

Durante muchos siglos la Biblia fue «el» libro del pueblo judío primero, y de la Iglesia después. La fe no era sólo una cuestión personal. No se trataba únicamente de conocer las leyes de Dios que nos conducen a la felicidad y a la recompensa eterna, sino que toda la Biblia giraba en torno a una alianza de Dios con la humanidad. Había habido un punto de partida, etapas, y habría al final una recapitulación de nuestra raza en Cristo y la integración del mundo creado en el misterio de Dios. La Biblia era pues una historia y quería ser la historia de la humanidad. Era no sólo el libro de las palabras de Dios sino además una de las bases de nuestra cultura.

Pero es innegable que toda la historia bíblica fue escrita en el transcurso de unos pocos siglos en un pequeño rincón del mundo. Aunque este lugar fuera, como lo afirmaremos más adelante, un sector muy privilegiado, los autores bíblicos no podían ver desde su ventana más que un pequeño trocito del espacio y del tiempo. Cuando buscaban más allá de su historia particular, no alcanzaban más datos de los que transmitían las antiguas tradiciones.

Para ellos no cabía duda alguna que Dios lo había creado todo «al principio», es decir, si nos atenemos a algunos datos brutos del Génesis, hacía más o menos 6.000 años. Posteriormente tampoco se dudó de que el mundo habitado no se extendía más allá de Europa y del Oriente Medio, y que toda la humanidad había recibido el anuncio del Evangelio, aunque regiones enteras, como los países «moros» hubiesen abandonado la fe. En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino sostenía que si por casualidad había todavía alguien que siguiera ignorando el mensaje cristiano, como sería por ejemplo alguien que hubiera pasado toda su vida en el fondo de un bosque, Dios no dejaría de mandarle a un ángel para darle a conocer su palabra.
Fue sólo en el siglo XVIII cuando la ciencia comenzó a hacer tambalear esas certezas. En primer lugar, la noción de tiempo. Un primer paso fue el descubrimiento de la enormidad de tiempo que fue necesaria para que se formara la tierra, y de innumerables especies de animales y vegetales que desaparecieron de la tierra después de haberla habitado. Así se pasó rápidamente de los 6.000 años tradicionales a millones y a miles de millones de años. Una segunda etapa afectó mucho más profundamente la visión del mundo, y fue la intuición primero, y pruebas cada vez más numerosas después, de una verdadera historia de los seres vivientes. En un primer tiempo se esforzaron por clasificar a las especies vivientes o extinguidas según sus semejanzas o diferencias; no fueron necesarios muchos años para que el cuadro se transformara en un árbol genealógico: las diversas especies procedían las unas de las otras. Se fueron diseñando troncos comunes, ramificaciones, y las formas o articulaciones eran más o menos parecidas según si el parentesco era más o menos lejano.

Esa nueva imagen de una creación en perpetuo crecimiento cuadraba con las intuiciones de algunos Padres de la Iglesia; fue vista sin embargo por todo el mundo cristiano como una peligrosa amenaza para la fe. Una de las razones para rechazarla fue la filosofía —o por decir mejor la «fe»— racionalista o antirreligiosa de numerosos científicos de los dos últimos siglos. Les bastaba con haber aclarado algunos mecanismos de las pequeñas evoluciones para afirmar que todas las invenciones y maravillas de la naturaleza se podían explicar del mismo modo, y aún más, para afirmar que todos los mecanismos eran productos del azar a partir de la nada.

Por otro lado, los cristianos estaban acostumbrados a pensar en términos de verdades inmutables, lo que ciertamente era válido para los dogmas de la fe, y les parecía que Dios de igual modo debía haber sometido el mundo celeste y terrestre a leyes inmutables: los astros debían contentarse con girar en círculo (como gran cosa se aceptaba una órbita elíptica) y los seres vivos tenían que reproducirse siempre iguales. Hubo que esperar el segundo cuarto del siglo XX para que se superara por fin la oposición entre una ciencia antirreligiosa en sus pretensiones, y una fe que quería ignorar los hechos.

¿A dónde queremos llegar con esto? Simplemente a que la visión de un mundo en evolución encaja perfectamente con la concepción cristiana del tiempo y de las «edades» de la historia. Si estudiamos las cartas de Pablo, veremos que para él toda la historia de la humanidad es una pedagogía de Dios de la cual emerge el verdadero Adán. Contrariamente a la imagen tan difundida de un Adán Tarzán, que, al comienzo de los tiempos era tan bello y fuerte como se lo ve en los frescos de Miguel Angel, pero que después habría caído de su pedestal, San Ireneo después de Pablo, veía a toda la humanidad dirigida por la pedagogía de Dios hacia una completa realización de la raza o de la comunidad humana.

Si uno entra en esta perspectiva no le es difícil pensar que toda la creación haya sido hecha en el tiempo. El «big bang», si realmente lo hubo, expresa magníficamente el punto de partida del tiempo creado, un tiempo que parte de la eternidad y vuelve a la eternidad. Veinte mil millones de años para la expansión de millones de galaxias, cada una con sus miles o millones de soles. Y en alguna parte, planetas. ¿Cuántos? Es un misterio. ¿Cuántos de ellos habitados? Es más misterioso aún. Pero también allí la fe tiene sus intuiciones. Toda la Biblia recalca la libertad, la gratuidad de los gestos de Dios. Un Dios que ama a todos los hombres y que los conduce a todos hacia él, lo conozcan o no, pero que además sabe elegir a quienquiera para darle lo que no les dará a otros. Y el hecho de que Dios haya creado millones de galaxias no le impedirá, si quiere, de escoger sólo a una de ellas; allí pondrá, en un rincón del universo, a esa raza de «homo habilis» (hombre emprendedor) a la que la Palabra de Dios ha elegido como su punto de aterrizaje en la creación.

No llegó pues el hombre por pura casualidad. No es un mono que, por el efecto de algunas transmutaciones cromosómicas fortuitas, se haya despertado un día con la capacidad de comprender; habría bastante que decir de esos juegos del azar gracias a los cuales, según algunos dicen, una raza de monos produjo sin mayor esfuerzo algunos grandes músicos y un buen número de niñas guapas.

Miles de generaciones fueron necesarias para que apareciera nuestra humanidad. Fueron innumerables los eslabones, los humildes antepasados a los que tal vez Dios ya conocía y amaba como nos ama a nosotros; pero ante ellos estaba el modelo y el fin, y ése era Cristo.

Quisiéramos aquí recordar en pocas líneas las grandes etapas que precedieron a la formación del pueblo de la Biblia.

LOS PRIMEROS PASOS DEL HOMBRE

¿Cuándo y cómo apareció el hombre? Se podrá discutir sobre los términos: ¿de qué hombre hablamos? ¿Del que partía piedras, o del que inventó el fuego, o del que enterraba a sus muertos? Hablamos del hombre verdadero, de aquel cuyo espíritu es a imagen de Dios, y al que Dios conoce y que puede conocer a Dios.

Nadie puede responder a esta cuestión de manera precisa. Durante largos siglos el hombre casi no cambió la faz de la tierra. Su género de vida y las creaciones de su espíritu apenas lo distinguían de los primates antropomorfos de los cuales salió. Familias y grupos humanos habitaban en cavernas y cazaban en medio de los bosques.

Lentamente el hombre inventaba su lenguaje, hacía armas y herramientas. No se interesaba solamente por lo útil y lo visible. Era un artista. En las cavernas y grutas, debajo de la tierra donde celebraba sus ritos mágicos, pintaba en la pared, lejos de la luz del día, los animales que deseaba cazar. Hoy todavía nos admiramos de su genio artístico.

El hombre era un ser religioso. Enterraba a sus difuntos con ritos destinados a asegurarles una vida feliz en otro mundo. Siendo creado a la imagen de Dios, su inteligencia pensaba instintivamente que continuaría viviendo después de la muerte. Por primitivo que fuera, este hombre tenía una conciencia, podía amar, y descubría algo de Dios, de acuerdo con su capacidad. Pero sus comienzos habían sido marcados profundamente por la violencia y los instintos egoístas comunes a todos los seres vivientes: el pecado estaba en él.

LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES

Hace unos 10.000 años, un cambio se preparó en la humanidad. Los hombres se agruparon en mayor número en las llanuras fértiles. En algunos siglos descubrieron la manera de cultivar la tierra, de criar el ganado, de modelar y cocer la arcilla. Se levantaron aldeas, que se unieron para defenderse y aprovechar mejor los recursos de la tierra. La primera civilización había nacido.

Después todo se hizo muy rápido. Sobre la tierra aparecieron cinco centros de civilización.
Tres mil quinientos años antes de Cristo, en el sector geográfico llamado Medio Oriente, y donde nacería el pueblo de la Biblia, se formaban dos imperios. Uno era Egipto, el otro Caldea, país de donde saldría Abraham siglos más tarde. Caldea hizo un sistema perfeccionado de riego, construyó con tabiques cocidos, inventó un sistema de escritura, tuvo leyes y administración centralizada. Egipto también tenía esos adelantos: construía templos grandiosos para sus dioses y levantaba las Pirámides para tumba de su faraones.
También en China y en India, como veinte siglos antes de Cristo, y en Centro-América, diez siglos antes de él, nacieron otras civilizaciones. Las de Centro-América, China e India se desarrollaron por separado, ya que en este tiempo era muy difícil recorrer los continentes.
En cambio, en el Medio Oriente, Caldea y Egipto mantenían contactos, a veces agresivos, pero que tarde o temprano los obligarían a ver los límites de su cultura. El camino que iba de uno al otro país pasaba por un pequeño territorio que más tarde se llamaría la Palestina.

LA BIBLIA Y LAS RELIGIONES DE LA TIERRA

Estos breves recuerdos bastarán para mostrar que la historia y las tradiciones bíblicas cubren sólo un pequeñísimo sector de la historia humana, el que sin embargo es uno de los más importantes como punto de convergencia de tres continentes. No existe tal vez sobre el planeta otro punto que haya experimentado tantas conmociones geológicas y humanas. Pero la mayor parte de la humanidad ha pasado al lado de esa historia y ha tenido su propia experiencia de la vida y de Dios. Esto no hay que olvidarlo.
El pueblo de la Biblia llegó tarde al escenario de los pueblos, y por mucho tiempo estuvo sin preocuparse por los que no habían recibido la Palabra de Dios de la cual era portador. Y por esto mismo, Dios tampoco le dijo nada al respecto, porque cuando Dios nos habla, lo hace en el lenguaje humano, y en nuestra propia cultura, respetando de algún modo nuestras limitaciones y nuestras ignorancias. Pero Dios no lo había necesitado para entregar a los hombres su palabra y su espíritu. En algunos períodos el pueblo de Dios pensó que todo lo que venía del extranjero era malo, que se debía rechazar cualquier sabiduría que hubiera nacido fuera de los territorios judíos o cristianos. Pero ha habido también tiempos de curiosidad en los que la fe se enriqueció en contacto con otras culturas, sus profetas y sus pensadores.

No debemos pues pedirle a la Biblia demasiadas respuestas sobre la manera como Dios ha hablado en otras culturas, sobre cómo el Espíritu ha estado actuando en medio de ellas, sobre cómo las energías que irradian de Cristo resucitado alcanzan hoy en día a todas esas personas, y cómo se salvan por el único Salvador. La Biblia sólo nos dice que cuando Dios llamó a Abrahán, se dio comienzo a una gran aventura, única en su género, y que llevaba directamente al Hijo de Dios —a su Verbo, o Sabiduría, o Palabra—, hecho hombre.

DESPUÉS DE LA BIBLIA...

Setenta generaciones de cristianos se han sucedido desde el tiempo de los apóstoles. Hablar de la Iglesia es hablar de estos hermanos nuestros; es fácil criticarlos o pensar que debían haber sido mejores; es más difícil conocer el mundo en que vivieron, muy diferente del nuestro, y comprender lo que trataron de realizar, llevados por su fe.

HOMBRES LIBRES, VÍRGENES Y MÁRTIRES

Los cristianos de los primeros siglos gozaron al sentirse liberados: liberados de las supersticiones paganas como de su propio temor y egoísmo. Pero pagaron cara esta libertad. En su tiempo no había ley superior a la voluntad del emperador o a las costumbres de su pueblo, pero ellos ponían a Cristo por encima de las autoridades humanas y, por ser opositores de conciencia, los trataron como a malhechores. El amor cristiano y la virginidad insultaban los vicios del mundo pagano.
De ahí que los cristianos fueran perseguidos. Durante tres siglos hubo represión y mártires, a veces en una provincia del imperio, a veces en otra. En algunos períodos todas las fuerzas del poder se desencadenaron contra ellos y pensaron acabar con el nombre de Cristo. Pero las multitudes, que para divertirse iban a contemplar los suplicios infligidos a los cristianos, volvían avergonzadas de su propia maldad y convencidas de que la verdadera humanidad estaba en los perseguidos.

LA CONVERSIÓN DE CONSTANTINO

Mientras tanto el mundo romano entraba en decadencia. Antes de que fuera vencido por sus enemigos, se debilitaron las fuerzas espirituales que lo habían encumbrado: ya no tenían vida las creencias antiguas. En el año 315, el propio emperador Constantino pidió ser bautizado y, después de él, los gobernantes fueron cristianos. Este fue un acontecimiento decisivo para la Iglesia, que pasaba a ser protegida en vez de perseguida.

Pero este triunfo trajo consigo desventajas que se iban a medir con el tiempo. En adelante la Iglesia debió ser la fuerza espiritual que necesitaban esos pueblos del Imperio romano, reemplazando a las falsas religiones, y sus puertas se abrieron para recibir a las muchedumbres en busca del bautismo. La Iglesia ya no se limitaba a creyentes bautizados después de ser convertidos y probados; tuvo que hacerse la educadora de un «pueblo cristiano» que no difería mucho del anterior «pueblo pagano». Lo que se ganaba en cantidad se perdía en calidad. Los emperadores «cristianos» tampoco diferían de sus predecesores. Así como éstos habían sido la suma autoridad en la religión pagana, también quisieron dirigir la Iglesia, nombrar y controlar a sus obispos: protegían la fe y sometían las conciencias.

Por otra parte, al salir de la clandestinidad o de una situación postergada, los cristianos tuvieron que meterse más en los problemas del mundo. ¿Cómo podían conciliar la cultura de su tiempo con la fe? Ese fue el tiempo en que los obispos, a los que llamman «los Santos Padres», hicieron una amplia exposición de la fe respondiendo a las preguntas de sus contemporáneos. Entre los de más genio se destacó San Agustín.

Hay gente que prefiere no ver los puntos difíciles de la fe. Pero los que se atreven a profundizarlos como se debe, no siempre se cuidan de los errores. El error que más se difundió y por poco arrastró a la Iglesia, fue el «arrianismo»= por miedo a dividir el Dios único, los arrianos negaban que Cristo fuera el Hijo igual al Padre; lo consideraban solamente como el primero entre los seres de toda la creación. Los emperadores arrianos designaban obispos arrianos; pero como lo había prometido Jesús, el Espíritu Santo mantuvo la fe del pueblo cristiano y el error retrocedió.

En esos tiempos los cristianos deseosos de perfección, al ver que la Iglesia no era ya la comunidad fervorosa del tiempo de los mártires, empezaron a organizarse en comunidades austeras y exigentes. Les pareció necesario aislarse de la vida cómoda para buscar a Dios con toda el alma, y así, en los desiertos de Egipto primero, y luego por todo el mundo cristiano, hubo monjes y ermitaños. Los monjes mantuvieron en la Iglesia el ideal de una vida perfecta, totalmente entregada a Cristo. Su existencia tan mortificada les permitió conocer hasta los últimos rincones del corazón humano. Y Dios, por su parte, les hizo experimentar la transformación o divinización reservada a quienes lo dejaron todo por él.

EL FERMENTO EN LA MASA

Cuando se derrumbó el Imperio romano, invadido por los bárbaros, devastado, arruinado, despedazado, pareció que fuera el fin del mundo. (Hablamos siempre del Imperio romano, no porque fuera el único lugar poblado en el mundo sino porque, de hecho, los predicadores cristianos no habían salido, o muy poco, de sus fronteras).

Pero, en realidad, esta destrucción anunciada por Juan en el Apocalipsis dio la partida para otros tiempos; la Iglesia no pereció en ese torbellino, sino que descubrió una nueva tarea: evangelizar y educar a los pueblos que, después de las invasiones bárbaras, habían vuelto a una sociedad más pobre, muy inculta y totalmente desorganizada.

Estos pueblos no conocían otra fuerza moral u otra institución firme que la de la Iglesia. Muchas veces el obispo había sido el único que se constituyera en «Defensor del pueblo» frente a los invasores. No había otros que los clérigos para educar al pueblo; en los monasterios se guardaban, al lado de las Escrituras Sagradas, los libros de la cultura antigua. La Iglesia fue el alma de esos pueblos primitivos, crueles, generosos y excesivos en todo. Y mientras luchaba perseverantemente para limitar guerras y venganzas, proteger a la mujer y al niño, desarrollar el sentido del trabajo constructivo, ella misma se dejó penetrar por las supersticiones y la corrupción. Por momentos pareció que hasta las más altas autoridades, los Papas, se hundieran en los vicios del mundo, pero lo sembrado entre lágrimas floreció con el tiempo.

Lo mismo que en la Historia Sagrada Dios había educado al pueblo primitivo de Israel, dejando que muchos errores solamente se corrigieran con el tiempo, así pasó con la llamada Cristiandad, o sea, con esos pueblos de Europa que aprendían a ser humanos, libres y responsables. Nació una civilización nueva cuya cultura, arte y, más que todo, ideales, eran fruto de la fe.

CATÓLICOS Y ORTODOXOS: EL CISMA

La parte oriental del Imperio romano había resistido a las invasiones bárbaras. Esta parte de la Iglesia, llamada Griega u Ortodoxa, y que luego evangelizaría a Rusia, se apartó poco a poco de la parte occidental ocupada por los bárbaros y animada por la Iglesia de Roma. Hubo dos Iglesias diferentes por la cultura, el idioma y las prácticas religiosas, a pesar de que guardaban la misma fe, y esto no era malo. Pero ambas cometieron el pecado de fijarse más en sus propias costumbres que en la fe común, y así, la Iglesia oriental se apartó del Papa, sucesor de Pedro en Roma.

Posteriormente los turcos, que se adherían a la religión de Mahoma, conquistaron los restos del Imperio romano en Oriente y solamente quedaron escasas comunidades cristianas allí donde habían prosperado las antiguas Iglesias de Siria, Palestina, Egipto... En los tiempos actuales, Grecia, Rumania y, más que todo, Rusia, forman lo más importante del mundo ortodoxo.

LA IGLESIA Y LA BIBLIA

En el año 1460, los descubrimientos de Gutenberg permitieron imprimir libros. En tiempos anteriores no había sino libros escritos a mano, caros y escasos. No estaba al alcance del hombre común tener una Biblia, ni siquiera un Evangelio. La Biblia se leía en la Iglesia y servía de base para la predicación. Y para que estuviera más presente en la memoria de los fieles, no se construían templos sin adornarlos por todas partes con pinturas, esculturas o vitrales que reproducían escenas bíblicas.

Pero en adelante cada uno podría tener las Escrituras Sagradas, con tal que supiera leer. Este descubrimiento técnico iba a precipitar una crisis latente en la Iglesia. Porque durante siglos las instituciones de la Iglesia, su clero, sus religiosos, habían forjado la cultura y la unidad del mundo cristiano; siendo sus guías en lo político como en lo espiritual, las preocupaciones materiales superaban muy a menudo la dedicación por el Evangelio. Muchos hombres destacados, religiosos, santos, habían protestado pidiendo reformas. Pero las reformas no salían adelante. Con la impresión de la Biblia, muchos pensaron que la única solución para reformar la Iglesia era entregar a todos el Libro Sagrado para que, al leerlo, bebieran el mensaje en su misma fuente y corrigieran los desvíos y malas costumbres establecidas.
Cuando Martín Lutero tomó la iniciativa de una Iglesia reformada, apartándose de la Iglesia oficial, acometió la obra de traducir toda la Biblia al idioma de su pueblo, el alemán, pues hasta entonces se publicaba casi siempre en latín.

Es que, en la Iglesia, la mayoría de los clérigos, desconociendo el provecho que se sacaría de la lectura individual de la Palabra de Dios, se fijaban más bien en los peligros de que cada uno se creyera capacitado para comprenderlo todo sin error, si se entregaba el Libro Sagrado a todos. No se equivocaban totalmente, pues apenas Lutero hubo traducido la Biblia, sus seguidores empezaron a pelear entre ellos y a fundar Iglesias opuestas, segura cada una de retener sola la verdad.

Cuando, años después, la Iglesia se reformó a sí misma, no por eso se promovió suficientemente el interés por la Biblia. Predicadores y misioneros no dejaban de enseñar el Evangelio, pero todo llegaba al pueblo desde arriba, sin que fuera estimulado a buscar personalmente la verdad.

CONQUISTADORES Y MISIONEROS

Desde los Apóstoles, los creyentes se han preocupado por transmitir su fe a los demás. También hubo misioneros que se aventuraron entre los pueblos enemigos o de otro idioma, para predicar el Evangelio. Pero cuando toda Europa se encontró más o menos reunida en la cristiandad, o sea en el área cultural y social animada por la Iglesia, creyeron que se había cumplido la tarea misionera. ¿Qué había fuera de los países cristianos? Ellos hubieran contestado: «Los moros, nada más.» Los moros, es decir, los pueblos árabes de religión musulmana, enemigos encarnizados de los países cristianos. Y no pensaban que hubiera pueblos más allá.

Algunos profetas como Francisco de Asís o Ramón Lull comprendieron que sería mejor anunciar a Cristo entre los musulmanes que luchar contra ellos con armas. También misioneros como Juan de Montecorvino recorrieron toda Asia a pie, hasta China. Pero fueron excepciones. Ya en estos tiempos, que nos parecen lejanos, las Iglesias de Europa tenían siglos de tradición; tenían su cultura, su manera propia de reflexionar la fe y de vivir el Evangelio. Y para los hombres de ese tiempo era muy costoso comprender a pueblos de otra cultura y transmitirles el Evangelio de manera que pudieran organizarse en Iglesia según su temperamento propio y conforme a su idiosincracia. Por esto las Iglesias fundadas en los extremos del mundo no prosperaron y la Iglesia se confundió con la cristiandad europea.
Pero cuando Marco Polo, Vasco de Gama y Cristóbal Colón abrieron el muro de ignorancia que protegía a la cristiandad, la Iglesia conoció la dimensión real del mundo que no había recibido todavía el Evangelio: Africa, Asia y América.

Eran aventureros los conquistadores, pues la gente tranquila no suele arriesgarse en tales cosas. Pero apenas descubrieron el Nuevo Mundo, los acompañaron los aventureros de la fe, ansiosos por conquistar para Cristo a los que todavía no lo conocían, y entre los que partieron así sin armas, sin otra preparación que su fe, no faltaron los santos ni los mártires.
La misión en América pareció que sería muy fácil y fecunda. Los españoles habían destruido las naciones indígenas y, a veces, arrasado su cultura. Los indios no se resistieron a la fe, y en varios lugares se concedieron privilegios a los que se hacían cristianos. Poca gente se dio cuenta de que la cristianización era muy superficial. Bajo la película delgada de las prácticas católicas los pueblos indios guardaban sus creencias paganas. Seguían muy religiosos, como lo eran antes, pero a su manera, y, si bien es cierto que la Iglesia suprimió costumbres inhumanas e hizo obra de educación moral, los hombres, en su mayoría, no se encontraron con Cristo ni se convirtieron a su mensaje en forma responsable.

LA REBELDÍA DE LOS LAICOS

Al hablar de la cristiandad dijimos que la Iglesia se había hecho responsable de muchos sectores de la vida pública, y esto, por necesidad, porque no había autoridad civil o militar que se encargara de ellos. El clero fundaba y atendía las escuelas y universidades, los religiosos se hacían cargo de la salud pública: hospitales, hospicios, orfanatos. Los monjes colonizaban y valorizaban las tierras sin cultivar.
Pero llegó el día en que los más conscientes entre los dirigentes e intelectuales comprendieron que todas estas tareas debían ser devueltas a las autoridades civiles. En esto estaban de acuerdo con el Evangelio, que distinguió lo que es del César y lo que es de Dios. Pero también en esto se enfrentaron con las ideas tradicionales. Raras veces nos convencemos de que debemos transmitir a otro una responsabilidad nuestra. Así pasó con las autoridades de la Iglesia. De tal manera que los cambios necesarios para que la cristiandad decadente diera lugar a naciones modernas, a instituciones laicas, a ciencias independientes, se hicieron en forma de lucha. Todos saben el proceso ridículo hecho al físico Galileo y los conflictos políticos que hubo entre los papas y los reyes.

LA IGLESIA Y EL MUNDO MODERNO

En los últimos cuatro siglos, el mundo ha conocido más crisis, más adelantos, más cambios que en todos los tiempos anteriores. La fe cristiana había dado al hombre europeo una energía, una seguridad, una conciencia de su misión en el universo, que le permitieron construir la ciencia, desarrollar las técnicas, dominar los otros continentes. Por supuesto que las conquistas y la colonización obedecían a motivos muy extraños a la fe, pero, aun con esto, llevaban a efecto el plan de Dios que, desde el comienzo, contempló la reunificación de todos los pueblos.

La Iglesia participó de esta extensión. En el siglo XIX hubo hasta 100.000 misioneros, sacerdotes y religiosas, empeñados en la evangelización y educación en Asia, Africa y Amé rica.

Lo más importante, sin embargo, sucedía en Europa. La Iglesia se veía enfrentada a esta cultura moderna que había salido de ella, pero que, ahora independizada, se volvía su enemiga. Los espíritus ilustrados pensaban comúnmente que eran capaces de dar a la humanidad progreso, felicidad y paz, y no veían en la Iglesia sino ignorancia y prejuicios; en una palabra: el mayor obstáculo para la liberación de los hombres. Muchos se atrevieron a predecir la muerte del cristianismo antes del siglo XX.

Esta situación compleja obligó a la Iglesia a salir de su seguridad y a responder a interrogantes cada vez más cruciales. Bien era cierto que Cristo le había entregado la verdad y reinaba después de resucitado. Pero la Iglesia tenía que descubrir y probar cada día lo que significaba esta verdad para hombres diferentes. Y no era para ella el momento de reinar, sino de servir en medio de humillaciones.

EL GRAN SIGLO DE LA EVANGELIZACIÓN

El siglo XX parece que ha simplificado la situación. Por una parte, al cabo de tres siglos de luchas estériles, la Iglesia se ha dado cuenta de que, al perder sus recursos, su poder político y su monopolio cultural, ha vuelto a encontrar su verdadera misión, que es la de ser en el mundo una fuente de amor y de unidad, la levadura en la masa.

La Iglesia no es más que una minoría en el mundo: unos 700 millones de católicos entre cinco mil millones de pobladores de la tierra. Pero son, más que nunca, una minoría inquieta y preocupada por todo lo humano, sabiendo que la obra de Dios es salvar todo lo humano.
Por otra parte, la cultura laicista que pretendía solucionar todos los apuros de la humanidad sin recurrir a la fe, ha visto sus límites y, luego, su fracaso. Los mejores entre los que piensan, reconocen que la humanidad corre al caos si los hombres no vuelven a tener una fe, una esperanza y una visión común de su destino. De otra manera, las tensiones entre ricos y pobres, el choque de las ideologías, el desconcierto de las sabidurías humanas, nos lleva directamente a un enfrentamiento universal.

En muchas partes del mundo, la Iglesia, que antes iba de la mano con los gobernantes, es perseguida. Esto sucede en los países comunistas*, decididos a eliminar toda religión**; esto sucede en países dominados por otra religión, como son los musulmanes y los hindúes; esto sucede en las mismas sociedades que se proclaman cristianas, pero dan la espalda a la justicia y al respeto al hombre.

Ahora bien, la Iglesia entiende mejor lo que es dar testimonio de Cristo y entregar su Buena Nueva a los pobres. Deja de ser una institución dirigida por una clase superior, el clero, y vuelve a ser una comunidad de comunidades. La Iglesia entiende que para todos los pueblos se acerca el desastre si no saben reconciliarse; y la reconciliación en base a la verdad, la justicia y el perdón, es el fruto de la Evangelización. Para quien no se detiene en la mediocridad inevitable de la mayoría de los creyentes, ni en los errores en el recorrido, ni en la lentitud de ciertos cambios, no cabe duda que este siglo es el gran siglo de la evangelización de las naciones.

¿Habrá otro después?


