Ir a contenido


Foto

Sirácides - Capítulo 9 - La Biblia Latinoamericana -


  • Inicia sesión para responder
235 Respuesta(s) a este Tema

#81 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 07 agosto 2009 - 12:05







Sirácides


30






1 El que ama a su hijo no le escatima los azotes, más tarde ese hijo será su consuelo. 2 El que educa bien a su hijo, tendrá sus satisfacciones; se sentirá orgulloso de él delante de sus parientes. 3 El que instruye a su hijo será envidiado por su enemigo; y se alegrará de él delante de sus amigos.
4 Cuando su padre desaparezca, será como si no hubiera muerto, porque dejará tras de sí a otro como él. 5 Durante su vida, su felicidad era verlo, cuando llegue la muerte no sentirá pena. 6 Porque deja a los suyos un defensor frente a sus enemigos, y quién devuelva los favores a sus amigos.
7 El que mima a su hijo tendrá que curar sus heridas; tendrá que ceder al más leve de sus gritos. 8 Un caballo chúcaro no se puede montar, un hijo dejado a sus caprichos se vuelve insolente. 9 ¿Quieres mimar a tu hijo?; un día te hará temblar; juguetea con él, te causará tristeza. 10 No te rías con él si no quieres un día afligirte con él y tener al fin que rechinar los dientes. 11 No le des rienda suelta en su juventud, 12 Pégale en las costillas cuando sea pequeño, no sea que se empecine y se te rebele. 13 Educa bien a tu hijo, lábralo, o si no su mala conducta se volverá en tu contra.
14 Más vale un pobre con buena salud y vigoroso que un rico que sufre en su cuerpo. 15 La salud y una contextura firme valen más que todo el oro del mundo, y un cuerpo robusto más que una inmensa fortuna. 16 No hay riqueza más grande que la salud del cuerpo, ni placer superior a la alegría de vivir. 17 Más vale la muerte que una vida miserable, y el descanso eterno más que una enfermedad incurable.
18 Dejar ofrendas de alimentos en las tumbas es presentar cosas buenas a una boca cerrada; 19 lo mismo pasa con la ofrenda a un ídolo: ¿para qué, si ni come ni siente? Eso le pasa a un hombre perseguido por el Señor: 20 ve la comida y suspira; es como un hombre castrado que abraza a una joven y gime.
21 No te dejes llevar por la tristeza, ni dominar por tus preocupaciones. 22 Un corazón alegre mantiene al hombre con vida; la alegría prolonga su existencia. 23 ¡Ea, vamos! Diviértete y alegra tu corazón; echa lejos de ti la tristeza, porque la tristeza perdió a muchos y no sirve para nada.
24 La envidia y la ira acortan la vida, las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo. 25 El que tiene un corazón alegre tiene buen apetito; lo que come lo aprovecha.


Comentarios Sirácides, capítulo 30


30,1

Aquí Ben Sirá toca un punto del que depende en gran parte la suerte de un pueblo. Todos se quejan de que sean tan pocos los hombres responsables: mucha buena voluntad, pero en concreto poca voluntad. Una de las primeras causas de la falta de madurez de la voluntad es que los padres han renunciado muy pronto a su autoridad de educadores. Ya a los tres meses la criatura sabe que llorando suficientemente obligará a su mamá a tomarla en brazos. A la edad de dos años sabe amenazar, gritar, manifestar su rabia, con la certeza de que sus padres, al final, cederán: «¿Qué le vamos a hacer? El niño no quiere.»

Ben Sirá sabe que solamente los hijos que fueron sometidos a una ley y cuyos caprichos no fueron consentidos por los padres, llegarán a la libertad verdadera, siendo capaces de perseverar en el bien.

Bien es cierto que la fe y el amor a Dios van mucho más allá de la observancia de una ley; pero aun con esto, e incluso cuando hayamos recibido a partir del bautismo algo del Espíritu, nos costará mucho cosechar sus frutos si no hemos sido formados por una ley, especialmente en la infancia.




_________________________________


Sirácides



31



Inconvenientes y ventajas de la riqueza



1 Las vigilias que exige la riqueza hacen perder peso, las preocupaciones que trae consigo espantan el sueño. 2 Vigilias y preocupaciones impiden dormir, un grave problema quita el sueño.
3 El rico se sacrifica para amasar una fortuna, cuando deja de hacerlo es para gozar de su lujo. 4 El pobre se sacrifica para sobrevivir, si deja de hacerlo le sobreviene la indigencia.
5 El que ama el oro no estará libre de pecados, el que busca la ganancia se dejará llevar por mal camino. 6 Muchos fracasaron por culpa del oro, la ruina les salió al encuentro. 7 El oro bota al suelo a los que lo hacen su dios; los que no piensan en eso se dejan conquistar por él.
8 ¡Feliz el rico que fue hallado sin falta, que no corrió tras el oro! 9 ¿Conocen a uno? De él diremos: «¡Feliz es ese hombre, pues dio al pueblo un ejemplo admirable!»
10 ¿Quién pasó por este examen y fue reconocido sin fallas? Puede sentirse orgulloso de eso. ¿Quién tuvo los medios para pecar y no cometió falta, quién podía hacer el mal y no lo hizo?
11 Su fortuna le durará, contarán en la asamblea sus obras generosas.



Los buenos modales en los banquetes



12 Si estás sentado junto a una magnífica mesa, no te quedes con la boca abierta exclamando: «¡Qué abundancia!» 13 Acuérdate que la avidez es un mal. ¿Hay peor criatura que un ojo ávido? Por eso, todo lo que ve lo hace llorar.
14 No extiendas la mano a todo lo que ves, no te precipites sobre la bandeja. 15 Piensa que los demás están en la misma situación tuya, actúa en todo con reflexión.
16 Come lo que se te presenta como un hombre educado y no como un glotón, lo que te haría odioso. 17 Sé el primero en detenerte, es cuestión de educación; no seas tragón, pues molestarías. 18 Si estás sentado con varias personas, no seas el primero en servirte.
19 Un poco le basta a un hombre bien educado; una vez en su cama, no le costará respirar. 20 Un estómago liviano produce un sueño sano; uno se levanta temprano y con la cabeza despejada. En cambio el insomnio, los vómitos y las diarreas esperan al hombre glotón. 21 Si te has visto obligado a comer mucho, levántate, anda a vomitar al excusado y te sentirás aliviado.
22 Hijo mío, óyeme, no te rías de mis consejos; al final, verás que te decía la verdad. Sé moderado en todo lo que hagas y no tendrás ninguna enfermedad.
23 Cuando el anfitrión hace las cosas regiamente, lo felicitan y hablan con razón de su generosidad. 24 Pero si es mezquino, todo el mundo lo critica y habla con lujo de detalles de su mezquindad.
25 No juegues a ser fuerte con el vino, porque el vino ha perdido a muchos. 26 El horno pone a prueba el temple del acero, el vino pone a prueba los corazones, empujando a los orgullosos a la pelea. 27 Para el hombre el vino es la vida, siempre que lo tome con moderación. ¿Qué es una vida donde falta el vino? Fue creado para alegrar a los hombres.
28 Alegría del corazón y bienestar para todo el ser, eso es el vino que se toma a sus horas y con moderación. 29 Malestar para todo el ser, eso es el vino cuando se toma en exceso por vicio o por una bravuconada. 30 La ebriedad excita a los insensatos, pero lo pagarán, pues les quita las fuerzas y atrae los golpes.
31 En un banquete bien rociado, no molestes a tu vecino; no lo desprecies si está alegre. 32 No es el momento para insultarlo ni para acosarlo con cuestiones de dinero.



___________________________________


Sirácides



32





1 ¿Te eligieron para que organices un banquete? No te des grandes ínfulas. Compórtate con los demás como uno de ellos; preocúpate de ellos y después anda a sentarte en tu lugar. 2 Cuando hayas hecho todo lo necesario, volverás a tu asiento para alegrarte con ellos. Entonces recibirás la corona por tu buena organización.
3 Habla, si eres anciano, eso te corresponde; pero di cosas que tengan sentido, y no impidas la música. 4 Cuando la están escuchando, no es el momento para discursos, no pases por sabio en el momento inadecuado.
5 Un concierto en medio de un banquete bien regado, es una piedra preciosa engastada en una joya de oro. 6 El canto de los músicos le viene a la dulzura del vino como una esmeralda a un brazalete de oro.
7 Habla, tú que eres joven, si te lo piden, pero no más de dos veces, y sólo para responder. 8 Abrevia tu discurso, di mucho en pocas palabras. Demuestra que sabes, pero sobre todo que sabes callar.
9 Si estás con personas importantes, no las trates de igual a igual; trata de no conversar mientras otro habla. 10 El relámpago se siente antes que el trueno: lo mismo la disposición para escuchar al hombre modesto.
11 Levántate de la mesa a tiempo, no te demores. Llega pronto a tu casa sin entretenerte por el camino. 12 Allí intercambiarás ideas, harás lo que te guste, pero sin pecar con palabras indecentes. 13 Por último bendecirás al que te hizo y te colma con sus bienes.



El temor del Señor



14 El que teme al Señor acepta sus lecciones, los que lo buscan desde la aurora recibirán buena acogida. 15 El que se dedica a la Ley, ésta lo llenará; el que sólo disimula, ésta lo hará caer. 16 El Señor recibirá a los que le temen, sus buenas acciones brillarán como la luz.
17 El pecador no acepta la reprensión, siempre justifica lo que le gusta.
18 El hombre prudente no descuida la reflexión; en cambio el orgulloso indiferente no tiene miedo a nada. 19 No hagas nada sin haber reflexionado, y no tendrás que arrepentirte de tus actos.
20 No tomes el camino áspero y no te tropezarás con las piedras. 21 No te fíes de un camino bien pavimentado: 22 ten cuidado aun con tus hijos.
23 En todo lo que hagas, actúa según tu conciencia: así observarás los mandamientos.
24 El que confía en la Ley pone atención en los mandamientos; el que obedece al Señor no sufrirá daño alguno.




_______________________


Sirácides



33







1 La desgracia no alcanza al que teme al Señor; si le toca una prueba se verá libre de ella.
2 El hombre sabio no odia la Ley; el que la sigue sólo en apariencias es como un barco en medio de la tempestad.
3 El hombre inteligente pone su confianza en la Ley; para él la Ley es digna de fe como una respuesta divina.
4 Prepara tu discurso y serás escuchado; hazte una buena síntesis y luego habla.
5 Los sentimientos del tonto son como rueda de carreta, sus razonamientos son como veleta.
6 Un amigo burlón es como potro en celo, relincha con cualquier jinete.
7 ¿Por qué un día será más importante que otro cuando todos los días reciben la luz del sol? 8 Una decisión del Señor los ha hecho diferentes, El fue quien dispuso las fiestas y las estaciones. 9 Eligió y santificó a algunos de ellos, a los demás los dejó para hacer número.
10 También los hombres fueron sacados de la tierra, de ésta fue formado Adán. 11 El Señor, sin embargo, en su sabiduría, los separó, poniéndolos en diferentes caminos. 12 A algunos los bendijo y exaltó, los consagró y tomó a su servicio; a otros los maldijo y humilló, hizo que perdieran su lugar.
13 Así como el barro está en manos del alfarero que lo moldea a su voluntad, así también están los hombres en las manos del que los ha hecho: trata a cada cual como mejor lo estima. 14 De un lado, el mal, y del otro el bien; de un lado, la muerte, y del otro la vida: y de igual modo frente al fiel está el pecador. 15 Miren por todas partes las obras del Altísimo; siempre van de a dos, una oponiéndose a la otra.
16 En cuanto a mí, me afané después de todos los demás, semejante al que rebusca detrás de los vendimiadores. 17 Pero por la bendición del Señor los alcancé y llené con mis racimos el lagar. 18 Entiendan que mis esfuerzos no fueron sólo para mí, sino para todos los que buscan el saber.
19 ¡Oigan, pues, ustedes los grandes del pueblo; presten atención, ustedes que presiden la asamblea!
20 ¡Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermano ni a tu amigo: a nadie des poder sobre ti mientras vivas! No des tus bienes a otro; podrías arrepentirte y tener que reclamárselos.
21 Mientras te quede un soplo de vida, no entregues a nadie tu libertad. 22 Es mejor que tus hijos dependan de ti que tener tú que suplicarles.
23 Asume la responsabilidad de todo lo que hagas, no permitas que otros manchen tu reputación.
24 Cuando concluyan los días de tu vida, cuando llegue la hora de tu fin, entonces reparte la herencia.



Los siervos



25 Para el burro: el forraje, el palo y la carga; para el sirviente: el pan, las correcciones y el trabajo.
26 Da trabajo a tu esclavo y gozarás de paz; suéltale la rienda y querrá la libertad.
27 El yugo y el cabestro hacen doblar el cogote; para el mal servidor, castigos y cadenas.
28 Ponlo a trabajar, que no se quede ocioso, porque la ociosidad enseña la maldad. 29 Hazlo trabajar según su capacidad, y si no obedece pon sus pies en los grillos.
30 Pero no seas demasiado exigente con nadie, no hagas nada sin discernimiento.
31 Si tienes un sirviente trátalo como a ti mísmo, puesto que lo compraste con sangre.
32 Si tienes un sirviente, trátalo como a un hermano, pues lo necesitas tanto como él a ti. 33 Si lo maltratas y emprende la fuga, ¿a dónde irás a buscarlo?




_______________________________



Sirácides



34



Los sueños




1 Las esperanzas vanas y engañosas son para los imbéciles: los sueños dan alas a los insensatos.
2 Contar con los sueños es como perseguir una sombra o correr tras el viento.
3 Lo que se ve en sueños no es más que un reflejo: la persona ve su propia imagen. 4 ¿Puede uno purificarse con algo impuro? ¿Y encontrar la verdad en lo que es mentira?
5 Predicciones, visiones y sueños son tan vacíos como los fantasmas de una mujer en cinta.
6 A menos que te sean enviados como una visita del Altísimo, no les prestes atención. 7 Porque los sueños engañaron a mucha gente; los que confiaron en ellos fracasaron.
8 La Ley en cambio se cumplirá sin falta: es sabia en lo que dice, fiel en lo que promete.
9 El que ha viajado conoce muchas cosas, un hombre de experiencia no habla sin fundamento. 10 El que no ha sido puesto a prueba sabe poco, el que ha recorrido el mundo ha adquirido muchos conocimientos.
11 A lo largo de mis viajes he visto muchas cosas, y he conocido mucho más de lo que puedo decir. 12 Me he visto varias veces en peligro de muerte y me he salvado gracias a mi experiencia.
13 Los que temen al Señor salvarán su vida porque pusieron su esperanza en el que los puede salvar. 14 El que teme al Señor no tendrá miedo, no se asustará por nada ya que El es su esperanza. 15 El que teme al Señor conoce bien su felicidad: ¿en quién se apoya, quién es su fuerza?
16 La mirada del Señor está puesta sobre los que lo aman, es una poderosa protección, un apoyo resistente, un refugio contra el viento ardiente y el sol del mediodía, un sostén contra las caídas, una ayuda en el momento de caer. 17 El Señor renueva el entusiasmo e ilumina los ojos, da la salud, vida y bendición.



Los sacrificios gratos a Dios


18 Dar a Dios una cosa mal adquirida es una ofrenda sucia; los dones de los malvados no pueden agradar a Dios.
19 Al Altísimo no le agradan las ofrendas de los impíos; sus pecados no serán perdonados a fuerza de sacrificios.
20 Ofrecer un sacrificio con lo que pertenecía a los indigentes es condenar a muerte a un hijo en honor de su padre.
21 El pan que mendigan es la vida de los pobres; el que se lo quita es un asesino. 22 Mata a su prójimo el que le quita los medios para sobrevivir; retener el salario de un trabajador es lo mismo que derramar su sangre.
23 Uno construye, otro demuele; ¿qué han conseguido sino penas? 24 Uno ruega, el otro maldice, ¿la voz de quién escuchará el Amo?
25 Si uno se baña después de haber tocado a un muerto, y lo toca de nuevo, ¿de qué le sirve la purificación? 26 Es lo que pasa con el que ayuna por sus pecados y luego vuelve a cometerlos: ¿quién escuchará su oración? ¿De qué le sirvió su penitencia?



Comentarios Sirácides, capítulo 34


34,1

En tiempos anteriores, en Israel, la gente confiaba mucho en los sueños para conocer la voluntad de Dios. Esta es una reacción en contra. Sin negar que Dios puede en algunos casos guiar al creyente o advertirlo por medio de un sueño, el autor enseña que uno no debe guiarse ciegamente por sus sueños: el camino seguro es cumplir la Ley de Dios (ver comentario Gén 37).