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*Hoy ya no existen tales países -por lo menos en Europa- y no fue asi exactamente, La Bilia se editaba en dichos paises  ejemplares de ella llegaron hasta nosotros.... Católicas y Protestantes.... **Tampoco fue asi, ejemplo de ello fueron los Acuerdos  Interestatales con El Vaticano.
Por otra parte, durante el Nazismo y Fascismo europeo, las Iglesias Cristianas Tradicionales o Históricas participaron entusiastamente en la exterminación y encarcelamiento de los No-Cristianos en general o No-Cristianos históricos en particular. Sucesos, naturalmente, que no tienen nada que ver ni con Cristo ni con las Sagradas Escrituras. Para no ir tan lejos, recordemos el aplauso que recibio el Golpe de 1973 en Chile por gran parte de las Jerarquías Eclesiáticas.  Pero eso, afortunadamente, no es la Palabra ni La Ley Sagrada.

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#2 Ge. Pe.

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Publicado el 20 noviembre 2007 - 06:27

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Estamos publicando El Coran.... ahora damos aca las Introduciones principales de la Bilia Latinoamericana.... veremos si la entregamos poco a poco, aunque tal vez sea mas cómodo para todos que la bajen de SOBICAIN directamente... veremos...

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ANTIGUO TESTAMENTO

INTRODUCCION




Dieciocho siglos antes de Cristo, algunas tribus nómadas abandonan Caldea con sus rebaños para establecerse en Egipto. Entre estas tribus y clanes nómadas hay un cierto número de familias cuyo jefe es Abrahán. Para Abrahán, personaje completamente insignificante desde el punto de vista de la historia, esta emigración obligada va unida a una gran esperanza: Dios lo había llamado y prometido una recompensa extraordinaria: «Abrahán, todas las naciones de la tierra serán tuyas».
Cuando Dios se revela a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, éstos son aún nómadas; comparten con los demás nómadas una religión simple, hecha de apego al «Dios de sus padres» y de veneración de un cierto número de pequeños ídolos familiares. Pero el encuentro con el Dios Vivo los va a llevar a una nueva toma de conciencia: Dios ampara a los que elige. Gran cantidad de pruebas parecerán contradecir la Promesa que Dios les ha hecho, pero Dios intervendrá cada vez en favor de sus fieles. Desde entonces se establece entre Dios y los patriarcas una relación privilegiada, caracterizada por la fidelidad de Dios a su palabra y por la confianza inquebrantable de sus fieles. A través de ellos Israel será incitado a contemplar, a lo largo de su camino, tanto las maravillas de Dios en favor de aquellos que ha elegido como la fe indefectible de sus padres.
Seis siglos más tarde, algunos descendientes de los patriarcas se reúnen en el desierto y, bajo el mando de Moisés, se dirigen hacia la Tierra Prometida. La etapa del Horeb es decisiva: es aquí donde estos clanes nómadas van a vivir tal experiencia espiritual que los textos bíblicos no cesarán de referirse constantemente a ella. Dios se compromete solemnemente con su pueblo y al mismo tiempo le da una Ley: es la regla de la alianza con Dios, el código de conducta personal y comunitario de Israel. A la palabra dirigida a Abrahán responde en adelante la del Sinaí. Promesa, alianza y salvación serán los tres pilares de la fe de Israel, y los puntos firmes de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento.

Con la entrada en la Tierra Prometida, Israel se ha de enfrentar con los demás pueblos, mucho más avanzados culturalmente. Desde hace más de dos mil años, ellos han construido una civilización urbana, desarrollado la agricultura, establecido relaciones comerciales con todo el Próximo Oriente e incluso más allá. Esta civilización brillante pero pagana será una trampa constante para la fe de Israel. Entonces Dios envía a su pueblo sus profetas, sus portavoces. David se apodera de Jerusalén, una pequeña ciudad cananea y hace de ella su capital, introduciendo en la misma el arca de la alianza, signo visible de la presencia de Dios en medio de su pueblo. A partir de este día, no solamente la Ciudad Santa entra en la historia del pueblo de Dios, sino que su vocación rebasa el tiempo y la historia, ya que ella aparece en las últimas páginas del Apocalipsis como la figura de la humanidad definitivamente reconciliada con su Dios. Salomón, al construir el Templo de Jerusalén, que dos siglos más tarde se convertirá en el único santuario legítimo, da a su pueblo un punto de reunión: la «Morada de Yavé».

Condenación de Israel por sus innumerables infidelidades, recuerdo de la incansable misericordia de Dios con Jerusalén, exigencia de verdad y de sinceridad en el culto del templo, proclamación de la salvación que viene: todo esto constituye la médula del mensaje de los profetas. Al acercarse los últimos tiempos, la meditación de Israel se hace más intensa. Muchas pruebas han purificado las ideas falsas, demasiado humanas. A través de la oración de los salmos, en relatos edificantes o máximas, con los desarrollos sobre el hombre y la sociedad, algunos sabios deciden guiar a Israel en las últimas etapas de su camino hacia aquel que viene a cumplir todas las cosas.
Los Escritos de la Sabiduría, que constituyen la tercera y última parte del Antiguo Testamento, pueden parecer menos coherentes que la Ley o los Profetas: en efecto son el reflejo de un pueblo convulsionado y con frecuencia dividido: es el tiempo en que Dios se prepara un «pequeño resto» en medio de una nación presionada y arrastrada por todas las tentaciones del poder y la confusión entre el reino de este mundo y el Reino de Dios.

Pero después de tantas experiencias acumuladas en el pueblo de Israel, sobreviene un período de crisis en el que Dios decide conducirlos a superar los más grandes desafíos de la fe y de la historia. En este preciso momento es cuando aparece Jesús.

Así, pues, el Antiguo Testamento consta de 46 libros, y constituye la primera y más voluminosa de las dos partes de la Biblia. Se trata de la lenta preparación de Israel para la Alianza definitiva y eterna que Dios iba a establecer con los hombres en la persona de Jesucristo.
Así como las obras de una biblioteca pueden ser clasificadas de modo diverso por uno u otro bibliotecario, así también los 46 libros del AT han sido clasificados de modo diferente, y esto desde los primeros siglos de la era cristiana. Los editores modernos de la Biblia han debido, pues, elegir entre las dos clasificaciones más frecuentes adoptadas por los antiguos manuscritos: el orden de la Biblia hebrea o el orden de la Biblia griega.

Al incluir entre los «profetas» los libros que la Biblia griega denomina «históricos», la Biblia hebrea pone de relieve la originalidad de estos textos. Para el Antiguo Testamento, así como para el Nuevo, todo acontecimiento es portador de una palabra de Dios: no se hace historia por el placer de dar a conocer el pasado, sino para testimoniar la fidelidad de Dios con su pueblo, para hacer conocer su voluntad y preparar de este modo a los hombres a acoger la gracia de su salvación. En este aspecto toda la narración bíblica es «profética».

Nosotros hemos adoptado globalmente en esta edición el orden de la Biblia hebrea.

Encontraremos, pues, al comenzar, los cinco libros del AT denominados la LEY, la Torá para los judíos de lengua hebrea y el Pentateuco para los de lengua griega.
En ellos vemos a Dios actuando en la historia humana para liberar a un pueblo que quiere hacer suyo, instruyendo a este pueblo y dando sentido a su historia.

Después vienen los LIBROS PROFÉTICOS: Dios interviene en la historia por medio de los profetas, a los que comunica su Palabra y su Espíritu «para destruir y construir, para edificar y plantar». Estos profetas inspirados van a desempeñar un papel decisivo en la educación de la fe de Israel.
Por fin nos encontramos con los LIBROS SAPIENCIALES, es decir, con todo un conjunto de obras que bajo las formas más variadas nos ponen en comunicación con la plegaria, la sabiduría y la moral del pueblo de la antigua alianza. Estas obras nos enseñan el arte de servir a Dios en la vida diaria y a convertirnos en personas responsables en la fe.

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GÉNESIS

INTRODUCCIÓN



Mientras más avanzamos en la vida, más nos interesamos por descubrir nuestras raíces: ¿dónde vivían nuestros antepasados? ¿Cómo se conocieron nuestros padres? ¿Qué inspiró nuestras primeras decisiones? De igual modo todos los pueblos han tratado de reconstruir su pasado. Si bien querían salvarlo del olvido, mucho más querían encontrar en el pasado la confirmación de aquello en que creían; narrar su historia era, pues, una manera de afirmar su propia identidad en medio de tantos pueblos grandes o pequeños que los rodeaban.

Y esto es precisamente lo que está en el corazón del Génesis, un libro que se fue haciendo por partes a lo largo de varios siglos. Tomó su forma definitiva en el siglo V antes de Cristo, cuando el pueblo judío, que había regresado del Exilio en Babilonia, fijó de manera definitiva la expresión de su fe.

Génesis quiere decir Comienzo. No buscaremos en los primeros capítulos un documento sobre los orígenes del universo o sobre un pecado que habría cometido el primer hombre. Pero desde las primeras páginas nos vamos a topar, en forma de imágenes, con todo lo que es importante para nosotros.

Se podría decir que este libro consta de tres partes:

Los capítulos 1 al 11 tratan de establecer un nexo a lo largo de esos enormes períodos de tiempo que transcurrieron desde la creación hasta los primeros «padres de la fe», cuyos nombres quedaron en la memoria, considerando, por supuesto, en primer lugar a Abrahán.

La segunda parte evoca la vida de esos clanes nómadas que creían ya en un Dios cercano y en el cual se podía confiar, el «Dios de su padre». Esta historia, o estas historias, se ubican en la tierra de Ca naán, en un tiempo en que el pueblo de Israel no había nacido todavía (en los siglos XVIII-XV antes de Cristo). Nos muestran cómo Dios ya había preparado su obra de salvación mediante las promesas hechas a Abrahán y Jacob. Este es el tema de los capítulos 12 al 38.
La tercera parte, la historia de José, proyecta una luz sobre las tragedias que entretejen la existencia humana. Los hombres necesitan un salvador, y la salvación les vendrá justamente por intermedio de aquellos que primero persiguieron y rechazaron.

¿Quién escribió el Génesis?


No hubo uno sino varios autores. No olvidemos que el pueblo de la Biblia se fue constituyendo poco a poco, por la aglomeración de tribus nómadas que no sabían leer ni escribir. Traían consigo el recuerdo de sus antepasados y de señales que Dios había realizado en su favor; sus tradiciones se transmitían oralmente.

Cuando esas tribus se establecieron en Palestina, fueron entrando poco a poco en una nueva cultura, la de la escritura. Alrededor del rey y de sus funcionarios, los escribas fijaban por escrito las leyes y las creencias de su reino. Así fue como en la época del rey Salomón (siglo X antes de Cristo), un escritor desconocido, al que se acostumbra llamar el Yavista, compuso una primera historia del pueblo de Dios.

Puso por escrito los recuerdos y leyendas referentes a Abrahán y su familia que los israelitas se transmitían de padres a hijos. Para hablar de los tiempos anteriores, utilizó en parte la literatura de los Babilonios y sus poemas referentes a la primera pareja y el Diluvio, pero también los transformó profundamente, para que estas historias expresaran una visión del mundo que procedía de su fe.

Este relato antiguo ha sido completado posteriormente con otros que procedían de otras tradiciones, repitiéndose a veces los mismos hechos.

Mucho más tarde, cuando los judíos volvieron del Destierro a Babilonia (siglo V antes de Cristo), sus sacerdotes añadieron muchos párrafos que ponemos aquí en letra cursiva. Fueron ellos los que compusieron el poema de la creación en siete días, con que empieza el Génesis y en cierto sentido, toda la Biblia.

Las tres palabras de Dios Creador (cap. 12)

En el primer capítulo del Génesis dijo Dios, y es la creación.

En el capítulo 9, de nuevo dijo Dios, y es para dar su bendición a toda la humanidad.

En el capítulo 12, dijo Dios por tercera vez, y es el comienzo del pueblo de Dios. Son tres pasos de muy desigual extensión de la Biblia, ya que la revelación hecha al pueblo de Dios va a ocupar gran parte de ésta. Lo que en ella leeremos interesa en realidad a toda la humanidad, pero será lo que Dios ha dicho y hecho con su pueblo en particular.

Si nos compenetramos del espíritu de la Biblia, descubriremos que estos tres aspectos de la obra divina conforman un todo y se armonizan entre sí de mil maneras. Pero, ¡cuidado! Si no hemos captado bien el sentido de esas tres palabras, llegará un momento en que no podremos aceptar más el testimonio de la Biblia y Jesús se nos esfumará. Porque esas tres palabras chocan con algunos prejuicios que marcan profundamente a nuestro tiempo.

Dijo Dios y su palabra creó el universo con sus leyes físicas. La Biblia nos recordará que esas leyes son estables para siempre. Pero también nos dirá que el universo está siempre a disposición de Dios y que obedece a su Palabra. Decir que Dios puso el piloto automático para dirigir al mundo, es en parte verdad, pues no da golpes de timón a cada momento. Pero nos estaríamos saliendo de la revelación bíblica si dijéramos que Dios lo determinó todo desde un principio y que por lo tanto no puede hacer intervenir cuándo quiera fuerzas superiores que interfieren con aquéllas o las ponen entre paréntesis (desde nuestro punto de vista). Se dice que Dios descansó de sus obras al séptimo día (Gén 2,4), pero lo contrario tiene también su verdad: «El Padre todavía está trabajando» (Jn 5,17). Dios no cesa de expresarse a sí mismo a través de sus obras, y la creación, de continuar viviendo y existiendo en él. Las leyes de la naturaleza son la sombra de una justicia superior que está en Dios, pero en la naturaleza hay mucho más que leyes físicas, comenzando por su riqueza y esplendor. Su constante creatividad, que es una de sus más misteriosas capacidades, es un reflejo de la libre creatividad de Dios, que no está nunca encadenada.

Esto es más que suficiente para hacer saltar a todos los que toman por verdad absoluta a determinados postulados de la razón, como por ejemplo, que las leyes son inflexibles y que nada existe fuera de lo que puede ser medido. Sin esos postulados no habría investigación científica, pero eso no significa que expresen toda la realidad del mundo, ni siquiera lo esencial. Y sin embargo es justamente ese prejuicio lo que impide a muchos cristianos admitir cualquier tipo de intervención de Dios en el orden habitual del mundo. De entrada se negarán a admitir en el Evangelio la multiplicación de los panes, la virginidad de María, la Transfiguración... o les harán decir a los textos lo contrario de lo que dicen. Rechazarán todos los testimonios actuales de los que han experimentado semejantes intervenciones soberanas de Dios. Luego negarán cualquier intervención directa de Dios en nuestro mundo interior, y muy lógicamente se negará que la oración tenga algún sentido. Ese racionalismo inspirará muchos libros y discusiones, pero al fin y al cabo es estéril. Jamás hará que brote la fe y nunca dará la alegría.

El «dijo Dios» de la historia de Noé también tiene un profundo sentido. Dios actúa en el tiempo después del diluvio haciendo un pacto con todos los pueblos y con todas las religiones, puesto que todos son hijos de Noé. Si Dios los bendice, eso quiere decir que les ofrece un camino de salvación: lo hallarán a través de las mil culturas y religiones (He 17,27). Cuando la Palabra o Sabiduría de Dios se hace presente en su búsqueda de la sabiduría, en las palabras de sus libros sagrados, ésta (la Palabra de Dios) no hace más que continuar su obra creadora, pues por ella dispuso Dios los tiempos de la creación (Heb 1,2). Pues bien toda la marcha de la historia prolongará el plan de Dios Creador, y por su parte las religiones estarán ligadas a un descubrimiento de Dios o «de lo divino» en la naturaleza.

¿Qué más necesitamos? ¿No tiene allí la humanidad todo lo que necesita para terminar la creación? Eso sería olvidar que los «hijos de Noé» son siempre «hijos de Adán». Muy pronto se cae de los sueños en una realidad que no es muy hermosa. Pero no insistamos en los fracasos y en los límites de las sabidurías humanas, porque lo importante está en otra parte. Para Dios la creación es el medio que tiene para expresarse. Ahora bien, aunque él entregara las riquezas del universo a una humanidad mucho más razonable de lo que somos, nada haría traslucir lo que hay de más extraordinario en él: el dinamismo de un amor cuyas iniciativas sólo él comprende. Si no hubiera más que el hombre frente al Creador, sólo aparecería como grande y generoso. El no puede decir más sin romper el círculo de una creación aparentemente perfecta. Por eso, Dios iba a llamar a personas y a grupos para que emprendieran con él un camino muy singular y a menudo al revés de lo que enseña la experiencia humana. Y el punto de partida, o la primera fractura, fue el llamado a Abrahán.

Este tercer «dijo Dios» marca el comienzo de un pueblo de Dios, diferente a todos los demás y esta oposición, o mejor esta dualidad entre los que son elegidos para ser pueblo de Dios y los que no lo son, despierta un gran malestar en la conciencia de muchos cristianos de hoy. ¿Por qué dos pesos, por qué dos medidas? ¿Estamos seguros que la revelación bíblica es más que una religión entre todas las demás? Y a lo mejor hasta nos vemos tentados a renegar de nuestras riquezas: «¿Por qué voy yo a tener la verdad más que los demás?»

Es pues el momento de aceptar o no al Dios de la Biblia, al que es «favor y fidelidad», él llama al que quiere, y da a uno lo que no da a otro. Da más para que se produzca más y para que todo el mundo se aproveche; pero da lo que él quiere. ¿Nos ha llamado Dios para ser su pueblo? Esto no nos concede ningún derecho especial. Es una riqueza pertenecer al pueblo de Dios, más todavía es nuestro servicio al mundo. Es Dios quien nos hace surgir de la nada, todos únicos y necesarios. Y al mismo tiempo que nos hace lo que somos, nos pone en un camino que no forma más que una cosa con nuestras necesidades, nuestras esperanzas y nuestra sed de felicidad.

El lector cristiano tiene pues que aceptar, el carácter único de su vocación. Querer olvidarla para ser más semejante a los demás no tendría aquí ningún sentidoo, puesto que los demás no nos envidian nuestro lugar. No sería una muestra de humildad o de espíritu más abierto sino de miedo: miedo a ser diferente, o tal vez, este otro terror que es una falta de fe: ¿no son puras ilusiones las grandes promesas de Dios?


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Publicado el 25 noviembre 2007 - 01:49

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Para que la lean aquellos que deseen...
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GÉNESIS

DIOS ORDENA EL UNIVERSO

CAPÍTULO 1


1 En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra,
2 todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
3 Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4 Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas.
5 Dios llamó a la luz «Día» y a las tinieblas «Noche». Atardeció y amaneció.. fue el día Primero.
6 Dijo Dios: «Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras.» 7 Hizo Dios entonces como una bóveda y separó unas aguas de las otras: las que estaban por encima del firmamento, de las que estaban por debajo de él. Y así sucedió.
8 Dios llamó a esta bóveda «Cielo». Y atardeció y amaneció.. fue el día Segundo.
9 Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo de los cielos en un solo depósito, y aparezca el suelo seco.» Y así fue.
10 Dios llamó al suelo seco «Tierra» y al depósito de las aguas «Mares». Y vio Dios que esto era bueno.
11 Dijo Dios: «Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie.» Y así fue.
12 La tierra produjo hierba, plantas que dan semillas y árboles frutales que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie. Dios vio que esto era bueno.
13 Y atardeció y amaneció.. fue el día Tercero.
14 Dijo Dios: «Haya luceros en el cielo que separen el día de la noche, que sirvan para señalar las fiestas, los días y los años,
15 y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra.» Y así sucedió.
16 E hizo Dios los dos grandes luceros: el lucero mayor para regir el día, el lucero menor para regir la noche, e hizo también las estrellas.
17 Dios los colocó en lo alto de los cielos para iluminar la tierra,
18 para regir el día y la noche y separar la luz de las tinieblas; y vio Dios que esto era bueno.
19 Y atardeció y amaneció.. fue el día Cuarto.
20 Dijo Dios: «Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento.»
21 Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno.
22 Los bendijo Dios, diciendo: «Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra.»
23 Y atardeció y amaneció.. fue el día Quinto.
24 Dijo Dios: «Produzca la tierra vivientes según sus especies, animales del campo, reptiles y fieras.» Y así fue.
25 Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según sus especies, y todos los reptiles de la tierra según sus especies. Y vio Dios que todo esto era bueno.
26 Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.»
27 Y creó Dios al hombre a su imagen.
A imagen de Dios lo creó.
Varón y mujer los creó.
28 Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.»
29 Dijo Dios: «Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la tierra, y toda clase de árboles frutales. 30 A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman.» Y así fue.
31 Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció.. fue el día Sexto.


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#4 Ge. Pe.

Ge. Pe.

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Publicado el 26 noviembre 2007 - 09:34

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Para aquellas personas que se interesen por uno u otro motivo - religioso o no - en la Biblia y en especial La Biblia Latinoamericana, aca encuentran todo para hacer un trabajo muy completo.

En verdad uno disfruta su lectura y la comprendo cada dia mas, como todo trabajo de investigación de las fuentes, este tampoco es fácil, pero paso a paso pueden hacers Uds mismo una version muy completa y comentada de este extraordinario y bello Libro.


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Los comentarios son de sus Editores. Sociedad Bíblica Católica Internacional




COMENTARIOS A GÉNESIS 1




Comentarios Génesis, capítulo 11,1


Hay que hacer un esfuerzo para leer esta página con gran sencillez. Desde hace ciento cincuenta años han surgido demasiadas discusiones sobre el tema «la creación según la Biblia y según la ciencia», un problema muy mal planteado y cuya solución habitualmente se presenta en una forma todavía peor. No hay que buscar aquí datos históricos o científicos, pues los que redactaron este capítulo querían enseñar realidades muy diferentes, y Dios hizo suya esa exposición sin asustarse de que hablaran del cielo como de una bóveda azul de la que cuelgan las estrellas.
Es palabra de Dios, pero no leamos este texto como si nos transmitiera “la” comprensión cristiana del universo. Todas las religiones del pasado tuvieron sus «cosmogonías», es decir, sus relatos sobre el origen del mundo, y también la Biblia tuvo los suyos y éste es el más importante. Pero la Biblia tiene mucho más que decir y lo dice allí donde muchos no lo buscan: en el Nuevo Testamento. Habrá que esperar la venida de Cristo para que se revele el misterio de Dios creador: véase Jn 1 y Ef 1.
Este relato rítmico, con sus repeticiones y su forma litúrgica, es como un prefacio del primer núcleo de la Biblia realizado en el siglo 5 antes de Jesús, cuando los judíos retornaron del Exilio de Babilonia.
Estamos muy lejos de los antiguos relatos mitológicos: nada de personajes y monstruos primitivos, nada de conflictos entre los seres divinos y no se pinta imagen alguna de Dios. Dios se mantiene fuera de ese mundo del cual no tiene necesidad, pues lo hizo para el hombre, pero un día vendrá a ese mundo el Hijo para instalar en él su tienda (Jn 1,14).
“Dijo Dios” y eso basta, y así será a lo largo de la historia. Lo importante para Dios no es hacer el mundo sino poner orden en él, y toda la Biblia mostrará cómo es él quien da sentido a la existencia humana.
1,2 Palabra de Dios y Espíritu de Dios: dos palabras que llenarán las páginas de la Biblia. Donde se escucha la Palabra, el Espíritu viene a los corazones y el mundo se transforma.
Véase la nota Dios habla p.000.
1,12 Dios vio que esto era bueno. La exploración de la luna y de los planetas ha demostrado cuán improbable es que un fragmento desecado de estrella pudiese llegar a ser tierra habitable, y sin embargo eso aconteció con nuestro planeta; el presente relato muestra las repetidas atenciones de Dios que concluyen cuando la tierra pasa a ser el terruño de la raza humana y de un mundo civilizado. ¿Y quién se atrevería a decir que los frutos no fueron destinados en primer lugar para nosotros? La cuna del hombre fue preparada durante largo tiempo, pero luego será ese ser humano quien recibirá la total responsabilidad del mundo.
Nada de todo lo creado es malo, pero no por eso niega el autor la existencia de fuerzas malas en el mundo, como serían el mar y la noche, a las que los israelitas tanto temían. Tales fuerzas sin embargo están contenidas: son asignados sus límites al mar, y la noche cede el paso a la luz.
1,14 El sol y la luna inscribirán marcas en el tiempo que huye. ¿Se podría imaginar una sociedad sin fechas y sin calendario? Pero para el autor tales fechas son las fiestas religiosas del calendario lunar.
1,22 Esta es la primera de tres bendiciones: bendición de la vida nacida en nuestro planeta; bendición de la raza humana y de la pareja (28); bendición del día de descanso (el sábado), que será una señal distintiva del pueblo de Dios.
La bendición de Dios significa que él no dejará de animar nuestros esfuerzos y de dominar las crisis.
Conviene recalcar la importancia de esta bendición que se encuentra en la raíz misma de la historia bíblica. Mientras el sabio asiático se sitúa de cara a la naturaleza como una persona ya mayor que trata de adaptarse al orden universal, la Biblia presenta al hombre como un niño invitado a jugar con la creación. Todas las claves que le permitirán comprender el universo se encuentran en la palabra de Dios, que es el origen de la creación.
El capítulo siguiente completará esto para dar un sentido a los tiempos que vendrán: el hombre construirá la historia a pesar de su debilidad y de sus propias faltas. Esta certeza ha sido suficiente para que la ciencia y las empresas de Occidente abrieran el camino al progreso técnico y a la globalización de la cultura.
1,27 La obra de Dios se corona con la creación del hombre. El texto deja tres afirmaciones decisivas que son como la base de la visión cristiana del hombre. Estas certezas han permitido que apareciera la civilización moderna y se han impuesto mucho más allá del ámbito del mundo cristiano.
Lo creó a su imagen. Siendo imagen del Dios-Verdad, el hombre no está encerrado sin esperanza en el mundo de sus fantasmas y de sus ilusiones, en la prisión de sus categorías y estructuras, sino que fue creado para la Verdad, y Dios puede manifestarle lo esencial en un lenguaje humano y a través de experiencias humanas.
Hombre y mujer los creó. Dios no crea al hombre solo ni a la mujer sola, sino la pareja. Y por más que esto sorprenda en una cultura machista, no hay desigualdad entre el hombre y la mujer. Aquí escapamos de esas imágenes simplistas de las teorías materialistas que afirman que la división de los sexos no sería más que el producto del azar en la mutación de los cromosomas, y que luego el amor resultaría de aquella división de los sexos. Para Dios las cosas son al revés: el amor estuvo primero, y la larga evolución de la sexualidad fue su preparación.

1,28 Véase la nota Dominen la tierra.
1,31 Véanse las notas Dios o el universo divinizado y La creación espiritual.


Esta notas se ven en el Léxico Temático de la pagina web http://www.sobicain.org/shell.asp

Por ejemplo: - DOMINEN LA TIERRA (1,28)

Respecto de Génesis 1,26 y siguientes

Dios es esplendor y le deja al hombre la autoridad sobre el mundo. Dios y el hombre, no es la oposición entre el más fuerte y el más débil, entre el que lo tiene todo y el que no tiene nada; el hombre descubre su grandeza y su responsabilidad.
La Biblia formó hombres que no tienen miedo a las maldiciones del destino cuando buscan los secretos del universo; no es por azar que el gran empuje de la civilización haya partido de un Occidente cristianizado. Con el Génesis comienza la aventura cósmica, y si el cosmos no está plenamente habitado no puede encontrar un lugar en la eternidad. Ahora bien es necesario que la creación vuelva a Dios porque Dios es Uno y nada, que no participe de su eternidad, podrá subsistir a su lado; eso sólo podría ser un infierno.
La creación por tanto se hizo a partir de aquel que nace del Padre y que vuelve al Padre, tal como lo afirma el Evangelio. El comienzo de la luz y de las energías que se iban a inflar hasta producir las miríadas de galaxias conformaba en realidad una sola cosa con la decisión tomada en la eternidad: el Hijo se haría hombre (1Pe 1,20; Ef 1,14). Él en primer lugar justifica las palabras del Salmo 8: “¿Quién es el hombre para que te acuerdes de él? Lo coronaste de gloria” (1Co 15,24; Heb 2,6). El “hombre” que dará sentido al universo son los millones de seres humanos que son uno en Cristo





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Aca lo amplian...


[1] Tenemos que hacer un esfuerzo para mirar esta página de una manera sencilla. Desde hace ciento cincuenta años ha habido demasiadas discusiones sobre el tema "la creación según la Biblia y según la ciencia". No encontraremos aquí datos históricos o científicos, pues los que redactaron este capítulo querían enseñarnos cosas muy diferentes y Dios hizo suya su exposición, sin asustarse de que hablaran del cielo como de una bóveda azul de la que cuelgan las estrellas.

Tenemos, pues, aquí una palabra de Dios, pero no leamos ese texto como si nos entregara "la" comprensión cristiana del universo. Como todas las religiones del pasado tuvieron sus "cosmogonías", es decir, sus relatos sobre el origen del mundo, así también la Biblia tuvo los suyos y éste es el más importante; pero ella tiene mucho más que decir y lo dice allí donde muchos no buscan, es decir, en el Nuevo Testamento. Habrá que esperar la venida de Cristo para que se revele el misterio de Dios creador: véase Jn 1 y Ef 1.

Este relato rítmico, con sus repeticiones y su forma litúrgica, es como un prefacio, una obertura del primer núcleo de la Biblia realizado en el siglo quinto antes de Jesús, cuando los judíos retornaron del Exilio de Babilonia.

Pero, ¿qué quería decir? ¿Que Dios lo ha hecho todo? ¡Por supuesto! Dios único, distinto de ese universo que creaba, y que existía antes que éste. Pero quería decirnos antes que nada que Dios está infinitamente más allá de esa creación que nos maravilla o que nos aplasta, más allá de una naturaleza tan rica y tan dominante que fácilmente nos dejamos llevar por sus impulsos.

El espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Hay que saber que en hebreo la palabra "soplo" o "viento" terminó por significar "espíritu" (véase Jn 3,8 ). Aquí está, pues, el Espíritu de Dios, o su soplo, y lo nombran inmediatamente antes que la Palabra: Palabra y Espíritu serán como las dos manos de Dios, el Creador. Esto mismo afirma nuestro "Creo en Dios": el Espíritu habló por los profetas. Dios actúa por medio de su Palabra, portadora de sus voluntades. Desde este primer momento la Palabra, apodada en otra parte "la Sabiduría", organiza el universo, pero no como una tierra extraña, un mundo que Dios miraría desde arriba, sino como el lugar que vendría un día a visitar. Dijo Dios. Con estas palabras se pone como una frontera entre Dios y su criatura. El mundo no es Dios, no es un aspecto de Dios; tampoco salió de Dios como del seno de un Infinito que dejara escapar a sus riquezas sin conocerlas ni dominarlas. El mundo está en Dios de alguna manera, pero Dios es exterior al mundo y no depende de él. No habrá que olvidarlo cuando posteriormente se nos hable de comunión con Dios: ésta sólo se realizará si Dios nos llama personalmente.Dios crea, eso quiere decir en primer lugar que Dios pone un orden. Primer día, segundo día, tercer día... No todo está en el mismo plano. Un universo material en el que aparecerá luego la vida con sus miles de realizaciones diversificadas y jerarquizadas.Primer día, segundo día, séptimo día. Dios ordena el mundo y nuestra existencia. Vean como el sol y la luna no están sólo para alumbrar sino que determinan también el tiempo y el calendario. No hay vida humana ni vida de familia sin fiestas, sin una disciplina y regularidad para levantarse y acostarse, para el trabajo y las horas de comida. Los hebreos dividían al mundo en tres regiones: el cielo, la tierra y las aguas. Encontramos este orden: días 1 y 4, 2 y 5, 3 y 6. Todo acontece a su hora: las criaturas más perfectas vienen después de las inferiores, y en último lugar el hombre.Dijo Dios: "Haya luz". En la Biblia la luz es como la materia del mundo de Dios. Incluso antes de que aparezca el universo material y visible, Dios es la fuente de un mundo espiritual que está más allá del tiempo y del espacio, y que es poblado de fuerzas misteriosas pero sometidas a Dios. Allí es donde se originan las grandes líneas de la historia.Dios vio que esto era bueno. Nada es malo de todo lo que se ha creado, pero no por eso niega el autor la existencia en de fuerzas malas en el mundo, como de ser el mar y la noche, a las que los israelitas temían. Esas fuerzas sin embargo son contenidas: se le asignan límites al mar, y la noche cede el paso a la luz. Habrá sin embargo que preguntarse: ¿Quién introdujo el mal en el mundo? Ver Gén 3; Sab 1,14; 11,20; Sir 13,1; Stgo 1,17.

La obra de Dios se acaba con la creación del hombre. El texto nos deja tres afirmaciones decisivas que son como la base de la visión cristiana del hombre. Estas certezas han permitido que apareciera la civilización moderna y se han impuesto mucho más allá que el mundo cristiano.Lo creó a su imagen. Esto es muy importante: siendo imagen del Dios-Verdad, el hombre no está encerrado sin esperanza en el mundo de sus fantasmas y de sus ilusiones, en la prisión de sus categorías y de sus estructuras, sino que fue creado para la Verdad. Dios puede decirle lo esencial en un lenguaje humano y a través de experiencias humanas: no estamos condenados a dudar siempre. Somos hechos según la imagen de Dios, y, por supuesto, para darle una respuesta. Hombre y mujer los creó. Aquí viene la dignidad de la pareja. Al que Dios crea no es el hombre solo ni la mujer sola, sino la pareja. Y, por más que esto nos sorprenda en aquella cultura machista, no hay desigualdad entre el hombre y la mujer. Con la Biblia escapamos de las imágenes simplistas de las teorías materialistas: la división de los sexos no sería más que el producto del azar en la mutación de los cromosomas, y luego el amor resultaría de aquella división de los sexos. En cambio afirmamos que el amor estuvo primero en el plan de Dios, y la larga evolución de la sexualidad fue su preparación.Tengan autoridad... Esto no significa que deba actuar en forma tiránica, poniendo en peligro hasta la existencia humana en un planeta cambiado en un basurero. Pero Dios le entrega el universo entero. El hombre hará uso de todo, y de la vida misma, para crecer, madurar y llevar a cabo la aventura humana hasta su vuelta en Dios mismo.Multiplíquense y llenen la tierra. Dios les da su bendición. Sería un error apoyarse en ese texto para justificar una procreación irresponsable: ver Sab 4,11 donde se elogia a las familias cuyos hijos son útiles y buenos delante de Dios. Eso no obstante, la Biblia dirá que un pueblo que no tiene más niños ha perdido el camino de las bendiciones divinas.Yo les entrego toda clase de hierbas y árboles frutales. Con estas palabras el autor expresa el ideal de un mundo no violento en que ni siquiera se mataran los animales. Sin embargo, posteriormente se hará una concesión (Gén 9,3) porque Dios toma en cuenta la condición real del hombre.Dios descansó el séptimo día (2,2). La observancia de este séptimo día llamado en hebreo "el sábado", es decir, "el descanso", es uno de los pilares de la práctica israelita y cristiana. Este día es hecho santo, es decir diferente de los otros, y ayuda a los creyentes a ser personas diferentes; ya no están sometidos al trabajo, sino que tienen tiempo para encontrarse con Dios, con los otros y con ellos mismos (ver Ex 20,8 y las promesas expresadas en Is 56,4; 58,13).


LA CREACION Y EL HOMBRE MODERNO


La Biblia establece la grandeza del hombre que procede de Dios y que no es producto del azar. Los pueblos primitivos se creían dependientes de los caprichos de sus dioses; hasta los mismos griegos, tan celosos de su libertad, aceptaban el peso de un destino del cual nadie podía escapar. El peso de esa fatalidad ha mantenido a la inmensa mayoría de los pueblos en el temor, ha paralizado sus esfuerzos para superarse y ha apagado la alegría verdadera.La Biblia, en cambio, forma personas que no temen el poder oculto de los astros (no son más que lámparas al servicio de Dios), personas que no temen alguna maldición del destino cuando buscan los secretos del universo. No por casualidad la gran trayectoria de la civilización ha salido de un occidente cristianizado.


UN MENSAJE PROFETICO


Esta primera página de la Biblia pone las bases para una visión cristiana de la existencia. Pero también decimos que tiene valor profético en este sentido de que si la leemos después de haber recibido el Evangelio, sus viejas palabras dejarán trasparentar verdades nuevas. Solamente damos algunos ejemplos.El Génesis dice: Al principio, al hablar de la creación que apareció fuera de Dios en el tiempo; pero Juan nos mostrará otras riquezas de ese principio (Jn 1,1) que para Dios no pasa. Pues Dios no está sometido al tiempo, sino que vive en esa plenitud permanente que llamamos eternidad. Allí no hay ni antes ni después, ni duración ni cansancio. Al principio Dios se proyecta en su Hijo que es a la vez su imagen y su Palabra (Col 1,15; Heb 1,3). Pero en este principio también Dios crea fuera de El al mundo, para distribuir en éste las riquezas que contempla en su Hijo. Y es entonces cuando comienza el universo y los espíritus, el espacio y el tiempo. Este universo que desafía nuestra imaginación por sus dimensiones y su duración es pues una expresión del misterio profundo de Dios; toda la historia humana que va a transcurrir en él será una historia sagrada en que Dios realizará un deseo eterno: su voluntad de amarnos, de llevar a los hombres a su madurez y de reunirlos en Cristo.El Evangelio nos hablará de un nuevo nacimiento "del agua y del Espíritu", pero ya aquí, desde el comienzo de nuestra biblia, aparecen las dos fuerzas divinas que están activas en nuestro mundo, el soplo y la palabra. Estas dos palabras muy humanas adquirirán su pleno sentido con la venida de Jesús: La Palabra es él mismo, el Hijo (Jn 1,1), y el soplo es el Espíritu eterno común al Padre y al Hijo.A su imagen y semejanza. Hemos sido llamados a compartir el misterio de Dios al final de un camino en el que nos vamos haciendo semejantes a él: ese camino, nos dice el Nuevo Testamento, es el del amor: 1 Cor 13,13; 1 Jn 3,1-6; 7,8. Que domine. A pesar de su fragilidad, la creatura humana ha sido escogida por Dios para ser el enlace entre El y el universo. Desde el primer momento de la creación, Dios ha dispuesto que su Hijo se haría hombre (Ef 1,1-14). A él se refieren las palabras del Salmo 8: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? Lo coronaste de gloria y todo le pusiste bajo sus pies. (Ver 1 Cor 15,24).Y Dios descansó el día séptimo. Este reposo no significa que ahora Dios mira desde lejos su creación (Jn 5,17). Significa más bien que la creación entera, y lo mismo el trabajo de los hombres, desembocarán en ese día sin fin en que descansaremos en Dios, compartiendo su plenitud (He 4,1-10).


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#5 Ge. Pe.

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Publicado el 27 noviembre 2007 - 07:15

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Es una sorprendente manera de ver La Biblia, y de acercarse a ella de otra manera... por fin la explican como seres humanos a los seres humanos... Insisto, no es necesaria la fe ni judía ni cristiana para leerla... sea como sea, es un gran y hermoso trabajo. No les prometo subirla diariamente -ademas no es fácil leerla tampoco diariamente- pero si la iremos dando aca cuando podamos...
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GÉNESIS

CAPÍTULO 2


1 Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. 2 El día séptimo Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho. 3 Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho.
4a Aquí viene la continuación, después de creados el cielo y la tierra.
«El Adán» en el jardín de Edén
4b El día en que Yavé Dios hizo la tierra y los cielos, 5 no había sobre la tierra arbusto alguno, ni había brotado aún ninguna planta silvestre, pues Yavé Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y tampoco había hombre que cultivara el suelo 6 e hiciera subir el agua para regar toda la superficie del suelo.
7 Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento y vida. 8 Yavé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado. 9 Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal.
10 Del Edén salía un río que regaba el jardín y se dividía en cuatro brazos. 11 El primero se llama Pisón, y corre rodeando toda la tierra de Evila donde hay oro, 12 oro muy fino. Allí se encuentran también aromas y piedras preciosas. 13 El segundo río se llamaba Guijón y rodea la tierra de Cus. 14 El tercer río se llama Tigris, y fluye al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.
15 Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y Yavé Dios le dio al hombre un mandamiento; le dijo: «Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín, 17 pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.»
18 Dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una auxiliar a su semejanza.»
19 Entonces Yavé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado.
20 El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara. 21 Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. 22 De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamo: 23 «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.»
24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne. 25 Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza.

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COMENTARIOS AL GÉNESIS,

CAPÍTULO 2


2,2 El relato establece el ordenamiento del mundo repatido en seis días; de igual manera el ritmo de la vida se apoyará en la semana: siete días. El séptimo día es llamado sabbat, que en hebreo significa “cortar” o “detenerse”. Es un día distinto de los demás, y en eso se parece a Dios que es santo, es decir que ocupa un lugar aparte de todo el resto: se dirá que el sábado es santo. Este descanso semanal es una de las leyes fundamentales del pueblo de Dios (Éx 16,23-25; 20,8; Is 56,4; 58,13). Y también ese día de reposo facilita el culto divino.
La vida de trabajo deberá respetar ese orden si no se quiere que los trabajadores se conviertan en esclavos y olviden que no fueron hechos para trabajar sino para encontrar un día el descanso en Dios: Heb 4.
2,4a Aquí viene la continuación. El corte entre los dos relatos no coincide con el final del capítulo; esto no debe sorprendernos pues los capítulos y versículos se determinaron muchos siglos más tarde para facilitar el estudio de los libros, y no siempre se colocaron en el lugar más apropiado.
2,4b El título que hemos elegido habla de “El Adán”, porque la palabra Adán en hebreo significa “hombre” en el sentido más amplio; es “alguien” sin distinguir entre hombre y mujer; aquí se utiliza como se hace actualmente cuando se dice “el hombre”. Y por esta razón hemos traducido “el hombre” aún cuando el texto dice “Adán”.
Este capítulo es más antiguo que el anterior y es también diferente la manera de hablar de Dios: aquí tiene ya nombre propio, se lo conoce. Es muy cercano y no bien le ha comunicado al hombre su propio aliento ya lo pone a prueba, o si se quiere, despierta su conciencia.
Es como una parábola en la que los personajes representan a la humanidad de todos los tiempos. O más exactamente, es el despertar de la pareja y el de la conciencia. Han nacido sin haberlo elegido, pero Dios sólo deseaba el bien para ellos y había preparado la naturaleza para recibirlos.
Edén significa “Delicias”. Cualquier lugar de la tierra merecería ser llamado como aquí un jardín, porque nadie nace sin padres que hayan preparado la tierra y la cuna, al menos tratándose de un verdadero padre o madre y de la procreación responsable.
El hombre está arraigado en la tierra y en la gran familia de seres vivos (y la evolución de los seres vivos nos lo confirma), pero también es polvo del suelo y empezará a descomponerse apenas le falte el árbol de vida que Dios le facilita.
2,5 Véase la nota La Biblia y la EvoluciÓn p.000.
2,16 El mandamiento. No hay humanidad si no hay ley. La obediencia a la ley de Dios es asunto de vida o muerte tanto para el individuo como para las familias y los pueblos. La persona sólo se despierta cuando se hace responsable, cuando es capaz de responder y de rendir cuentas tanto a su conciencia como a quienes le han confiado una misión.
2,18 La pareja es tan fundamental como el mandamiento. La mujer es sacada del hombre y el hombre nace de la mujer: ahí está la riqueza del amor, siempre que sea entendido como la forma de construirse juntos, porque entonces renacerán realmente el uno del otro.
2,19 Dar un nombre a alguien es una forma de demostrar su autoridad y de confiarle una misión (Gén 17,5; Mt 16,18). El hombre domina, como en 1,28: no se rebajará jamás al nivel de los animales; más aún, el verdadero amor será la fuerza vital que lo unirá a la mujer, un amor muy exigente, y el único capaz de hacerlo madurar.
2,24 Y pasan a ser una sola carne, es decir, un solo ser. Jesús dará su interpretación a estas palabras en Mt 19,3, aunque serán pocos los que lo comprenderán. La voluntad de Dios sin embargo estaba bien clara en esta página tan antigua: los años de vida en común, los esfuerzos para comprenderse y tomar decisiones juntos, la capacidad de perdonarse y de perseverar en total fidelidad, los riesgos asumidos para educar una familia, son esos los medios que poco a poco van transformando al hombre y a la mujer, permitiéndoles adquirir madurez y el sentido de su responsabilidad.

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[4] Después de la "institución del universo", que ocupa el primer capítulo del Génesis, la Biblia nos ofrece aquí un relato mucho más antiguo: el hombre y la mujer en el paraíso terrestre. Para nosotros es como el ensueño de una felicidad perdida, pero no es así como lo entendía el autor. En aquellos tiempos no se preguntaban: ¿A dónde vamos?; pensaban que en el pasado, al comienzo, Dios o los dioses habían instituido todas las cosas como debían ser, y entonces todo andaba bien. Así que esta historia de la primera pareja era como el espejo en el que se debía apreciar el hombre presente, sus decisiones y su porvenir. No soñemos, pues, con un Adán superhombre cuyo pecado habría traído todas las desgracias de la futura humanidad. Algunos de los Santos Padres de los primeros siglos, como san Ireneo, acertaban mejor al hablar de una pedagogía de Dios cuya ambición era de hacer crecer a Adán, es decir, a la raza humana, llevándola a la edad adulta (Ef 4,13). Yavé, el Dios Santo, es representado aquí como el propietario de un jardín maravilloso (Edén significa: Delicias) en el que le gusta pasearse (3,8 ). No es necesario imaginar un escenario muy grande: aquí solamente están los dos árboles, el hombre y su compañera. Los animales no hacen más que pasar para someterse al Hombre (es lo que significa su nombramiento en 2,20). Pero, por muy pequeño que sea el Edén de la pareja humana, lo que ahí sucede determina al final la suerte de la tierra entera. Es así como, al comienzo, la pequeña fuente del Edén se considera que alimenta los grandes ríos del mundo, en especial el Eufrates y el Guijón que distan uno del otro miles de kilómetros.¿Debemos hablar de Adán o del Hombre? Pues en hebreo Adán significa un ser humano cualquiera. Cuando el término se utiliza como nombre propio, sin el artículo (por ejemplo en 5,1 y 5,3), ponemos Adán. Aquí en cambio la Biblia escribe «el» Adán, o sea el Hombre. Recordemos al respecto la palabra del gran biblista Orígenes que, viviendo en el siglo 3, ya escribía: «Solamente entenderán el sentido profundo de dicha historia quienes sepan que, en idioma hebreo, Adán significa el hombre. En estos párrafos que se presentan como la historia de un tal Adán, Moisés expone su enseñanza sobre la naturaleza humana.»Yavé, como buen artesano, trabaja la arcilla con sus propias manos, teniendo en mente a aquel que todavía no puede conocerle y preparándolo para que reciba el aliento y la vida de su propio "aliento". Véase: Enseñanza bíblica, 83 sobre el soplo de vida o alma.Armonía del hombre con el universo creado. El está allí como en un oasis en medio del desierto, y siendo la pareja unida, la naturaleza entera es ordenada.El Hombre es puesto en el jardín para cultivarlo: la humanidad se va haciendo a sí misma trabajando el mundo. Y tendrá que trabajar durante muchos siglos para madurar y para saber lo que es y lo que puede. Dios se ha ausentado, pero el hombre vive por gracia de Dios (el árbol de vida era tenido por un privilegio de los dioses). El soplo de Dios lo mantiene despierto para que no se duerma y no vuelva allí de donde viene. De abandonarlo el Espíritu, en pocos minutos o pocas generaciones retornaría al polvo. ¿El hombre sin Dios? Es fácil proclamar la muerte de Dios, pero de hecho el hombre es el que muere junto con sus obras.¿Qué significa el árbol de la ciencia del bien y del mal? El bien y el mal designan lo que es bueno y útil, y lo que no lo es. Este árbol, pues, es la sabiduría, o mejor, el arte de vivir y de ser feliz. Dios abre al hombre un camino de sabiduría, pero este hombre es libre: ¿aceptará acaso no ser él quien sepa y decida como señor lo que será bueno para él?No es bueno que el hombre esté solo (2,18 ). Dios, que no conoce la soledad, establece la división de los sexos, no porque sea necesaria para transmitir la vida, sino para promover el amor, la entrega mutua y el gozo compartido.No se encontró a ninguno que estuviera a su altura y le ayudara. (2,20). La procesión de los animales nos prepara para descubrir el valor irremplazable de la mujer: una compañera, y no una sirvienta. Adán se durmio: (2,21) para que Dios realizara en él una transmutación: pasará a ser uno en dos personas, y para cada uno de ellos esto será como nacer de nuevo. Será llamada mujer... En hebreo las palabras hombre y mujer comienzan con la misma sílaba: símbolo de profundo parentesco. Véase al respecto Mt 2,15; Lc 8,1; 1 Cor 7,4; 7,10; Ef 5,31. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre. La costumbre judía quería que la mujer dejara su familia para entrar en el clan de su marido. Pero se acordaban de que en los tiempos antiguos era lo contrario: el hombre entraba en el clan de la mujer. En realidad tanto el uno como el otro deben asumir el riesgo de separarse del medio familiar para fundar una nueva unidad social. Y pasan a ser una sola carne: en hebreo esto quiere decir que forman un solo ser. Esta unidad de la pareja es parte de su misión: no será un acuerdo provisorio para gozar el uno del otro, sino la unidad de una familia en la que se realiza la obra de Dios. La familia, pues, será fecunda, y ambos devolverán a la gran familia humana los tesoros de humanidad que de ella recibieron.¿Quién no sabe que Jesús volvió a tomar estas palabras en el evangelio (Mt 19,10)? Las palabras de Jesús sobre el matrimonio serán de las que menos se comprendan. La voluntad de Dios estaba sin embargo clara en esta página antigua: los años de vida en común, los esfuerzos para escucharse, comprenderse y tomar en conjunto decisiones, la capacidad de perdonarse y de perseverar en la total fidelidad, los riesgos tomados en conjunto para traer al mundo y educar a toda una familia, esos son los medios que poco a poco van transformando al hombre y a la mujer, permitiéndoles adquirir madurez y sentido de su responsabilidad. Y eso es precisamente lo que Dios quiere encontrar en ellos al término de su vida cuando él sea todo en todos. Estaban desnudos, pero no por eso se avergonzaban. En la cultura hebraica la desnudez es lo que nos deja indefensos. Entendemos que el hombre y la mujer se aceptan tales como son sin abusar de sus mutuas debilidades.


LA BIBLIA Y LA EVOLUCION

Ya sabemos que este relato no pretende decir cómo empezó la raza humana. Si preguntamos: ¿Cuál ha sido la prehistoria de la raza humana? ¿Cómo se relaciona con las otras formas de vida animal?, esas son preguntas que la gente de aquel tiempo no se planteaba y para las que la Palabra de Dios no tiene respuesta. Dios deja que lo investiguemos nosotros, y es lo que hacen los científicos. Algunos se escandalizan de que el hombre sea formado del barro: ¿Pero si todos los dioses en la literatura de entonces creaban del barro a los seres vivientes? El autor sagrado siguió al folklore de su tiempo, y retomó a las antiguas leyendas, dándoles un nuevo sentido.Otras personas se dejan impresionar por el uso que las teorías materialistas han hecho de la evolución, así que debemos decir dos palabras al respecto. Cuando se cree ver una oposición entre la fe y la visión del mundo en evolución, esto habitualmente se debe a que se confunden tres cuestiones muy distintas: 1. ¿ Ha habido una evolución de todo el universo y en particular de los seres vivos? ¿Se puede decir que todas las especies actuales o desaparecidas forman parte de una misma familia y provienen las unas de las otras? Hoy en día, todos los que han estudiado esos hechos dan una respuesta afirmativa.2. ¿Cuáles son las causas de esa evolución? Hay que confesar que no se sabe por qué. Se conocen las causas de algunas pequeñas evoluciones, pero hasta ahora no se ve ninguna cosa que pudiera explicar lo esencial de la evolución. Y de allí se desprende la respuesta a la tercera pregunta: 3. ¿Las teorías de la evolución se oponen a la fe? Esas teorías ya no pertenecen a la ciencia sino a la filosofía o a la imaginación, aun cuando hayan sido formuladas por hombres de ciencias muy eminentes, como lo fue Darwin. Un creyente o un materialista tendrán toda la libertad para sostener puntos de vista opuestos.Una última observación. Lo grande para nosotros es que cada uno reciba de Dios el espíritu que lo hace persona a imagen de Dios. Y no importa tanto que nuestro cuerpo lo debamos a padres humanos mientras que los primeros hombres heredaron el suyo de antepasados animales. Dios es el que ha impulsado y orientado toda la evolución de los seres vivos para que al fin apareciera el Hombre, el cual, en realidad, es primero en el plan de Dios.


UN MENSAJE PROFETICO


Como ya dijimos para el primer capítulo, los libros del Nuevo Testamento descubren en estos textos antiguos una prefiguración de todo aquello que pasará a ser claro "en Cristo".Si Adán figura toda la raza humana, una en su origen y también en su destino, el verdadero Adán es Cristo. Este es en el que se fijó Dios al crear. «En Cristo» Dios bendijo esta raza en la que cada uno de nosotros aparecía con su rostro propio, pero inseparable del conjunto (Ef 1,1). Sin duda nuestro primer antepasado según la carne merece un recuerdo cariñoso, pero otro es el que nos comunica el Espíritu y nos pone de pie ante Dios (ver 1 Cor 15,45-49).También la pareja humana es auténtica imagen de Dios que es comunión en su mismo ser eterno. Unidad y comunión, esta era la "ley del comienzo" (Mt 19,8 ). Al crear Dios la pareja, nos da a entender algo del misterio de Cristo y de su llegada a los hombres como "el esposo" de la humanidad (Mc 2,19). Del lado de Adán dormido nace Eva; del lado de Cristo muerto en cruz salió sangre y agua (Jn 19,34), lo que significaba el nacimiento de la Iglesia purificada por el agua del bautismo y la sangre de Cristo (Ef 5,26 y 31).



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Publicado el 08 diciembre 2007 - 04:30

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GÉNESIS

CAPÍTULO 3

La tentación y la caída



1 La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?» 2 La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, 3 pero no de ese árbol que está en medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo prueban siquiera, porque si lo hacen morirán.»
4 La serpiente dijo a la mujer: «No es cierto que morirán. 5 Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.»
6 A la mujer le gustó ese árbol que atraía la vista y que era tan excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le dio también a su marido que andaba con ella, quien también lo comió. 7 Entonces se les abrieron los ojos y ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, unas hojas de higuera, y se hicieron unos taparrabos.
8 Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera.
9 Yavé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» 10 Este contestó.. «He oído tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí.»
Yavé Dios replicó.. 11 «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?» 12 El hombre respondió.. «La mujer que pusiste a mi lado me dio del árbol y comí.» 13 Yavé dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?» La mujer respondió.. «La serpiente me engañó y he comido.»

La sentencia de Dios


14 Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás tierra por todos los días de tu vida. 15 Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.» 16 A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará.»
17 Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida. 18 Espinas y cardos te dará, mientras le pides las hortalizas que comes. 19 Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Porque eres polvo y al polvo volverás.»
20 El hombre dio a su mujer el nombre de «Eva», por ser la madre de todo viviente. 21 En seguida Yavé Dios hizo para el hombre y su mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió.
22 Entonces Yavé Dios dijo: «Ahora el hombre es como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. Que no vaya también a echar mano al Arbol de la Vida, porque al comer de él viviría para siempre.»
23 Y así fue como Dios lo expulsó del jardín del Edén para que trabajara la tierra de la que había sido formado. 24 Habiendo expulsado al hombre, puso querubines al oriente del jardín del Edén, y también un remolino que disparaba rayos, para guardar el camino hacia el Arbol de la Vida.

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Comentarios. Génesis, capítulo 3


3,1 . - Continúa la historia del jardín del Edén, pero es ya la segunda parte. El autor quiere mostrar cómo se pasó de lo que Dios quería a lo que es actualmente la realidad de una humanidad tan alejada del paraíso terrestre como ciega respecto a Dios.

Repitámoslo: “se pasó de lo que Dios quería”. El relato no quiere enseñar que el pecado del primer antepasado destruyó un estado ideal que existía entonces, sino que indica lo que sería si los hombres no sucumbiesen a una determinada tentación. El autor resalta tres elementos del pecado arraigado en nuestra historia y en la libertad de cada uno: el árbol del bien y del mal, la serpiente, el fruto que da el conocimiento.

El árbol del bien y del mal ya estaba en el jardín. El bien y el mal no significan en este texto lo moralmente bueno o malo, sino lo que es agradable y provechoso, o bien fracaso y sufrimiento. Ese árbol es el conocimiento de lo que somos y de cómo realizar todas las aspiraciones. Dios ha mantenido al hombre en una cierta ignorancia del camino que lo conduce a su destino de eternidad; únicamente pidió a Adán que confiara en él y que obedeciera su Ley.

La serpiente es el Tentador (que en hebreo se dice Satanás). El demonio se ha transformado entre nosotros en un fantasma de las películas de magia o de terror, pero la Biblia lo muestra presente desde los comienzos, siendo el origen de las primeras tentaciones.

Respecto al fruto prohibido, no es que se trate de una manzana: en la cultura hebrea comer el fruto de la sabiduría o de la locura es alimentarse de una cultura que llevará a la verdadera sabiduría o a la de los espíritus llamados “libres” que terminan destruyéndose (Pro 9,5).