34,18

Lo que más indigna al autor sagrado es que, después de despojar a los humildes, el rico venga a ofrecer al Templo magníficos presentes.



____________________________________________________








#82 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 17 agosto 2009 - 11:53








Sirácides


35





1 El que observa la Ley hace más que multiplicar las ofrendas; apegarse a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión. 2 Un acto generoso es una ofrenda de harina pura, la limosna es un sacrificio de alabanza.
3 Lo que agrada al Señor es que uno se aleje del mal; ¡no hay sacrificio de expiación más hermoso que huir de la injusticia!
4 Pero no debes presentarte ante el Señor con las manos vacías: todos esos sacrificios te han sido prescritos.
5 Cuando el justo presenta su ofrenda, la grasa es para el altar, pero el buen olor sube hasta el Altísimo. 6 El sacrificio del justo es bien acogido, el Señor no se olvidará de él.
7 Glorifica al Señor con un corazón generoso, ofrece sin regatear los primeros frutos de tu trabajo.
8 Cada vez que das, muestra una cara alegre, siéntete feliz de presentar tus diezmos. 9 Da al Altísimo como te ha dado, de todo corazón y según tus medios; 10 porque el Señor devuelve la mano; te dará siete veces más.


La justicia divina



11 No trates de comprar sus favores, no lo aceptará; tu ofrenda de algo mal adquirido de nada te servirá. 12 Porque el Señor es el juez, y no hace favoritismo.
13 El nunca recibirá mal al pobre, escuchará la oración del oprimido. 14 No menospreciará la súplica del huérfano ni los gemidos de la viuda. 15 Cuando las lágrimas de la viuda corren por sus mejillas, ¿su llanto no está acusando acaso al que la hace llorar?
16 El que adora a Dios con todo su corazón encontrará buena acogida, su clamor llegará hasta el cielo. 17 La oración del humilde atravesará las nubes, no se consolará hasta que no sea escuchado. 18 No se desistirá, será necesario que el Altísimo se ocupe de él, que el Señor intervenga en favor de los justos.
19 Pero el Señor no tardará; no hará demorar la espera. 20 Les pegará en los riñones a los que no tienen piedad y se vengará de las naciones. 21 Exterminará a la multitud de los violentos y destruirá el poder de los injustos.
22 Al final, le dará a cada uno según lo que merece, conforme a sus actos y a sus intenciones. 23 Hará justicia a su pueblo y su pueblo se alegrará de su misericordia.
24 ¡Su misericordia será tan bienvenida en momentos de angustia como lo son las nubes después de una sequía!




Comentarios Sirácides, capítulo 35

35,11
Hay que cooperar con generosidad en los gastos del culto, con tal de que no sea una manera de olvidar nuestras responsabilidades en las injusticias del mundo en que vivimos. Si bien nuestros sacrificios agradan al Señor, él escucha sobre todo la oración del huérfano y ve las lágrimas de la viuda.


36.1
El autor está confiado en las promesas de los profetas: Dios hará justicia y reunirá a todos los hijos de Israel. No debe extrañarnos esta sed de justicia, que también es de venganza, pues todavía ignora los derechos de los demás: los tiempos del Evangelio no habían llegado.

Esta esperanza ha sido siempre la fuerza del pueblo judío. Fue dispersado después de Cristo, como lo profetiza el Evangelio. Luego, en un mundo donde el fanatismo religioso justificaba las rivalidades entre los pueblos, tuvieron la mala suerte de ser minoría en medio de los pueblos cristianos, y fueron pues ordinariamente las víctimas designadas en los conflictos. Pero, apoyándose en las promesas de Dios y en la certeza de su vocación única, han resistido muchas veces a la dispersión y a la asimilación.

El Nuevo Testamento nos demuestra que todas las promesas de Dios a su pueblo se han rea lizado en Jesús. Basándonos pues en esta certeza, debemos sopesar las palabras de Dios: en un primer momento parecían que estaban todas centradas en el don a Israel de una tierra material dentro de la Palestina. Los profetas habían demostrado que las cosas no eran tan sencillas, y Jesús enseñará a sus apóstoles que toda la Historia Sagrada es un proceso de muerte y resurrección.



_______________________



Sirácides


36



Oración por el pueblo oprimido


1 Ten piedad de nosotros, Señor, Dios de todas las cosas y míranos, y derrama tu temor en todas las naciones.
2 ¡Alza tu mano en contra de las naciones extranjeras y haz que vean tu poder!
3 Tú les mostraste tu santidad en todo lo que nos pasó, hazles ahora ver tu grandeza actuando en medio de ellas.
4 ¡Haz que te reconozcan como nosotros te reconocimos: porque no hay otro Dios sino tú, Señor!
5 Danos nuevos signos, renueva tus maravillas, manifiesta tu gloria actuando y castigando. 6 Revive tu furor y derrama tu cólera; destruye al adversario y aplasta al enemigo.
7 Apresura el día, acuérdate de tu juramento, y que podamos contar pronto tus hazañas.
8 Que los sobrevivientes sean presa del fuego, que perezcan los opresores de tu pueblo.
9 Parte la cabeza de tus enemigos, de sus jefes que dicen: «¡No hay más que nosotros!»
10 Reúne a todas las tribus de Jacob y entrégales como al comienzo su heredad.
11 ¡Ten piedad, Señor, de este pueblo que lleva tu nombre! ¡Piedad para Israel al que consideraste como tu primogénito!
12 Ten compasión de la ciudad santa, Jerusalén, del lugar de tu descanso.
13 Repleta a Sión con el relato de tus maravillas, y a tu pueblo con tu gloria.
14 Confirma las promesas que hiciste al principio, y haz que reaparezcan las profecías en tu nombre.
15 Dales su recompensa a los que en ti esperaron, y demuestra que tus profetas decían la verdad.
16 Escucha, Señor, la oración de tus servidores, escucha a tus sacerdotes cuando dan a tu pueblo la bendición de Aarón.
17 ¡Y que todos en la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno!


Saber elegir



18 El estómago absorbe todo tipo de alimentos, pero algunos alimentos son mejores que otros. 19 Reconoces por el gusto de qué animal cazado se trata, del mismo modo el que tiene experiencia detecta las palabras mentirosas.
20 Algunos son buenos para herir, pero el hombre de experiencia sabrá responderles.
21 Una mujer acepta cualquier marido, pero hay unas mujeres mejores que otras. 22 La belleza de una mujer ilumina su rostro y colma todos los deseos de un hombre. 23 Si sus palabras están impregnadas de bondad y dulzura, su marido será el hombre más feliz.
24 El que tomó una esposa comenzó a enriquecerse; tiene una ayuda semejante a él, una columna donde apoyarse. 25 Una propiedad sin cerca atrae a los ladrones: allí donde falta la mujer, se gime y se va a la ventura. 26 ¿Quién confiará en un ladrón hábil que va de ciudad en ciudad? 27 Lo mismo ocurre con aquel que no tiene donde cobijarse y que se detiene donde lo sorprende la noche.




_____________________



Sirácides


37



Amigos y consejeros



1 Todos tus amigos dirán: «Yo también te amo», pero ten cuidado, pues el amigo sólo puede serlo de nombre. 2 ¿No es una tristeza mortal que un compañero o un amigo se vuelva enemigo?
3 ¡Oh mal deseo!, ¿de dónde saliste para cubrir la tierra de tantos embustes?
4 Miren a ese camarada que se aprovecha de la buena fortuna de su amigo: apenas llega la desgracia, se vuelve en su contra.
5 Miren a ese compañero que sufre por su amigo mientras se aprovecha para llenarse el estómago: apenas llega el peligro, sólo piensa en ponerse a salvo.
6 Que tu corazón no se olvide de tu amigo, no lo dejes en la miseria si tú te haces rico.
7 Todo consejero hace valer su consejo, pero más de alguno aconseja sólo por interés. 8 Pon atención en el que te aconseja: pregúntate primero qué es lo que necesita, porque hablará según su interés. Tal vez trate de conquistarte. 9 Tal vez te diga: «Tu decisión es buena», y luego se quedará observando lo que te sucede.
10 No consultes al que no confía en ti, oculta tus intenciones a los que te tienen envidia.
11 No consultes jamás a una mujer sobre su rival; a un cobarde a propósito de la guerra; a un negociante sobre una tasa de interés; a un comprador si vendes algo; a un envidioso si se trata de un agradecimiento; a un flojo sobre algo que hay que hacer; a un jornalero por el fin de su trabajo; a un sirviente holgazán por un trabajo pesado.
12 Busca más bien la compañía de un verdadero creyente, que tú sepas que es respetuoso de los mandamientos, cuya alma está cerca de la tuya y que compartirá tu sufrimiento si tú fracasas.
13 Luego, mantente firme en la decisión que nacerá de ti, porque nadie merece más tu confianza. 14 Nuestra propia intuición ve a veces más claro que los siete centinelas que vigilan en lo alto.
15 Pero, sobre todo, invoca al Altísimo para que te guíe en la verdad.
16 Antes de emprender algo hay que pensarlo; antes de cualquier acción hay un proyecto.
17 Tus opciones orientan tus pasos según cuatro direcciones: 18 el bien o el mal, la vida o la muerte. La elección que hagas depende de tu propia decisión.
19 Hay hombres que son buenos para instruir a los demás, pero que no sirven para ayudarse a sí mismos.
20 El que es bueno para hablar se hace odiar: lo dejarán morir de hambre. 21 El Señor no lo favorece en nada, porque está desprovisto de sabiduría.
22 Otro es sabio a sus propios ojos; él mismo afirma que su sabiduría es provechosa.
23 El hombre sabio instruye a su propio pueblo: uno puede fiarse de los frutos de su inteligencia. 24 El hombre sabio está colmado de bendiciones, todos los que lo ven lo alaban.
25 Los días del hombre son contados, pero los días de Israel sobrepasarán cualquier medida.
26 El sabio gozará de la confianza de su pueblo; su nombre perdurará para siempre.
27 Hijo mío, ve por ti mismo lo que te conviene: ve lo que es malo para ti y aprende a evitarlo. 28 Porque no todo conviene a todos, y todos no se contentan con las mismas cosas. 29 No abuses de todo lo que te gusta, no te abalances sobre la comida, 30 porque comer demasiado enferma, y la gula provoca indigestión. 31 Mucha gente ha muerto por esos excesos, mientras que los que se moderan prolongan su vida.



__________________


Sirácides


38


La enfermedad y el médico



1 Tenle al médico toda la estima que se merece, debido a sus servicios porque así lo quiso el Señor. 2 La mejoría viene del Altísimo, y es el Rey quien concede el don de sanar.
3 Los conocimientos del médico le permiten andar con la cabeza levantada, hasta los grandes lo admiran.
4 El Señor creó las plantas medicinales que brotan de la tierra: un hombre inteligente no las menosprecia. 5 Acuérdate de aquella madera que endulzó las aguas amargas, y con eso el Señor dio a conocer su poder.
6 El da a los hombres el saber para que lo glorifiquen por los maravillosos remedios que creó. 7 El médico los usa para curar y para quitar el dolor, el farmacéutico hace con ellos sus mezclas. 8 De ese modo, las obras del Señor no se han terminado, y continúa difundiéndose el bienestar por la tierra.
9 Hijo mío, cuando estés enfermo no te deprimas: ruégale al Señor para que te cure.
10 Renuncia a tus malas acciones, guarda las manos limpias y purifica tu corazón de cualquier pecado.
11 Ofrécele a Dios el incienso y la harina flor para que te tenga en su memoria, preséntale una ofrenda escogida entre tus bienes.
12 Luego, haz que venga el médico, ya que el Señor lo creó; no lo desprecies porque lo necesitas.
13 En algunos casos el restablecimiento pasa por las manos de ellos; 14 rogarán al Señor para que les ayude a encontrar los medios para aliviarte y salvarte la vida.
15 El que peca en presencia de su Creador, ¡que caiga en las manos del médico!


El duelo por los muertos



16 Hijo mío, derrama lágrimas por un muerto y entona la lamentación que expresará tu dolor. Luego, entierra su cuerpo como se debe, no descuides nada referente a su sepultura. 17 Gime amargamente, golpéate el pecho, haz el velorio como conviene por uno o dos días para marcar la separación, luego consuélate de tu tristeza. 18 Porque la tristeza lleva a la muerte, y la pena interior consume las energías.
19 Que la tristeza se acabe con los funerales: no puedes vivir siempre afligido.
20 ¡No abandones tu corazón a la tristeza, échala y piensa en tu propio fin! 21 No lo olvides: es sin vuelta. Tú te perjudica rías y no le harías ningún bien. 22 Acuérdate de mi sentencia que un día podrás repetir: ¡ayer fui yo, hoy serás tú!
23 Desde el momento en que el muerto reposa, haz que también repose su recuerdo; consuélate desde el momento en que haya expirado.


El maestro de la Ley y el artesano



24 Hay que tener sosiego para adquirir el conocimiento de la Ley; el que no está esclavizado por su trabajo podrá llegar a ser sabio.
25 ¿Cómo llegará a ser sabio el que maneja el arado? todo su orgullo consiste en usar la picana; guía a sus bueyes y los hace trabajar, no habla más que de animales. 26 Toda su atención está puesta en el surco que traza y hasta tarde en la noche les da forraje a sus terneras.
27 Lo mismo pasa con cualquier obrero o artesano que trabaja día y noche, con los que graban los sellos y se esfuerzan por variar el diseño. Toda su atención está puesta en el trabajo que hacen, y pasan las noches en vela perfeccionando su obra.
28 Otro tanto ocurre con el herrero sentado junto al yunque, ocupado totalmente en fierro que forja mientras literalmente se derrite por el ardor del fuego. Tiene que protegerse de la fragua y del ruido del martillo que le rompe los tímpanos. Toda su atención está centrada en hacer un trabajo perfecto y se queda hasta altas horas de la noche embelleciendo su obra.
29 Lo mismo sucede con el alfarero que trabaja sentado frente al torno y hace andar la rueda con sus pies; está inmerso en su faena y trata de producir más. 30 Con sus manos moldea la arcilla y la amasa con sus pies. Pondrá toda su atención en extender el barniz y se desvelará manteniendo encendido el horno.
31 Todas esas personas cuentan con sus brazos y cada uno es hábil en su oficio. 32 Sin ellos no se construiría la ciudad, ni se podría habitarla ni circular por ella.
33 Sin embargo, no irán a buscarlos para el consejo del pueblo ni se fijarán en ellos en la asamblea. No se sentarán en el tribunal porque no están familiarizados con la Ley. 34 Demostrarán muy poca instrucción, no son expertos en derecho, y no figuran entre los que interpretan las máximas. Por cierto, que valorizan todo lo que Dios creó en un comienzo, pero su oración no va más allá de las cosas de su oficio.