3,14 .- Ya antes de la sentencia de Dios, cuando la serpiente conversaba con Eva, llevaba el peso de una maldición, pues presentaba a Dios como un amo celoso, pero era incapaz de pronunciar su nombre propio, Yavé.

Dios maldice a la serpiente pero no al ser humano. El plan primitivo no puede fracasar: la felicidad y la paz están al final, pero el ser humano sólo podrá alcanzarlas al precio de una historia que desconcierta y que muchas veces parecerá un fracaso: (1Cor 1,21) tal será la redención con y por Jesús.

El autor sabe que las serpientes atacan siempre a ras del suelo y por eso se ponen botas para aplastar su cabeza. Eligió esa imagen para afirmar que la descendencia de la mujer triunfará un día sobre los agentes del mal en este mundo.

Este relato toca tan profundamente la situación común a todos los seres humanos que se aplica al niño que crece, a las primeras experiencias del amor, a las ambiciones que buscan un camino hacia el éxito y el dinero, a la pretensión de construirse solo.

Invita a tomar conciencia de que el pecado está siempre “en el origen”, es decir, antes de que sea reconocido claramente; el niño que llamamos inocente al nacer, ya está marcado por las experiencias vividas durante los nueve meses en el vientre de su madre; el pecado no está solamente en los que se sirven de la ciencia para hacer el mal, sino que está en toda nuestra cultura, ciega ante Dios y que hace la vista gorda frente a todo lo que es un embrutecimiento de la persona humana; nadie puede decir que es tá libre del pecado; nadie será hijo de Dios si Dios no ha dado el primer paso perdonándolo.

Véanse las notas: El pecado original y La inmaculada concepción

17. Maldita será la tierra por tu causa. Cuando fue escrito este relato en tiempos de Salomón, los israelitas recordaban sus primeros esfuerzos para cultivar la tierra tras siglos de vida nómada. Eran más pobres cuando iban tras sus rebaños por tierras áridas, pero no trabajaban quitando piedras o cavando con una herramienta mala y primitiva que se embotaba continuamente.

3,20 .- Sólo después del pecado Adán da un nombre a su mujer, con lo que afirma su autoridad (2,19).

Dios da un vestido a Adán y a Eva. Todos sabían que en un principio el hombre andaba desnudo como los animales, pero esa desnudez no podía prolongarse en una sociedad que lo protege de sus instintos. De hecho la desnudez exhibida por la cultura liberal es una invitación constante a gozar del sexo en vez de descubrir el amor verdadero y el sentido de servicio. El gesto de Yavé que da un vestido a la pareja manifiesta su preocupación por esa humanidad ahora fragilizada.

El hombre es como uno de nosotros: Resalta el viejo fondo legendario de donde el autor sacó algunas imágenes, tales como la serpiente y el árbol de la vida. En esas leyendas se hablaba de pequeños dioses celosos del hombre, que gracias a complicidades celestiales había descubierto la planta de la inmortalidad.

Los querubines y el remolino disparando rayos recuerdan una antigua creencia de los babilonios, que ponían a la entrada de las ciudades tableros vueltos al viento, llenos de maldiciones para los posibles invasores.

No sin motivo se conservaron ambas imágenes. Aun cuando Dios continuara demostrando sus atenciones a los que lo aman, había cierta distancia, temores, crímenes y pecados, toda una contienda entre Dios y los pueblos de la tierra, de modo que se estaba lejos de lo que Dios había prometido y continuaba prometiendo.


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Estos comentarios, aparecen en la version escrita y que se encuentra tambien en la red. Siempre los pondremos en cursiva.

[1] La segunda parte del relato del Edén nos muestra la otra cara de la condición humana. Después del capítulo 2, en que presentó el plan de Dios, el hombre ideal, el capítulo 3 muestra la realidad, la condición presente de la humanidad. La serpiente era la más astuta... La serpiente, es una criatura a la vez maléfica y dotada de poderes divinos en la literatura del Medio Oriente. El mal no viene de Dios, ni de otro Dios rival al primero, sino de un personaje muy importante del mundo superior, como es Satán en el libro de Job (Sab 2,24, Jn 8,44). La tentación se disimula en la conquista de la sabiduría. Recordemos que los hebreos empleaban el verbo comer para designar el aprendizaje de memoria, a fuerza de repetición, de las palabras de los sabios: se comen los frutos de la sabiduría (Pro 9,5; Sir 24,26). El árbol del conocimiento es tanto el arte de vivir y de tener éxito (véase 1 Re 3,11) como la libertad del hombre que le abre "bien o mal, la vida y la muerte" ( Deut 30,15). Ahora bien, Dios puso al hombre en una situación conflictiva cuando puso la sabiduría a su alcance, pero diciéndole: No lo toques. Primero deberá renunciar a adueñarse de ella.El relato distingue tres momentos: la tentación, el pecado y el juicio.

La tentación: La serpiente repite al hombre lo que es verdad: nada es demasiado grande para él. Pero también lleva al hombre a dudar de Dios. Luego viene el pecado. ¡Es rara esta conversación entre tres: la mujer es la que apetece, pero es el hombre quien comete el verdadero pecado! La mujer tentadora, ¿no es esa la realidad, o no era entonces la realidad? El autor, en esos lejanos tiempos, tenía a la vista la condición inferior de la mujer, y conocía el arte que tienen los explotados para aprovecharse de sus señores. Al ver que el sufrimiento era mal compartido, sacó la conclusión de que seguramente la mujer había sido infiel primero. Pero Dios no aceptará las excusas del hombre. El pecador siempre es engañado. Dos detalles lo expresan irónicamente. Se les abrirán los ojos: y se encontraron desnudos. Conocerán el bien y el mal: y se quedaron con el mal. Otros textos bíblicos referentes a estos temas: La serpiente antigua: Sab 2,24; Jn 8,44; 2 Cor 11,3; Ap 12,19.El falso concepto de Dios celoso: Mi 6,7; Job 10,13; Mt 25,24.La rebeldía contra Dios: Is 14,14; Ez 28,2; Dn 11,36; Lc 15,11; 2 Tes 2,4.La tentación: Mt 4; 6,26; Sir 15,11; Rom 7,8; 1 Cor 10,13; Stgo 1,13.


ADÁN Y EL HIJO PRÓDIGO


Ese pecado de Adán deberá ser reinterpretado a la luz del Evangelio, y allí nos remitiremos a la parábola del Hijo pródigo (Lc 15,11). Esa parábola hace mucho más que enseñarnos la misericordia infinita de Dios para con el "pecador"; nos dice que la aventura humana con respecto a Dios es la de un hijo pródigo. Pero mientras que en el Génesis Adán se quedó en el descubrimiento de su culpa, en esta parábola en cambio, descubre que es hijo, y es esta luz la que le da la verdadera liberación (Jn 5,19).


[14] El juicio de Dios es una modo de expresar lo que es nuestra condición: Adán vive su vida lejos de Dios, en medio del sufrimiento y de las contradicciones. Su mal va a desfigurar lo mejor de su existencia:-- el nacimiento y la educación de los hijos; -- las relaciones entre marido y mujer; -- el trabajo, que ya no es creatividad y realización de sí mismo, sino una necesidad y un peso. Maldita seas. Dios maldijo a la serpiente pero no al hombre. El plan primitivo no puede fracasar: la felicidad y la paz están al final, pero el hombre sólo podrá alcanzarlas al precio de una historia que nos desconcierta y que muchas veces nos parece un fracaso: (1 Cor 1,21) eso será la redención con y por Jesús.Ella te dañará la cabeza. El autor bíblico pensaba en la lenta victoria del pueblo de Dios sobre el mal: la descendencia de la mujer, siempre herida pero conducida por Dios a nuevas esperanzas. Esta esperanza de una victoria definitiva sobre el mal, que anima toda la historia bíblica, se reveló plenamente en el Evangelio, y nos mantiene ahora despiertos en un mundo donde todo se concierta para enajenarnos o para doparnos, hasta el día en que la muerte tenga la última palabra.Adán da nombre a su mujer, promesa de un nuevo punto de partida pero también signo de autoridad. Dios, por su parte, inaugura la larga serie de sus "misericordias", para hablar como lo hará la Biblia. Así es como le da a Adán y a Eva el taparrabos que es ahora necesario para su dignidad. Pero acordémonos de que debemos invertir el orden aparente del relato. El Paraíso, en la primera parte de la historia, era el término para el que Dios nos crea; y ahora, con Adán mortal, es nuestra misma realidad en esta tierra. La debilidad y la muerte de Adán forman parte del plan salvífico de Dios. Pablo nos dirá que nuestra vida es un ascenso continuo, desde la vida de Adán -- animal y mortal -- hacia la santidad y la incorruptibilidad de otro Adán, Cristo (1 Cor 15,45).


NO TOMAR TODO AL PIE DE LA LETRA


Ya dijimos que el autor de estas páginas sacó de cuentos antiguos algunas de las figuras del relato, la serpiente por ejemplo. Conservó asimismo algunas expresiones extrañas, en especial ésta: Miren que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros..., que provenía de las leyendas paganas. Allí los dioses querían impedir que los hombres les hiciesen la competencia. Asimismo, los querubines con el remolino que disparaba rayos aluden a ciertas figuras que se ponían a la entrada de las ciudades para alejar los malos espíritus. Aquí estas comparaciones expresan que la humanidad está "bajo la cólera de Dios" (Jn 3,36; Ef 2,3). Esto quiere decir que los hombres están a la espera de una reconciliación con Dios.


EL PECADO ORIGINAL


No se volverá a recordar la historia de Adán y de su pecado a lo largo del Antiguo Testamento (salvo una breve alusión en Sab 10,1; en Sir 25,24 parece ser dicho en tono de broma). Pero sí se encontrará, en forma vital, la verdad que aquí se expresa en forma figurada, y es que todos, con más o con menos responsabilidad, tenemos parte en la infidelidad de la raza humana a Dios. Israel es elegido por Dios, y luego se hace un ternero de oro (Ex 32); Moisés ¡el mismo Moisés! duda de Dios y le falla (Núm 20); David llega a ser homicida y adúltero; el reino de Israel, apenas formado, se divide (1 Re 12). Y cada vez la conclusión es la misma: Dios mantiene sus promesas, pero todo el porvenir es señalado con sufrimientos y muerte.Así, pues, el pecado de Adán no es un pecado más antiguo que nuestras rebeldías, un pecado del que no somos responsables pero que, sin embargo, se suma a nuestras propias faltas. Es más bien otra manera de considerar el pecado dentro de nuestra raza. Al recapacitar en la historia, el autor ha entendido que nuestros pecados no son los pecados de individuos aislados; cada uno de nosotros está inmerso en un mundo de violencia y de ignorancia de Dios desde su nacimiento y aun antes de haber nacido (Sal 51,7). Sus parientes, su cultura, sus primeras experiencias le han enseñado el pecado. Ni una palabra de Adán y su pecado hay en los evangelios: solamente una alusión al demonio homicida en Jn 8,44, y no se encontraría nada en todo el Nuevo Testamento si no estuviera la Carta a los Romanos. Pero ahí la historia de Adán vuelve al primer plano: ver al respecto el comentario de Rom 5,12.El capítulo 5 de esta carta ha sido la base en que se han fundado las afirmaciones cristianas respecto al "pecado de la raza humana", al que se llamará "pecado original" en tiempos posteriores. Se juntan aquí dos afirmaciones: --todos somos solidarios en una rebeldía contra Dios que trae sus consecuencias de generación en generación (Rom 5,10);--ninguno de nosotros es por naturaleza hijo de Dios, sino que a todos nos hace falta una reconciliación (Ef 2,12). Es preciso que Dios dé el primer paso para salvarnos "en Cristo". Todo esto va más allá de lo que pretendía el antiguo relato, y es como una manera de re-leerlo partiendo de la fe en Cristo y la salvación que trae al mundo. Pero no por esto se han perdido las primeras intuiciones del Génesis. Su autor quería contestar a estas preguntas: ¿Por qué está el mal en el mundo? y ¿Por qué son pecadores los hijos de Adán?Responde que el mal procede de la desobediencia a Dios, pero también dice claramente que el mal fue introducido por un personaje de alto nivel del mundo creado. Aquí tenemos, ya en estas primeras páginas de la Biblia, una afirmación que hoy lleva a muchos a sonreírse, y es que el mundo está bajo el control de un Satán o Diablo o Demonio, aquel mismo al que el apóstol Juan llama "el gobernador de este mundo" (Jn 12,31; 14,30). En un lenguaje más moderno hablaríamos de una superpotencia espiritual asociada a la obra creadora de Dios.¿Estaba acaso Pablo equivocado al afirmar que el plan salvífico de Dios y la venida de su Hijo hecho hombre, bípedo y terreno, e incluso muerto en el patíbulo, era un escándalo para toda criatura, empezando con aquellas potencias ocultas o luminosas que manejan el presente mundo (1 Cor 1,8; Col 2,15)? De ahí provienen estos relatos antiguos, estas catequesis de antaño algo polvorientas después de tantos siglos, en que se afirmaba que el pecado de los "ángeles" (un dato permanente de la tradición judía), había sido primero la rebeldía del más grande de los seres espirituales. Se habría rebelado al ver que Dios iba a cortocircuitarlo, viniendo a tomar raíces en lo más bajo del universo, para luego atraer todo a él (Jn 12,32).



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Una versión única e increiblemente interesante, no es por hacer propaganda, pero a aquellas personas que se toman en serio y responsablemente su cristianismo, les recomiendo que la compren, no es cara, y su lectura es humanamente reconfortante, aun para aquellos que son ateos.
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#7 Ge. Pe.

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Publicado el 13 enero 2008 - 04:08

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GÉNESIS


CAÍN Y ABEL


Capítulo 4

*1 El Adán se unió a Eva, su mujer, la cual quedó embarazada y dio a luz a Caín. Entonces dijo: «Gracias a Yavé me conseguí un hijo.»
2 Después dio a luz a Abel, el hermano de Caín. Abel fue pastor de ovejas, mientras que Caín labraba la tierra.
3 Pasado algún tiempo, Caín presentó a Yavé una ofrenda de los frutos de la tierra.
4 También Abel le hizo una ofrenda, sacrificando los primeros nacidos de sus rebaños y quemando su grasa.
5 A Yavé le agradó Abel y su ofrenda, mientras que le desagradó Caín y la suya. Caín se enojó sobremanera y andaba cabizbajo.
6 Yavé le dijo: «¿Por qué andas enojado y con la cabeza baja? Si obras bien, andarás con la cabeza levantada.
7 En cambio, si obras mal, el pecado está a las puertacomo fiera al acecho: ¡tú debes dominarlo!»
8 Caín dijo después a su hermano Abel: «Vamos al campo.» Y cuando estaban en el campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató.
9 Yavé preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano?» Respondió.. «No lo sé. ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?»
10 Entonces Yavé le dijo: «¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra.
11 En adelante serás maldito, y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano, que tu mano ha derramado.
12 Cuando cultives la tierra, no te dará frutos; andarás errante y fugitivo sobre la tierra.»
13 Caín dijo a Yavé.. «Mi castigo es más grande de lo que puedo soportar.
14 Tú me arrojas hoy de esta tierra, y me dejas privado de tu presencia. Si he de ser un errante y he de andar vagando sobre la tierra, cualquiera que me encuentre me matará.»
15 Yavé le dijo: «No será así.. me vengaré siete veces de quien mate a Caín.» Y Yavé puso una marca a Caín para que no lo matara el que lo encontrara.
16 Caín se fue de la presencia de Yavé y habitó en el país de Nod, al oriente del Edén.
Los hijos de Caín y Set
*17 Caín tuvo relaciones con su mujer, la cual dio a luz un hijo, al que llamó Henoc. Construyó una ciudad y la llamó Henoc, con el mismo nombre de su hijo. 18 Con el tiempo Henoc tuvo un hijo, que llamó Irad. Irad fue padre de Mavael, Mavael padre de Matusael y éste de Lamec.
19 Lamec tuvo dos mujeres: una se llamaba Ada y la otra Sila. 20 Ada dio a luz a Jabel, que fue el padre de los que habitan en cabañas y cuidan rebaños. 21 Tuvo un hermano llamado Jubal, que fue el padre de los que tocan la cítara y la flauta. 22 Sella, por su parte, dio a luz a Tubal-Caín; ése es el que forja toda clase de herramientas en cobre y hierro. La hermana de Tubal-Caín se llamaba Nohema.
23 Dijo Lamec a sus mujeres:
«Escúchenme ustedes, Ada y Sella; oigan mis palabras, mujeres de Lamec: yo he matado a un hombre por herirme y a un muchacho porque me golpeó. 24 Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec ha de serlo setenta y siete veces.»
25 Adán tuvo de nuevo relaciones con su mujer, que dio a luz otro hijo, a quien llamó Set, pues dijo: «Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel que fue matado por Caín.» 26 A Set también le nació un hijo, y le puso el nombre de Enós; él fue el primero que invocó el nombre de Yavé.

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Comentarios Génesis, capítulo 4



4,1.- Los capítulos 4-11 ofrecen una visión de la historia de los pueblos desde el principio hasta el momento en que Dios eligió a Abraham para que fuera el padre de un pueblo de Dios. El autor creó una genealogía, es decir, una serie de nombres y cifras que se van encadenando como si se tratara de hijos y nietos de una sola familia. De vez en cuando hará de tal o cual nombre el símbolo de un determinado aspecto de la vida humana.

4,14.- La historia de Caín y Abel inicialmente no tenía nada que ver con la de Adán y Eva (en el incidente se sitúa en una tierra ya poblada), pero el escritor bíblico hizo de ellos los hijos de la primera pareja para mostrar hasta qué punto la violencia está arraigada en nuestra historia. Sus raíces están en el corazón del hombre (4,7) y Dios, que hace justicia, se opone a las venganzas (4,15).

La historia ha dado siempre la razón al más fuerte: el vencedor ha sabido siempre probar que sus víctimas merecían esa suerte. Es lo que ocurrió de manera especial cuando dos hermanos se pelearon para dominar el clan o para fundar una ciudad (como en la fundación de Roma). Pero aquí la Biblia invierte la vieja tradición de los cainitas, cuyo padre Caín había eliminado a su rival: Abel es víctima y Caín es un criminal.

Esta historia que se atreve a condenar al asesino incluso triunfante no ha superado sin embargo los prejuicios colectivos. Se originó en grupos de pastores, muy a menudo en conflicto con los agricultores por las tierras en las que establecían sus tiendas: aquí el agricultor es el malo, al que Dios no ama (4,5), incluso antes de que haya dado muerte al nómada, Abel. Tendrán que pasar siglos para que el pueblo de Dios descubra que sus vecinos y rivales no siempre son malos. Jesús lo dirá en: Mt 5,45.

En la Biblia Abel es el primero y el modelo de los inocentes asesinados con esta sospecha de que los eliminaron precisamente porque agra daban a Dios (Mt 23,35; Heb 11,4; Jn 8,44; 1 Jn 3,12).


4,17.- Hay que tener un poco de paciencia para seguir las viejas tradiciones que conservaban algunos nombres del pasado: para cada uno de ellos, lo vivido, sufrido o inventado era muy importante. La Biblia sabe que la marcha de la humanidad es obra de largo aliento y que todos han tenido parte en ella. Cada uno es conocido y amado por Dios con sus riquezas y sus limitaciones, y Dios no dejará perder nada de lo que es bueno y útil. Son citados sin hacer diferencias Enós, que tuvo el privilegio de conocer el nombre de Yavé, y su sobrino Jubal, que despertó el interés por la música.

4,23.- Vean la sentencia de Lamec, el nieto de Caín. Dios se opuso a que se matara al homicida y a sus hijos, pero su ejemplo no basta para que se ponga fin a las venganzas. Los parientes de la víctima querrán vengarse y las dos familias o los dos pueblos afirmarán que la justicia está de su parte. A lo largo de toda la Biblia se leerán a la vez leyes que justifican la pena de muerte (Dt 9,13) y leyes que limitan la violencia (Dt 19,4), pero Dios siempre se niega a que se derrame sangre (Gén 9,5).



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Léxico temático

Globalización (la) - LA RAZÓN DEL MÁS FUERTE: LA GLOBALIZACIÓN (4,9)

Respecto de Génesis 4,1 y siguientes

¿Soy yo el guardián de mi hermano?


¿Acaso Caín no tenía excusas? La leyenda que la Biblia retomó y trastocó lo consideraba el más fuerte y el fundador de un pueblo. Ningún deseo de equidad entre hermanos puede impedir a las leyes de la naturaleza y que triunfe el más fuerte. Siempre ha habido sociedades tranquilas y razas agresivas; en otras palabras, vegetarianos y depredadores. Las invasiones bárbaras de que nos habla la historia fueron ejecutadas por razas conquistadoras que dominan actualmente el mundo. Y es digno de destacarse que después de la cristianización de esos "bárbaros" el Evangelio se haya extendido gracias a aquellos que, por el hecho de ser cristianos, no perdieron su sed de conquista en todos los dominios de la existencia, del deporte y de la ciencia. El liberalismo que impusieron contribuyó a acelerar la unificación del mundo, lo que encaja muy bien en el plan de Dios, pero eso se hizo en general destruyendo irremediablemente las culturas y los espacios de humanidad que los demás habían construído pacientemente.

Se ha comprobado la debilidad de la beneficencia organizada y el mal uso que se puede hacer de cualquier protección. Pero la desigualdad cada vez mayor entre una minoría de ricos y una multitud inconmensurable de pobres, vuelve a poner en el tapete la cuestión de los medios legítimos y de las libertades destructivas. También los profetas tuvieron que enfrentarse con situaciones parecidas cuando el reino de Israel vio cómo una minoría de ricos acaparaba, a veces legalmente, las tierras (Is 10,1-4; Mi 2,1-10). Sin duda hoy en día es más difícil decir quiénes son buenos y quiénes, malos. Es una cosa grande que hoy, en el mundo de cultura cristiana, muchos Caínes se pregunten sobre sus responsabilidades y sobre el medio que su fuerza sirva para bien de todos antes que destruya a los demás. En un mundo que se está globalizando, nadie ha logrado aún formular soluciones. El evangelio proclamado, vivido de cara al mundo o, en secreto, hará que ciertamente surjan profetas, revoluciones morales.

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#8 Ge. Pe.

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Publicado el 20 enero 2008 - 10:03

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En: LA BIBLIA ON LINE

http://www.sobicain.org/shell.asp






GÉNESIS

LOS DESCENDIENTES DE ADÁN

Capítulo 5



*1 Esta es la descendencia de Adán. El día que Dios creó a Adán, lo creó a semejanza de Dios. 2 Varón y mujer los creó, y luego los bendijo. El día que los creó les puso el nombre de Adán.
3 Tenía Adán ciento treinta años de edad, cuando tuvo un hijo a su imagen y semejanza, a quien llamó Set. 4 Después que nació Set, Adán vivió aún ochocientos años y tuvo otros hijos e hijas. 5 Adán al morir tenía novecientos treinta años.
6 Set tenía ciento cinco años cuando fue padre de Enós. 7 Después que nació Enós, Set vivió aún ochocientos siete años y tuvo otros hijos e hijas. 8 Set al morir tenía novecientos doce años.
9 Tenía Enós noventa años cuando fue padre de Cainán. 10 Después que nació Cainán vivió ochocientos años y tuvo otros hijos e hijas. 11 Enós al morir tenía novecientos cinco años.
12 A los setenta años de edad, Cainán fue padre de Malael, y después de que nació Malael, 13 vivió Cainán ochocientos cuarenta años y tuvo más hijos e hijas. 14 Cainán al morir tenía novecientos diez años.
15 Malael fue padre de Jared a la edad de setenta y cinco años. 16 Vivió aún ochocientos treinta años después del nacimiento de Jared, y tuvo otros hijos e hijas. 17 Malael al morir tenía ochocientos noventa y cinco años.
18 Tenía Jared ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Henoc. 19 Y vivió Jared después del nacimiento de Henoc ochocientos años y tuvo más hijos e hijas. 20 Jared al morir tenía novecientos sesenta y dos años.
21 Tenía Henoc sesenta y cinco años de edad cuando fue padre de Matusalén. 22 Henoc anduvo con Dios y vivió después del nacimiento de Matusalén trescientos años y tuvo más hijos e hijas. 23 En total, Henoc vivió trescientos sesenta y cinco años. 24 Henoc anduvo con Dios hasta que Dios se lo llevó.. sencillamente desapareció.
25 Matusalén tenía ciento ochenta y dos años cuando fue padre de Lamec. 26 Y después que nació Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años y fue padre de otros hijos e hijas. **27 Matusalén al morir tenía novecientos sesenta y nueve años.
28 A la edad de ciento ochenta y dos años, Lamec fue padre de un hijo, 29 y le puso por nombre Noé, pues pensó.. «Este nos servirá de consuelo en medio de nuestro trabajo y del cansancio de nuestras manos, debido a la tierra que maldijo Yavé.» 30 Vivió Lamec, después que le nació Noé, quinientos noventa y cinco años, y fue padre de más hijos e hijas. 31 Lamec al morir tenía setecientos setenta y siete años. 32 Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.



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*5.1 Este capítulo, que ponemos en letra cursiva, es como una pieza insertada dentro de los antiguos relatos del Génesis. Los sacerdotes que gobernaban la provincia judía cuatro siglos antes de Jesús creían muy importante que cada persona se ubicara dentro de su clan y de la cadena de sus antepasados. Aunque no pensaran en términos de millones de años, intuían que había transcurrido muy largo tiempo desde los comienzos de la humanidad y necesitaban antepasados que hubieran vivido siglos para establecer una cadena desde Adán hasta Abraham.
Además en todas las épocas la gente se imaginó que los tiempos anteriores habían sido mejores y que por consiguiente se vivía mayor número de años.

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** [27] Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve ańos! Era necesario a toda costa dar la idea de un largo tiempo transcurrido desde el comienzo del mundo hasta los antepasados del pueblo de Dios, y no se podían multiplicar los nombres. Así como los babilónicos ponían antes del diluvio a once reyes cuya vida había sido fabulosa, así también los Israelitas necesitaban algunos Matusalenes. Por lo demás pensaban que sus lejanos antepasados habían sido mejores que ellos y que por esa razón habían sido recompensados con una vida muy larga. Las cifras, como los nombres, tienen valores simbólicos.Dentro de esta nómina legendaria de los antepasados de la humanidad aparece la figura de Henoc, el justo, que Dios lleva al cielo, igual que Elías (2 Reyes 2; Heb 11,5).

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#9 Ge. Pe.

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Publicado el 09 febrero 2008 - 03:40


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GÉNESIS

6

HIJOS DE DIOS E HIJAS DE LOS HOMBRES



1 *Cuando los hombres empezaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas,
2 los hijos de Dios se dieron cuenta de que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas aquellas que les gustaron.
3 Entonces dijo Yavé. «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne. Que su vida no pase los ciento veinte años.»
4 En ese entonces había gigantes sobre la tierra, y también los hubo después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y tuvieron hijos de ellas. Estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.

El diluvio


5 Yavé vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos sus pensamientos ten dían siempre al mal.
6 Se arrepintió, pues, de haber creado al hombre, y se afligió su corazón.
7 Dijo: «Borraré de la superficie de la tierra a esta humanidad que he creado, y lo mismo haré con los animales, los reptiles y las aves, pues me pesa haberlos creado.»
8 Noé, sin embargo, se había ganado el cariño de Yavé.
9 Esta es la historia de Noé. Noé fue en su tiempo un hombre justo y que se portó bien en todo; Noé caminaba con Dios.
10 Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11 El mundo se corrompió a los ojos de Dios y se llenó de violencia.
12 Miró Dios a la tierra, y vio que estaba corrompida, pues todos los mortales en la tierra se guían los caminos del mal.
13 Y dijo Dios a Noé.. «He decidido acabar con todos los seres vivos, pues la tierra está llena de violencia por culpa de ellos, y los voy a suprimir de la tierra.
14 En cuanto a ti, construye un arca de madera de ciprés; en el arca dispondrás celditas, y la recubrirás con brea por dentro y por fuera.
15 La construirás de la siguiente manera: tendrá ciento cincuenta metros de largo, veinticinco metros de ancho y quince metros de alto.
16 Le pondrás un techo, dejando medio metro entre la parte superior de los costados y el techo. Pondrás la puerta del arca en un costado y harás un primer piso, un segundo y un tercero.
17 Por mi parte, voy a mandar el diluvio, o sea, las aguas sobre la tierra, para acabar con todo ser que tiene aliento y vida bajo el cielo; todo cuanto existe en la tierra perecerá.
18 Pero contigo voy a firmar mi pacto, y entrarás en el arca tú y tu esposa, tus hijos y las esposas de tus hijos contigo.
19 Meterás en el arca una pareja de todo ser viviente, o sea de todos los animales para que puedan sobrevivir contigo; tomarás macho y hembra.
20 De cada especie de pájaros, de animales, de cada especie de lo que se arrastra por el suelo entrará contigo una pareja para que puedan salvar su vida.
21 Procúrate también toda clase de alimentos y almacénalos, pues te servirán de comida a ti y a ellos.»
22 Y Noé hizo todo lo que lo que Dios le había mandado.