______________________________________________







#83 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 23 agosto 2009 - 06:18







Sirácides



39





1 Pasa todo lo contrario con el que se aplica a meditar la Ley del Altísimo. Escudriña la sabiduría de los antiguos y las profecías de éstos le absorben todo el tiempo.
2 Conserva en su memoria las palabras de los hombres célebres y penetra las riquezas de sus máximas; 3 busca el sentido oculto de los proverbios y se interesa en los enigmas de las parábolas.
4 Se pone al servicio de los grandes y se le ve en medio de los jefes. Viaja por los países extranjeros y tiene la experiencia de lo que es bueno o malo para los hombres.
5 Desde temprano se dedica a encontrar al Señor que lo creó, implora en presencia del Altísimo; abre su boca para orar y suplicar por sus pecados.
6 Si el Señor sublime lo ha decidido así, lo llenará del espíritu de inteligencia. Entonces entregará, como una lluvia, palabras de sabiduría, y dará gracias al Señor en su oración.
7 Penetrará en los planes de Dios y en el conocimiento: meditará los secretos del Señor. 8 Comunicará las enseñanzas de su doctrina y se sentirá orgulloso de la Ley y de la Alianza del Señor.
9 Mucha gente alabará su inteligencia, la que nunca pasará al olvido; su recuerdo no desaparecerá y su nombre se mantendrá a perpetuidad, de generación en generación.
10 Se reconocerá su sabiduría en el extranjero, y hará el elogio de ella la asamblea del pueblo.
11 Mientras viva, su nombre estará por encima de otros mil, y cuando descanse, le bastará con su renombre.
Invitación a la alabanza
12 Quiero además comunicarles mis reflexiones, de las que estoy repleto como la luna llena.
13 Hijos míos santos, escúchenme y crecerán como el rosedal plantado junto al arroyo.
14 Expandan un olor agradable como el incienso, que se abran sus flores como el lirio, den su perfume y entonen un canto. ¡Bendigan al Señor por todas sus obras!
15 Glorifiquen su nombre y publiquen sus alabanzas; canten, toquen el arpa, aclámenlo diciendo: 16 ¡Qué hermosas son las obras del Señor! Todo lo que él decide ocurre en el momento preciso. No hay pues que decir: ¿Qué es eso? ¿Por qué aquello? porque todo será útil a su debido tiempo.
17 A una palabra suya las aguas se detuvieron y se elevaron en un solo lugar; una palabra de su boca abrió el depósito de las aguas.
18 Basta que hable para que todo lo que desea se realice, nadie puede detener su obra de salvación.
19 Ante él están las obras de cada uno, y nada escapa a su mirada. 20 Su mirada se extiende desde el comienzo al fin de los tiempos, y nada puede sorprenderle. 21 No hay pues que decir: ¿Qué es esto? ¿Por qué eso? porque todo ha sido hecho para que sirva.
22 La bendición del Señor es como un río que se desborda; inundó la tierra como un diluvio.
23 Pero los paganos se harán acreedores a su cólera, como cuando convirtió una tierra de regadío en una superficie de sal.
24 Sus caminos son rectos para sus fieles, pero para los sin Ley están llenos de obstáculos. 25 Desde un principio creó las cosas buenas para los que son buenos, y las malas para los pecadores.
26 Estas son las cosas más elementales para la vida humana: el agua, el fuego, el fierro, la sal, y también la harina de trigo, la leche y la miel, el zumo de la uva, el aceite y la ropa. 27 Todas estas cosas son buenas para los buenos, pero se tornan dañinas para los pecadores.
28 Algunos vientos fueron hechos para destruir; el Señor en su cólera los convierte en azotes. Llegado el momento de destruir, desencadenan su violencia y satisfacen la furia del que los hizo.
29 Fuego, granizo, hambre y muerte: todo eso fue creado para servir de castigo. 30 Como también los dientes de las fieras salvajes, los escorpiones, las víboras y la espada vengadora que castiga a los impíos.
31 Todas esas cosas se alegran de ejecutar sus órdenes. Están listas para cuando sea necesario, y llegado el momento no desobedecerán sus órdenes.
32 De todo eso estaba convencido desde un comienzo. Pero lo medité y por eso escribí:
33 «Todas las obras del Señor son buenas, el provee a todo cuando llega el momento. 34 No hay pues que decir: ¡Esto es malo, eso es bueno! porque todo con el tiempo tiene su valor.»
35 Y ahora canten con toda su voz y con todo su corazón: ¡bendigan el nombre del Señor!



__________________________



Sirácides



40



Las miserias de la vida



1 Una preocupación mayor ha sido impuesta a los seres humanos, una pesada carga agobia a los hijos de Adán desde el día en que salen del seno de su madre hasta aquel en que vuelven a la madre universal.
2 Cuando piensan en el futuro, lo que preocupa a sus espíritus, lo que temen, es el día de su muerte.
3 ¡Desde el que se sienta como rey en su trono, hasta el que vive sumido en el barro y la ceniza, 4 desde el que lleva la corona y la púrpura, hasta el que se viste con una arpillera, sólo se ve en ellos pasión, envidia, perturbación, agitación, miedo a la muerte, rencor y discordia!
5 Y cuando nos acostamos de noche, el sueño hace surgir nuevas angustias. 6 Apenas uno está descansando y durmiendo, los sueños vienen a perturbarnos como si fuera en pleno día: uno se ve como que escapa a una masacre. 7 Se ve reducido a la situación más extrema y entonces se despierta: y se asombra al ver que tuvo miedo por nada.
8 Esto le pasa a todos tanto hombres como animales, pero es siete veces peor para los pecadores: 9 muerte, sangre, discordia, espada, desgracias, hambre, destrucción y calamidades. 10 Porque todo eso fue creado en contra de los sin Ley: por su culpa fue que vino el diluvio.
11 Todo lo que proviene de la tierra vuelve a la tierra, y lo que proviene del agua vuelve al mar.
12 El dinero para sobornar desaparecerá junto con la injusticia, pero la fidelidad permanecerá para siempre. 13 La riqueza de los injustos se agotará como el torrente en el verano, como el estruendo del trueno en la tormenta. 14 El que ha sido generoso tendrá de qué regocijarse, pero los pecadores se irán a la ruina.
15 Los retoños de los malvados casi no tendrán ramas, sus raíces no encontrarán más que roca dura. 16 Serán como las cañas que crecen en las cercanías de la ribera: se las arranca antes que las demás plantas.
17 La generosidad, en cambio, es como un jardín de bendiciones, la misericordia permanece para siempre.
18 Bastarse a sí mismo o ser un artesano produce una vida agradable; hallar un tesoro supera a uno y otro.
19 Los hijos, la fundación de una ciudad harán que perdure tu nombre: la mujer irreprochable supera a uno y otro.
20 El vino y la música alegran el corazón: el amor de la sabiduría supera a uno y otro.
21 La flauta y el arpa producen una suave melodía: una voz persuasiva supera a uno y otro.
22 El ojo busca la gracia y la belleza: el verdor de los campos supera a ambas.
23 El amigo, el compañero son bienvenidos, pero más que ambos la esposa o el marido.
24 ¡Hermanos y protectores lo son para los momentos de prueba! Más que unos y otros un gesto caritativo te valdrá la salvación.
25 El oro y la plata aseguran tus pasos, pero un buen consejo es más eficaz que ambos.
26 La riqueza y la fuerza te dan ánimo, pero más que ambos el temor del Señor. Con el temor del Señor nada falta, no hay que buscar ayuda en otra parte.
27 El temor del Señor es un jardín de bendiciones, protege mejor que todos los hombres.
28 Hijo mío, trata de no vivir mendigando, ¡es mejor morir que mendigar!
29 Atisbar continuamente a la mesa de otro es existir sin vivir. La comida de otro sólo puede ensuciarte: un hombre educado e instruido no la acepta. 30 La comida que se mendiga es dulce a la boca de un mal educado, pero le quemará las entrañas.



__________________________


Sirácides



41



La muerte




1 ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive sin problemas, gozando de sus bienes, para el que va adelante y todo le resulta, para el que todavía tiene salud para comer!
2 ¡Oh muerte, qué buena es tu sentencia para el que padece necesidad y al que abandonan sus fuerzas, para el anciano gastado que pierde la memoria, que se rebela y pierda la paciencia!
3 No temas la sentencia de la muerte, acuérdate de los que te precedieron y de los que te seguirán. 4 El Señor la decretó para todo ser viviente: ¿rehusarás algo que le pareció bueno al Altísimo? Ya sea que hayas vivido diez, cien o mil años, a nadie le importarará eso en la Morada de abajo.
5 Los hijos de los pecadores formarán una raza detestable, buena para llenar las casas de los malvados. 6 Los hijos de los pecadores perderán su herencia, su raza arrastra una maldición.
7 Un padre impío será reprochado por sus hijos, por culpa de él quedaron deshonrados.
8 Ay de ustedes, hombres malvados, que abandonaron la ley del Altísimo. 9 Ustedes nacieron sólo para que los maldigan, y a su muerte no recibirán más que una maldición.
10 Todo lo que proviene de la tierra vuelve a la tierra, es por eso que los impíos pasarán de la maldición a la ruina.
11 Debemos hacer duelo por nuestro cuerpo, pero en cuanto a los pecadores hasta su nombre desaparecerá, al no evocar nada bueno.
12 Cuida el honor de tu nombre, porque permanecerá mucho más que mil depósitos de oro. 13 Una vida, por buena que sea, dura sólo un tiempo, mientras que el buen nombre permanece para siempre.


Verdadera y falsa vergüenza



14 Hijos míos, guarden mis enseñanzas y háganlas prosperar: si la sabiduría permanece escondida y el tesoro enterrado, ¿para qué sirven? 15 Más vale ocultar su locura que esconder su sabiduría.
16 Les voy a decir de qué hay que avergonzarse realmente, porque no debemos tener vergüenza de cualquier cosa, aun cuando otros tienen ideas falsas al respecto. 17 Avergüéncense de su mal comportamiento ante su padre y su madre;
de la mentira ante un príncipe o un poderoso;
18 de un crimen ante un juez o un magistrado,
de sus faltas ante la asamblea del pueblo;
19 de una injusticia ante tu compañero o tu amigo;
de un robo ante el vecindario.
20 Debes tener vergüenza, pensando en la verdad de Dios y en la Alianza:
de guardar los panes para ti solo,
21 de no saber dar y recibir,
de no responder al saludo de otro,
22 de mirar con atención a una prostituta,
de no mirar a tu legítima esposa,
23 de apropiarte de lo que se ha dado a otros,
de mirar con insistencia a una mujer casada,
24 de tener un trato demasiado familiar con tu empleada:
¡no te acerques a su cama!
25 de haber insultado a un amigo,
de echar en cara después de haber dado algo,
26 de contar lo que has oído,
de revelar un secreto.
27 Si tienes vergüenza de todas esas cosas, todos te apreciarán.




_______________________




Sirácides



42





1 Pero debe ser todo lo contrario con lo que sigue, si no quieres pecar. No tengas vergüenza:
2 de la ley del Altísimo y de su Alianza,
de reconocer la inocencia, aun la del malvado,
3 de mantener las cuentas claras con tus compañeros de viaje,
de entregar a los extranjeros su parte de la herencia,
4 de usar una balanza y pesas exactas,
de hacer obras de caridad grandes o pequeñas
5 de obtener ganancia en un negocio,
de corregir a menudo a tus hijos,
y de cascarle en el lomo a un mal servidor.
6 ¡Con una mala mujer usa el candado;
allí donde se meten muchas manos, pon las cosas bajo llave!
7 Cuenta y pesa las cosas que entregas;
anota por escrito lo que das y lo que recibes.
8 No tengas vergüenza de reprender a un imbécil o a un tonto, y al anciano decrépito que ha vuelto a la infancia.
Entonces demostrarás que verdaderamente eres educado, y todos te apreciarán.


Educar bien a su hija



9 Una hija es para su padre una causa secreta de inquietud; el cuidado que le ocasiona le quita el sueño; si es joven, por el temor a que demore en casarse; si está casada, a que su marido le tome tirria. 10 Mientras es virgen, podría dejarse seducir y quedar embarazada en la casa de su padre. Si tiene marido, tal vez podría serle infiel o bien no darle hijos.
11 Si tu hija es una descarada, redobla la prudencia: cuida de que no haga de ti el hazmerreír de tus enemigos, el comentario de la ciudad, un tema para chismes. Podría deshonrarte ante todo el mundo.
12 No detengas tu mirada en una belleza humana ni te pongas a conversar con mujeres. 13 Así como la polilla sale de la ropa, así sale de la mujer su malicia. 14 Más vale dureza de hombre que bondad de mujer: la mujer puede atraerte vergüenza y reproches.


SEGUNDA PARTE GRANDEZA DE DIOS EN LA CREACIÓN Y EN LA HISTORIA DE ISRAEL



15 Voy ahora a recordar las obras del Señor, y a contar lo que he visto: las obras del Señor salieron de sus palabras, conforme a sus decisiones. 16 Así como el sol ilumina todo lo que está a la vista, así la obra del Señor está llena de su gloria.
17 Explicar este mundo de maravillas es una cosa que le queda grande aun a los santos del Señor. Porque el Señor, Dueño del Universo, le dio consistencia en su propia gloria. 18 El sondea tanto los abismos del mar como los espíritus de los hombres; él ve claro en sus proyectos.
El Altísimo conoce todo lo que se puede saber: conoce los signos de los tiempos. 19 Dice lo que ha sido y lo que será, descubre las huellas de las cosas pasadas. 20 Ni un pensamiento se le escapa, ni una palabra se le oculta.
21 Dispuso armoniosamente las obras maestras de su sabiduría, tales como han sido siempre y lo serán; no ha recurrido a ningún consejero; nada podría añadírseles o quitárseles. 22 ¡Qué hermosas son todas sus obras¡; qué encanto contemplar hasta la más pequeña chispa! 23 Todo eso vive y dura para siempre, todo obedece en todo momento.
24 Todas las cosas van de a par, una enfrentando a la otra; el Señor no ha hecho nada imperfecto. 25 Una destaca a la otra: ¿quién se cansará de contemplar su gloria?


________________________________



Comentarios Sirácides, capítulo 42


42,9

El texto original del Sirácides, escrito en hebreo, era más largo en el versículo 9 y decía: Que su habitación no tenga ventanas y que no pueda ver los accesos a la casa. Este consejo es un testimonio más del machismo de la cultura hebrea, que el traductor griego no se atrevió a mostrar a sus lectores, de espíritu más liberal. Por muy inspirados que fueran los autores de la Biblia, Dios no los liberaba milagrosamente de las limitaciones de su cultura.

42,15

La civilización moderna aparta al hombre de la naturaleza. Muchos, por su trabajo, ven más la luz eléctrica que el sol. Muchos no conocen el silencio ni las voces de la naturaleza, porque el ruido lo ha invadido todo. Porque sabe algo de ciencia, uno piensa conocer los misterios del universo. En las ciudades, cada día nos cuesta más sentir el misterio y la belleza del universo.

Dios nos habla por medio de la creación tan realmente como por las palabras de Cristo. Son lenguajes diferentes; así como la música nos dice algo, aunque no como lo dicen las palabras. El que sabe ver a Dios en el universo se acostumbra también a descubrirlo detrás de las grandes realizaciones del hombre: represas, computadoras electrónicas, edificios, materiales nuevos, etcétera. Lo que sale de la mano del hombre pertenece también a la creación de Dios.




_____________________________________________







#84 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 30 agosto 2009 - 06:41








Sirácides


43




El cielo y los astros


1 El orgullo del mundo de arriba es el firmamento cristalino: el espectáculo del cielo es una visión de gloria. 2 Desde que el sol aparece va proclamando: «¡Soy un objeto admirable, una obra del Altísimo!» 3 Al mediodía reseca el campo; ¿quién puede soportar su ardor? “Aunque sea insoportable el calor de la fragua, el ardor del sol es tres veces más cuando quema las montañas, proyectando vapores ardientes, rayos que ciegan los ojos.
5 ¡Sí, grande es el Señor que lo hizo y cuyas palabras estimulan su curso!
6 Luego, viene la luna, siempre fiel a su cita; ella indica los meses y el calendario. 7 El tiempo de la fiesta nos viene de la luna, cuando después de un plenilunio vuelve a su menguante. 8 De la luna nueva toma su nombre el mes: ¡qué maravilla cuando llega a su creciente! Ella es el estandarte de los ejércitos celestiales, mientras ilumina la extensión del firmamento.
9 El resplandor de las estrellas da al cielo su belleza, es el ornato resplandeciente de las alturas del Señor. 10 Dóciles a la palabra del Santo, se mantienen en el puesto que les asignó y montan guardia sin cansarse jamás.
11 Contempla al arco iris y bendice al que lo hizo; ¡qué hermoso es con todos sus colores! 12 Traza en el cielo un círculo de gloria, un arco que fue extendido por las manos del Altísimo.
13 Si él quiere despacha la nieve y apresura a los relámpagos para que ejecuten sus sentencias. 14 Si abre de nuevo las reservas del cielo, las nubes emprenden su vuelo como los pájaros. 15 Con su poder congela las nubes para que lancen el granizo como piedras.
16 Las montañas tiemblan si las mira, al sentir su trueno la tierra se estremece. 17 El viento sur sopla si lo quiere, como asimismo los ciclones y el huracán del norte.
18 Los copos de nieve descienden como pájaros; se posa como la langosta. Su blancura inmaculada maravilla a nuestros ojos, el pensamiento queda en suspenso al verla caer. 19 Derrama como sal la escarcha por la tierra; el frío la transforma en espinas puntudas. 20 Cuando sopla el frío viento del norte, se forma el hielo sobre el agua; cubre las extensiones líquidas y las reviste de una coraza. 21 El otro viento consume las montañas y quema el desierto; como si fuera fuego devora todo verdor. 22 Pero acude una nube y cura todos esos males: después de la canícula, el rocío devuelve la alegría.
23 Según su designio domó al océano y plantó en él islas. 24 Los que navegan por el mar nos cuentan sus peligros: ¡se oyen relatos escalofriantes! 25 ¡Hay allí seres extraños y maravillosos, animales de todas las especies, y monstruos marinos! 26 Pero gracias a Dios, su enviado encuentra su camino, y todo se arregla según su palabra.
27 Podríamos seguir, pero no termina ríamos: en una palabra, ¡El es Todo! 28 ¿Dónde hallar la fuerza para glorificarlo? ¡Es grande, por encima de todo lo que ha hecho! 29 Es un Señor temible y altísimo, su poder es prodigioso.
30 Ríndanle alabanza, exalten al Señor todo lo que puedan: ¡El merece mucho más! Exáltenlo con todas sus fuerzas, no se cansen, que nunca será suficiente.
31 ¿Quién lo vio y puede decirnos lo que vio? ¿Quién lo glorificará como se lo merece?
32 ¡Cuántas maravillas ocultas, mucho más grandes todavía! Sólo hemos visto una pequeña parte de sus obras. 33 Sí, el Señor hizo todas esas cosas, y a sus fieles otorga que las puedan comprender.