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*Comentarios Génesis, capítulo 6


6,1.- Párrafo extraño y de difícil interpretación. Los hijos de Dios (sería mejor traducir “los seres celestiales”) son como ángeles. Las hijas de los hombres puede tener un doble sentido e indicar las ciudades famosas de la antigüedad. De todos modos está aquí presente la intuición de espíritus cósmicos caídos (como la serpiente de Gén 3,1) de quienes procedieron el mal y la violencia en el mundo.

6,3.- Nadie puede considerarse dueño de su propia existencia: los días en este mundo son para cada uno un don de Dios, y el texto sugiere más bien que se trata de un préstamo.

6,5.- De nuevo una bella historia, un antiguo relato de los tiempos de Salomón al que los sa cerdotes del siglo cuarto añadieron pasajes me nos interesantes que hemos puesto en cursiva.

Las mitologías más antiguas del Medio Oriente tenían como dos secciones: una trataba del paraíso perdido, la otra se refería al diluvio. Actualmente se sabe que hacia los años 5.000 hubo grandes inundaciones en todo el Oriente Medio, pero no ¡hasta el punto de cubrir las montañas!

Con frecuencia las grandes catástrofes son vistas como signos. Es fácil de comprender que Dios quiera eliminar de una vez las violencias acumuladas que los hombres no podemos reprimir. ¿Un arrebato de la ira divina? El relato afirma que Dios siempre permite subsistir a un resto y que salva a aquellos a través de los cuales se realizarán sus planes. Aunque se pudieran eliminar todos los malos, el mal volverá a surgir de entre los que fueron salvados: una vez más el pecado es universal.

6,22.- Frente a los negligentes, los flojos y los corruptos, Noé, el hombre de fe, se pone a trabajar. Y no duda ni se desanima mientras construye su barco ridículo y aparentemente inútil (1Pe 3,20; 2P 2,5). Llega el momento en que son eliminanados quienes prefirieron no ver ni prever, negándose a trabajar por el futuro que Dios les señalaba (Mi 3,9-12; Sof 2,1-3; Mt 24,38 ).

Dios quiere renovar nuestro mundo pecador, y las crisis llegan oportunamente para purificar, al mismo tiempo que eliminan. Limpieza y salvación: la Iglesia primitiva reconocía estas dos características en el bautismo (ver 1P 3,20 y 2P 2,5). Y no sin razón los creyentes entendían que toda la cultura del mundo en que vivían había de pasar, como ellos, por un bautismo.

6,7.- Solidaridad del hombre y del universo: Dios los salva o los deja perecer juntos.

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Publicado el 23 febrero 2008 - 11:51




GÉNESIS

7


1 Yavé dijo a Noé.. «Entra en el Arca, tú y tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en esta generación. 2 De todos los animales puros, tomarás contigo siete parejas de cada especie, cada macho con su hembra. De los animales impuros, tomarás un macho con su hembra. 3 Del mismo modo, de las aves del cielo tomarás siete parejas, cada macho con su hembra, con el fin de que se conserven las especies sobre la tierra. 4 Porque dentro de siete días, haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré a todos los seres que creé.»
5 Noé hizo todo lo que Yavé le había ordenado. 6 Noé tenía seiscientos años de edad cuando se produjo el diluvio que inundó la tierra.
7 Noé, pues, entró en el arca junto con su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. 8 Animales puros e impuros, aves del cielo y reptiles de la tierra, entraron con Noé en el Arca. 9 Entraron de dos en dos, macho y hembra, como Dios lo había ordenado. 10 Y luego, a los siete días, comenzaron a caer sobre la tierra las aguas del diluvio.
11 Cuando Noé contaba seiscientos años de vida, el día diecisiete del segundo mes del año, brotaron todos los manantiales del fondo del mar, mientras se abrían las compuertas del cielo. 12 Estuvo lloviendo sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. 13 Ese mismo día Noé entró en el arca con sus hijos Cam, Sem y Jafet, su esposa y sus nueras. 14 También entraron con ellos en el arca las diversas especies de animales salvajes y de los otros animales, de los reptiles que se arrastran por el suelo y de las aves. 15 De todo ser que respira y vive entraron con Noé en el arca en fila de a dos. 16 Y los que entraban eran un macho y una hembra de cada especie, que iban llegando según la orden de Dios.
Y Yavé cerró la puerta del arca detrás de Noé. 17 El diluvio cayó durante cuarenta días sobre la tierra. Crecieron, pues, las aguas y elevaron el arca muy por encima de las tierras.
18 Las aguas subieron y crecieron enormemente sobre la tierra, y el arca flotaba sobre las aguas. 19 Subió el nivel de las aguas, y crecieron más y más sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que hay bajo el cielo. 20 El agua alcanzó una altura de siete metros y medio por encima de las montañas 21 Todo ser mortal que se mueve sobre la tierra pereció.. aves, bestias, animales, todo lo que tiene vida y se mueve sobre la tierra y toda la humanidad.
22 Todo ser vivo que sobre la tierra respira y tiene aliento murió. 23 Así perecieron todos los vivientes que había sobre la tierra, desde el hombre hasta los animales, los reptiles y las aves del cielo. Todos fueron borrados de la superficie de la tierra, sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca.
24 Las aguas cubrieron la tierra durante ciento cincuenta días.


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GÉNESIS

8





1 Y Dios se acordó de Noé y de todos los animales y las fieras salvajes que estaban con él en el arca. Entonces Dios hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas descendieron.
2 Entonces se cerraron los manantiales que brotaban del abismo, como también las compuertas del cielo, y la lluvia cesó de caer sobre la tierra.
3 Las aguas iban bajando sobre la tierra, con flujo y reflujo; empezaron a descender después de los ciento cincuenta días. 4 El día diecisiete del séptimo mes, el arca descansó sobre los montes de Ararat. 5 Y las aguas siguieron bajando hasta el mes décimo, hasta que el día primero de ese mes aparecieron las cumbres de los montes.
6 Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca 7 y soltó al cuervo, el cual revoloteaba sobre las aguas, yendo y viniendo, hasta que se evaporaron las aguas de la tierra.
8 Entonces Noé soltó a la paloma, para ver si las aguas se habían retirado de la superficie de la tierra. 9 Pero la paloma no encontró dónde posarse, y volvió al arca, pues todavía las aguas cubrían toda la superficie de la tierra. Noé extendió su brazo, tomó a la paloma y la introdujo en el arca. 10 Esperó siete días más y de nuevo soltó a la paloma fuera del arca. 11 La paloma regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo.
Entonces Noé se dio cuenta que las aguas se habían retirado de la superficie de la tierra. 12 Todavía esperó otros siete días más y soltó a la paloma, que ya no regresó más al arca.
13 El año seiscientos uno de la vida de Noé, en el primer día del primer mes, las aguas desaparecieron de la tierra. Noé quitó la cubierta del arca y miró fuera, y vio que la superficie de la tierra estaba seca.
14 El día ventisiete del segundo mes, la tierra estaba ya seca. 15 Entonces Dios habló de esta manera a Noé.. 16 «Sal del arca, tú y tu esposa, tus hijos y tus nueras. 17 Saca también contigo a todos los seres vivientes que tienes dentro de todas las especies: aves, animales, bestias y reptiles que se arrastran por el suelo. Que pululen, llenen la tierra y se multipliquen.» 18 Salió, pues, Noé y con él sus hijos, su esposa y sus nueras. 19 Todos los animales salvajes y domésticos, todas las aves y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, salieron por familias del arca.
20 Noé construyó un altar a Yavé, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, los ofreció en sacrificio sobre el altar. 21 Al aspirar el agradable aroma, Yavé decidió.. «Nunca más maldeciré la tierra por causa del hombre, pues veo que sus pensamientos están inclinados al mal ya desde la infancia. Nunca más volveré a castigar a todo ser viviente como acabo de hacerlo.
22 Mientras dure la tierra,
habrá siembra y cosecha,
pues nunca cesarán
ni el frío ni el calor,
ni el verano ni el invierno
ni los días ni las noches.»



Comentarios Génesis, capítulo 8.

8,4

El monte Ararat, una de las cumbres del Cáucaso, llamado también montes del Norte, era considerado como la residencia de los dioses, y según las viejas leyendas, Noé había alcanzado esos lugares. Aquí sin embargo la Biblia lo hace volver a la tierra: su misión de repoblar el mundo no está terminada.

8,20

Nunca más maldeciré la tierra. Los errores y crímenes de los hombres no podrán llevar la historia al caos. No sólo el sol seguirá dando luz y calor y la tierra pan, sino que en cada siglo la humanidad encontrará soluciónes a sus problemas. Dios es un Dios misericordioso y día tras día está a nuestro lado acompañándo como un padre acompaña a sus hijos (Dt 1,31).


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Publicado el 02 marzo 2008 - 04:21



GÉNESIS

9


El nuevo orden del mundo



1 Bendijo Dios a Noé y a sus hijos y les dijo: «Crezcan, multiplíquense y pueblen la tierra. 2 Teman y tiemblen ante ustedes todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo. Pongo a su disposición cuanto se mueve sobre la tierra y todos los peces del mar. 3 Todo lo que tiene movimiento y vida les servirá de alimento; se lo entrego lo mismo que hice con los vegetales y las hierbas. 4 Lo único que no deben comer es la carne con su alma, es decir, con su sangre.
5 Pero también reclamaré la sangre de ustedes como si fuera su alma. Pediré cuenta de ella a cualquier animal. Y también el hombre deberá responder de la sangre de cualquier hombre, hermano suyo. 6 Quien derrame sangre del hombre, su sangre será también derramada por el hombre, porque Dios creó al hombre a imagen suya.
7 En cuanto a ustedes, tengan hijos y multiplíquense, dispérsense sobre la tierra y domínenla.»
8 Dios dijo a Noé y a sus hijos: 9 «Miren, voy a hacer una alianza con ustedes y con sus descendientes después de ustedes; 10 y también con todos los seres vivientes que están con ustedes: aves, animales domésticos, y fieras salvajes, en una palabra, con todas las bestias de la tierra que han salido del arca. 11 El pacto que contraigo con ustedes es que, en adelante, ningún ser viviente morirá por las aguas de un diluvio, ni habrá nunca más diluvio que destruya la tierra.»
12 Y Dios dijo: «Esta es la señal de la alianza que establezco entre ustedes y yo, y con todo animal viviente que esté con ustedes, por todas las generaciones que han de venir: 13 Pongo mi arco en las nubes para que sea una señal de mi alianza con toda la tierra. 14 Cuando yo cubra de nubes la tierra y aparezca el arco en las nubes, 15 me acordaré de mi alianza con ustedes y con toda criatura que tiene vida, y nunca más habrá aguas diluviales para acabar con toda carne. 16 Pues el arco estará en las nubes; yo al verlo me acordaré de la alianza perpetua de Dios con toda carne, o sea, con todo ser animado que se mueve sobre la tierra.» 17 Y dijo Dios a Noé.. «Esta es la señal de la alianza que yo he establecido entre mí y todo ser terrestre.»



Los hijos de Noé



18 Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. 19 Esos tres son los hijos de Noé, y de éstos se pobló toda la tierra.
20 Noé comenzó a trabajar la tierra y plantó una viña. 21 Bebió el vino, se embriagó y quedó tendido sin ropas en medio de su tienda. 22 Cam, padre de Canaán, vio que su padre estaba desnudo y fue a decírselo a sus dos hermanos que estaban fuera. 23 Pero Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron al hombro, y caminando de espaldas, entraron a tapar a su padre. Como habían entrado de espaldas, mirando hacia afuera, no vieron a su padre desnudo.
24 Cuando despertó Noé de su embriaguez, supo lo que había hecho con él su hijo menor, y dijo: 25 «¡Maldito sea Canaán! ¡Será esclavo de los esclavos de sus hermanos!
26 ¡Bendito sea Yavé, Dios de Sem, y sea Canaán esclavo suyo! 27 Que Dios agrande a Jafet y habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán esclavo de ellos.»
28 Noé vivió aún trescientos cincuenta años después del diluvio. Al morir Noé tenía novecientos cincuenta años.




Comentarios Génesis. Capítulo 9


9. 1 La inmensa mayoría de los textos del Antiguo Testamento hablan sólo de la salvación prometida al pueblo particular de Dios, los descendientes de Abraham que formarán el pueblo de Israel. Fue entre ellos y para ellos que se escribieron los libros sagrados. Aquí sin embargo, en el momento en que los pueblos están para dispersarse, Dios les da su bendición, de la que no se retractará.. éstos también son amados y bendecidos.

9. 4 La ley universal se resume en el servicio a la vida (sean fecundos) y en el respeto a los emás. Mientras que el primer capítulo imponía un régimen vegetariano, el único perfecto en un mundo no violento, aquí, teniendo en cuenta la realidad, Dios sólo pide no comer la sangre que es portadora de vida. Y la bendición se extiende tanto al universo como a las conquistas del hombre: la historia alcanzará el término que Dios le ha fijado.

9. 12 Dios da signos de su providencia y de su bondad a todos los hombres y por todo el mundo en los acontecimientos de cada día. Invita a los descendientes de Noé a que interpreten el arco iris como la señal de su alianza con ellos. Colgar el arco en el muro era el signo de tiempo de paz: el arco iris es el arco que Dios cuelga en el cielo, que es su tienda.

9. 18 En las culturas primitivas, que buscaban experiencias sobrenaturales, se hizo de la embriaguez como un rito sagrado: creían reconocer en el vino esas fuerzas vitales que les permitirían escapar del correr del tiempo. La Biblia recoge estas ideas, y por tanto celebra a Noé más bien que condenarlo.




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Publicado el 06 marzo 2008 - 05:04



GÉNESIS

10

Mapa de los pueblos



1* Estos son los descendientes de Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, y éstos son los hijos que les nacieron después del diluvio: 2 Hijos de Jafet: Gomer, Magog, Maday, Javán, Tubal, Mesec y Tirás. 3 Hijos de Gomer: Asquenaz, Rifat y Togarma. 4 Hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quittim y Dodanim. 5 Estos se dispersaron y poblaron las islas de las naciones y sus diversas regiones, cada cual según su propia lengua, familia y nación.
6 Hijos de Cam: Cus, Misraim, Put y Canaán. 7 Hijos de Cus: Sebá, Hevila, Sabata, Regmá y Sabateca. Hijos de Ramá..Sebá y Dedán.
8 Cus es el padre de Nemrod, quien fue el primero en ejercer el poder sobre la tierra. 9 Fue un valiente cazador a los ojos de Yavé y por eso se dice: «Valiente cazador como Nemrod ante Yavé.» 10 El comienzo de su reino fue Babilonia, y Arac, Acad y Calne, ciudades todas del país de Sinear. 11 De allí procede Asur, donde edificó Nínive, Rejobot-Ir, Calaj 12 y Rese, entre Nínive y Calaj (ésta es la Gran ciudad).
13 Misraim fue padre de los luditas, anamitas, lehabitas, naftujitas, 14 y también de los que habitan Patros, Kasluj y Caftor, de donde procedieron los filisteos.
15 Canaán tuvo hijos: Sidón su primogénito, el Heteo, 16 el Jebuseo, el Amorreo, el Gergeseo, 17 el Jeveo, el Araceo, el Sineo, 18 el Aradio, el Samareo y el Amateo. Luego se dispersaron las familias de los cananeos, 19 cuyos límites iban desde Sidón, en dirección de Guerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adman y Seboyim, hasta Lesa.
20 Estos son los hijos de Cam, según sus familias y lenguas, por sus territorios y naciones respectivas.
21 También le nacieron hijos a Sem, que es el antepasado de todos los hijos de Eber, y hermano mayor de Jafet.
22 Los hijos de Sem son: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. 23 Y los hijos de Aram: Us, Jul, Guéter y Más.
24 Arfaxad fue padre de Selaj y éste de Eber. 25 Eber fue padre de dos hijos: uno se llamó Peleg, porque en su tiempo fue dividida la tierra, y su hermano se llamó Yoctán. 26 Yoctán fue padre de Elmodad, Salef, Asarmot, Jaré, 27 Aduram, Uzal, Decla, 28 Obal, Abimael, Saba, 29 Ofir, Hevila y Jobab. Todos estos son hijos de Yoctán. 30 Estos ocuparon la región comprendida entre Mesa, en dirección a Sefar, y la montaña que está al oriente.
31 Estos son los hijos de Sem, según sus familias, lenguas, y según sus países y naciones.
32 Estas son las familias de los hijos de Noé según sus genealogías y naciones. A partir de éstos se esparcieron las naciones por la tierra después del diluvio.

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Comentarios Génesis. Capítulo 10


10. 1 *Aquí se reanudan las genealogías; los nombres citados se refieren indiferentemente a personas, ciudades o pueblos, pues las tradiciones de los nómadas no hacían distinción entre el clan y su supuesto antepasado. Los israelitas son Israel, y los cananeos son Canaán.
Sem (“el Nombre”) es el antepasado de los semitas, grupo al que pertenecen los israelitas a quienes será revelado el Nombre, o sea la presencia de Yavé. Les árabes también son semitas.
Jafet (“el que se extiende”) designa a los pueblos indo-europeos. ¡Que habite en las tiendas de Sem! Tal vez se le invita a que se considere como un deudor de los hijos de Sem.
Cam es África. Los cananeos no eran africanos y eran considerados como un protectorado de Egipto. Los hijos de Canaán son los pe queños reinos de Palestina y de la costa fenicia.


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GÉNESIS

11

La torre de Babel


1* Todo el mundo tenía un mismo idioma y usaba las mismas expresiones. 2 Al emigrar los hombres desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Sinear, y se establecieron allí.
3 Entonces se dijeron unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos y cocerlos al fuego.» El ladrillo reemplazó la piedra y el alquitrán les sirvió de mezcla. 4 Después dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. Así nos haremos famosos, y no nos dispersaremos por todo el mundo.»
5 Yavé bajó para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando, 6 y dijo Yavé.. «Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá desde ahora que consigan todo lo que se propongan. 7 Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros.»
8 Así Yavé los dispersó sobre la superficie de la tierra, y dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso se la llamó Babel, porque allí Yavé confundió el lenguaje de todos los habitantes de la tierra, y desde allí los dispersó Yavé por toda la tierra.
10 Estos son los descendientes de Sem:
A los cien años años de edad, Sem fue padre de Arfaxad, dos años después del diluvio. 11 Después del nacimiento de Arfaxad vivió otros cuatrocientos años, y tuvo más hijos e hijas.
12 Arfaxad fue padre de Shela cuando contaba con treinta y cinco años, 13 y después del nacimiento de Shela, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo otros hijos e hijas.
14 Shela fue padre de Eber al cumplir los treinta años. 15 Después del nacimiento de éste, Shela vivió aún cuatrocientos tres años, y tuvo más hijos e hijas.
16 Cuando Eber tenía treinta y cuatro años fue padre de Peleg. 17 Después del nacimiento de Peleg, Eber vivió cuatrocientos treinta años, y tuvo más hijos e hijas.
18 Peleg fue padre de Reu a los treinta años, 19 y después del nacimiento de Reu, Peleg vivió doscientos nueve años, y tuvo más hijos e hijas.
20 Cuando Reu contaba treinta y dos años, fue padre de Serug. 21 Y después del nacimiento de éste, Reu vivió doscientos siete años, y tuvo más hijos e hijas.
22 Cuando Serug cumplió treinta años fue padre de Najor. 23 Después del nacimiento de Najor, Serug vivió doscientos años, y tuvo otros hijos e hijas.
24 Cuando Najor tenía veintinueve años, fue padre de Terá. 25 Después del nacimiento de Terá, Najor vivió ciento diecinueve años, y tuvo más hijos e hijas.
26 Terá a los setenta años fue padre de Abram, de Najor y de Harán.
27 Esta es la descendencia de Terá.. Terá fue padre de Abram, de Najor y de Harán.
28 Harán fue padre de Lot. Harán murió en Ur de Caldea, su tierra natal, antes que su padre Terá. 29 Abram y Najor se casaron. La esposa de Abram se llamaba Saray, y la de Najor Milcá, hija de Harán, que era padre de Milcá y de Jisca. 30 Saray era estéril y no tenía hijos.
31 Terá tomó consigo a su hijo Abram, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a su nuera Saray, esposa de Abram, y los sacó de Ur de Caldea para llevarlos al país de Canaán. Pero al llegar a Jarán se establecieron allí. 32 Terá vivió doscientos cinco años, y murió en Jarán.




Comentarios Génesis. Capítulo 11



11.1 *De nuevo nos encontramos ante una imagen que podría aplicarse a muchos países y a muchas situaciones humanas. Es la descripción de Babilonia, la ciudad cosmopolita cuyo nombre antiguo, Babel, se aproxima a la palabra confusión y que repetidas veces fue el centro de extensos imperios. Estaba construida totalmente de ladrillos en el delta del Tigris y del Éufrates, y sus templos en forma de pirámides recortadas parecían sin concluir.
Aquí en pocas palabras se da una visión muy pesimista del progreso y de la centrali zación. El descubrimiento de técnicas nuevas abre la edad de las ciudades. La concentración urbana (Dios quería que los hombres se extendieran sobre toda la tierra) crea nuevas formas de esclavitud. Sed de dominación y voluntad de protegerse contra las amenazas y los percances: tales son los resortes en los que se apoyan los grandes imperios.
A Dios no se le puede engañar: tiene amenazas para las altas torres y las grandes naves que monopolizan las riquezas del mundo (Is 2,15). Aquí siembra la confusión y reenvía a los pueblos a sus provincias (Jer 51,9).
Dios construirá humildemente a partir de los humildes, y así es como llamará a Abraham en el capítulo siguiente. Algún día reemplazará la dominación de la lengua única por la unidad de los corazones (He 2).

11. 26 La duración de la vida ya se ha acortado y los nombres y los gestos de los personajes comienzan a tomar un carácter histórico. De hecho corresponden exactamente a lo que se conoce de los nómadas amorreos del alto Éufrates a mediados del siglo 18 antes de nuestra era. Abraham es uno de ellos y se lo sitúa en Jarán, muy cerca de Siria.




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Publicado el 16 marzo 2008 - 10:44




GÉNESIS

12


LOS PRIMEROS PADRES DEL PUEBLO DE DIOS


Dios llama a Abram


1 Yavé dijo a Abram: «Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré. 2 Haré de ti una gran nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición. 3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra.»
4 Partió Abram, tal como se lo había dicho Yavé, y Lot se fue también con él.
Abram tenía setenta y cinco años de edad cuando salió de Jarán. 5 Abram tomó a su esposa Saray y a Lot, hijo de su hermano, con toda la fortuna que había acumulado y el personal que había adquirido en Jarán, y se pusieron en marcha hacia la tierra de Canaán.
6 Entraron en Canaán, y Abram atravesó el país hasta llegar al lugar sagrado de Siquem, al árbol de Moré. En aquel tiempo los cananeos ocupaban el país. 7 Yavé se apareció a Abram y le dijo: «Le daré esta tierra a tu descendencia.» Allí Abram edificó un altar a Yavé que se le había aparecido.
8 Desde allí pasó a la montaña, al oriente de Betel, y plantó su tienda de campaña, teniendo Betel al oeste y Aí al oriente. También aquí edificó un altar a Yavé e invocó su Nombre. 9 Luego Abram avanzó por etapas hacia el país de Negueb.
10 En el país hubo hambre, y Abram bajó a Egipto a pasar allí un tiempo, porque el hambre acosaba el país. 11 Estando ya para entrar en Egipto, dijo a Saray, su esposa: «Estoy pensando que eres una mujer hermosa. 12 Los egipcios al verte dirán: “Es su mujer”, y me matarán para llevarte. 13 Di, pues, que eres mi hermana; esto será mucho mejor para mí, y me respetarán en consideración a ti.»
14 Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, los egipcios notaron que la mujer era muy hermosa. 15 Después que la vieron los oficiales de Faraón, le hablaron a éste muy bien de ella; por eso Saray fue conducida al palacio de Faraón 16 y en atención a ella, Faraón trató bien a Abram, quien recibió ovejas, vacas, burros, siervos y sirvientas, borricas y camellos.
17 Pero Yavé afligió con grandes plagas a Faraón y su gente a causa de Saray. 18 Entonces Faraón llamó a Abram y le dijo: «¡Mira lo que me has hecho! ¿Por qué no me dijiste que era tu esposa? 19 Y yo la hice mi mujer porque me dijiste que era tu hermana. ¡Ahí tienes a tu esposa! ¡Tómala y márchate!» 20 Y Faraón ordenó a sus hombres que lo devolvieran a la frontera con su mujer y todo lo suyo.



Comentarios Génesis, capítulo 12



12.1

Hasta aquí el autor presentó el juicio de Dios sobre la marcha del mundo. En adelante, con el llamado de Abraham, comienza la historia del pueblo particular de Dios.

En estas notas ponemos Abraham, a pesar de que no lleva todavía ese nombre, sino que se llama Abram (véase Gén 17,5).

Los comienzos escapan siempre a nuestras investigaciones: ¿Dónde está la fuente de un río formado de mil afluentes? ¿Quién pretenderá encontrar el cuerpo del primer hombre? ¿Quién inventó la escritura? El cuadro que se nos pinta de la partida de Abraham muestra que no se distinguía en nada de sus hermanos de raza, y que su religión era como la de los demás grupos amorreos. Cada grupo honraba al “Dios de mi padre” al que permanecía fiel: véase Gén 26,24; 31,5; 31,42. Abraham y las dificultades con sus mujeres: todo se desarrolla según las costumbres de los amorreos (16,2 y 6).

¿Sueños y visiones? Eso no tenía nada de anormal, pues Dios da en todo lugar y tiempo signos o señales adaptados a las personas y a su cultura.

Sin embargo hay aquí un punto de partida, por muy insignificante que parezca. Dijo Dios, y empieza una aventura inmensa. ¿Cómo lo dijo? Es inútil indagarlo pues el mismo autor no dice nada al respecto. En todo caso la iniciativa viene de Dios y la Biblia nunca se presentará como una sabiduría descubierta por hombres.

Dios se dirige a un adulto ya de edad, sin tierra ni heredero; su vida, según parece, no ha significado nada de especial. Dios promete y Abraham cree en lo imposible: ¡aún es tiempo para que todo renazca!

Deja tu país. Una ruptura, pues la fe será siempre una ruptura: dejar aquello de que se estaba seguro, vaciarse de su sabiduría y jugár se la entero por algo que no se puede todavía ver.

Partió Abraham. Los nómadas no tienen se guro de vejez, y apenas se alejan de los familiares, pri mos y conocidos, quedan indefensos, como se verá en 12,11. Abraham sólo podía contar con Dios.


12.7

Los grupos nómadas, de los cuales Abraham formaba parte, siempre andaban buscando tierras. El proceso de su paso hacia la vida de agricultores fue muy lento (y aún no ha terminado para algunas tribus de beduinos que se encuentran todavía en ese sector). Dios quiso hacerse (la Biblia dice crearse o adquirir) un pueblo propio, y ese pueblo no podía desarrollarse y participar en los destinos del mundo a menos que creara una cultura propia y en un territorio propio. La promesa hecha Abraham se llevará a cabo realmente con Josué, o mejor aún, con David, que creará la nación.

La descendencia de Abraham: Mt 3,7; Jn 8,33; He 3,25; 13,26; Rom 4,13; Gál 3,8.


12.8

Se habla de un lugar santo, de un árbol de Moré, de un altar construido por Abraham. Siendo un nómada, y de acuerdo con la cultura de los nómadas, Abraham tuvo que haber hecho una pila de grandes piedras sobre el suelo desértico para marcar el lugar, pero el autor proyecta sobre el antepasado las ideas de su propio tiempo. Porque eran numerosos los lugares santos de Palestina, que consistían en claros en las cumbres de las colinas, sin contar los árboles sagrados junto a los cuales se celebraba un culto. El autor creía a medias, lo mismo que sus contemporáneos, que esos santuarios hubieran sido inaugurados o visitados por Abraham o por los otros grandes ancestros, lo que permitía que se continuara visitándolos.

Con estos altares edificados por Abraham en Siquem y Betel se pretendía confirmar la promesa de Dios que le ofrecía la tierra: ya era santificada en espera del día en que sus descendientes se apoderaran de ella.