Sirácides


44





El elogio de los antepasados de Israel



1 Hagamos ahora el elogio de los hombres ilustres, hagamos una reseña de nuestros antepasados.
2 El Señor les dio una bella gloria, que es una parte de su gloria eterna. 3 Unos fueron soberanos en su reino, hombres famosos por su energía; otros sobresalieron por sus sabias decisiones, hablaron como profetas. 4 Otros guiaron al pueblo con sus consejos, le enseñaron con sus palabras llenas de sabiduría. 5 Otros cultivaron la música, la poesía y la prosa. 6 Otros fueron hombres ricos, personajes poderosos que vivieron en paz en sus dominios. 7 Todos tuvieron fama en su vida y fueron un motivo de orgullo para sus contemporáneos.
8 Si bien ellos dejaron un nombre, y todavía se repiten sus alabanzas, 9 otros cayeron en el olvido, desaparecieron como si no hubieran existido, y lo mismo ocurrió con sus descendientes.
10 Pero hablemos de los hombres de bien cuyas buenas obras no se han olvidado. 11 Sus descendientes han heredado ese hermoso legado, 12 su raza se mantiene fiel a la Alianza, sus hijos siguen su ejemplo. 13 Su raza durará para siempre, su gloria no desaparecerá.
14 Sus cuerpos fueron enterrados en la paz, pero su nombre está vivo por todas las generaciones. 15 Los pueblos cuentan su sabiduría y la asamblea proclama su alabanza.


Los Patriarcas



16 Enoc agradó al Señor y fue trasladado: él ha dejado su testimonio para los hombres de todos los tiempos.
17 Noé fue hallado justo, perfecto: fue el instrumento de la reconciliación en el momento de la Cólera; debido a él quedó un resto en la tierra cuando vino el diluvio. 18 El Señor se comprometió con él para siempre: no destruirá más por medio de las aguas al conjunto de los vivientes.
19 Abrahán es el padre ilustre de una multitud de naciones; nadie ha igualado nunca su gloria. 20 Observó la ley del Altísimo, que lo hizo entrar en su alianza; esa alianza fue inscrita en su carne; permaneció fiel en el día de la prueba.
21 Por eso Dios le hizo un juramento: todas las naciones serían bendecidas en su descendencia, la multiplicaría como el polvo de la tierra, elevaría su descendencia hasta las estrellas, su posteridad dominaría de uno al otro mar, desde el Eufrates hasta donde terminan las tierras en occidente.
22 A Isaac le renovó esa promesa, debido a Abrahán su padre.
23 Luego hizo reposar sobre la cabeza de Jacob la bendición para todos los hombres, lo mismo que la alianza; lo bendijo personalmente y le dio el país como herencia. Lo dividió en partes y las distribuyó entre las doce tribus.



Comentarios Sirácides, capítulo 44


44,1

Después del himno a Dios, cuya gloria se revela a través de la creación, el autor nos va a presentar la obra de Dios en su pueblo elegido, Israel.

En el presente poema de alabanza a los antepasados, son listados todos los hombres famosos de Israel: reyes, libertadores, profetas, sabios, poetas. El autor nota que son numerosos los valientes y los justos que murieron sin que, después, se recordaran sus hazañas y virtudes. Sin embargo, el autor sabe que, aunque desaparezcan los descendientes de tal o cual hombre famoso, de Moisés, por ejemplo, el pueblo de Israel tiene las promesas de la eternidad. En este libro no aparece todavía la fe en una resurrección para las personas (excepto en 48,11) y toda la esperanza se refiere al porvenir del pueblo elegido.

A continuación, Ben Sirá recuerda a los personajes más ilustres de la Historia Sagrada. Les atribuye más o menos importancia, teniendo en cuenta las ideas de su tiempo. Vivía en un momento en que los sacerdotes tenían el papel más importante y toda la vida de los judíos se desarrollaba en torno al Templo. Por eso, da siempre la prioridad a los sacerdotes: Aarón, Finjas y Simón II, al que había conocido personalmente.





Sirácides


45




Moisés y Aarón



1 Luego, Dios hizo que apareciera Moisés, un descendiente de Jacob, un hombre muy amado por Dios y por los hombres y cuya memoria será bendita para siempre. 2 Lo hizo tan glorioso como los ángeles, lo volvió poderoso, terrible para sus enemigos; 3 por su sola palabra se multiplicaban los prodigios. El Señor lo glorificó en presencia de los reyes, le dio mandamientos para su pueblo y le dejó ver un reflejo de su gloria.
4 Dejó que entrara en su misterio ese hombre fiel y amable, al que había escogido entre todos. 5 Le permitió que oyera su voz y lo introdujo en la nube oscura. Le habló cara a cara y le dio los mandamientos, esa ley revelada, ley de vida, para que enseñara la alianza a Jacob, y sus decretos a Israel.
6 Dios elevó y consagró igual que a él a su hermano Aarón, de la tribu de Leví. 7 Concluyó con él una alianza perpetua, haciéndolo el sacerdote de su pueblo. 8 Lo revistió con ornamentos espléndidos y le entregó las insignias de su poder: pantalones, túnica larga, efod.
9 Del borde de su manto pendían granadas e innumerables campanillas de oro que tintineaban a cada uno de sus pasos; se las oía resonar en el templo y el pueblo permanecía atento a ellas. 10 Lo revistió con un traje sagrado, bordado de oro, de púrpura y de escarlata; encima llevaba el pectoral con el urim y el tumim, bordado también con hilos escarlatas. 11 Piedras preciosas destellaban, grabadas como sellos, engastadas por el joyero en una montura de oro. Allí se leían los nombres de las tribus de Israel: era para tenerlas siempre presentes en la memoria del Señor.
12 Le puso una corona de oro por encima del turbante, con una inscripción en relieve: «¡Consagrado al Señor!» Era un adorno precioso, una obra espléndida que atraía las miradas de todos. 13 Antes de él jamás se había visto algo tan hermoso; ningún profano se había revestido con tales ornamentos; están reservados a sus hijos y a sus descendientes en la continuación de los tiempos: 14 El fuego consume sus ofrendas dos veces al día, y para siempre.
15 Moisés en persona lo consagró: Aarón recibió de él la unción con el aceite santo; así fue como recibió ese privilegio para siempre, no sólo él sino también sus descendientes, y esto mientras duren los cielos, llevarán a cabo el servicio litúrgico. Serán sacerdotes y darán al pueblo de Dios la bendición en su nombre.
16 Fue elegido entre todos los seres vivientes para que presentara la ofrenda al Señor, junto con el incienso de agradable aroma, para que así el Señor se acordara de su pueblo y le perdonara sus pecados.
17 El Señor le concedió el don de interpretar sus mandamientos y de pronunciarse cuando se trate de enseñar a Jacob sus decisiones, y de esclarecer a Israel con respecto a su Ley.
18 Extranjeros conspiraron en contra de Aarón, estaban envidiosos de él en el desierto. Eran los hombres de Datán y de Abirón, era junto con Coré el partido de los violentos y furiosos. 19 El Señor lo vio y eso no le gustó; fueron exterminados por el ardor de su cólera. Los castigó de manera extraordinaria: llamas ardientes los devoraron.
20 Dios hizo mucho más aún por la gloria de Aarón; le dio a manera de herencia los primores de las cosechas, asegurándole así el pan en abundancia. 21 Le dio, a él y a su raza, las ofrendas que se hacen al Señor: ése es su pan. 22 En cambio, nada tienen de herencia en la tierra de su pueblo, no tienen su parte con el pueblo; porque el Señor dijo: «Yo seré la parte que le toca en herencia.»


Finjas



23 Finjas, hijo de Eleazar, es el tercero en gloria, porque temió al Señor y se mostró lleno de celo por él. Permaneció firme cuando el pueblo se rebeló: su voluntad no se doblegó, y así obtuvo el perdón para Israel.
24 Por eso el Señor concluyó con él una alianza de paz: lo estableció como jefe del Santuario y del pueblo; le concedió a él y a su descendencia la dignidad de jefe de los sacerdotes, y esto por los siglos.
25 Cuando Dios se comprometió con David, hijo de Jesé, de la tribu de Judá, uno solo de sus hijos heredaría su realeza; con Aarón, en cambio, su sacerdocio pasa a todos sus descendientes.
26 ¡Oh raza de Aarón, que el Señor ponga sabiduría en sus corazones para que gobiernen a su pueblo con rectitud, y así, de generación en generación, no se pierda ni su prosperidad ni su gloria!





Sirácides


46


Josué y los Jueces



1 ¡Qué valiente en la guerra era ese Josué, hijo de Nun, que reemplazó a Moisés como profeta! Como lo dice su nombre, fue grandioso cuando se trataba de librar a los elegidos de Dios. Se vengó de los enemigos que lo atacaban e instaló a Israel en su territorio. 2 ¡Qué glorioso era cuando, levantando su brazo, hería a las ciudades con su espada! 3 ¿Quién antes de él supo guerrear como él? Sabía llevar adelante los combates del Señor. 4 ¿No fue a una orden suya que el sol se detuvo y que un día duró tanto como dos? 5 Invocó al Altísimo, al Poderoso, cuando sus enemigos lo atacaban por todas partes, y el Amo supremo lo escuchó haciendo llover tremendos granizos. 6 Josué embistió entonces a la nación enemiga, alcanzó a sus adversarios y los masacró en la bajada. Así fue como los paganos probaron sus armas y comprendieron que combatía para el Señor.
7 Josué siguió siempre al Todopoderoso. En tiempos de Moisés, junto con Caleb, hijo de Jefuné, actuó bien oponiéndose a la multitud, trató de apartar al pueblo del pecado y de hacer callar las murmuraciones de los malvados. 8 Por eso, fueron los dos únicos que sobrevivieron entre seicientos mil hombres de guerra: el Señor los introdujo en su heredad, en la tierra en que corren la leche y la miel.
9 A Caleb el Señor le concedió la fuerza, la que lo acompañó hasta en su vejez. Se estableció en las alturas del país y sus descendientes conservaron esa herencia. 10 Así sabrán todos los hijos de Israel que es bueno seguir al Señor.


Los jueces y Samuel



11 Luego, vinieron los Jueces: cada uno de ellos tiene su propia fama. Su corazón no se vendió a los falsos dioses, y no se apartaron del Señor. ¡Que sean benditos para siempre! 12 ¡Que sus huesos reflorezcan en sus tumbas, que los hijos de esos hombres ilustres sean dignos del nombre de sus padres!
13 Samuel fue amado del Señor. Como profeta del Señor estableció la realeza y dio la unción santa a los jefes de su pueblo. 14 Gobernó a la Asamblea según la ley del Señor, y el Señor se preocupó por Jacob. 15 Reconocieron que era profeta y que no se equivocaba; cuando se cumplieron sus palabras, reconocieron que sus visiones eran verdaderas. 16 Cuando el enemigo lo presionaba por todas partes, invocó al Señor poderoso y le sacrificó un corderito. 17 Entonces el Señor hizo resonar su trueno en el cielo y dejó oír su voz con gran estruendo.
18 Samuel exterminó a los jefes enemigos y a todos los príncipes de los Filis teos. 19 Cuando llegó la hora de su sueño eterno, dio testimonio delante del Señor y de su Ungido: «¡Nada he tomado a nadie, ni dinero, ni siquiera un par de sandalias!» y nadie lo acusó.
20 Incluso profetizó hasta después de su muerte: levantó su voz desde el seno de la tierra para anunciarle al rey que su fin estaba próximo y decirle que el Señor le haría pagar al pueblo su pecado.





Sirácides


47




David




1 Después apareció Natán que profetizó en tiempos de David.
2 Así como en un sacrificio se reservan las grasas para el Señor, así fue puesto aparte David entre los hijos de Israel. 3 David se entretenía con leones y con osos como si fueran cabritos o corderitos. 4 ¿No mató al gigante en su juventud? Con una piedra de su honda abatió al arrogante Goliat y así lavó la afrenta hecha a su pueblo. 5 Había clamado al Señor, al Altísimo, y éste le dio a su brazo la fuerza para acabar con ese terrible combatiente; así le dio la victoria a su pueblo.
6 Le atribuyeron el mérito de haber muerto a diez mil, cantaban sus alabanzas bendiciendo al Señor y le ofrecieron la corona. 7 Porque aplastó al enemigo en todos los frentes, aniquiló a los filisteos que lo atacaban, y el poder de éstos se debilitó hasta nuestros días.
8 Después de tantas hazañas, David rindió homenaje al Santo, al Altísimo, con cánticos de alanbanza; le entonó himnos con todo su corazón; se sentía contento por lo que le había hecho. 9 David puso delante del altar a los cantores con arpas para que dejaran oír sus voces melodiosas. 10 Dio esplendor a las fiestas y realzó el brillo de las solemnidades, haciendo que se alabara el nombre del Señor: desde la aurora se oía el canto sagrado.
11 El Señor le perdonó sus pecados y quiso que su poder perdurara por los siglos: se comprometió con él en lo que respecta a los reyes futuros, y le prometió que haría gloriosa su dinastía en Israel.


Salomón y el cisma



12 David tuvo por sucesor a un hijo lleno de sabiduría; gracias a su padre, vivió a sus anchas. 13 Salomón reinó en un período de paz y Dios le ahorró cualquier preocupación en sus fronteras, porque tenía que levantar un Templo en honor de su Nombre y prepararle un Santuario por los siglos.
14 ¡Oh Salomón, qué sabio fuiste en tu juventud, igual que un río desbordabas inteligencia! 15 Tu genio cubrió la tierra; la llenaste con tus proverbios y enigmas. 16 Tu fama llegó hasta las islas más lejanas: fuiste amado porque eras pacífico. 17 Las naciones te admiraron por tus cantos, proverbios y parábolas: tenías el arte de aclararlo todo. 18 En nombre del Señor Dios que se llama Dios de Israel, amontonaste el oro como si fuera estaño, y acumulaste la plata como el plomo.
19 Pero estuviste pendiente de las mujeres que compartían tu cama, ellas fueron dueñas de tu cuerpo. 20 Manchaste así tu gloria y deshonraste du descendencia; atrajiste la Cólera sobre tus hijos, y tu locura los hundió en la desgracia. 21 Se dio la división del poder: una realeza rebelde surgió en Efraím.
22 Pero Dios no renegó de su compasión ni retiró ninguna de sus promesas; no hizo perecer la descendencia de un elegido ni destruyó la vaza de quien lo amó. Por eso dió un resto a Jacob y a David un brote salido de él.
23 Cuando Salomón fue a descansar con sus padres, dejó como sucesor al más loco del pueblo, a un hombre sin inteligencia: ese Roboam, con sus decisiones, fue el culpable de la revuelta del pueblo. 24 Entonces fue cuando Jero boam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel, enseñándole a Efraím los caminos del mal. Y sus pecados fueron aumentando hasta tal punto que se hicieron deportar de su país. 25 Se entregaron a todo lo que es malo hasta que el castigo recayó sobre ellos.



_____________________________________________________







#85 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 05 septiembre 2009 - 06:47







Sirácides


48




Elías y Eliseo


1 Luego, apareció, como un fuego, el profeta Elías, cuyas palabras quemaban como un antorcha. 2 Hizo que cayera sobre ellos el hambre, su amor lleno de celo los redujo casi a la nada. 3 ¡Una palabra del Señor, y el cielo retenía la lluvia! Tres veces además dejó caer el rayo.
4 ¡Oh Elías, tus milagros constituyeron tu gloria! ¿Quién podría vanagloriarse de ser como tú? 5 A una sola palabra del Altísimo, hiciste que un muerto se levantara, arrancándolo del mundo de los muertos, de la Morada de abajo. 6 Por ti, reyes se fueron a la ruina, y hombres importantes no se levantaron más de su cama.
7 Tu escuchaste en el monte Sinaí una sentencia, conociste en el Horeb el castigo decretado por Dios. 8 Consagraste a reyes para que hicieran justicia, y a profetas para que continuaran tu misión.
9 Después fuiste arrebatado en un torbellino de fuego, en un carro con caballos de fuego. 10 Está escrito que volverás un día para apaciguar la cólera lista para estallar, para que los padres se reconcilien con los hijos y para restablecer las tribus de Jacob.
11 ¡Oh Elías, felices los que te vieron, y que luego se durmieron en el amor! — porque nosotros también ciertamente que viviremos.
12 Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Ningún príncipe pudo intimidarlo todo el tiempo que vivió, ni nadie pudo dominarlo. 13 Nada fue imposible para él y hasta en el sueño de la muerte hizo obra de profeta. 14 En vida hizo prodigios, y después de muerto, todavía obró milagros.
15 A pesar de todo el pueblo no se convirtió. No renunciaron a sus pecados, de tal manera que fueron llevados lejos de su país y dispersados por toda la tierra.
16 Sólo quedó un pueblo muy pequeño, con un soberano de la casa de David. De esos reyes, unos hicieron lo que le agrada al Señor, pero otros multiplicaron sus pecados.