12.10

Este episodio puede resultar un tanto chocante para las mujeres de hoy; para el autor es un testimonio de la frágil e insegura condición de los nómadas y al mismo tiempo de la protección asegurada por Dios a los que ama (Rom 8,28 ). No obstante veía como algo normal que Abraham pensara ante todo en su propia seguridad, puesto que era la cabeza del clan, y los miembros del clan debían sacrificarse por él. La llamada de Dios no podía transformar de golpe la mentalidad y la conciencia de Abraham y darle a entender lo que el pueblo de Dios descubriría en lo sucesivo.


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GÉNESIS

13


1 Abram, pues, salió de Egipto con su mujer y todo lo suyo, subiendo al Negueb; también Lot estaba con él. 2 Abram era muy rico, pues tenía animales, plata y oro. 3 Viajando por etapas, caminó desde el Negueb hasta Betel, llegando al lugar donde anteriormente había levantado su tienda, entre Betel y Aí. 4 En aquel sitio había invocado el Nombre de Yavé y construido un altar.
Separación de Abram y Lot
5 También Lot, que iba con Abram, tenía rebaños, vacas y tiendas. 6 La tierra ya no les permitía vivir en un mismo lugar, pues sus rebaños eran demasiado grandes como para que estuvieran juntos.
7 Hubo una pelea entre los pastores del rebaño de Abram y los de Lot. (Los cananeos y los fereceos habitaban en el país en aquel tiempo). 8 Así pues, Abram le dijo a Lot: «Mira, es mejor que no haya peleas entre nosotros, ni entre mis pastores y los tuyos, ya que somos hermanos. 9 ¿No tienes todo el país ante ti? Pues bien, separémonos. Si tú te vas por la izquierda, yo me iré por la derecha. Y si tú te vas por la derecha, yo tomaré la izquierda.»
10 Lot echó una mirada y vio la vega del Jordán: ¡todo era de regadío! Pues antes de que Yavé destruyera Sodoma y Gomorra, era como un jardín de Yavé, como el país de Egipto viniendo de Soar. 11 Lot eligió para sí todo el valle del Jordán, y se trasladó al oriente. Así se separaron el uno del otro. 12 Abram se estableció en Canaán, y Lot en las ciudades del valle, llevando sus tiendas desde allí hasta Sodoma. 13 Los habitantes de Sodoma eran malos y pecadores ante Yavé.
14 Yavé dijo a Abram, después que Lot se separó de él: «Levanta tus ojos y mira desde el lugar en que estás hacia el norte, el sur, el oriente y el poniente. 15 Pues bien, toda la tierra que ves, te la voy a dar a ti y a tu descendencia para siempre. 16 Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra, de tal manera, que si se pudiera contar el polvo de la tierra, también se podría contar tu descendencia. 17 Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar a ti.»
18 Abram entonces levantó sus tiendas y fue a establecerse junto a los árboles de Mambré, en Hebrón. Allí edificó un altar a Yavé.



Comentarios Génesis, capítulo 13


13,5

Todo continúa igual que antes, pero todo es diferente. Abraham tiene confianza y no codicia el primer lugar o la mejor parte: le deja la prioridad a su hermano (en realidad su sobrino) Lot, y Dios le reservará lo mejor.

Esta vez Abraham descubre la tierra que Dios dará a los suyos.


13.18

La encina de Mambré. Durante mucho tiempo se continuó venerando este árbol sagrado, que era uno de los santuarios de las tribus de Israel. Pero fue destruido hacia el final de la época de los reyes, al igual que los demás lugares sagrados, pues se temía que allí se perpetuaran las prácticas religiosas de los cananeos (2Re 23). Es en Mambré donde tendrá lugar la alianza de Yavé con Abraham (15,9), y es también en Manbré donde recibirá a los tres mensajeros celestiales que le anunciarán el nacimiento de Isaac (18,1).



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Publicado el 24 marzo 2008 - 11:23





GÉNESIS

14




1 Y sucedió por aquel tiempo que Amrafel, rey de Senaar, Arioc, rey del Ponto, Codorlamor, rey de los elamitas, y Tadal, rey de los Goyim, 2 declararon la guerra a Bera, rey de Sodoma, Bersa, rey de Gomorra, Sineab, rey de Adama, Semeber, rey de Seboim, y al rey de Bela, (es decir, Soar). 3 Todos estos se reunieron en el valle de Sidim, que es ahora el Mar Salado. 4 Durante doce años habían estado bajo el dominio de Codorlamor, y el año decimotercero decidieron rebelarse. 5 El año decimocuarto vino Codorlamor con los reyes que estaban de su parte, y derrotaron a los refaítas en Astarotcarnaim, a los zuzíes en Ham, a los emeos en Save-Cariataim 6 y a los horitas en los cerros de Seir, hasta los Campos de Parán, que están cerca del desierto.
7 Luego se volvieron y llegaron hasta la fuente de Misfat, o sea Cadés, y arrasaron todo el país de los amalecitas y de los amorreos que vivían en Asasontamar. 8 Salieron entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Adama, Seboim y también el rey de Bala (o Soar), y se dispusieron en orden de batalla en el valle de Sidim, 9 contra Codorlamor, rey de los elamitas, Tadal, rey de Goyim, Amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey del Ponto. Eran, pues, cuatro reyes contra cinco.
10 El valle de Sidim estaba lleno de pozos de asfalto, y los reyes de Sodoma y Gomorra, mientras huían, unos cayeron en los pozos y los demás huyeron a los montes. 11 Los vencedores se adueñaron de las riquezas y las reservas de alimentos de Sodoma y Gomorra y se marcharon. 12 Se llevaron también con ellos a Lot, hijo del hermano de Abram, con todo lo que tenía, pues vivía en Sodoma.
13 Uno de los que escaparon vino a avisar a Abram el hebreo, que vivía en el valle de Mambré el amorreo, hermano de Escol y de Aner, que eran aliados de Abram.


Abram y Melquisedec



14 En cuanto oyó Abram que los cuatro jefes habían llevado prisionero a su hermano Lot, escogió trescientos dieciocho de sus hombres que se habían criado en su casa y los persiguió hasta la ciudad de Dan. 15 Con sus hombres cayó de noche sobre ellos, los derrotó y persiguió hasta Jobá, al norte de Damasco. 16 Recuperó el botín, y también a su sobrino Lot con sus pertenencias, a las mujeres y al resto de la gente.
17 Cuando Abram venía de vuelta, después de derrotar a Codorlamor y sus aliados, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save (es decir, el valle del Rey).
18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del «Dios Altísimo». 19 Melquisedec bendijo a Abram, diciendo: «Abram, bendito seas del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra. 20 Y bendito sea el Dios Altísimo, porque entregó a tus enemigos en tus manos.» Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba.
21 Luego el rey de Sodoma dijo a Abram: «Devuélveme las personas que has liberado, y quédate con sus pertenencias.» 22 Abram le respondió.. «Levanto mi mano hacia Yavé, creador del cielo y de la tierra, el Dios Altísimo, 23 para jurar que no tomaré una hebra de hilo, ni la correa de un zapato, ni cosa alguna que te pertenezca. Así tú no podrás decir: “Abram se hizo rico a costa mía.” 24 No quiero nada para mí, sino tan sólo lo que han comido mis hombres. En cuanto a mis aliados Aner, Escol y Mambré, que ellos mismos tomen su parte.»


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Comentarios Génesis, capítulo 14


14.14

Este capítulo desentona un poco en el contexto de la historia de Abraham: sin duda se trata de una tradición tardía que se adaptó para dar al gran padre el rol de valiente guerrero, como digno antepasado de David, que había conducido sus tropas hasta la región de Damasco (2Sam 8,5). Aquí aparece la figura de Melquisedec, rey de Salem, que bien podría representar la ciudad de Jerusalén. Un sacrificio extraño: nada de animales sino sólo pan y vino, como en la eucaristía de Jesús. El autor cristiano que escribió más tarde la epístola a los Hebreos desarrolló una comparación notable entre Melquisedec y Cristo (Heb 7).

A pesar de ser Abraham el elegido de Dios, se hace bendecir por Melquisedec, un representante de los pueblos paganos, como será el caso de los Magos en Mt 2. Este extraño encuentro nos recuerda que los creyentes reciben a menudo la luz de Dios por intermedio de personas que están a su lado y no comparten su fe.



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GÉNESIS

15



Alianza de Dios con Abram



1 Después de estos sucesos, Yavé dirigió su palabra a Abram en una visión, y le dijo: «No temas, Abram, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande.» 2 Abram respondió.. «Señor Yavé, ¿qué me quieres dar? Soy un hombre sin hijos, y todo lo que poseo pasará a Eliezer de Damasco. 3 Ya que no me diste descendencia, tendré por heredero a uno de mis sirvientes.»
4 Entonces le llegó una palabra de Yavé.. «Tu heredero no será Eliezer, sino un hijo tuyo, nacido de tu propia carne y sangre.» 5 Yavé lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia.»
6 Y creyó Abram a Yavé, el que lo tuvo en adelante por un hombre justo. 7 Yavé le dijo: «Yo soy Yavé, que te sacó de Ur de los Caldeos, para entregarte esta tierra en propiedad.»
8 Abram le preguntó.. «Señor, ¿en qué conoceré yo que será mía?» 9 Le contestó.. «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una paloma y un pichón.» 10 Abram trajo todos estos animales, los partió por mitad, y puso una mitad frente a la otra; las aves no las partió. 11 Las aves rapaces se lanzaban sobre la carne, pero Abram las ahuyentaba.
12 Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Abram cayó en un profundo sueño y se apoderó de él un terror y una gran oscuridad. 13 Entonces Yavé le dijo: «Debes saber desde ahora que tus descendientes serán forasteros en una tierra que no es suya. Los esclavizarán y los explotarán durante cuatrocientos años. 14 Pero yo vendré a juzgar a la nación que los ha oprimido, y después saldrán cargados de riquezas. 15 En cuanto a ti, irás a reunirte con tus padres en paz, y serás sepultado después de una ancianidad dichosa. 16 Tus descendientes de la cuarta generación volverán a esta tierra que no te puedo entregar ahora, pues hasta entonces no se colmará la maldad de los amorreos.»
17 Cuando el sol ya se había puesto y estaba todo oscuro, un horno humeante y una antorcha ardiendo pasaron por medio de aquellos animales partidos. 18 Aquel día Yavé pactó una alianza con Abram diciendo: «A tu descendencia daré esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río Eufrates.
19 El país de los quenitas, de los ceniceos, y de los cadmoneos, 20 de los hititas, de los fereceos y los refaítas, 21 de los amorreos, de los cananeos, de los jerge seos y los jebuseos.»

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Comentarios Génesis, capítulo 15


15.1

La alianza entre Yavé y Abraham es un texto central en la Biblia. La palabra alianza resalta uno de los aspectos más singulares de la fe judía, y luego de la cristiana. Aunque es muy poco lo que podemos suponer del misterio de la Eternidad, la Biblia repite que Dios no es un Gran Soberano ni un principio filosófico; si somos atraídos por el misterio de lo Infinito, Él, que es Amor, no deja de serlo por lo que es débil y pequeño, y sólo creó el universo para establecer un vínculo con estas personas amantes de segunda clase que somos nosotros.

La Alianza es el vínculo que prepara ya desde ahora la unión de Dios y de los suyos en la eternidad. Alianza de Dios con los que lo conocen y lo aman; alianza de Dios con un pueblo aparte, al que se reveló y al que le concede una misión especial para el bien de todos; alianza de lo Infinito con un beduino muerto y sepultado no se sabe dónde, y del que pretendemos ser los descendientes.

Yo soy tu escudo: imagen militar que se encontrará también en otros lugares (2Sam 22,3).

15.2

Abraham tiene tanto derecho como nosotros a reclamar cosas que son muy importantes para él, y en lo que sigue se mostrará cómo Dios, aun cuando ve muy lejos, no menosprecia a los que ama; arreglará muchos detalles que para ellos eran como montañas.

15.6

Abraham creyó en Dios. Es la palabra decisiva que algún día separará la fe cristiana de todas las demás religiones. Lo que Dios busca no son nuestras virtudes ni nuestra vida correcta (o no demasiado torcida), sino el don de nosotros mismos y lo que hacemos porque confiamos en él.

Una traducción más precisa podría ser: “y Yavé lo puso a su crédito como algo que lo hacía justo”. Pablo hará de esta palabra el argumento de su exposición de la fe en Rom 4 y Gál 3,6.

15.10

Toda alianza se celebraba mediante un sacrificio que ponía a Dios mismo como testigo. Se partían en dos a los animales y los dos contratantes pasaban por el medio (véase Jer 34,18). Abraham llevó a cabo el rito, ¿qué iba a hacer Dios? El horno humeante y la antorcha encendida (17) serán signos suficientes para representar a Dios en un tiempo en que no se conocían todavía los grandes efectos mágicos de la cinematografía actual.

15.13

El párrafo 13-16 es como un paréntesis. Algún revisor de tiempos posteriores quiso precisar que si bien Dios hizo una alianza con Abraham ese día, había que contar con el tiempo para que se produjeran los cambios históricos. Además le parecía necesario justificar la conquista de Canaán con sus masacres.


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Publicado el 28 marzo 2008 - 05:26




GÉNESIS

16


Nacimiento de Ismael



1 Saray, esposa de Abram, no le había dado hijos, pero tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar. 2 Y dijo Saray a Abram: «Ya que Yavé me ha hecho estéril, toma a mi esclava y únete a ella, a ver si yo tendré algún hijo por medio de ella.» Abram hizo caso a las palabras de su esposa.
3 Abram llevaba diez años viviendo en Canaán, cuando su esposa Saray tomó a su esclava Agar y se la dio a su esposo Abram por mujer.
4 Abram, pues, se unió a Agar, y quedó embarazada. Al notarse Agar en ese estado, comenzó a despreciar a su señora, 5 quien dijo a Abram: «Que esta ofensa recaiga sobre ti. Yo te entregué a mi esclava por mujer, y cuando se ve embarazada, me pierde el respeto. Juzgue Yavé entre tú y yo.»
6 Abram le contestó.. «Ahí tienes a tu esclava, haz con ella como mejor te parezca.» Y como Saray la maltratara, ella huyó.
7 La encontró el Angel de Yavé junto a una fuente de agua en el desierto (la fuente que hay en el camino de Sur), 8 y le dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?» 9 Ella contestó.. «Estoy huyendo de Saray, mi señora.» Le replicó el Angel del Señor: «Regresa donde tu señora y ponte a sus órdenes con humildad.» 10 El Angel de Yavé añadió.. «Multiplicaré de tal manera tu descendencia, que no se podrá contar».
11 Y el Angel le dijo: «Mira que estás embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Ismael, porque Yavé ha considerado tu miseria. 12 El será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él, y plantará su tienda frente a sus hermanos.»
13 Agar invocó a Yavé que le hablaba, dándole este nombre: «Tú eres El-Roí.» Porque pensó.. «No hay duda que he visto a Aquel que me ve.» 14 Por eso se llamó aquel pozo «el pozo de Lajay-Roi» y está entre Cadés y Bered.
15 Agar dio a luz un hijo, y Abram le puso el nombre de Ismael al hijo que Agar le había dado. 16 Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar le dio su hijo Ismael.

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Comentarios Génesis, capítulo 16


16,1

Aunque la conquista de Canaán pudo postergarse varios siglos, era necesario que Abraham tuviera un heredero antes de que muriera. Abraham necesitaba una mujer que pudiera tener hijos, y las costumbres de los amorreos ya habían previsto casos semejantes. Su mujer legítima (Sara) comprará una esclava y la pasará a su marido. Una vez destetado el hijo la esclava será despedida y el hijo pertenecerá a su patrona.

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Nota: Visiones, Ángeles y sueños


Respecto de Génesis 16,1 y siguientes

¿Qué pensar de esas apariciones de ángeles que la Biblia reporta? Inquietan ante todo a lectores racionalistas para quienes toda intervención de seres espirituales mensajeros de Dios son sólo fantasia. Estas intervenciones no son numerosas en la Biblia, si se ponen aparte los libros llamados apocalípticos en que se sabe que dichas apariciones son sólo una manera de hablar.

Respecto de las pariciones que se leen en las historias de los primeros padres, se debe precisar lo siguiente:

No debemos confundir a los ángeles con “el ángel de Yavé”. Solamente en los libros más tardíos del Antiguo Testamento (y, por supuesto, en el Nuevo) se habla de ángeles con el sentido que les damos: criaturas espirituales que ocupan un lugar en el ordenamiento del mundo y en la salvación de los hombres. Así, en Za 1 y 2. También en Dn 9,21 y 10,12-21. En cambio, los antiguos israelitas hablaban del ángel, o sea, de un mensajero de Yavé de Yavé para expresar muchas cosas que no sabían explicar y que denotaban una intervención de Dios. Cuando una epidemia destruye providencialmente el ejército asirio, es el ángel de Yavé.. ver Is 37,36 y también 2Sam 24,16. Sabiendo que a Dios nadie lo puede ver, cuando alguien tenía una aparición se hablaba del ángel de Yavé.. ver Jue 6,11.

Pero no podemos tomar al pie de la letra todo lo que se dice de apariciones o palabras recibidas de Dios, porque los pueblos antiguos no se expresaban como nosotros. Cuando un hombre se preguntaba a sí mismo o era tentado por el mal, expresaban a veces esta meditación interior por medio de personajes y decían que el demonio o Dios dialogaban con aquella persona: ver Jos 7,10 y 1Re 3,4.

**Entre gente educada es muy común considerar como imaginaciones todo lo que es visión o aparición o manifestación divina: desde el momento en que uno decide a priori que estas cosas no pueden ser, solamente puede negar los testimonios y es inútil entablar una discusión. Sin embargo, aun en el tiempo presente, se encuentran en todos los ambientes personas equilibradas que en ciertos momentos han sido instruidas por Dios mediante sueños.

También leemos...

**Muy posiblemente, Dios no actuaba con los hombres antiguos de la Biblia de la misma manera que en nuestro tiempo. Ahora, después de la venida de Cristo, todo lo tenemos en él y en su Iglesia, y Dios habitualmente reserva visiones y apariciones para los que lleva por un camino especial. En cambio, en los primeros siglos de la Biblia, Dios se comunicaba mucho más con estos medios más ostensibles, pero inferiores.



u 7 Regresa donde tu señora. Ponte a sus órdenes con humildad. No porque su tiranía sea justa, sino porque tú también debes liberarte de tu soberbia. Tienes la razón al pensar que vales más de lo que te ofrece la sociedad, pero si el Señor, por medio de las circunstancias, te humilla, confía en él y piensa que esta humillación te prepara para una misión más grande que aquella en que pensabas. Si te quedas consciente de que Dios te llama a ser persona libre y que libera a los otros, él te dará la oportunidad de hacerlo.

u 12 Cuando Mahoma se presente como el nuevo profeta, recordará que según las tradiciones bíblicas, los árabes descienden de Abraham por Ismael. Pero, al mismo tiempo, dejará vacías de su contenido las promesas de Dios a Abraham. Para él Abraham y Moisés eran antes que nada los encargados de transmitir las órdenes de Dios y de hacer que se observen las oraciones y los mandamientos.

u 13 El texto de este versículo está en parte corrompido y la traducción no es segura. Dos cosas sin embargo están fuera de dudas: este detalle se asemeja a otras etimologías que se encuentran en diversos lugares de los libros sagrados y pretende explicar el nombre del pozo de Lahai Rohi, un nombre que puede comprenderse como Al viviente que me ve. Y por otra parte Agar afirma que ha visto al que la veía.

Aunque se trate sólo de un detalle en la historia de los patriarcas, aquí aparece por primera vez lo que será un dato mayor de la revelación bíblica: ésta no conoce otro Dios que aquel que ve. Tal vez, algunos se acuerdan del uso que se hacía de la mirada de Dios en el pasado para inspirar a los niños el temor al Dios que castiga. La Biblia sin embargo no se detiene en este temor, sino que más bien se maravilla de ese conocimiento divino (Sal 139 ), de la atención que Dios presta a los más desamparados (Sal 33,18; 102,20). Y no está mal que sea Agar la que hace este descubrimiento. Porque ella es la mujer esclava, de la que echaron mano para dar un hijo al patriarca, la mujer que se manda al desierto según otro relato (Gén 21,8 ). Su fe descubre lo que no veía Sara, la esposa de pleno derecho que será la madre del pueblo escogido: ella lo ha sido sin ningún mérito por su parte, y no ha hecho más que reírse de ello (Gén 18,12).


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16,5

Hay que respetar los derechos de cada uno. Dios no perjudicará a nadie: es necesario leer al respecto otra versión del hecho, complementaria de esta, pero más hermosa, en Gén 21,8.
Ismael será considerado como el antepasado de los árabes. Cuando el Corán tomará algunas páginas de la Biblia dándoles una nueva interpretación, hará de Ismael el verdadero heredero de Abraham; pero sobre todo pasará en silencio la promesa y su fe, y sólo verá en Abraham al profeta del Dios único.


16,7

Regresa donde tu señora, no porque su tiranía sea justa, sino porque tú también debes liberarte de tu soberbia. Esta humillación te aportará una bendición muy superior a lo que ambicionabas.


16,13

La Biblia no quiere enfatizar aquí el temor a un Dios que observa para castigar, sino más bien la atención que Dios presta a los más desamparados (Sal 33,18; 102,20).

En este lugar el autor quiere explicar el origen del nombre de un pozo llamado Lahaï Roï, nombre que podría significar algo así como “el viviente que me ve”, y al mismo tiempo afirmar que Agar ha descubierto al que la veía. Aunque se trate sólo de un detalle en la historia de los patriarcas, aquí aparece por primera vez lo que será un dato relevante de la revelación bíblica: el creyente o el apóstol sólo serán fuertes cuando hayan tenido la experiencia del Dios que es viviente y que ve.

Y no está mal que sea Agar la que hace este descubrimiento, pues se trata de una mujer esclava de la que echaron mano para dar un hijo al patriarca, o la mujer que se manda al desierto según otro relato (Gén 21,8 ). Su fe descubre lo que no veía Sara, la esposa de pleno derecho y que será la madre del pueblo escogido. Sara lo ha sido sin ningún mérito por su parte, y no ha hecho más que reírse de ello (Gén 18,12).


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Publicado el 06 abril 2008 - 09:32




GÉNESIS


17




Abram pasa a ser Abraham



1 Tenía Abram noventa y nueve años, cuando se le apareció Yavé y le dijo: «Yo soy el Dios de las Alturas. Camina en mi presencia y sé perfecto. 2 Yo estableceré mi alianza contigo y te multiplicaré más y más.»
3 Abram cayó rostro en tierra, y Dios le habló así.. 4 «Esta es mi alianza que voy a pactar contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 No te llamarás más Abram, sino Abraham, pues te tengo destinado a ser padre de una multitud de naciones. 6 Te haré fecundo sin medida, de ti saldrán naciones y reyes, de generación en generación. 7 Pacto mi alianza contigo y con tu descendencia después de ti: ésta es una alianza eterna. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descen den cia.
8 Les daré a ti y a tu descendencia futura la tierra de tus andanzas, es decir, toda la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos.»
La circuncisión
9 Dijo Dios a Abraham: «Guarda mi alianza, tú y tus descendientes después de ti, de generación en generación. 10 Esta es mi alianza contigo y con tu raza después de ti, que ustedes deberán guardar: todo varón entre ustedes será circuncidado. 11 Ustedes cortarán el prepucio y ésta será la señal de la alianza entre yo y ustedes. 12 En adelante y para siempre, todo varón entre ustedes deberá ser circuncidado a los ocho días después de su nacimiento, tanto el nacido en tu casa, como el extranjero que haya sido comprado como esclavo. 13 Sea que hayan nacido en tu casa, o hayan sido comprados como esclavos, deberán ser circuncidados.
Esta alianza mía grabada en la carne de ustedes es una alianza perpetua. 14 Todo varón no circuncidado, al que no se le haya cortado el prepucio, será eliminado de su pueblo, por haber roto mi Alianza.»
15 Dijo Dios a Abraham: «A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino Sara. Yo la bendeciré y te daré de ella un hijo. 16 La bendeciré de tal manera, que pueblos y reyes saldrán de ella.»
17 Entonces Abraham, agachándose hasta tocar la tierra con su cara, se puso a reír, pues pensaba: «¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?» 18 Y dijo a Dios: «Si al menos aceptaras a Ismael para servir tus designios.» 19 Pero Dios le respondió.. «De ninguna manera, pues va a ser Sara, tu esposa, la que te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Estableceré mi alianza con él, y con su descendencia después de él para siempre. 20 En cuanto a Ismael, también te he escuchado. Yo lo bendeciré y le daré una descendencia muy grande y muy numerosa. Será el padre de doce príncipes y haré de él una gran nación. 21 Pero mi alianza la estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz por este tiempo, el año que viene.» 22 Así terminó Dios de hablar con Abraham y se alejó.
23 Tomó entonces Abraham a su hijo Ismael, a todos los nacidos en su casa y a todos los que había comprado, en una palabra, a todos los varones que había en la familia y los circuncidó ese mismo día, tal como Dios le había mandado. 24 Abraham tenía noventa y nueve años cuando se circuncidó, 25 y su hijo Ismael tenía trece años cuando fue circuncidado. 26 En aquel mismo día fueron circuncidados Abraham y su hijo Ismael. 27 También todos los varones de su casa, tanto los nacidos en ella como los esclavos comprados a algún extranjero, fueron igualmente circuncidados con él.


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Comentarios Génesis, capítulo 17

17.1

Este capítulo es una nueva versión de la Alianza entre Yavé y Abraham. Fue compuesta mucho más tarde, cuando la religión otorgaba prioridad a los ritos que distinguían al pueblo judío de los demás pueblos. La circuncisión significaba, como nuestro bautismo, la incorporación al pueblo de Dios.


17.5

Abram significa “Padre venerado”, y Abraham “Padre de una muchedumbre”. Al cambiar Dios el nombre a su servidor, le concede que empiece una vida nueva de acuerdo con lo que ese nombre nuevo significa. De igual manera procederá Jesús con Pedro: Jn 1,42.


17.9

Este rito obligatorio de la circuncisión encerraba una verdad muy profunda: la naturaleza es buena, pero ha pasado a ser instrumento de una enajenación (Rom 8,20). Cuando hablamos de naturaleza y “natural”, lo que entendemos por estos términos depende de la cultura y de la educación que se posee, y que a su vez están afectadas por la ceguera y la rebeldía con relación a Dios (Rom 8,7). Un corte es siempre necesario.


Los profetas enseñarán que lo importante es la circuncisión del corazón, es decir, la purificación de la mente y del corazón. El rito exterior carecería de valor si no se vive lo que el signo significa. Ver Jer 9,24; Dt 10,16; Gál 5,4; Fil 3,3; Rom 2,25. Los bautizados deben convertirse poco a poco, y la renuncia a tantas cosas que serían normales para los demás, pueden aparecer a veces como una mutilación, a pesar de que sitúa al creyente en un camino de mayor exigencia.



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GÉNESIS


18



Yavé visita a Abraham



1 Yavé se presentó a Abraham junto a los árboles de Mambré mientras estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. 2 Al levantar sus ojos, Abraham vio a tres hombres que estaban parados a poca distancia. En cuanto los vio, corrió hacia ellos y se postró en tierra, 3 diciendo: «Señor mío, si me haces el favor, te ruego que no pases al lado de tu servidor sin detenerte. 4 Les haré traer un poco de agua para que se laven los pies y descansen bajo estos árboles. 5 Les haré traer un poco de pan para que recuperen sus fuerzas, antes de proseguir su viaje, pues creo que para esto pasaron ustedes por mi casa.» Ellos respondieron: «Haz como has dicho.»

6 Abraham fue rápidamente a la tienda, donde estaba Sara, y le dijo: «¡De prisa, tres medidas de harina! amásala y haz unas tortas.» 7 Luego él mismo corrió al potrero, tomó un ternero tierno y bueno y se lo entregó a un muchacho para que lo preparara inmediatamente. 8 Luego buscó requesón, leche y el ternero ya cocinado y se lo presentó a ellos. El se quedó de pie a su lado, bajo el árbol, mientras comían. 9 Entonces le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu esposa?» El les respondió.. «Está dentro, en la tienda.» 10 El otro le dijo: «Dentro de un año volveré por aquí, y para entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo.»

Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, a la espalda del que hablaba. 11 Abraham y Sara eran ancianos, bien entrados en años, y ella no tenía ya lo que le pasa ordinariamente a las mujeres. 12 Sara se rió, mientras pensaba: «Cuando yo estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?» 13 Pero Yavé dijo a Abraham: «¿Por qué se ha reído Sara? ¿Por qué ha dicho: Cómo voy a tener un hijo ahora que soy vieja? 14 ¿Hay acaso algo imposible para Yavé? Pues bien, volveré a visitarte dentro de un año, y para entonces Sara tendrá un hijo.»
15 Sara trató de defenderse, pues tuvo miedo, y dijo: «Yo no me he reído.» Pero él contestó.. «Cierto que te has reído.»