Ezequías e Isaías



17 El rey Ezequías fortificó la ciudad y llevó el agua hasta dentro de sus murallas; cavó un túnel en la roca y construyó estanques para el agua. 18 Durante su reinado, llegó Senaquerib para atacarlo; envió a Rabsaqués, quien se presentó en su nombre y organizó el asalto a Sión. Llegó para jactarse con arrogancia. 19 Todos entonces se descorazonaron, y sus manos se pusieron a temblar; se sentían tan angustiados como una mujer que va a dar a luz. 20 Pero invocaron al Señor, al Misericordioso, y tendieron sus manos hacia él; y el Santo, desde lo alto del cielo, los escuchó inmediatamente, y los salvó por la intervención de Isaías. 21 El Señor castigó al campamento de los asirios, su ángel los exterminó.
22 Porque Ezequías hacía lo que le gusta al Señor; se atuvo firmemente a los ejemplos de David, su padre. El profeta Isaías, que fue tan grande y cuyas visiones no engañaban a nadie, se encargaba de enseñárselos. 23 Con él fue que el sol dio marcha atrás, cuando prolongó la vida del rey.
24 Inspirado de manera extraordinaria, Isaías vio lo que iba a pasar y dejó un mensaje a los afligidos de Sión. 25 Reveló lo que ocurrirá hasta el fin de los tiempos y mostró las cosas ocultas antes que sucedieran.



Comentarios Sirácides, capítulo 48


48,11

Aquí encontramos, como en Malaquías 3,24, la creencia de los judíos de que Elías volverá en el tiempo del Salvador. Elías era para los judíos el hombre que resucitó muertos y al que Dios concedió que no muriera. Ben Sirá espera recobrar la vida para ver los tiempos felices de la salvación.




_______________________


Sirácides


49



Josías y los últimos profetas




1 El recuerdo de Josías es como un perfume de incienso preparado con todo el arte del perfumista, es como una miel suave al paladar, es como una música en medio de un festín y del vino. 2 Porque tomó el camino recto y convirtió al pueblo: él suprimió los ídolos abominables que eran el origen del pecado. 3 Había enderezado su corazón hacia el Señor y restauró la piedad en una época en que triunfaban los sin ley.
4 Fuera de David, Ezequías y Josías, todos los demás no hicieron más que multiplicar sus pecados. Los reyes de Judá abandonaron la ley del Altísimo y por eso fueron abandonados.
5 Debieron someterse a otros y ceder su patrimonio a una nación extranjera. 6 La ciudad elegida, la ciudad santa fue incendiada, y los caminos que conducían a ella quedaron desiertos.
7 Intervino Jeremías, al que habían maltratado. Fue consagrado como profeta desde el vientre de su madre: tenía que arrancar, destruir y dejar en ruinas, y luego construir y plantar.
8 Luego fue Ezequiel el que contempló en una visión la gloria del Señor: la que le fue mostrada en el carro de querubines. 9 Ezequiel hizo alusión a los rebeldes cogidos en el huracán, pero vino para ayudar a los que siguen el recto camino.
10 En cuanto a los doce Profetas, que sus huesos reflorezcan donde cayeron. Porque consolaron a Jacob, lo salvaron reavivando sus esperanzas.


Después de la cautividad



11 ¿Podremos elogiar dignamente a Zorobabel, quien fue como «el anillo que se lleva en la mano derecha»? 12 ¿Y hacer lo mismo con Josué, hijo de Josedec? Porque ellos reconstruyeron la Casa de Dios; reedificaron el santo templo del Señor, dejándolo listo para una gloria imperecedera.
13 También Nehemías dejó un gran recuerdo: volvió a levantar nuestras murallas en ruinas, restauró nuestras puertas y sus cerrojos, reconstruyó nuestras casas.
14 ¡Nadie fue creado en esta tierra con el destino de Enoc, quien fue arrancado de este mundo!
15 ¡Ningún hombre ha nacido igual a José, el jefe de sus hermanos y el apoyo de su pueblo, a quien se le prometió que lo trasladarían de su tumba!
16 Sem y Set han sido grandes para la humanidad, pero ¡Adán es superior a toda criatura viviente!



Comentarios Sirácides, capítulo 49


49,16

De repente, antes de celebrar al sumo sacerdote Simón, su contemporáneo, Ben Sirá recuerda los orígenes. Al comienzo, el primer hombre. Superando las ideas corrientes de los judíos, que hasta entonces miraban poco fuera de su propia historia, Ben Sirá piensa en el primer hombre, padre de toda la humanidad. Adán representa a toda la humanidad pecadora, llamada a la salvación (ver comentario de Gén 3 y Rom 5,12), pero también es el primer hombre que tiene en sí el destino de todos los demás. En Romanos 5,12-20, Pablo hablará de Cristo como el nuevo Adán.





_________________


Sirácides


50


El Sumo sacerdote Simón



1 Hablemos también del sumo Sacerdote Simón, hijo de Onías. Durante su vida reparó la Casa del Señor, en su tiempo se reparó el Santuario. 2 Puso los cimientos de la segunda muralla y rodeó el Santuario con una fortificación. 3 También en su tiempo se cavó el depósito para el agua, un estanque tan grande como el mar. 4 En previsión de nuevas desgracias para su pueblo, fortificó la ciudad contra un eventual asalto.
5 ¡Qué majestuoso se veía cuando salía de detrás del velo del Templo, rodeado de su pueblo!
6 Era como la estrella matutina en medio de las nubes, como la luna llena en toda su plenitud;
7 como el sol que ilumina el Templo del Altísimo, como el arco iris cuya luz transfigura las nubes;
8 como el rosal en flor en primavera, como el lirio junto a la fuente, como ramas de un árbol oloroso en verano,
9 como el fuego y el aroma del incensario, como un vaso de oro macizo adornado con toda clase de piedras preciosas,
10 como olivo cargado de frutos, como el ciprés que se alza hasta las nubes.
11 Así era Simón cuando subía al santo altar de los sacrificios, revestido con su túnica de fiesta y con sus preciosos ornamentos; su gloria centelleaba en el recinto del Santuario.
12 De pie junto al brasero del altar, recibía de manos de los sacerdotes las carnes sacrificadas: sus hermanos formaban una corona a su alrededor como el follaje de los cedros del Líbano, o hacían un círculo en torno a él como troncos de palmeras.
13 Entonces todos los hijos de Aarón, revestidos de sus ornamentos, iban a ponerse frente a la asamblea de Israel, llevando en sus manos la ofrenda del Señor.
14 Simón ejecutaba en el altar los ritos litúrgicos y presentaba con gran dignidad la ofrenda al Altísimo, al Todopoderoso. 15 Tomando la copa de vino, dejaba que corriera suavemente el jugo de la uva al pie del altar, como perfume agradable para el Altísimo, el Rey del universo.
16 Entonces los hijos de Aarón lanzaban gritos de aclamación, tocaban las trompetas de plata forjada y hacían oír su sonido poderoso, como para llamar la atención del Altísimo.
17 El pueblo entero de un solo golpe se echaba de bruces en el suelo: adoraban al Señor, al Todopoderoso, al Dios Altísimo.
18 Los cantores lo alababan a voz en cuello: era una inmensa y dulce armonía. 19 El pueblo suplicaba al Señor Altísimo y se mantenía en oración delante del Misericordioso, hasta que se acababa el homenaje al Señor y se terminaba la liturgia.
20 Entonces bajaba del altar y extendía sus manos sobre la asamblea de los hijos de Israel: bendecía con sus labios al Señor y pronunciaba con toda solemnidad su Nombre. 21 Y el pueblo se prosternaba de nuevo para recibir la bendición del Altísimo.


Himno final



22 ¡Y ahora bendigan al Dios del Universo que hace en todas partes grandes cosas! Desde que nacemos nos hace vivir, y nos trata siempre con misericordia. 23 ¡Que nos dé la alegría de corazón, que tengamos la paz en nuestros días, que Israel goce de ella hasta el fin de los tiempos!
24 ¡Que el Señor mantenga su benevolencia con nosotros, y que nos libre a lo largo de nuestros días!
25 ¡Hay dos naciones que me exasperan y una tercera que ni siquiera merece llamarse de tal. 26 Son los que moran en la montaña de Seír, los filisteos, y también ese estúpido pueblo que vive en Siquem!
27 Jesús, hijo de Sirac, hijo de Eleazar de Jerusalén, fue quien puso en este libro tanta enseñanza y tanto saber; vertió en él toda la sabiduría que llevaba en su interior. 28 ¡Feliz el que lo lea continuamente! Si le presta atención, se hará sabio; si lo pone en práctica, se sentirá lo bastante fuerte en cualquier circunstancia, porque la luz del Señor iluminará su camino.



__________________________


Sirácides


51



SUPLEMENTOS


Himno de Acción de Gracias





1 Quiero glorificarte, mi Señor y mi Rey, te bendeciré, oh Dios, mi Salvador,
y daré gracias a tu nombre.
2 Porque te has hecho mi protector, mi apoyo,
y no has permitido que se pierda mi cuerpo,
que fuera presa de las calumnias,
de las argucias de los mentirosos.
¡Cuando estaba frente a mis acusadores,
tú me acompañaste y me libraste!
3 ¡Grande es tu misericordia, grande es tu Nombre!
me arrancaste de las fauces listas para devorarme,
de las manos de los que querían quitarme la vida,
me salvaste de múltiples pruebas,
4 de las llamas sofocantes que me rodeaban:
y no me quemé en medio del fuego!
5 Me rescataste de la Morada de abajo
y también de la lengua impura y mentirosa,
6 cuando con sus calumnias me acusaban ante el Rey.
Estaba yo al borde de la tumba,
y mi vida oscilaba hacia la muerte.
7 ¡Me rodeaban, pero nadie me ayudaba!
¡Buscaba un socorro humano, pero en vano!
8 Me acordé, Señor, de tu misericordia,
de tus intervenciones en el pasado,
pues tú libras a los que en ti se apoyan
y los salvas de manos del adversario.
9 Y elevé de la tierra mi súplica,
llamé a Dios de las puertas de la muerte.
10 Invoqué al Señor, Padre de mi Señor:
«No me abandones en estos días de angustia,
cuando festejan el verme sin socorro.»
Continuamente alabaré tu Nombre
y te agradeceré por medio de himnos.
11 Mi oración fue escuchada:
me salvaste de la ruina
y me libraste de esta hora fatal.
12 Por eso, quiero darte gracias y cantarte,
bendeciré el Nombre del Señor.
Testimonio del que encontró la sabiduría
13 Desde que era joven, antes de todos mis viajes, resueltamente he pedido en mi oración la sabiduría. 14 Me quedaba frente al Santuario para pedirla, y hasta el final la buscaré.
15 En ella hallé mi alegría: venía como flor de un racimo que madura. Avancé en mi camino sin desviarme, y seguí sus huellas desde mi juventud.
16 Apenas empecé a ponerle atención, se me concedió, y encontré en ella toda una doctrina. 17 ¡Cuánto no progresé gracias a ella! Quiero rendirle gloria al que me la dio.
18 Me había decidido a ponerla en práctica, busqué ardientemente el bien y no me he arrepentido de ello. 19 Me hizo soportar duros combates, pues me esforcé por cumplir toda la Ley. Levantaba mis manos hacia el cielo, deplorando mis insuficiencias al respecto.
20 Me volví a ella con toda mi alma, y la encontré a fuerza de purificación. Por lo demás, fue debido a ella que, desde el comienzo, fui amo de mi corazón: ahora no me abandonará jamás.
21 El deseo de adquirirla me dominaba totalmente, y al final conseguí la parte mejor. 22 El Señor me recompensó con el don de la palabra: así seré capaz de alabarle.
23 ¡Acérquense, ustedes que no saben, vengan a pasar un tiempo en la escuela de la sabiduría! 24 ¿Por qué dicen que la sabiduría no es para ustedes, siendo que están sedientos de ella? 25 Les declaro con toda convicción: ¡Adquiéranla, y sin pagar nada! 26 ¡Doblen su cuello para que reciban su yugo, y obtendrán la instrucción! Salgan a su encuentro, que ya está cerca.
27 Abran los ojos y vean que he penado poco para llegar a un tal descanso. 28 Para pagar su instrucción no sería suficiente un montón de plata; con ella, en cambio, tendrán oro en abundancia.
29 Alégrense pues de la misericordia del Señor, no tengan vergüenza de alabarlo. 30 Terminen el trabajo de ustedes antes que suene la hora, y cuando sea el tiempo, el Señor los recompensará.



_______________________________________________







#86 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 13 septiembre 2009 - 07:16






Tobías


Introducción



El libro de Tobías es uno de los libros tardíos de la Biblia. Data de dos siglos antes de nuestra era. El original, que estaba escrito en arameo, se perdió; pero había sido traducido al griego.

En los dos últimos siglos antes de Jesús, los judíos dispersos entre las naciones llegaron a ser mucho más numerosos que los que vivían en Palestina. Aun cuando se considerara como una desgracia vivir en países extranjeros, lejos de la Tierra Prometida, no les iba tan mal. Muchos en el mundo judío, tal como ocurrirá más tarde en el mundo cristiano, descubrieron los beneficios de esa nueva vocación: vivir como minorías en el mundo pagano, ser testigos en el mundo de la revelación divina. Las familias que querían mantenerse fieles en la observancia de la Ley, se apoyaban en sus comunidades donde se celebraba el culto semanal de la sinagoga con la lectura en común de la Escritura.

Se daban cuenta sin embargo que el porvenir del judaísmo dependía en gran parte de la transmisión por la familia de su identidad como pueblo de Dios. Era preciso evitar que los judíos se mezclaran con los pueblos que los rodeaban y se olvidaran de su vocación. El padre de familia, en especial, debía dar testimonio de su fe vivida en lo cotiidiano.

El autor del libro de Tobías quiso darles un modelo. Para componer su historia, se inspiró en un cuento de la época llamado: “El muerto agradecido”. Un hombre generoso descubre un cadáver sin sepultura y lo entierra dignamente. Más tarde, durante un viaje, se le acerca un desconocido, se pone a caminar con él, le libra de varios peligros y, cuando quiere recompensarlo, el desconocido, antes de desaparecer, le revela que él era el muerto al que había dado sepultura.

El autor del libro de Tobías se aprovechó de esta trama, introdujo el ángel... La vieja historia de Tobías no ha perdido su valor en un tiempo en que muchos cristianos no saben nada del camino que Jesús nos anunció. Se ha confiado demasiado en “la Iglesia”, en el catecismo impartido por el sacerdote, y los padres, muy a menudo, no son capaces de transmitir la palabra de Dios.