Abraham intercede por Sodoma


16 Los hombres se levantaron y marcharon en dirección de Sodoma, mientras Abraham los acompañaba para indicarles el camino. 17 Y Yavé se preguntó.. «¿Ocultaré a Abraham lo que voy a hacer, 18 cuando justamente quiero que salga de él una nación grande y poderosa, y que a través de él sean bendecidas todas las naciones de la tierra?
19 Pues lo he escogido para que ordene a sus hijos y a los de su raza después de él, que guarden el camino de Yavé y vivan según la justicia y haciendo el bien, para que Yavé cumpla con Abraham todo lo que le ha prometido.»
20 Dijo entonces Yavé.. «La denuncia contra Sodoma y Gomorra es terrible, y su pecado es grande. 21 Voy a visitarlos, y comprobaré si han actuado según esas denuncias que han llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré.»
22 Los hombres partieron y se dirigieron a Sodoma, mientras Yavé se quedaba de pie delante de Abraham. 23 Se acercó entonces Abraham y le dijo: «¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado? 24 Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿es cierto que vas a acabar con todos y no perdonar el lugar en atención a esos cincuenta justos? 25 ¡Tú no vas a hacer algo semejante, permitir que el bueno sea tratado igual que el malvado! ¿O es que el juez de toda la tierra no aceptará lo que es justo?» 26 Yavé le dijo: «Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos.»
27 Abraham volvió a hablar: «Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, 28 pero si faltan cinco justos para llegar a los cincuenta, ¿destruirás la ciudad por esos cinco que faltan?» Yavé respondió..«No habrá destrucción si encuentro allí cuarenta y cinco hombres justos.»
29 Abraham insistió.. «Pero a lo mejor se encuentran allí sólo cuarenta justos.» Yavé contestó.. «En atención a esos cuarenta, no lo haré.» 30 Abraham continuó todavía: «No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos.» Yavé contestó.. «No lo haré si encuentro allí treinta justos.» 31 Abraham insistió.. «Sé que es una osadía por mi parte hablar así a mi Señor; pero, ¿y si se encuentran allí solamente veinte justos?» Yavé contestó.. «No destruiré el lugar, en atención a esos veinte.»
32 Abraham dijo: «Vaya, no se enoje mi Señor, y hablaré por última vez. Puede ser que se encuentren allí sólo diez.» Yavé dijo: «En atención a esos diez, no destruiré la ciudad.»
33 Cuando Yavé terminó de hablar con Abraham se fue, mientras Abraham volvió a su casa.



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Comentarios Génesis, capítulo 18


18.1

Esta escena ha conservado toda la frescura de la tradición primitiva. Al nómada le encanta recibir a sus visitantes como enviados de Dios, y en esta ocasión los ángeles de Dios se presentan como viajeros.


18.10

Uno de los visitantes ¿es Yavé o tan sólo un ángel? El famoso icono de Rublev transfiguró a los tres ángeles para hacer de ellos una expresión de las Personas divinas; con eso reflejó la tradición cristiana que siempre ha pretendido ver en las pequeñas contradicciones del relato una invitación a reconocer en él la figura del Dios único en tres personas.

Cabe recordar que el ángel es presentado a menudo en la Biblia bajo dos aspectos: en determinadas ocasiones aparece como un mensajero (en hebreo “mensajero” es el término con que se designa a los ángeles), y en otras como una presencia velada de Dios (véase 16,10; 22,12; Jue 2,1). También hoy las palabras de Dios dirigidas a uno u a otro proceden comúnmente de intermediarios que actúan o hablan en nombre de Dios.


18.12

La risa de Sara en cierto modo realza la fe de Abraham que cree en lo que parece imposible, mientras que su mujer está convencida de que es imposible. También al autor se deleita en utilizar la etimología sea de lugares sea de nombres: Isaac en hebreo se aproxima al verbo “reír” o entretenerse. Esto explica la risa de Abraham en 17,17, la de Sara aquí y en 21,6 y la burla de Ismael en 21,9.

Pero lo esencial es lo que no se repite aquí.. Dios había prometido un hijo y quiso darlo él mismo, a su hora y a su manera; pero el heredero de Abraham no sería ya como Ismael un hijo por transacción, el hijo de la esclava obtenido a través una astucia jurídica, sino el que se debería sólo a él, el hijo de la promesa (Rom 4,16; Gál 4,28 ).

La verdadera descendencia de Abraham no será cuestión de raza, sino más bien una descendencia espiritual: la promesa de Dios será para quienes como Abraham han creído y han renunciado a sus seguridades para cumplir su misión, poniendo toda su confianza en la palabra de Dios (Rom 4,13; Gál 4,21).


18.16

Abraham ha recibido su recompensa, pero parece que no le presta atención y sólo piensa en salvar a los pecadores.

Abraham, el beduino, se encuentra en su rol cuando regatea con Dios, pero se nota que los une una secreta complicidad. La oración de los amigos de Dios es muy poderosa, lo que no impide sin embargo que Dios retenga lo que no quiere dar: nunca le impedirán que sea justo. Ya al comienzo del Antiguo Testamento, en que tantas páginas hablan de juicios y castigos, se afirma nuevamente que la misericordia de Dios domina la historia de los hombres pecadores: “no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ez 33,11).

18.20

La denuncia contra Sodoma. Como en el caso de Abel (4,10), el clamor por el mal y la injusticia llega hasta Dios y siempre llega también la hora de rendir cuentas.


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Publicado el 12 abril 2008 - 09:00





GÉNESIS


19


Destrucción de Sodoma



1 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer. Lot estaba sentado a la entrada del pueblo. Apenas los vio, salió a su encuentro, se arrodilló inclinándose profundamente, 2 y les dijo: «Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino.» Ellos le respondieron: «No, pasaremos la noche en la plaza.» Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida. 3 Hizo panes sin levadura y comieron.
4 No estaban acostados todavía cuando los vecinos, es decir los hombres de Sodoma, jóvenes y ancianos, rodearon la casa: ¡estaba el pueblo entero! 5 Llamaron a Lot y le dijeron: «¿Dónde están esos hombres que llegaron a tu casa esta noche? Mándanoslos afuera, para que abusemos de ellos.»
6 Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, 7 y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. 8 Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.» 9 Pero ellos le respondieron: «¡Quítate del medio! ¡Eres un forastero y ya quieres actuar como juez! Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.» Lo empujaron violentamente y se disponían a romper la puerta. 10 Pero los dos hombres desde adentro extendieron sus brazos, tomaron a Lot, lo introdujeron en la casa y cerraron la puerta. 11 Hirieron de ceguera a los hombres que estaban fuera, desde el más joven hasta el más viejo, de modo que no fueron ya capaces de encontrar la puerta.
12 Los dos hombres dijeron a Lot: «¿A quién más de los tuyos tienes aquí? ¿Tus yernos? Tienes que llevar de este lugar a tus hijos e hijas y todo lo que tienes en la ciudad. 13 Vamos a destruir esta ciudad, pues son enormes las quejas en su contra que han llegado hasta Yavé, y él nos ha enviado a destruirla.» 14 Salió entonces Lot y dijo a sus yernos, a los que iban a casarse con sus hijas: «Levántense y salgan de aquí, pues Yavé va a destruir la ciudad.» Pero ellos creían que Lot estaba bromeando.
15 Al amanecer los ángeles apuraron a Lot diciéndole: «Date prisa, toma a tu esposa y a tus dos hijas y márchate, no sea que te alcance el castigo de esta ciudad.» 16 Y como él aún vacilase, lo tomaron de la mano, junto a su mujer y a sus dos hijas, porque Yavé había tenido compasión de ellos, y lo llevaron fuera de la ciudad.
17 Una vez fuera, le dijeron: «Ponte a salvo. Por tu vida, no mires hacia atrás ni te detengas en parte alguna de esta llanura, sino que huye a la montaña para que no perezcas.»
18 Pero Lot replico: «¡Oh, no, Señor mío! 19 Veo que me has hecho un gran favor y que has sido muy bueno conmigo conservándome la vida. Pero yo no puedo llegar hasta la montaña sin que me alcance el desastre y la muerte. 20 Mira este pueblito que está más cerca y en el que podría refugiarme. Es tan pequeño, y para mí es cosa de vida o muerte, ¿no podría estar a salvo allí?» 21 El otro respondio: «También este favor te lo concedo, y no destruiré ese pueblo del que has hablado. 22 Pero huye rápidamente, ya que no puedo hacer nada hasta que tú no hayas llegado allá. (Por esto, aquel pueblo fue llamado Soar, o sea, Pequeño.)
23 El sol ya había salido cuando Lot entró en Soar. 24 Entonces Yavé hizo llover del cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre ardiendo que venía de Yavé, 25 y que destruyó completamente estas ciudades y toda la llanura con todos sus habitantes y la vegetación.


Varias leyendas


26 La mujer de Lot miró hacia atrás, y quedó convertida en una estatua de sal.
27 Abraham se levantó muy de madrugada y fue al lugar donde antes había estado con Yavé. 28 Miró hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la comarca del valle y vio una gran humareda que subía de la tierra, semejante a la humareda de un horno.
29 Cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abraham y libró a Lot de la catástrofe, mientras arrasaba las ciudades donde Lot había vivido.
30 Después Lot salió de Soar con sus dos hijas, pues no se sentía seguro allí, y se fue a vivir al monte, en una cueva. 31 Entonces dijo la hija mayor a la menor: «Nuestro padre está viejo y no ha quedado ni un hombre siquiera en esta región que pueda unirse a nosotras como se hace en todo el mundo. 32 Ven y embriaguémoslo con vino y acostémonos con él. Así sobrevivirá la familia de nuestro padre.» 33 Y así lo hicieron aquella misma noche, y la mayor se acostó con su padre, quien no se dio cuenta de nada, ni cuando ella se acostó ni cuando se levantó.
34 Al día siguiente dijo la mayor a la menor: «Ya sabes que me acosté anoche con mi padre. Hagámosle beber vino otra vez esta noche y te acuestas tú también con él, para que la raza de nuestro padre no desaparezca.» 35 Le hicieron beber y lo embriagaron de nuevo aquella noche, y la hija menor se acostó con él. El padre no se dio cuenta de nada, ni cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 36 Y así las dos hijas de Lot quedaron embarazadas de su padre. 37 La mayor dio a luz un hijo y lo llamó Moab: éste fue el padre de los moabitas, que todavía existen hoy. 38 La menor también dio a luz un hijo y lo llamó Ben-Ammí, y es el padre de los actuales amonitas.


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Comentarios Génesis, capítulo 19


19.1

Una vez más hay que distinguir entre el fondo de la historia y su decorado. El decorado son las orillas del Mar Muerto, maltratadas en el pasado por devastadoras erupciones volcánicas (y donde se han instalado también industrias químicas). Varios libros de la Biblia presentan tradiciones que se refieren a esos cataclismos (Dt 29,22; Is 1,9 y 3,9; Ez 16,49), y aquí leemos la tradición más célebre.

En cuanto al contenido, se debe prestar atención a ese especial cuidado que Dios pone en salvar a los que ama, incluso en medio de grandes tragedias, como también en la condena sin paliativos de las prácticas homosexuales en un país en que eran habituales (incluso en la religión de los cananeos).

También se notará la despedida de Abraham y de Lot, que estaba a su lado (y se los llama “hermanos” en 13,8 ) al salir hacia la tierra prometida, pero que luego se dejó deslumbrar por las tierras ricas y de regadío (cap.13). Más tarde se dejó capturar con los irresponsables de Sodoma y Abraham tuvo que liberarlo (cap.14). Es difícil disculpar sus palabras en 19,18, aun en el ámbito de una cultura en que el huésped era sagrado y las mujeres propiedad del hombre. Será liberado no por Dios sino por ángeles y luego se convertirá en un extraño. La bendición sobre Abraham y los suyos ahora lo ignora.


19.26

Rocas esculpidas por el viento y las lluvias en el flanco de la montaña han recibido distintos nombres, y en alguna de ellas se ha reconocido a la mujer de Lot.


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GÉNESIS


20



Abraham y Sara en Guerar





1 Abraham se trasladó de allí al territorio del Negueb y se instaló entre Cadés y Sur; después fue a vivir un tiempo a Guerar. 2 Abraham decía de su esposa Sara: «Es mi hermana.» Oyendo esto, el rey de Guerar, llamado Abimelec, mandó a buscarla para él.
3 Pero en la noche Dios habló a Abimelec en sueños y le dijo: «Date por muerto a causa de esa mujer que has tomado, porque es casada.» 4 Abimelec no la había tocado aún y dijo: «Pero, Señor mío, ¿vas a dar muerte a un pagano que es inocente? 5 El me dijo que era su hermana, y ella también me dijo: “Es mi hermano”. Yo he actuado con corazón sencillo y con manos limpias.» 6 Dios le dijo: «Yo sé que lo hiciste con corazón sencillo y por eso te he librado de pecar contra mí, y no he permitido que la tocases. 7 Ahora devuelve su mujer a ese hombre, porque es un profeta. El rogará por ti y vivirás. Pero si no se la devuelves, debes saber que morirás sin remedio, tú y todos los tuyos.»
8 Abimelec se levantó muy de mañana, y llamando a todos sus oficiales, les contó privadamente todo esto. Ellos, al oírlo, quedaron muy asustados. 9 Llamó entonces Abimelec a Abraham y le dijo: «¡En qué lío nos metiste! ¿En qué te he ofendido, para que traigas sobre mí y mi país un pecado tan grande? Te has portado como no debe hacerse.» 10 Y Abimelec le pregunto: «¿Por qué has hecho eso?» 11 Respondió Abraham: «Pensé que no había temor de Dios en este lugar, y podrían matarme por causa de mi esposa. 12 Pero es verdad que es mi hermana, pues es hija de mi padre, aunque no de mi madre, y ha pasado a ser mi esposa. 13 Desde que los dioses me han hecho caminar de un lado para otro, lejos de mi patria, le dije: «Tú me harás el favor de decir, en cualquier lugar donde lleguemos, que soy tu hermano.»
14 Abimelec mandó traer ovejas y bueyes, esclavos y esclavas y se los dio a Abraham, al mismo tiempo que le devolvía su esposa Sara. 15 Después Abimelec agrego: «Ahí tienes mi tierra, puedes vivir donde quieras.» 16 Y a Sara le dijo: «Le he dado a tu hermano mil monedas de plata, con esto ninguno de los que están contigo se atreverá a pensar mal de ti.» 17 Entonces Abraham oró por Abimelec, y Dios curó a Abimelec, a su esposa y a sus esclavos, a fin de que pudieran tener hijos. 18 Porque Dios había vuelto estériles a todas las mujeres en la casa de Abimelec, a causa de Sara, esposa de Abraham.


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Comentarios Génesis, capítulo 20



20.1

Es una nueva versión del incidente narrado en 12,10. Hemos dicho ya que el libro del Génesis está compuesto de relatos diversos, ya sea por su antigüedad o por su procedencia, pero sin embargo todo con tribuye a presentar los diferentes aspectos de la existencia humana ante Dios. Aquí el interés se centra en los extranjeros que ignoran buena parte de la verdad y que hacen, a menudo sin saberlo, el mal que Dios no quiere. Dos cosas son ciertas: que Dios conoce sus intenciones y que sabe cómo darles a conocer su voluntad cuando lo juzgue oportuno o conveniente.


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#18 Ge. Pe.

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Publicado el 20 abril 2008 - 09:43






GÉNESIS


21




Nacimiento de Isaac




1 Yavé visitó a Sara tal como lo había dicho; Yavé hizo con Sara aquello mismo que había prometido. 2 Sara quedó embarazada, dio a luz un hijo de Abraham siendo ya anciana, y en la misma fecha que Dios había señalado. 3 Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le nació, el hijo que Sara dio a luz. 4 Lo circuncidó a los ocho días, conforme a lo que Dios le había ordenado. 5 Abraham tenía cien años de edad cuando le nació Isaac.
6 Sara dijo: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren se reirán también.» 7 Y añadio: «¡Quién hubiera dicho a Abraham que yo amamantaría hijos! Y sin embargo, le he dado a luz un hijo en su vejez.»
Abraham despide a Agar
8 Creció el niño, y el día en que dejó de ser amamantado, Abraham celebró un gran banquete. 9 Sara vio que el hijo que la egipcia Agar había dado a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac, 10 y dijo a Abraham: «Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no debe compartir la herencia con mi hijo, con Isaac.»
11 Esto desagradó mucho a Abraham, por ser Ismael su hijo. 12 Pero Dios le dijo: «No te preocupes por el muchacho ni por tu sirvienta. Haz todo lo que te pide Sara, porque de Isaac saldrá la descendencia que lleve tu nombre. 13 Pero también del hijo de la sierva yo haré una gran nación, por ser descendiente tuyo.»
14 Abraham se levantó por la mañana muy temprano, tomó pan y un recipiente de cuero lleno de agua y se los dio a Agar. Le puso su hijo sobre el hombro y la despidió. Agar se marchó y anduvo errante por el desierto de Bersebá. 15 Cuando no quedó nada de agua en el recipiente de cuero, abandonó al niño bajo un matorral 16 y fue a sentarse a la distancia de un tiro de arco, pues penso: «Al menos no veré morir a mi hijo.»
Como se alejara para sentarse, el niño se puso a llorar a gritos. 17 Dios oyó los gritos del niño, y el Angel de Dios llamó desde el cielo a Agar y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del niño desde el lugar donde él está. 18 Anda a buscar al niño, y tómalo de la mano, porque de él haré yo un gran pueblo.»
19 Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Llenó el recipiente de cuero y dio de beber al niño.
20 Dios asistió al niño, que creció y vivió en el desierto, llegando a ser un experto tirador de arco. 21 Vivió en el desierto de Parán, donde su madre lo casó con una mujer egipcia.
22 Por aquel tiempo, Abimelec fue con Ficol, general de sus tropas, a hablar a Abraham, y le dijo: «Dios está contigo en todo cuanto emprendes. 23 Por eso júrame ahora mismo ante Dios que no me harás daño, ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis descendientes, sino que usarás conmigo y con esta tierra en la que habitas, la misma bondad que yo he usado contigo.» 24 Abraham le respondio: «Lo juro.»
25 Y de inmediato Abraham se quejó ante Abimelec de que algunos servidores de éste se habían apoderado por la fuerza de un pozo que le pertenecía. 26 Abimelec le contesto: «No sé quién haya hecho tal cosa, pero tú no me has dicho nada, y yo me entero de eso sólo ahora.» 27 Abraham tomó unas ovejas y vacas y se las dio a Abimelec, e hicieron los dos un pacto. 28 Abraham puso aparte siete ovejas de su rebaño, 29 y Abimelec le pregunto: «¿Qué significan estas siete ovejas que has separado?» 30 Le respondió Abraham: «Acepta estas siete ovejas de mi mano, como prueba de que ese pozo lo he excavado yo.» 31 Por eso aquel lugar fue llamado Bersebá (o sea, pozo del juramento), porque allí juraron ambos.
32 Después de haber hecho el pacto en Bersebá, Abimelec y Ficol, general de sus tropas, volvieron al país de los filis teos. 33 Abraham plantó un árbol de tamarindo en Bersebá y allí invocó el nombre de Yavé, Dios Eterno. 34 Abraham estuvo todavía mucho tiempo viviendo en el país de los filisteos.



Comentarios Génesis, capítulo 21


21.1

En la Biblia se dan varios nacimientos fuera de las leyes normales de la naturaleza: Samuel, Sansón, Juan Bautista..., todos salvadores. Estos nacimientos anuncian y figuran el nacimiento virginal del Salvador Jesús. También anuncian el segundo nacimiento por obra del agua y del Espíritu.

21.8

Es otra narración del despido de Agar que ya fue presentado en el cap. 16. Mientras la primera narración hablaba de Yavé y del ángel de Yavé, ésta nombra a Dios y al Ángel de Dios. Es una de las señales que permiten distinguir las tradiciones llamadas yavistas, originarias de Judá de tiempos de Salomón, de las tradiciones elohistas (“Elohim” es Dios en hebreo), que provenían de Israel en el siglo siguiente.



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GÉNESIS

22



El sacrificio de Isaac




1 Tiempo después, Dios quiso probar a Abraham y lo llamo: «Abraham.» Respondió él: «Aquí estoy.» 2 Y Dios le dijo: «Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré.»
3 Se levantó Abraham de madrugada, ensilló su burro, llamó a dos criados para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado. 4 Al tercer día levantó los ojos y divisó desde lejos el lugar. 5 Entonces dijo a los criados: «Quédense aquí con el burro. Yo y el niño iremos hasta allá a adorar, y luego volveremos donde ustedes.»
6 Abraham tomó la leña para el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó luego en su mano el brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos. 7 Entonces Isaac dijo a Abraham: «Padre mío.» Le respondio: «¿Qué hay, hijito?» Prosiguió Isaac: «Llevamos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?» 8 Abraham le respondio: «Dios mismo proveerá el cordero, hijo mío.» Y continuaron juntos el camino.
9 Al llegar al lugar que Dios le había indicado, Abraham levantó un altar y puso la leña sobre él. Luego ató a su hijo Isaac y lo colocó sobre la leña. 10 Extendió después su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo, 11 pero el Angel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: «Abraham, Abraham.» Contestó él: «Aquí estoy.» 12 «No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único que tienes.»
13 Abraham miró a su alrededor, y vio cerca de él a un carnero que tenía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. 14 Abraham llamó a aquel lugar «Yavé provee». Y todavía hoy la gente dice: «En ese monte Yavé provee.»
15 Volvió a llamar el Angel de Dios a Abraham desde el cielo, 16 y le dijo: «Juro por mí mismo —palabra de Yavé— que, ya que has hecho esto y no me has negado a tu hijo, el único que tienes, 17 te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tus descendientes, que serán tan numerosos como las estrellas del cielo o como la arena que hay a orillas del mar. Tus descendientes se impondrán a sus enemigos. 18 Y porque has obedecido a mi voz, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos a través de tu descendencia.»
19 Abraham regresó a donde estaban sus criados, y juntos emprendieron la marcha hacia Bersebá, donde Abraham fijó su residencia.
20 Algún tiempo después, llegaron noticias a Abraham de que también Melcá le había dado hijos a Najor, su hermano: 21 Us, el primogénito, Buz su hermano, Camuel, que fue padre de Aram, 22 Cased, Azau, Feldas, Jedlaf y Batuel, 23 (que fue el padre de Rebeca.) Estos fueron los ocho hijos que Melcá dio a Najor, el hermano de Abraham. 24 Najor tenía una concubina, llamada Reuma, que también dio a luz a Tebaj, Gajam, Tajas y Maaca.




Comentarios Génesis, capítulo 22


22.1

És la prueba decisiva que Dios pone en el camino de sus amigos, y en la que estos demuestran plenamente su fidelidad o vacilan ante ella buscando una puerta de escape y salvando las apariencias. Todas las promesas de Dios eran para la descendencia de Abraham, o más precisamente para los descendientes de Isaac; pues bien, sin que medie explicación alguna, pide a Abraham que le sacrifique a su hijo. Dios quita lo que había dado cerrando todos los caminos.

El sacrificio de Isaac es también el sacrificio de Abraham. Saldrá de la prueba diferente y llevará adelante la misión universal que le fue confiada en 12,3: “En ti serán benditas todas las naciones de la tierra”. Ya no tiene que viajar ni arriesgarse ni resolver problemas u obedecer determinadas órdenes; le basta con ser el amigo de Dios (Stgo 2,23) para dar al mundo lo que el mundo necesita para salvarse.



22.6

Muchos se preguntarán cómo Dios podía pedir a Abraham un sacrificio que era un crimen. Hay que tener presente el contexto cultural de ese tiempo. Abraham se encuentra en tierra de cananeos, para quienes los sacrificios de niños, sobre todo de recién nacidos, era una prácta corriente y con pocos riesgos, pues eran niños de pecho que se reemplazarían fácilmente. Para los contemporáneos de Abraham e incluso para el autor no era algo más bárbaro de lo que es para mucha gente de hoy el aborto; incluso era mucho más noble y generoso. Lo que realmente dolía y que Abraham acepta, era la pérdida de las promesas.


22.11

La intervención de Dios aclara lo que el autor quería enseñar: el Dios de Israel rechazaba, y siempre había rechazado, los sacrificios de niños. Este relato debe contarse entre las numerosas advertencias bíblicas que durante siglos denunciaron tales prácticas.

Una tradición judía posterior estableció que este monte de Moriah, desconocido por lo demás, fuera el mismo sobre el que se levantaría el Templo de Jerusalén (2Sa 24,18). Y esta tradición fue completada por otra que destacaba el alcance histórico del sacrificio de Abraham, sosteniendo que el carnero de que se habla en 22,13 había sido colocado allí desde la creación del mundo. Esta última tradición fue retomada por el apóstol Pedro en 1Pe 1,19-20.



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GÉNESIS

23


La tumba de Abraham y Sara




1 Sara murió a la edad de ciento veintisiete años 2 en la ciudad de Kiriat-Arbe —o sea, Hebrón—, en el país de Canaán. Abraham hizo duelo por ella y la lloró.
3 Dejando el lugar donde estaba el cuerpo, Abraham dijo a los hititas: 4 «Yo no soy más que un forastero en medio de ustedes. Denme una tierra en medio de ustedes, para que sea mía y pueda enterrar a mi difunta.» 5 Los hititas le respondieron: 6 «Escúchanos, señor: entre nosotros tú eres un príncipe de Dios. Sepulta a tu difunta en la mejor de nuestras sepulturas, pues ninguno de nosotros te negará una tumba para tu difunta.»
7 Se levantó Abraham, e inclinándose ante los hititas, 8 les dijo: «Si están de acuerdo en que yo entierre a mi difunta, escúchenme e intercedan por mí ante Efrón, hijo de Seor, 9 para que me ceda la cueva de Macpelá, que es suya y está al borde de su finca. Que me la dé por su precio justo, y que sea en adelante propiedad mía en medio de ustedes.»
10 Entonces Efrón, que estaba sentado entre los hititas presentes, le respondió de manera que todos lo oyeran: 11 «No, señor mío, escúchame: yo te regalo el campo y también la cueva que hay en él. En presencia de los hijos de mi pueblo te la doy. Sepulta allí a tu difunta.»
12 Abraham se inclinó de nuevo profundamente ante los hititas, y se dirigió a Efrón, de modo que los propietarios presentes lo oyeran, y le dijo: 13 «A ver si nos entendemos: yo te pago el precio de la finca. Acéptamelo y enterraré en ella a mi difunta.» 14 Contestó Efrón a Abraham: «Señor mío, escúchame: 15 cuatrocientas monedas de plata por un terreno, ¿no sería lo justo para ambos? Pues bien, sepulta a tu difunta.» 16 Abraham estuvo de acuerdo y pesó para Efrón, en presencia de los hititas, la plata que habían acordado: cuatrocientas piezas de plata, en monedas de mercader.
17 Fue así como la finca de Efrón, que está en Macpelá, frente a Mambré, con la cueva que hay en ella y con todos los árboles que estaban dentro de sus linderos 18 pasaron a ser propiedad de Abraham, a la vista de todos los hititas registrados en esta ciudad.
19 Después Abraham sepultó a Sara, su mujer, en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mambré, en Canaán. 20 De este modo el campo, con la cueva que en él se encuentra, fueron vendidos a Abraham por los hititas, para que sirviera de sepultura.


Comentarios Génesis, capítulo 23



23.1

Se atribuyó a Sara una vida de ciento veintisiete años porque ella pertenece todavía a un tiempo lejano y mítico en que Dios no actuaba en todo como en el nuestro.

La compra de un terreno donde reposaría su cuerpo es muy importante, porque es la única adquisición material de Abraham, quien anduvo toda su vida tras sus rebaños y que sólo vio de pasada aquella tierra que le había sido prometida (Heb11,13). La muerte de Sara le da la oportunidad de comprar una parcela.

Los hijos de Heth son los famosos hititas que ocupaban entonces la Turquía actual y de los cuales un cierto número se había instalado en Palestina, donde formaban como una clase militar (2Sam 11,3; Ez 16,3). El campo de Macpelá se encuentra en los alrededores de Hebrón, ciudad palestina que en nuestros tiempos es también noticia. El negocio se transa de una manera muy digna, tal como debía hacerse en ese tiempo; al final de cuentas Abraham pasa a ser propietario del campo y de la gruta.



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Nota: algunos verbos que terminan en una vocal acentuada que va seguida de dos puntos, aparece el gif "llorando", la hemos cambiado por vocal sin acento. También ocurre lo mismo después del cierre de paréntesis u otro signo. En este caso lo hemos cambiado por .. dos puntos sucesivos.


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Publicado el 12 mayo 2008 - 06:35




GÉNESIS


24



Eliezer busca una esposa para Isaac



1 Abraham era ya un anciano muy avanzado en edad, y Yavé le había favorecido en todo. 2 Abraham dijo a su servidor más antiguo, que era su mayordomo: «Pon tu mano bajo mi muslo, 3 y júrame por Yavé, Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás para mi hijo una mujer de raza cananea, pues vivo en medio de éstos, 4 sino que irás a mi país, a buscar entre mi parentela una mujer para mi hijo Isaac.»
5 El servidor le respondio: «Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿tendré que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?» 6 Abraham le contesto: «Por ningún motivo llevarás allá a mi hijo. 7 Pues Yavé, Dios del cielo y de la tierra, que me sacó de la familia de mi padre y del país donde nací, me prometió con juramento que entregaría este país a mis descendientes. Y enviará a su Angel delante de ti, para que traigas de allá una mujer para mi hijo. 8 Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre de este juramento. Pero en ningún caso llevarás para allá a mi hijo.» 9 El mayordomo colocó su mano debajo del muslo de su patrón Abraham, y le juró que cumpliría este encargo.
10 Luego el servidor escogió diez camellos entre los de su patrón y se puso en marcha, llevando todo lo mejor que poseía Abraham. Y caminó hasta alcanzar la ciudad de Najor, en el país de Aram. 11 Era ya tarde, la hora en que las mujeres salen a buscar agua al pozo; hizo arrodillar a los camellos junto al pozo, en las afueras de la ciudad.
12 Entonces el mayordomo oró asi: «Yavé, Dios de mi patrón Abraham, haz que me vaya bien hoy y muestra tu benevolencia para con mi patrón Abraham. 13 Voy a quedarme junto a la fuente, mientras las muchachas de la ciudad vienen a buscar agua, 14 y a una de ellas le voy a decir: «Por favor, inclina tu cántaro para que yo pueda tomar agua.» Si ella me responde: «Toma y daré también de beber a tus camellos», haz que sea ella la que tú has destinado para tu servidor Isaac. Esta será para mí la señal de que has escuchado a mi patrón.»
15 No había terminado de orar, cuando salió Rebeca con su cántaro al hombro. Era la hija de Batuel, el hijo de Milcá, esposa de Najor, hermano de Abraham. 16 La joven era muy bella y aún virgen, pues no había tenido contacto con ningún hombre. Bajó a la fuente, llenó el cántaro y subió. 17 Entonces el hombre corrió a su encuentro y le dijo: «Por favor, dame un poco de agua de tu cántaro.» 18 Ella respondio: «Bebe, mi señor.» Y bajando inmediatamente el cántaro sobre su mano le dio de beber. 19 Cuando hubo acabado de darle agua, le dijo: «También sacaré agua para tus camellos hasta que se sacien.» 20 Vació rápidamente su cántaro en la pila, corrió de nuevo al pozo a sacar agua y trajo para todos sus camellos. 21 Entretanto el hombre la contemplaba en silencio, preguntándose si Yavé habría hecho que su viaje tuviera éxito o no.
22 Cuando acabaron de beber los camellos, él sacó un anillo de oro para la nariz de seis gramos de peso, y para sus brazos dos brazaletes de oro de unos diez gramos. 23 Y le dijo: «Dime, por favor, ¿de quién eres hija? ¿Habrá lugar en la casa de tus padres para pasar la noche?» 24 Ella le respondio: «Soy hija de Batuel, el hijo que Milcá le dio a Najor.» 25 Y prosiguio: «Tenemos paja y forraje en abundancia, y también hay lugar para pasar la noche.»
26 Entonces el hombre cayó de rodillas y adoró a Yavé, 27 diciendo: «Bendito sea Yavé, Dios de mi señor Abraham, pues ha mostrado una vez más su bondad y fidelidad para con mi patrón, y me ha conducido a la casa del hermano de mi amo.» 28 Mientras tanto la joven corrió y contó a la casa de su madre todo lo sucedido.
29 Rebeca tenía un hermano llamado Labán. 30 Cuando vio el anillo y los brazaletes que llevaba su hermana, y oyó decir a Rebeca: «Esto me ha dicho ese hombre...», corrió a buscar al hombre que estaba de pie junto a los camellos, al lado del pozo. 31 Y le dijo: «¡Oh bendito de Yavé! ¿Por qué te quedas afuera? Ven. He despejado un sitio en la casa y hay cabida para tus camellos.» 32 Entonces el hombre entró en la casa y desensilló los camellos. Dieron paja y forraje a los camellos, y a él y sus acompañantes les trajeron agua para que se lavaran los pies. 33 Después les ofrecieron comida. Pero él dijo: «No comeré hasta que no diga lo que tengo que decir.» Labán le dijo: «Habla.»
34 Entonces empezó a decir: «Yo soy servidor de Abraham. 35 Yavé ha bendecido y enriquecido a mi amo. Le ha dado ganado, ovejas, plata y oro, servidores y sirvientas, camellos y burros. 36 Ahora bien, siendo ya muy anciano, su esposa Sara le ha dado un hijo al que ha dejado todo lo que posee. 37 Mi patrón me hizo jurar y me ordeno: «No buscarás esposa para mi hijo de entre las mujeres cana neas, en cuyo país vivo, 38 sino que irás a la tierra de mi padre y buscarás en mi familia una esposa para mi hijo.» 39 Yo le pregunte: «¿Y si ella no quiere seguirme?» 40 El me contesto: «Yavé, al que he servido siempre, mandará a su Angel para que te acompañe, y resulte tu viaje. Tomarás una mujer para mi hijo de entre mi parentela y de la casa de mi padre. 41 Quedarás libre de tu juramento con tan sólo llegar donde mi parentela: si ellos no te la quieren dar, quedarás libre.»
42 Así, pues, al llegar hoy a la fuente hice esta súplica: «Yavé, Dios de mi señor Abraham, si quieres que el viaje que he emprendido tenga éxito, concédeme lo siguiente: 43 Me voy a quedar parado al lado de la fuente, y cuando llegue alguna joven a sacar agua, le dire: “Dame un poco de agua de tu cántaro”. 44 Y si me responde: “Toma, y luego sacaré más agua para tus camellos”, que ésa sea la mujer que Yavé tiene destinada para el hijo de mi patrón. 45 Ni siquiera había terminado de decir estas palabras en mi interior, cuando apareció Rebeca, con su cántaro al hombro, y bajó a la fuente para sacar agua. 46 Yo le dije: «Por favor, dame de beber.» Al momento bajó el cántaro de su hombro y dijo: «Toma, y también voy a dar agua a tus camellos.» Bebí, pues, y después ella dio también agua a mis camellos. 47 En seguida le pregunte: «¿De quién eres hija?» Me respondio: «Soy hija de Batuel, el hijo de Najor y de Milcá.» Entonces le puse el anillo en su nariz y los brazaletes en sus brazos, 48 e hincándome de rodillas, adoré a Yavé, bendiciendo al Dios de mi patrón Abraham, que me había conducido por el buen camino para conseguir para su hijo a la hija del hermano de mi patrón. 49 Ahora, si ustedes tienen una respuesta buena y sincera para mi patrón, háganmelo saber; y si no, díganmelo también para que pueda tomar una decisión.»
50 Labán y Batuel respondieron: «En todo esto está la mano de Yavé, y no tenemos nada que añadir. 51 Ahí tienes a Rebeca: tómala y llévala contigo. Que sea la esposa del hijo de tu patrón, como Yavé lo ha dispuesto.» 52 Al oír esto el servidor de Abraham, se echó por tierra adorando a Yavé. 53 Luego sacó joyas de oro y plata, y también vestidos, y se los dio a Rebeca. Hizo también valiosos regalos a su hermano y a su madre. 54 Luego él y sus acompañantes comieron y bebieron.
Pasaron allí la noche, y a la mañana siguiente, apenas se levantaron, él dijo: «Permítanme volver donde mi señor.» 55 Entonces el hermano y la madre de Rebeca contestaron: «Que la joven se quede todavía algunos días más con nosotros y después se irá.» 56 Pero él insistio: «Si Yavé hizo que mi viaje tuviera éxito, ustedes ahora no me demoren, y déjenme volver a la casa de mi patrón.» 57 Ellos le dijeron: «Llamemos entonces a la joven y pidámosle su parecer.» 58 Llamaron a Rebeca y le preguntaron: «¿Quieres irte con este hombre?» Contesto: «Sí, me voy.» 59 Entonces dejaron partir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el servidor de Abraham y sus hombres. 60 Y bendijeron a Rebeca, diciendo: «Hermana nuestra, ojalá des vida a multitudes, y que tus descendientes se impongan a sus enemigos.»
61 Entonces se levantó Rebeca con sus criadas, montaron en los camellos y siguieron a los hombres. Fue así como el servidor de Abraham se llevó a Rebeca.
62 Isaac acababa de volver del pozo de Lajay-Roi, pues estaba viviendo en el Negueb. 63 Al atardecer, como salía a dar un paseo por el campo, vio que se acercaban unos camellos. 64 También Rebeca divisó a Isaac, y al verlo se bajó del camello. 65 Preguntó al mayordomo: «¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?» Le respondio: «Es mi patrón.» Ella entonces tomó su velo y se cubrió el rostro.
66 El mayordomo contó a Isaac, todo lo que había hecho. 67 Isaac llevó a Rebeca a la tienda que había sido de su madre Sara. La hizo suya y fue su esposa. La amó y así se consoló por la muerte de su madre.


Comentarios Génesis, capítulo 24


24.1

La lectura de este largo y hermoso relato puede interesarnos bajo varios aspectos. La historia y los diálogos se desarrollan como lo harían hoy en día los beduinos del Medio Oriente: las costumbres y la cortesía no han cambiado desde hace cuarenta siglos. Se notará también que impera un régimen de “matriarcado” (véase Gén 2,24), que todavía existe hoy en algunos países. No es el padre de Rebeca sino su hermano Laban quien negocia con el enviado de Abraham los términos del contrato.

Se notará la conducta de Dios que, sin ne cesidad de milagros, lleva a buen término un negocio tan importante como el matrimonio. No es la unión provisoria de dos personas que hoy se aman, sino el acuerdo de dos cónyuges para construir un porvenir que se extiende más allá de sus hijos y de sus nietos. Dios, que dispone sus destinos, no permanecerá indiferente ni silencioso cuando se ven frente a tal decisión. El servidor, al que no se nombra, es consciente de lo que se le pide, pero no será él quien haga la elección.

El gran núcleo fundamental del matrimonio de Isaac es el porvenir de la promesa de Dios, de la cual él es el portador. Es por tanto necesario que su linaje sea firme y fiel, y no puede casarse con una mujer que no se responsabilice con él de su esperanza y de su común misión (24,60).






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GÉNESIS


25




Abraham y sus descendientes





1 Abraham tomó a otra mujer llamada Queturá, 2 de la que tuvo los siguientes hijos: Zamram, Jecsán, Madián, Jesboc y Suaj. 3 Jecsán fue padre de Saba y Dedán. Los hijos de Dedán fueron los asuritas, los latusíes y los leumíes. 4 De Madián nacieron: Efá, Efer, Enoc, Abidá y Eldaa. Todos estos fueron descendientes de Queturá.
5 Abraham dio todo lo suyo a Isaac. 6 A los hijos de las concubinas que tenía Abraham, en cambio, les hizo regalos, y estando él vivo todavía, los envió más al este, a los países del oriente, lejos de Isaac.
7 Abraham vivió ciento setenta y cinco años. 8 Abraham murió luego de una feliz ancianidad, cargado de años, y fue a reunirse con sus antepasados. 9 Sus dos hijos, Isaac e Ismael, lo sepultaron en la cueva de Macpelá, que está en el campo de Efrón, hijo de Seor el hitita enfrente de Mambré. 10 Esta era la finca que Abraham había comprado a los hititas, allí fueron sepultados Abraham y su esposa Sara. 11 Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a su hijo Isaac, que se fue a vivir cerca del pozo de Lajay-Roi.
12 Estos son los descendientes de Ismael, hijo de Abraham y de Agar la egipcia, esclava de Sara. 13 Y éstos son los nombres de los hijos de Ismael, y los nombres de sus descendientes: El primogénito es Nebaiot; después vienen Cedar, Ad beel, Mibsam, 14 Masma, Duma, Massa, 15 Hadar, Tema, Jetur, Nafis y Cedma. 16 Estos son los hijos de Ismael y éstos son los nombres de sus pueblos y campamentos. Fueron doce, caudillos de sus respectivas tribus. 17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Luego murió y fue a juntarse con sus antepasados.
18 Sus descendientes permanecieron en la región que se extiende desde Hevilá hasta Sur, frente a Egipto, en dirección a Asur. Se mantienen a distancia de todos sus hermanos.
19 Estas son las memorias de Isaac, hijo de Abraham. 20 Abraham fue padre de Isaac. Cuando Isaac tenía cuarenta años, tomó por esposa a Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Paddán Aram, y hermana de Labán el arameo.


Nacimiento de Esaú y Jacob



21 Isaac suplicó a Yavé en favor de su esposa, pues era estéril. Yavé escuchó su oración y Rebeca, su esposa, quedó encinta. 22 Pero como los hijos chocasen entre sí en su seno, ella dijo: «Si esto debe seguir, yo me muero.» Y fue a consultar a Yavé. 23 Yavé le dijo: «Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se separarán desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.»
24 Llegó el día del nacimiento, y se comprobó que había mellizos en su vientre. 25 El primero que nació era rojizo y tan peludo que parecía un abrigo de pieles, por lo que lo llamaron Esaú. 26 Después salió su hermano, que agarraba con una mano el talón de Esaú, y lo llamaron Jacob.
Isaac tenía sesenta años cuando nacieron.
27 Los dos muchachos crecieron. Esaú llegó a ser un experto cazador y un hombre de campo abierto, mientras Jacob era un hombre tranquilo a quien le gustaba estar en la tienda. 28 Isaac quería a Esaú porque le gustaba la caza, pero Rebeca prefería a Jacob.
29 En cierta ocasión estaba Jacob cocinando un guiso, cuando llegó Esaú del campo, muy agotado. 30 Dijo Esaú a Jacob: «Por favor, dame un poco de ese guiso rojizo, pues estoy hambriento» (por eso fue llamado Edom, o sea, rojizo). 31 Jacob le dijo: «Me vendes, pues, ahora mismo tus derechos de primogénito.» 32 Esaú le respondio: «Estoy que me muero, ¿qué me importan mis derechos de primogénito?» 33 Jacob insistio: «Júramelo ahora mismo.» Y lo juró, vendiéndole sus derechos.
34 Jacob entonces dio a su hermano pan y el guiso de lentejas. Esaú comió y bebió, y después se marchó. No hizo mayor caso de sus derechos de primogénito.




Comentarios Génesis, capítulo 25


25.1

El autor sigue recordando el parentesco de los israelitas con diversos clanes arameos que eran sus vecinos; con este propósito los hace descendientes de Abraham o de sus parientes, como en 22,20.

Hecho esto, se pasa a los verdaderos herederos de Abraham, es decir, a los que heredaron la promesa y la transmitieron hasta los días de Moisés y de la salida de Egipto.

Estamos acostumbrados a la secuencia: Abraham padre de Isaac, que es padre de Jacob (Mt 1,2), pero este es un ensamblaje artificial. El pueblo de Israel se había formado por la alianza de doce tribus. Entre los antepasados de esas tribus se conservaba el recuerdo de Abraham, de Isaac, de Jacob y también de un cierto Israel. Pronto se fusionó en un solo personaje a Jacob y a Israel. Luego se estableció la filiación de Abraham, Isaac y Jacob.

En realidad Abraham vivió cerca de Hebrón en el siglo 18 antes de nuestra era; Isaac vivió por la misma época o tal vez un poco más tarde en Guerar, más al oeste; Jacob se debe situar en la Palestina central, hacia el siglo 15.

Durante siglos Jacob-Israel ocupó el primer lugar porque las tribus llamadas “de Israel” eran las más importantes y las que guardaban la herencia de Moisés. Más tarde, después de la destrucción del reino de Israel, el pueblo israelita se centró sobre el reino de Juda, más al sur, que conservaba las tradiciones referentes a Abraham. Dado que una buena parte de la Biblia se es cribió durante el tiempo en que dominaba el reino de Israel, no hay que extrañarse de que los isra elitas reivindicaran el nombre y la heren cia de Jacob-Israel. Abraham quedaba en la som bra.
25,19 Parece que Isaac interese sobre todo porque se hizo de él el padre de Jacob. El autor subraya la bendición que recibió Jacob, tomando así el lugar de su hermano que es quien debía heredar. El relato da tres versiones de esta sustitución.




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#20 Ge. Pe.

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Publicado el 18 mayo 2008 - 06:36




GÉNESIS

26



Sucesos de la vida de Isaac




*1 Hubo hambre en el país —ésta no se debe confundir con la primera hambruna que hubo en tiempos de Abraham—, y fue Isaac a Guerar, hacia Abimelec, rey de los filisteos. 2 Se le apareció Yavé y le dijo: «No bajes a Egipto, quédate en la tierra que yo te diga. 3 Serás forastero en esa tierra, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Pues quiero darte a ti y a tus descendientes todas estas tierras, cumpliendo así el juramento que hice a tu padre Abraham. 4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y le daré todas esas tierras. Y por tu descendencia serán bendecidas todas las naciones de la tierra, 5 como premio a la obediencia de Abraham, que guardó mis leyes y cumplió mis mandamientos y preceptos.»
6 Isaac, pues, se estableció en Guerar. 7 Cuando la gente de aquel país le preguntaba quién era la mujer que iba con él, les decía: «Es mi hermana.» Porque tenía miedo a decir que era su esposa, para que no lo fueran a matar por causa de Rebeca, que era muy bonita.
8 Llevaba ya bastante tiempo allí, cuando Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, sorprendió a Isaac acariciando a Rebeca. 9 Entonces Abimelec mandó llamar a Isaac y le dijo: «¡No puedes negar que es tu mujer! ¿Por qué has declarado que es tu hermana?» Isaac le contesto: «Es que pensé que por causa de ella me podrían matar.» 10 Abimelec replicóo «¿Qué es lo que nos has hecho? Por poco uno de aquí se acostaba con tu esposa y tú nos cargabas con un delito.» 11 Entonces Abimelec dio la siguiente orden a toda su gente: «El que toque a este hombre o a su esposa, morirá.»
12 Isaac sembró en aquella tierra y cosechó aquel año el ciento por uno. Yavé lo bendijo 13 de manera que se fue enriqueciendo día a día hasta que el hombre llegó a ser muy rico. 14 Tenía rebaños de ovejas, rebaños de vacas y numerosos criados, por lo que los filisteos empezaron a mirarlo con envidia. 15 Los filisteos taparon todos los pozos que habían cavado los servidores de su padre, en tiempos de Abraham, y los llenaron de tierra. 16 Entonces Abimelec dijo a Isaac: «Márchate de aquí, pues ahora eres más poderoso que nosotros.» 17 Isaac partió de allí y acampó en el valle de Guerar, en donde se quedó.
18 Isaac volvió a abrir los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que habían tapado los filisteos después de la muerte de Abraham, y les puso los mismos nombres que les había puesto su padre. 19 Después los hombres de Isaac hicieron excavaciones en el valle y dieron con una capa de agua. 20 Pero los pastores de Guerar riñeron con los pastores de Isaac diciendo que el agua era de ellos. Por eso, Isaac llamó a ese pozo Esec, ya que se habían peleado por él. 21 Excavaron otro pozo, pero también hubo peleas, por lo que lo llamó Sitna. 22 Se fue de allí a otra parte y mandó cavar otro pozo, y como esta vez nadie se peleó por él, le puso el nombre de Rejobot, pues dijo: «Por fin Yavé nos ha dado campo libre. Ahora sí que podremos prosperar en esta tierra.»
23 De allí subió a Bersebá. 24 Yavé se le apareció aquella misma noche y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham, mi servidor.» 25 Levantó allí un altar e invocó el nombre de Yavé. Luego plantó allí mismo su tienda, y sus hombres cavaron un pozo.
26 Abimelec vino desde Guerar a verlo, acompañado de su amigo Ajuzat, y de Ficol, jefe de su ejército. 27 Isaac les dijo: «¿Por qué vienen a visitarme, si son ustedes los que no me quieren y me han expulsado?» 28 Le contestaron: «Hemos visto claramente que Yavé está contigo, y hemos dicho: Prometamos con juramento, nosotros y tú, que viviremos en paz. 29 Y hagamos un pacto: tú no nos harás ningún mal, ya que nosotros no te hemos tocado nada sino que, al contrario, sólo te hicimos bien y te dejamos partir tranquilamente. Tú eres el protegido de Yavé.»
30 Isaac les dio un banquete, y comieron y bebieron. 31 Se levantaron muy temprano y se hicieron juramento unos a otros. Luego Isaac los despidió y se fueron en paz por su camino. 32 Ese mismo día llegaron unos servidores de Isaac a comunicarle que habían abierto un pozo y que habían encontrado agua. 33 El lo llamó Sebá, y de aquí viene que la ciudad se llame Bersebá hasta el día de hoy.
34 Cuando Esaú tenía cuarenta años, tomó por esposa a Judit, hija de Berí el heteo, y a Basemat, hija de Elón, heteo también. 35 Pero ellas amargaron la vida a Isaac y a Rebeca.




Comentarios Génesis, capítulo 26


26,1

Isaac casi no interviene en la historia bíblica, y sin embargo a él se refieren la mayoría de los recuerdos de la vida nómada de los antepasados. La vida del nómada transcurre bajo tiendas, y si tiene la suerte de cavar un pozo en el desierto, su nombre no caerá en el olvido.

Esas dos palabras perdurarán en la cultura de Is rael. Las tiendas (y será el nombre de una de sus fiestas más importantes) subrayan el carácter siempre provisorio de la existencia presente: esperamos otro mundo, estable y definitivo. Los pozos aluden a los es fuerzos del hombre para calmar su sed; el agua de pozo, sin embargo, nunca reemplazará el agua viva, la del río o del torrente a la cual aspira: Jn 4.



26,7

Es la misma situación narrada en Gn 12,10 y 20,2.



26,12

Isaac siembra y cosecha. Es un crédito de este antepasado que se atrevió a entrar en la corriente “modernista”. Mientras otros nómadas (tal vez por motivos religiosos como los recabitas mencionados en Jer 35) se negaban a dejar el estilo de vida de sus padres, él se dio cuenta de que el porvenir estaba en el trabajo y en la vida sedentaria, que abren al hombre al dominio sobre los productos de la tierra.



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GENÉSIS

27



Jacob se roba la bendición


1 Siendo Isaac ya anciano, y con sus ojos tan debilitados que no veía nada, llamó a su hijo mayor Esaú. Como le dijera: «¡Hijo mío!», Esaú respondio: «Aquí estoy.» 2 Prosiguió Isaac: «Mira que ya estoy viejo e ignoro el día de mi muerte. 3 Así que toma tus armas, tu arco y las flechas, sal al campo y caza alguna pieza para mí. 4 Luego me preparas un guiso como a mí me gusta y me lo sirves, y yo te daré la bendición antes de que muera.»
5 Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con Esaú. Cuando éste se fue al campo en busca de caza para su padre, 6 Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú y le dijo: 7 “Vete a cazar y prepárame un guiso, para que yo lo coma y te pueda bendecir ante Yavé, antes de morirme”. 8 Ahora, pues, hijo, escúchame y haz cuanto te diga. 9 Anda al corral y tráeme dos cabritos de los mejores que haya; con ellos haré un guiso como le gusta a tu padre. 10 Después tú se lo presentas a tu padre para que lo coma y te bendiga antes de su muerte.»
11 Jacob dijo a su madre Rebeca: «Pero mi padre sabe que yo soy lampiño y mi hermano muy velludo. 12 Si me toca se dará cuenta del engaño y recibiré una maldición en lugar de una bendición.» 13 Su madre le replico: «Tomo para mí la maldición. Pero tú, hijo mío, hazme caso, y ve a buscar lo que te pedí.» 14 Fue, pues, a buscarlo y se lo llevó a su madre, que preparó para su padre uno de sus platos preferidos. 15 Después, tomando las mejores ropas del hijo mayor Esaú, que tenía en casa, vistió con ellas a Jacob, su hijo menor. 16 Con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, 17 y luego puso en las manos de Jacob el guiso y el pan que había preparado.
18 Jacob entró donde estaba su padre y le dijo: «¡Padre!» El le pregunto: «Sí, hijo mío. ¿Quién eres?» 19 Y Jacob dijo a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me mandaste. Levántate, siéntate y come la caza que te he traído. Después me bendecirás.» 20 Dijo Isaac: «¡Qué pronto lo has encontrado, hijo!» Contestó Jacob: «Es que Yavé, tu Dios, me ha dado buena suerte.» 21 Isaac le dijo: «Acércate, pues quiero tocarte y comprobar si eres o no mi hijo Esaú.»
Jacob se acercó a su padre Isaac, 22 quien lo palpó y dijo: «La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú.» 23 Y no lo reconoció, pues sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y lo bendijo. 24 Volvió a preguntarle: «¿Eres de verdad mi hijo Esaú?» Contestó Jacob: «Sí, yo soy.» 25 Isaac continuo: «Acércame la caza que me has preparado, hijo mío, para que la coma y te dé mi bendición.» Jacob le sirvió y comió. También le ofreció vino, y bebió.
26 Entonces Isaac le dijo: «Acércate y bésame, hijo mío.» 27 Jacob se acercó y le besó. Al sentir Isaac el perfume de su ropa, lo bendijo con estas palabras:

«¡Oh!, el olor de mi hijo
es el de un campo al que Yavé bendijo.
28 Que Dios te dé el rocío del cielo
y la fertilidad de la tierra,
y abundancia de trigos y mostos.
29 Que te sirvan los pueblos
y las naciones se inclinen ante ti.
Sé señor de tus hermanos,
que los hijos de tu madre se inclinen ante ti.
Sea maldito quien te maldiga,
y bendito quien te bendiga.»

30 Apenas Isaac había terminado de bendecirle, y Jacob había salido de la pieza de su padre, cuando llegó Esaú, su hermano, con el producto de su caza. 31 Preparó también el guiso y se lo llevó a su padre, diciendo: «Levántate, padre, y come la caza que tu hijo te ha preparado, de manera que me puedas dar tu bendición.»
32 Pero Isaac le dijo: «¿Y quién eres tú?» Respondio: «Soy Esaú, tu primogénito.» 33 Isaac comenzó a temblar violentamente y dijo: «Pues entonces, ¿quién es el que cazó y me sirvió su caza? Yo comí de todo antes de que tú llegaras y le di mi bendición: ¡sí, él tiene la bendición!»
34 Al oír Esaú las palabras de su padre, se puso a gritar muy amargamente, y dijo a su padre: «Bendíceme también a mí, padre.» 35 Isaac respondio: «Tu hermano ha venido, me ha engañado y se ha tomado tu bendición.» 36 Esaú declaro: «Con razón le dieron el nombre de Jacob, pues me ha suplantado por segunda vez. Primero me quitó los derechos de primogénito, y ahora me ha quitado la bendición.»
Esaú pregunto: «¿Y no me has reservado alguna bendición?» 37 Respondió Isaac: «Lo he hecho tu señor y señor de todos tus hermanos. Lo he abastecido de trigo y vino. Después de esto, ¿qué quieres que haga por ti, hijo mío?» 38 Esaú insistio: «¿Acaso no tienes más bendición que ésta? Padre, bendíceme a mí también.» Y Esaú se puso a llorar. 39 Entonces Isaac le respondio:
«Mira, vivirás lejos de las tierras fértiles y lejos del rocío del cielo. 40 De tu espada vivirás y a tu hermano servirás; pero cuando así lo quieras, quitarás su yugo de tu cuello.»
Jacob huye a casa de Labán
41 Esaú le tomó odio a Jacob, a causa de la bendición que le había dado su padre, y se decía: «Se acercan ya los días de luto por mi padre, y entonces mataré a mi hermano Jacob.» 42 Contaron a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, y mandó a llamar a Jacob, su hijo menor, al que dijo: «Tu hermano Esaú quiere vengarse de ti y matarte. 43 Por lo tanto, hijo mío, hazme caso y huye ahora mismo a Jarán, a la casa de mi hermano Labán. 44 Te quedarás con él por algún tiempo hasta que se calme el furor de tu hermano. 45 Cuando ya no esté enojado y haya olvidado lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte y volverás. Pero no quiero perderlos a ustedes dos en un mismo día.»
46 Rebeca dijo a Isaac: «Estas mujeres hititas me tienen tan aburrida que ya no quiero vivir. Si también Jacob se casa con una mujer de esta tierra, yo me muero.»



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