_______________________________



Tobías



1




Los ejemplos de Tobit



1 Historia de Tobit, hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, del clan de Asiel, de la tribu de Neftalí. 2 En tiempos de Salmanasar, rey de Asiria, Tobit fue desterrado de Tisbé, al sur de Cadés-Neftalí (esto está en la Alta Galilea, encima de Jasor, al oeste, hacia el lado del sol poniente y al norte de Sefat).
3 Yo, Tobit, he andado siempre por los caminos de la verdad. He hecho el bien todos los días de mi vida. He dado muchas limosnas a mis hermanos y a aquellos de mi pueblo que fueron llevados junto conmigo a Nínive, en el país de los Asirios.
4 Cuando yo era todavía joven en mi país, en la tierra de Israel, toda la tribu de Neftalí, mi antepasado, se había separado de la casa de David, mi padre, y de Jerusalén, la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel; allí debían ofrecer sus sacrificios todas las tribus. Allí había sido construido y consagrado, para todas las generaciones futuras, el templo donde mora Dios. 5 Pero todos mis hermanos y la casa de Neftalí ofrecían sacrificios al ternero que Jeroboam, rey de Israel, había instalado en Dan; también ofrecían sacrificios en todas las montañas de Galilea.
6 Muchas veces fui solo a Jerusalén para las fiestas, de acuerdo al mandamiento perpetuo que fue redactado para todo Israel. Iba a Jerusalén con las primicias de nuestros frutos y de nuestros animales, el diezmo del ganado y la primera esquila de las ovejas. 7 Allí se las entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, para el servicio del altar. Daba el diezmo del vino, del trigo, de las aceitunas, de las granadas y de las demás frutas a los Levitas que estaban de servicio en Jerusalén. Durante seis años seguidos reunía en especies un segundo diezmo y cada año iba a distribuirlo en Jerusalén. 8 Daba un tercer diezmo a los huérfanos, a las viudas, a los extranjeros que viven en medio de Israel, y cada tres años les hacía regalos.
Con respecto a las comidas, obedecíamos los mandamientos de la Ley de Moisés y las órdenes que nos había dado Débora, la madre de Ananiel, nuestro padre, porque mi padre había muerto y me había dejado huérfano. 9 Cuando fui hombre, me casé con una mujer de mi familia, y tuve un hijo de ella, al que puse el nombre de Tobías.
10 Cuando se produjo el destierro a Asiria, fui llevado a Nínive. Todos mis hermanos y los de mi pueblo se servían la comida de los paganos, 11 pero yo me guardé muy bien de comer el alimento de los paganos. 12 Por eso, como yo era fiel a mi Dios desde el fondo de mi corazón, 13 el Altísimo me concedió que le simpatizara a Salmanasar, quien me hizo su hombre de negocios. 14 Así fue como me trasladé a Media, donde administré sus negocios hasta su muerte. En esa ocasión, deposité en casa de Gabael, hermano de Gabri, en Ragués de Media, varias bolsas que contenían diez talentos de plata. 15 Al morir Salmanasar, le sucedió en el trono su hijo Senaquerib. Se interrumpieron entonces las comunicaciones con Media y no pude volver más allá.
16 En tiempo de Salmanasar, daba con frecuencia limosnas a mis hermanos de raza: 17 daba mi pan a los que tenían hambre y ropa a los que andaban desnudos. Cuando veía que los cadáveres de mis compatriotas eran lanzados por encima de las murallas de Nínive, yo los enterraba. 18 También enterré a los que mandó matar Senaquerib. Pues éste, después del castigo que le infligió el rey del Cielo por sus blasfemias, salió huyendo de Judea, y a su regreso mandó matar a un gran número de israelitas. Escondía sus cuerpos para sepultarlos, de tal modo que aunque Senaquerib los buscara, no los hallaba.
19 Un habitante de Nínive le informó al rey que era yo quien los enterraba, y por eso debí ocultarme. Pero cuando supe que el rey estaba bien informado de lo que yo hacía, cuando vi que me buscaba para matarme, tuve miedo y huí. 20 Todos mis bienes fueron confiscados por el tesoro real; lo único que me quedó fue mi mujer Ana y mi hijo Tobías. 21 Pero, no habían transcurridos todavía cuarenta días, cuando los dos hijos del rey lo asesinaron y luego salieron huyendo hacia los montes de Ararat. Le sucedió en el trono su hijo Asarjadón, quien encargó a Ajicar, hijo de mi hermano Anael, que llevara la contabilidad del reino y la dirección general de los negocios. 22 Pues Ajicar había sido el copero mayor bajo el reinado de Senaquerib, rey de Asiria, además era el guardián del sello real, administrador y responsable de la contabilidad. Asarjadón lo mantuvo en sus funciones. Como era de mi familia, ya que era mi sobrino, Ajicar intercedió por mí y pude regresar a Nínive.



Comentarios Tobías, capítulo 1


1,1

Tobit padre es un hombre probado por Dios, pero no desechado por él; la perseverancia en la oración le trae las bendiciones de Dios. «Dios tarda, pero no olvida.»

Cuando Tobías llega a ser administrador del rey, no se engríe ni menosprecia a los demás, sino que sigue fiel a sus hermanos desterrados y pobres.

Aunque el bien que hace le acarrea la desgracia, sigue fiel a su Dios. En su pobreza se preocupa de sus hermanos.
No se deja vencer por las burlas de los demás, ni tampoco por las de su mujer, que le echa en cara el bien que hace.



__________________________________________







#87 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 20 septiembre 2009 - 05:41







Tobías


2




1 Bajo el reinado de Asarjadón, volví pues a mi casa y me reuní con mi mujer Ana y con mi hijo Tobías. Para la fiesta de Pentecostés, la fiesta de las Semanas, se hace una gran cena. Me recosté para comer, me acercaron la mesa con muchos platos. 2 Dije entonces a mi hijo Tobías: «¡Hijo mío, anda a ver si encuentras entre nuestros hermanos exiliados en Nínive a algún pobre que se acuerde de Dios con todo su corazón, y tráemelo para que comparta conmigo esta comida. Te esperaré, hijo, hasta que regreses!”
3 Salió Tobías en busca de un pobre entre nuestros hermanos, y al regresar dijo: «Papá, acaban de asesinar a uno de nuestra raza. Lo estrangularon, lo dejaron tendido en la plaza del mercado y allí está todavía». 4 Dejé mi comida sin tocarla siquiera; de un salto saqué al hombre de la plaza y lo dejé en una pieza esperando la puesta del sol para enterrarlo. 5 Luego regresé, me lavé y comí mi pan en medio de lágrimas. 6 Me acordé de las palabras del profeta Amós, con respecto a Betel: «Sus fiestas se transformarán en luto y todos sus cantos en lamentaciones».
7 Lloré y cuando se entró el sol, fui a hacer un hoyo y lo enterré. 8 Mis vecinos decían burlándose: «¿Y todavía no tiene miedo? ¡Ya tuvo que huir una vez, y de nuevo entierra a los muertos!»
9 Esa noche me di un baño. Salí al patio y me recosté junto a la muralla del patio; como hacía calor, tenía la cara destapada. 10 No sabía que encima de mí, en la muralla, había pájaros; los excrementos calientes cayeron sobre mis ojos y me produjeron unas manchas blancas. Fui a consultar a los médicos, pero mientras más medicinas me aplicaban más crecían las manchas. Estuve cuatro años sin ver; todos mis hermanos estaban afligidos. Pero durante los dos años antes de la partida de Ajicar a Elimaida, él se preocupó de mí.
11 Por ese entonces, mi mujer encontró trabajo: hilaba la lana y recibía madejas para tejer. 12 Cuando entregaba el encargo recibía su paga. Pues bien, el siete del mes de Ditros, terminó una pieza y se la entregó a los clientes; estos le pagaron lo que le debían y le dieron además un cabrito para que se lo comiera. 13 Cuando regresó a casa, el cabrito se puso a balar; entonces llamé a mi mujer y le pregunté: «¿De dónde salió ese cabrito? ¿No ha sido tal vez robado?» 14 Ella me respondió: «Es un regalo que me han hecho fuera de mi paga». No quise creerle y le dije que se lo devolviera a sus dueños, porque me avergonzaba de ella. Entonces me respondió: «¿Dónde están ahora tus limosnas y tus buenas obras? ¡Todos saben lo que has ganado con eso!»




______________________


Tobías


3


La oración de Tobit




1 Ese asunto me dio mucha pena. Suspiré y lloré. Oré y me lamenté:
2 «Señor, tú eres justo y todas tus obras son justas. Tus caminos son misericordia y verdad, tú eres el juez del mundo. 3 ¡Ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame! No me castigues por mis pecados y mis faltas, ni por los que cometieron mis padres contra ti. 4 Debido a que ellos no obedecieron tus mandamientos, tú nos condenaste al pillaje, al destierro y a la muerte. Somos el blanco de los insultos de todos los paganos entre los que nos has dispersado.
5 Justa es tu sentencia cuando me tratas según mis pecados y según los pecados de mis padres, porque no obedecimos tus mandamientos y no nos portamos correctamente ante ti. 6 Ahora trátame como quieras. Toma mi vida: me gustaría que me sacaras de este mundo y me volvieras al polvo, porque para mí la muerte vale más que la vida. He soportado insultos sin motivo y estoy sumido en una profunda tristeza. Líbrame, pues, Señor, de esta prueba; déjame partir para la morada eterna. No apartes de mí tu mirada, Señor. Es mejor para mí morir que seguir viviendo con un mal incurable».



Las pruebas de Sara



7 Ahora bien, ese mismo día Sara, hija de Ragüel, que vivía en Ecbatana de Media, fue insultada por una sirvienta de su padre. 8 Siete veces Sara había sido da da en matrimonio, pero Asmodeo, un demonio malvado, había dado muerte a sus maridos uno tras otro antes que hubiesen podido unirse como buenos esposos.
Por eso esa sirvienta le había dicho: «¡Sí, tú eres la que mata a tus maridos! Te han dado ya siete y no te queda ninguno. 9 Si tus maridos han muerto, no es ese un motivo para que me pegues. ¡Anda mejor a buscarlos y que nunca tengas ni hijo ni hija!»
10 Ella se entristeció mucho ese día; se puso a llorar y se dirigió a la pieza de su padre con la intención de ahorcarse. Pero luego reflexionó y se dijo: «Seguramente criticarán a mi padre, diciéndole: No tenías más que una hija regalona y se ahorcó de pena. ¡No! No quiero enlutar de ese modo los últimos días de mi padre. En vez de ahorcarme, debiera suplicarle al Señor que me haga morir antes que vivir siendo insultada a cada momento».
11 Inmediatamente extendió los brazos hacia la ventana y se puso a orar: «¡Tú eres bendito, Dios lleno de misericordia, que tu nombre sea bendito por los siglos y que todas tus obras te bendigan eternamente! 12 Mira como levanto mi rostro y dirijo mis ojos hacia ti. 13 Manda que deje esta tierra para que no sea más insultada. 14 Señor, tú lo sabes, yo soy pura y ningún hombre me ha tocado. 15 No he deshonrado mi nombre ni el de mi padre en esta tierra de exilio. Soy la hija única de mi padre, no tiene hijos que lo hereden, ni tampoco un hermano cerca de él, o algún pariente para quien yo pudiera guardarme. ¿Para qué seguir viviendo cuando ya he perdido siete maridos? Si no quieres mandarme la muerte, mírame con pie dad para que no vuelvan a insul tarme».
16 Las oraciones de uno y otra llegaron al mismo tiempo al Dios de la Gloria, 17 y Rafael fue enviado para sanar a los dos. Debía quitar las manchas blancas de los ojos de Tobit, para que viera con sus ojos la luz de Dios, y debía lograr que Sara, hija de Ragüel, se casara con Tobías, hijo de Tobit y se viera libre de Asmodeo, el malvado demonio. (Conviene precisar que antes que a cualquier otro pretendiente ella correspondía por derecho a Tobías).
En ese preciso momento, Tobit dejaba el patio para entrar en la casa y Sara, hija de Ragüel, bajaba de su pieza.


Comentarios Tobías, capítulo 3


3,1

Ha dedicado su vida a ser fiel a Dios y se encuentra pobre, ciego y, además, insultado por Ana, su mujer. ¿Cuál es su actitud? Presentar su problema a Dios sin quejarse de nadie.
Continuamente vemos en la Biblia que Dios prueba antes de darnos un favor especial. «¿No era preciso que el Mesías sufriera esto para que entrara a su gloria?» (Lc 24,26).
Se siente solidario con los pecados de su pueblo y encuentra justo que se le castigue; aunque pide verse libre de ese castigo.
Su oración es para pedir fuerzas y poder cumplir lo que dice Dios, lo que le está exigiendo, y no para presentarle un plan personal a Dios y pedirle que lo realice, como lo hacemos comúnmente nosotros al rezar.



3,7

Sara piensa en su problema, y su meditación la convence de que tiene que cambiar de idea y que no debe desear la muerte. Si se mira un hecho aislado de la vida, se puede desesperar; pero si se mira el conjunto, siempre se encontrará alguna razón válida y digna para luchar.




_______________________


Tobías


4


Las recomendaciones de Tobit a Tobías



1 Ese día Tobit se acordó del dinero que había dejado en casa de Gabael, en Ragués de Media. 2 Se dijo: «Si en realidad he pedido que me muera, debería llamar a mi hijo Tobías y hablarle de esa suma antes de morir».
3 Llamó pues a su hijo Tobías y le dijo: «Cuando haya muerto, hazme un entierro conveniente. Honra a tu madre y no la abandones un solo día de tu vida. Haz lo que te mande y no le des ningún motivo para que se entristezca. 4 Acuérdate, hijo mío, de los peligros que corrió por ti cuando todavía estabas en su seno, y cuando haya muerto, entiérrala a mi lado en la misma tumba.
5 Hijo mío, sé fiel al Señor todos los días; no peques ni desobedezcas sus leyes. Haz el bien todos los días de tu vida y no andes por los caminos de la injusticia. 6 Si actúas con rectitud, te irá bien en todo lo que hagas, como a todos los que practican la justicia.
7 Separa una parte de tus bienes para dar limosna, no des vuelta la cara frente a un pobre y Dios tampoco te dará vuelta su cara. 8 Da generosamente. Si tienes mucho, da más, si tienes poco, da menos; pero no vaciles en dar limosna. 9 Así te prepararás un buen tesoro para cuando tengas necesidad. 10 Porque la limosna libra de la muerte e impide que uno caiga en las tinieblas. 11 La limosna es una ofrenda de gran valor para todos los que la hacen bajo la mirada del Altísimo.
12 Abstente, hijo mío, de cualquier mal comportamiento. Elige una esposa en la familia de tus padres, no tomes como esposa a una mujer extranjera, porque somos hijos de profetas. Acuérdate de Noé, Abrahán, Isaac y Jacob que fueron nuestros padres desde nuestros comienzos. Todos eligieron una esposa entre su parentela y fueron bendecidos en sus hijos; su raza recibió como herencia la tierra. 13 Por eso tú también, hijo mío, prefiere a tus hermanos; no menosprecies a tus hermanos, a los hijos y a las hijas de tu pueblo, y elige entre ellos a tu esposa. Así como el orgullo acarrea la ruina, de igual modo la pereza trae consigo la miseria, ya que la pereza es la madre del hambre.
14 No dejes para el día siguiente el pago de tus obreros, sino que dáselo inmediatamente. Si sirves a Dios, serás recompensado. Sé responsable, hijo mío, de todo lo que hagas y actúa siempre con corrección. 15 No hagas a los demás lo que no te gustaría para ti. No tomes vino hasta embriagarte ni hagas de las juergas la compañera de tu vida. 16 Comparte tu pan con los que tienen hambre y tu ropa con los que andan desnudos. Da generosamente de todo lo que tengas en abundancia y que no te pese dar limosnas. 17 Reparte generosamente el pan y el vino en los funerales de los justos, pero no des al pecador.
18 Haz caso a los consejos de las personas mayores y no desprecies nunca un buen consejo. 19 Bendice al Señor Dios a cada momento, pídele que guíe tus pasos y que resulten tus obras y tus proyectos. La sabiduría del mundo no llega muy lejos, el Señor es quien da la prosperidad; si él lo quiere eleva a alguien o lo rebaja hasta la morada de los muertos. Recuerda ahora, hijo mío, estos mandamientos y no dejes que se borren de tu corazón.
20 Has de saber, hijo mío, que dejé depositados diez talentos de plata en casa de Gabael, hijo de Gabri, en Ragués de Media. 21 Pero no te preocupes, hijo mío, porque nos hemos vuelto pobres: tú poseerás una gran riqueza si temes a Dios, si evitas cualquier pecado y si haces lo que agrada al Señor tu Dios».


Comentarios Tobías, capítulo 4


4,1

En el momento en que el joven Tobías se pone en camino, su padre le transmite toda su sabiduría: En primer lugar, la honradez, en todas las cosas de la vida, sabiendo que Dios es justo y que jamás se olvida de recompensar a los que le sirven. Tobías habla basándose en una larga experiencia de la vida y de la providencia de Dios.

Luego, será una apremiante invitación a la «limosna», una palabra que nos parece anticuada, pero que simplemente significa compartir. A pesar de que el pueblo judío era pobre; el don de la décima parte de sus ingresos le parecía una cosa muy normal. No nos extrañemos de la falta de fe de muchos jóvenes de familias cristianas ¿han visto que en su casa se practique el compartir?

En tercer lugar, vendrá la obligación de casarse con una joven de su raza y de su religión. Ciertamente nos encontramos aquí con la conciencia judía de ser una raza que debe mantenerse aparte de las otras para continuar su misión. Pero, más todavía para los cristianos, el matrimonio no puede ser sólo la búsqueda de un amor compartido, pues está siempre al servicio de una misión.





______________________________


Tobías


5



1 Entonces Tobías le respondió a su padre Tobit: «Papá, haré todo lo que me ordenas. 2 Pero, ¿cómo voy a recuperar ese depósito? Gabael no me conoce ni yo tampoco a él. ¿Qué prueba le daré para que me crea y me entregue ese dinero? Además, tampoco conozco el camino para ir a Media». 3 Tobit le respondió: «Los dos pusimos nuestra firma en un recibo y yo lo partí en dos para que cada uno guardara una mitad. Me quedé con una y dejé la otra con el dinero cuando hice el depósito hace veinte años. Ahora, hijo mío, búscate a un hombre serio como compañero de tu viaje: nosotros le pagaremos hasta su vuelta. Y después anda a buscar ese dinero donde Gabael».


Al buscar a un compañero, encuentra a un ángel



4 Salió pues Tobías a buscar a un buen guía que pudiera acompañarlo a Media. Se encontró afuera con el ángel Rafael que venía hacia él, pero no sabía que era un ángel de Dios.
5 Le dijo: «¿De dónde eres, amigo?» El ángel le respondió: «Soy uno de tus hermanos israelitas y he llegado hasta acá en busca de trabajo». Tobías le dijo: «¿Conoces el camino para ir a Media?» 6 El ángel le respondió: «¡Por supuesto! He ido allá varias veces, conozco perfectamente todos los caminos. He estado con frecuencia en Media, me he alojado en casa de Gabael, uno de nuestros hermanos que vive en Ragués de Media. Hay que caminar dos días de Ecbatana a Ragués. Ragués está en la montaña y Ecbatana en la planicie.
7 Tobías le dijo: «Espérame un momento, que voy a avisarle a mi padre. Tú vas a venir conmigo y yo te pagaré tu jornal». 8 El otro respondió: «¡Muy bien, te esperaré, pero no te demores!» 9 Fue Tobías a decirle a su padre que había encontrado a alguien entre sus hermanos de Israel. Su padre le dijo: «Preséntamelo para que yo sepa cuál es su familia y su tribu. Hay que ver si podemos confiar en él para que te acompañe, hijo mío». Salió pues Tobías a hablarle: «¡Eh, amigo, mi padre te necesita!»
10 Entró el ángel en la casa, Tobit saludó primero y el otro le respondió deseándole felicidad. Tobit le dijo: «¿Disfrutaré de nuevo de la felicidad? Soy ciego. Ya no veo la luz del cielo, y vivo sumergido en la noche como los muertos que no ven más la luz. Soy un muerto en vida, oigo la voz de las personas sin verlas». El ángel le dijo: «Ten confianza. Dios te va a sanar pronto. Ten confianza». Tobit le dijo: «Mi hijo Tobías quiere ir a Media. ¿Aceptarías servirle de guía? Yo te pagaré, hermano. Respondió: «Por supuesto que quiero acompañarlo, conozco todos los caminos. He ido con frecuencia a Media, he atravesado las llanuras y los montes y conozco todos los senderos».
11 Tobit le dijo: «Hermano mío, ¿de qué familia y de qué tribu eres tú? ¡Me quieres decir, hermano!» 12 El otro le preguntó: «¿Por qué te interesa mi tribu?» Tobit insistió: «Porque quiero saber de quién eres hijo y cuál es tu nombre». 13 El otro respondió: «Yo soy Azarías, hijo de Ananías el Grande, uno de tus hermanos». 14 Entonces Tobit le dijo: «Bienvenido seas, hermano mío, no te enojes porque quise conocer tu familia. Resulta que eres mi pariente de buena y linda descendencia. Conocí a Ananías y a Natán, hijos de Semeías el Grande. Iban conmigo a Jerusalén, allí adorábamos juntos y nunca dejaron el buen camino. Tus hermanos son hombres de bien, tú eres de una buena familia; bienvenido».
15 Agregó: «Te contrato por un dracma al día y para mantenerte dispondrás de lo que le dé a mi hijo. Acompaña a mi hijo, 16 y hasta te pagaré más de lo pactado». El ángel respondió: «Haré el viaje con él, no temas: iremos y volveremos sanos y salvos. Además, el camino es seguro». 17 Tobit le dijo: «¡Bendito seas, hermano mío!» Luego se dirigió a su hijo: «Hijo mío, le dijo, prepara lo que vas a necesitar para el viaje, y luego márchate con tu compañero. ¡Que el Dios que está en los cielos los guarde a ustedes allá abajo y los traiga de vuelta hasta mí con buena salud. Que su ángel les acompañe con su protección, hijo mío!»
Cuando llegó el momento de dejar la casa para emprender el viaje, Tobías abrazó a su padre y a su madre. Tobit le dijo: «¡Que tengan buen viaje!» 18 pero su madre se puso a llorar; le dijo a Tobit: «¿Por qué has consentido que se vaya mi hijo, siendo que él es el bastón de nuestra vejez y el que se preocupa en todo de nosotros? 19 ¿Para qué tener dinero? El dinero es nada en comparación con nuestro hijo. 20 ¡Teníamos bastante con lo que Dios nos daba para vivir! 21 Entonces Tobit le dijo: «¡Tú te imaginas cosas! Nuestro hijo se va con buena salud y volverá del mismo modo a casa. 22 Lo acompañará un buen ángel, hará un buen viaje y volverá sano y salvo.» 1 Ella dejó de llorar.




Comentarios Tobías, capítulo 5



5,4

El viaje de Tobías a Ragués será también una experiencia espiritual. Se encuentra con un ángel de Dios en forma humana y este amigo, Azarías, lo ayuda con sus consejos, haciéndole que descubra la voluntad de Dios para que así pueda Tobías librar a Sara de su demonio.




______________________________________


Tobías


6


El pez del Tigris



2 El joven se fue con el ángel y de- trás lo seguía su perro. Caminaron juntos y al cabo del primer día acamparon a orillas del Tigris. 3 El joven bajó al río para lavarse los pies, pero un gran pez salió del agua y casi le devora el pie. El joven se puso a gritar, 4 pero el ángel le dijo: «¡Péscalo, no lo dejes escapar!» El joven agarró al pez y lo lanzó a la orilla. 5 El ángel le dijo: «Abrelo, sácale la hiel, el corazón y el hígado y ponlos aparte antes de tirar las tripas. Pues, en realidad, son remedios muy útiles». 6 El joven abrió el pescado y le sacó la hiel, el corazón y el hígado. Coció un trozo de pescado para comérselo y guardó el resto para salarlo. Luego continuaron juntos su camino hasta Media.
7 Entonces el joven preguntó al ángel: «Hermano Azarías, ¿para qué sirven como remedio el corazón, la hiel y el hígado del pescado?» 8 Respondió: «El corazón y el hígado del pescado se queman delante de un hombre o de una mujer atormentados por un demonio o un mal espíritu, y cualquier mal desaparece completamente sin dejar huella. 9 La hiel sirve para curar los ojos cuando hay manchas en ellos. Basta con soplarla sobre las manchas para que desaparezcan.
10 Ya habían entrado a Media y se aproximaban a Ecbatana, 11 cuando Rafael dijo al joven: «¡Hermano Tobías!» Este respondió: «¿Qué quieres?» El ángel le dijo: «Esta noche vamos a alojarnos en casa de tu pariente Ragüel; es de tu familia y tiene una hija llamada Sara. 12 Fuera de Sara no tiene hijo ni hija, y tú eres su pariente más cercano. Ella te corresponde a ti por derecho propio y tú además tienes derecho a la herencia de su padre. Es una buena hija, valiente, muy linda y su padre la quiere mucho».
13 El ángel continuó: «Tú tienes que casarte con ella. ¡Escúchame, hermano! Esta noche hablaré de ella a su padre, para que sea inmediatamente tu novia, y cuan do volvamos de Ragués, haremos el casamiento. Te aseguro que Ragüel no tiene ningún derecho a negártela o a dársela a otro. Si así fuere, de acuerdo a la ley de Moisés, merecería la muerte apenas supiera que tú tienes la prioridad sobre cualquiera en la familia para casarte con su hija. Haz, pues, hermano lo que te digo.



Un hijo obediente



14 Tobías respondió a Rafael: «Hermano Azarías, me han dicho que ella se casó siete veces y que sus maridos murieron uno tras otro la misna noche de bodas, cuando se acercaban a ella. Y oí decir que era un demonio quien les daba muerte. 15 ¡Tengo miedo! A ella el demonio no le hace nada porque la quiere, pero al que intenta acercarse a ella le da muerte. Ahora bien, yo soy el hijo único de mi padre, ¿quieres que muera y que mi padre y mi madre arrastren esa pena hasta su tumba? No tendrán otro hijo que los entierre».
16 El ángel respondió: «¿Te olvidas de las recomendaciones de tu padre? El te recomendó que te buscaras una esposa entre la familia de tu padre. Pues bien, escúchame, hermano, no te preocupes por ese demonio, y cásate con ella; te prometo que esta misma noche será tu esposa.
17 Pero cuando entres en la pieza, toma el hígado y el corazón del pescado y ponlos en las brasas del pebetero. El olor se extenderá, 18 y apenas lo sienta el demonio, saldrá huyendo. No lo volverán a ver nunca más cerca de la joven. Luego, cuando llegue el momento de consumir el matrimonio, pónganse, primero, los dos a orar: pídanle al Señor del Cielo que les dé su gracia y su protección. No temas, pues ha estado reservada para ti desde siempre y tú eres quien la va a salvar. Ella te seguirá y te dará hijos que serán como hermanos para ti.»
19 Al oír las palabras de Rafael, Tobías entendió que Sara era su hermana, una pariente de la familia de su padre y se enamoró de tal manera de ella que no dejaba de pensar en ella.


_______________________________________________







#88 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 27 septiembre 2009 - 07:13







Tobías


7




1 Al llegar a Ecbatana, Tobías dijo a Azarías: «Llévame inmediatamente a casa de nuestro hermano Ragüel. Lo llevó a la casa de Ragüel, quien estaba sentado cerca de la puerta del patio.
Lo saludaron y él respondió: «Buenas tardes, hermanos, bienvenidos a mi casa». Y los hizo pasar a la casa. 2 Dijo a su mujer Edna: «¡Que se parece este joven a mi hermano Tobit!» 3 Edna les preguntó: «¿De dónde son ustedes, hermanos?» Respondieron: «Somos hijos de Neftalí, desterrados a Nínive». 4 Ella les dijo: «¿Conocen a nuestro hermano Tobit?» «Por supuesto», dijeron ellos. 5 Entonces ella añadió: «¿Cómo está?» «Está bien, respondieron, y Tobías agregó: «Es mi padre».
6 Ragüel se levantó inmediatamente, lo abrazó y se puso a llorar. 7 Luego le dijo: «Bendito seas, hijo mío, tu padre es un hombre bueno y excelente. ¡Qué pena que un hombre tan bueno y tan generoso haya quedado ciego!» Se echó al cuello de Tobías y seguía llorando; su mujer Edna y su hija Sara lloraban también.


Así se casan los hijos de Dios



8 En seguida mandó matar un cordero de su rebaño y preparó una buena cena.
9 Entonces Tobías dijo a Rafael: «Hermano Azarías, ¿y si le pido ahora a Ragüel que me dé a mi hermana Sara?» 10 Al oír esas palabras, Ragüel dijo al joven: «Come y bebe. No eches a perder esta velada, nadie más que tú tiene derecho a casarse con mi hija Sara, hermano mío. Yo no soy libre de dársela a otro ya que tú eres nuestro pariente más cercano. Ahora, hijo mío, te hablaré francamente. 11 Se la di sucesivamente a siete de nuestros hermanos, y todos murieron la primera noche cuando se acercaron a ella. Por ahora, hijo mío, come y bebe. El Señor te concederá su gracia y su paz».
12 Pero Tobías exclamó: «¡No comeré ni beberé mientras no hayas arreglado este asunto!» Ragüel respondió: «¡Muy bien! Ya que según la ley de Moisés te pertenece, el Cielo ha decidido dártela; recibe pues a tu hermana. En adelante tú serás su hermano y ella, tu hermana, te la doy ahora para siempre. El Señor del Cielo vendrá a ayudarlos esta noche, hijo mío, y les dará su gracia y su paz».
13 Ragüel llamó a su hija Sara; le tomó la mano y la puso en la de Tobías, diciendo: «Recíbela según la Ley y los decretos escritos en el libro de Moisés, quien te la da como esposa. Tómala, que llegue felizmente contigo a la casa de tu padre. Que el Dios del Cielo les conceda que tengan un buen viaje sin incidentes». 14 Se dirigió luego a la madre y le pidió que fuera a buscar una hoja de papiro para escribir. Redactó luego el contrato de matrimonio y lo firmaron.
Después de eso, se pusieron a la mesa, comieron y bebieron. 15 Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la segunda pieza a donde la llevarás». 16 Ella se fue a hacer la cama del dormitorio, como se lo había pedido, y llevó allá a su hija. Luego se puso a llorar sobre ella y enjugándose las lágrimas, decía: 17 «¡Ten confianza, hija mía! ¡Que el Señor del Cielo cambie tu pena en alegría! ¡Ten confianza, hija mía!» Y se retiró.



Comentarios Tobías, capítulo 7


7,12

Fijémonos en este matrimonio cuya celebración es, en primer lugar, un acto de religión familiar. Así, ha sido en un gran número de países y de religiones. Es difícil saber en qué medida, en la primitiva Iglesia, el reconocimiento del matrimonio por la Iglesia añadía algo a esta liturgia familiar. En primer lugar, era la familia la que sentía el deber de perpetuarse, estando consciente de su responsabilidad con el mundo.

Fijémonos en esa evocación a la Ley de Moisés: la celebración oficial del matrimonio ayuda a los cónyuges a ver que comprometen realmente sus vidas y que no piensen realizarse el uno o el otro, sino en el cumplimiento de una común misión.





Tobías



8






1 Cuando se hubo terminado la ce- na, hablaron de ir a acostarse. Llevaron al joven desde el comedor al dormitorio. 2 Tobías se acordó de los consejos de Rafael; tomó su bolso, sacó de él el corazón y el hígado del pescado y los puso sobre las brasas del pebetero. 3 El demonio salió huyendo intoxicado a través del aire hasta arribar a las mesetas de Egipto. Rafael lo persiguió, lo capturó y en seguida lo amarró. 4 Los padres, sin embargo, habían salido y cerrado la puerta.
Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, hermana mía. Oremos los dos, supliquémosle a nuestro Señor para obtener su gracia y su protección». 5 Ella se levantó y juntos se pusieron a orar por su salvación:
«Bendito eres, Dios de nuestros padres y bendito sea tu Nombre por los siglos de los siglos. ¡Los cielos y todas las criaturas te bendigan de siglo en siglo! 6 Tú creaste a Adán, tú creaste a Eva, su mujer, para que fuera su compañera y su ayuda, y de ambos nació toda la raza humana. Tu dijiste: No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante a él. 7 Ahora no he buscado el placer al casarme con esta hermana, lo hago con un corazón sincero. Ten piedad de ella y de mí y llévanos juntos hasta la vejez».
8 Terminaron diciendo juntos: «¡Amén, Amén!» 9 Luego se acostaron para pasar la noche.
Ragüel estaba en pie. Había llamado a sus sirvientes y había salido con ellos a cavar una tumba. 10 Se decía: «Si por casualidad muere, no es necesario que nos veamos cubiertos de confusión y vergüenza». 11 Luego Ragüel volvió a casa y llamó a su mujer. 12 Le dijo: «Manda una sirvienta a la pieza para ver si Tobías está vivo. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie lo sepa». 13 Mandaron a la sirvienta, la que encendió una lámpara y abrió la puerta. Entró y halló a los dos acostados y durmiendo.
14 Salió y les hizo una seña de que estaba vivo. 15 Entonces Ragüel bendijo al Dios del Cielo: «¡Oh Dios, tú mereces todas las santas bendiciones! ¡Que todos los siglos te bendigan! 16 Bendito seas porque me has llenado de alegría. Lo que yo temía no ocurrió, tú actuaste con nosotros con una inmensa bondad. 17 Bendito seas tú, que tuviste piedad de estos dos hijos únicos. Señor, dales tu gracia y tu salvación. ¡Que toda su vida transcurra en la felicidad y en tu gracia!
18 Antes que despuntara el día, Ragüel había ordenado a sus sirvientes que rellenaran la tumba.
19 Después dijo a su mujer que hiciera una hornada de pan y él fue al establo, laceó a dos bueyes y a cuatro corderos y pidió a la gente de la cocina que los mataran y los prepararan. 20 Luego mandó llamar a Tobías y le dijo: «No te vayas de aquí antes de dos semanas, comerás y beberás en mi casa. Mi hija ha tenido demasiadas pruebas, tú puedes muy bien darle un poco de felicidad. 21 Después te llevarás de aquí la mitad de mis bienes y regresaras sin problemas a casa de tu padre. Cuando yo y mi mujer hayamos muerto, la otra mitad será para ustedes. ¡Confianza, hijo mío! Ahora yo soy tu padre, y Edna, tu madre. En adelante estaremos a tu lado como lo estamos con tu hermana. ¡Confianza, hijo mío! »





Tobías



9






1 Entonces Tobías dijo a Rafael: 2 «Hermano Azarías, toma a cuatro sirvientes y dos camellos y anda a Ragués. 3 Irás a casa de Gabael, le darás el recibo y recogerás el dinero; luego lo traerás a él contigo al casamiento. 4 Tú sabes que mi padre está contando los días y que cada día de demora aumenta su pre ocupación. 5 Tú ves como Ragüel ha insistido: no me puedo librar de su juramento».
Salió Rafael para Ragués de Media junto con los cuatro sirvientes y los dos camellos, y se alojaron en la casa de Gabael. Rafael le presentó el recibo. También le comunicó que Tobías, hijo de Tobit, se casaba y que lo invitaba a su casamiento. Gabael contó los sacos que todavía estaban con su sello; los cargaron en los camellos 6 y partieron juntos para el casamiento. Al llegar a casa de Ragüel, encontraron a Tobías que estaba a la mesa. Se levantó y lo saludó. Gabael lloró y lo bendijo: «Tú eres el hijo excelente de un padre bueno, justo y generoso. Que el Señor te bendiga de lo alto del Cielo, tanto a ti y a tu mujer como al padre y a la madre de tu esposa. ¡Bendito sea Dios! Acaba de permitirme que vea el vivo retrato de mi primo Tobit».





Tobías



10





1 Durante ese tiempo, Tobit llevaba la cuenta de los días. Calculaba el tiempo que se necesitaba para ir y volver, y cuando pasó el tiempo sin que su hijo volviera, 2 pensó: «¡Ojalá no lo hayan retenido allá abajo! ¡Ojalá que Gabael no haya muerto! A lo mejor no había nadie que le entregara el dinero.
3 Comenzó a preocuparse. 4 Su mujer Ana decía: «¡Perdí a mi hijo! ¡Ya no está más entre los vivos!» Y se ponía a llorar y a lamentarse por su hijo: 5 «¡Qué desgracia! ¿Por qué permití que te fueras, hijo mío? Tú eras la luz de mis ojos». 6 Tobit le respondía: «¡Cálmate, hermana! ¡No te metas esas malas ideas en la cabeza! Seguramente está bien, pero se habrán retardado allá abajo. Su compañero es una persona de confianza, es un hermano. No te preocupes, hermana mía, va a volver de un momento a otro».
7 Pero ella respondía: «¡Déjame! ¡No me cuentes historias, mi hijo está muerto!» Y todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo; ya no tenía confianza en nadie. Y cuando se ponía el sol, se volvía a su casa, y lloraba y se lamentaba toda la noche sin poder dormir.
Al cabo de los catorce días de bodas que Ragüel había jurado hacerle a su hija, Tobías le dijo: «Déjame partir, mi padre y mi madre deben estarse preguntando si me volverán a ver. Por favor, padre, déjame volver a casa de mi padre; ya te he dicho en qué estado lo dejé». 8 Ragüel dijo a Tobías: «Quédate todavía un poco más conmigo, hijo mío. Mandaré mensajeros a tu padre Tobías para darle tus buenas noticias». 9 Pero Tobías insistió: «No, te pido que me dejes regresar a casa de mi padre».
10 En vista de eso Ragüel le entregó a su esposa Sara, y le pasó a Tobías la mitad de sus bienes en sirvientes y sirvientas, en bueyes, ovejas, burros y camellos, en ropas, en dinero y en toda clase de artículos. 11 Hizo que se fueran en las mejores condiciones, dirigiendo a Tobías estas palabras de adiós: «Ten buena salud, hijo mío, y buen viaje. ¡Que el Señor del Cielo esté contigo y con tu mujer Sara! Espero ver a los hijos de ustedes antes de morir!»
12 Y a su hija le dijo: «Anda a la casa de tu suegro, ya que en adelante serán tus padres igual como los que te dieron a luz. Anda en paz, hija mía. Estoy seguro que sólo oiré hablar bien de ti mientras viva». Se despidió de ellos y dejó que se fueran.
Por su parte Edna dijo a Tobías: «Hijo y hermano muy querido, que el Señor te acompañe. Quiero ver a los hijos de ustedes, a ti y a mi hija Sara, antes de morir. Ante el Señor te confío a mi hija. No le causes pena mientras viva. Anda en paz, hijo mío. En adelante yo seré tu madre y Sara, tu hermana. Que la vida de todos nosotros se desenvuelva sin problemas hasta el fin». Los abrazó y dejó que se fueran acompañados de sus deseos de felicidad.
13 Tobías se fue de la casa de Ragüel feliz y contento. Bendecía al Señor del cielo y de la tierra, al rey del universo por el buen éxito de su viaje. También bendijo a Ragüel y a su mujer Edna: «¡Señor, cuídalos todos los días de su vida!»




Tobías



11




Regreso de Tobías a la casa de sus padres




1 Cuando llegaron a Caserim, frente a Nínive, 2 Rafael dijo: «Sabes muy bien el estado en que dejamos a tu padre. 3 Adelantémonos a tu mujer, y vayamos a preparar la casa para cuando ellos lleguen». 4 Los dos se fueron adelante; le había recomendado mucho que llevara la hiel, y el perro los seguía.
5 Ana estaba sentada, miraba el camino por donde debía venir su hijo. 6 De repente tuvo un presentimiento y le dijo al padre: «¡Mira, ahí viene tu hijo con su compañero!» 7 Rafael había dicho a Tobías antes que se reuniera con su padre: «Te prometo que los ojos de tu padre se abrirán. 8 Le aplicarás en los ojos la hiel del pescado. El remedio le hará efecto y tú le retirarás de los ojos como una telita blanca. Entonces tu padre recuperará la vista y verá la luz».
9 La madre fue a echarse al cuello de su hijo: «Ahora, decía ella, puedo morir porque te he recuperado». Y lloraba. 10 Tobit se levantó y caminando a tropezones logró llegar a la puerta del patio. Tobías corrió donde él; 11 llevaba en la mano la hiel del pescado y le dijo: «¡Ten confianza, papá!» Luego le aplicó el remedio y lo dejó un tiempo. 12 En seguida, con cada mano, le quitó una débil tela del extremo de los ojos. 13 Entonces su padre se echó a su cuello, 14 llorando y exclamando: «¡Te veo, hijo mío! ¡Tú eres la luz de mis ojos!» Y añadió:

«¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su santo Nombre!
¡Benditos sean todos sus santos ángeles!
¡Bendito sea su Gran Nombre,
por los siglos de los siglos!
15 Porque me había castigado,
pero tuvo piedad de mí,
y hoy día veo a mi hijo Tobías».

Tobías entró en la casa. Muy feliz bendecía a Dios en alta voz; luego contó su viaje a su padre: le traía el dinero, se había casado con Sara, hija de Ragüel, que venía detrás de él y que ya no estaba lejos de las puertas de Nínive.
16 Tobit se dirigió a las puertas de Nínive para encontrarse con su nuera, y en su alegría alababa a Dios. Cuando los habitantes de Nínive lo vieron caminando sin que nadie lo llevara de la mano, y avanzando a paso firme como antes, se quedaron maravillados. 17 Entonces, ante ellos, Tobit proclamó que Dios había tenido piedad de él y que le había abierto los ojos. Luego Tobit se acercó a Sara, la mujer de su hijo Tobías, y la bendijo: «¡Bienvenida, hija mía! ¡Bendito sea Dios que te hizo venir a nuestra casa, hija mía! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías, bendita seas tu, hija mía; que el arribo a tu casa traiga la alegría y bendición. Entra hija mía». Ese día se hizo una fiesta para todos los judíos de Nínive, 18 y los primos de Tobías, Ajicar y Nadab fueron a compartir su alegría.



_____________________________________________







#89 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 06 octubre 2009 - 11:52








Tobías



12



Reconozcan y celebren las maravillas de Dios



1 Al final del banquete de bodas, Tobit llamó a su hijo Tobías y le dijo: «Hijo mío, tenemos que arreglar cuentas con tu compañero. Aumentarás el precio convenido». 2 Tobías preguntó: «Papá, ¿cómo podría pagarle por sus servicios? Aunque le diera la mitad de los bienes que trajo conmigo, no sería suficiente. 3 Me devuelve sano y salvo, sanó a mi mujer, trae conmigo el dinero, y por último te sanó». ¿Cómo hablar de un sueldo después de todo eso?» 4 Tobit respondió: «Sería justo que se quedara con la mitad de lo que trajo».
5 Tobías llamó pues a su compañero y le dijo: «Quédate con la mitad de lo que has traído, ese será el pago de tus servicios, y luego te irás en paz».
6 Entonces Rafael llevó a los dos aparte y les dijo: «¡Bendigan a Dios! ¡Celébrenlo en medio de todos los seres vivientes por los favores que les hizo! ¡Bendigan y canten su nombre! ¡Procuren que todos conozcan las obras de Dios como se lo merecen, y no dejen de darle gracias! 7 Es bueno guardar el secreto del rey, pero es muy recomendable revelar y publicar las maravillas de Dios. Agradézcanle como corresponde.
Hagan el bien y no conocerán la desgracia. 8 Más vale la oración y el ayuno, la limosna y la justicia que la riqueza con injusticia; más vale tener poco y ser justo que tener mucho siendo pecador. 9 La limosna libra de la muerte, purifica de cual quier pecado; los que dan limosna tendrán larga vida, 10 los que cometen el pecado y la maldad, atentan contra su vida.
11 Les voy a decir toda la verdad y no les ocultaré nada. Ya les dije que es bueno guardar el secreto del rey y que es recomendable revelar las maravillas de Dios. 12 Sepan, pues, que cuando ustedes, tú y Sara, estaban orando, yo fui quien presentó su oración delante de la Gloria del Señor. Y cuando tú enterrabas a los muertos, yo también estaba contigo. 13 Después no dudaste en levantarte de la mesa para ir a enterrar a un muerto y fue entonces que me enviaron para probar tu fe. 14 Y de nuevo me envió Dios para sanarte y para sanar al mismo tiempo a tu nuera Sara. 15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles servidores del Señor que en cualquier momento tienen acceso a su Gloria».
16 Entonces, llenos de temor, se postraron en el suelo. 17 Pero él les dijo: «¡No tengan miedo. La paz sea con ustedes, bendigan siempre a Dios! 18 Yo no les he hecho ningún favor, fue por voluntad de Dios que los acompañé. A él pues deben bendecir todos los días de su vida, a él deben cantarle. 19 Ustedes me veían comer, pero eran sólo apariencias. 20 Bendigan pues al Señor, ustedes que están en la tierra, y denle gracias a Dios mientras subo a donde el que me envió. Pongan por escrito todo lo que ha pasado». Entonces Rafael se elevó.
21 Cuando se pararon, ya no lo vieron. Alabaron a Dios con cánticos, agradeciéndole de que hubiera realizado tales maravillas: ¡Sí, se les había aparecido un ángel de Dios!


Comentarios Tobías, capítulo 12


12,1

Se ve que Dios muchas veces da parte del premio en la tierra a los que son fieles a su ley.
En las palabras del ángel hay algo muy grande: Dios toma en cuenta todas las cosas pequeñas y aparentemente sin importancia que hagamos en la vida. Dios está preocupado continuamente de las personas que le son fieles y lo sirven como Tobit.
La limosna —el compartir— libra de la muerte y purifica de todo pecado (9). Las palabras que utiliza Tobías son propias de una sociedad que en nada se parecía a la nuestra, y hoy en día el compartir toma muchas formas cuando las naciones comienzan a darse cuenta de que son una sola humanidad. Pero el compartir sigue siendo una ley principal, pues si actualmente tantas personas y familias se hallan en una situación difícil, ya no es posible echarle siempre la culpa a la «sociedad»; cada uno más bien debe preguntarse si ha sabido compartir y atraer así la bendición de Dios. Un salmo lo dice: «El hombre injusto pide fiado y no devuelve, pero el justo comparte plenamente y no le falta» (Sal 37,21).





Tobías



13



El cántico de Tobías



1 Tobías dijo:
Bendito sea Dios que vive para siempre.
Su reinado permanece por los siglos.
2 Una vez corrige y otra, perdona.
Hace bajar a la morada de los muertos
y hace subir de allí,
nadie puede escaparse de su mano.
3 Hijos de Israel, celébrenlo
en medio de las naciones donde los dispersó,
4 y muéstrenles todo su poder.
¡Canten su grandeza ante todos los vivos!
¡El es nuestro Señor y nuestro Dios,
nuestro padre por los siglos de los siglos!
5 Si nos corrige por nuestros pecados,
tendrá también compasión de nosotros.
Nos reunirá de entre todas las naciones
entre las cuales nos había dispersado.
6 Vuelvan a él de todo corazón,
y actúen con plena verdad delante de él;
entonces se volverá a ustedes
y no les ocultará más su cara.
7 Vean lo que ha hecho por ustedes
y en alta voz denle gracias.
¡Bendigan al Señor porque es justo!
¡Cántenle al Rey de los siglos!
8 Quiero celebrarlo en esta tierra de exilio,
contar al pueblo pecador su fuerza y su grandeza.
Arrepiéntanse pecadores, hagan el bien delante de él:
a lo mejor los mirará con bondad.
9 Canto a Dios,
y exulta mi alma pensando en el Rey del Cielo.
¡Todos en Jerusalén canten su grandeza!
10 Jerusalén, Ciudad Santa,
Dios castigará los crímenes de tus hijos,
pero luego tendrá piedad de los hijos de los justos.
11 ¡Da gracias, da gracias al Señor!
¡Bendice al Rey de los siglos!
¡Levántese nuevamente en ti su tienda con alegría!
12 Haga de ti la alegría de los desterrados,
y ame por medio de ti a todos los desgraciados,
por generaciones y generaciones.
13 Numerosos pueblos vendrán de lejos,
llegarán de todos los rincones del mundo,
con las manos cargadas de presentes para el Rey del Cielo.
Tú serás la alegría para todas las generaciones.
14 ¡Malditos sean los que te odian,
pero sean benditos para siempre los que te aman!
15 Conocerás la alegría y la dicha
cuando en torno a ti se reúnan los hijos de los justos
para bendecir allí al Señor de los justos.
16 Dichosos los que te aman
porque se alegrarán al verte prosperar.
Felices los que lloraban cuando eras castigada
porque se alegrarán al contemplar tu gloria.
¡Alma mía, bendice al Señor, al Gran Rey
17 porque Jerusalén es reconstruida
con zafiros y esmeraldas!
Todas sus murallas serán de piedras preciosas,
sus torres y sus baluartes de oro macizo.
¡Jerusalén! Caminarán por tus calles
por sobre un pavimento de rubíes, de piedras de Ofir.
¡Jerusalén! Tus puertas resonarán
con cánticos de alegría!
18 En todas tus callejuelas se oirá el Aleluya,
cantarán: ¡Bendito sea el Dios de Israel!
¡En ti bendecirán el santo Nombre,
por los siglos de los siglos!»





Tobías



14




Ultimas palabras de Tobit y conclusión:




1 Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años y lo enterraron solemnemente en Nínive. 2 Tenía ya sesenta y dos años cuando quedó ciego; des pués de su curación vivió en la abundancia, dando limosnas. No dejaba de bendecir a Dios y de celebrar su grandeza.
3 Cuando estaba a punto de morir, pidió que se acercara su hijo Tobías y le dio sus recomendaciones: «Hijo mío, saca de aquí a tus hijos, 4 que busquen refugio en Media porque creo en la palabra de Dios que pronunció Nahum sobre Nínive. Se cumplirá con respecto a Asiria y a Nínive. Todas las palabras de los profetas de Israel se cumplirán, porque es Dios quien los mandó. Todas las palabras se cumplirán sin excepción. En ese tiempo se estará más seguro en Media que en Asiria o en Babilonia.
Todos nuestros hermanos que viven en tierras de Israel serán dispersados y desterrados lejos de su bello país. Toda la tierra de Israel será devastada; Samaría y Jerusalén serán devastadas y el Templo de Dios quedará por un tiempo destruido y quemado. 5 Pero Dios tendrá de nuevo compasión, los traerá de vuelta a la tierra de Israel. Reconstruirán el Templo, menos hermoso que el anterior, aguardando la venida de los tiempos nuevos. Entonces, todos los sobrevivientes de la cautividad reconstruirán Jerusalén en toda su grandeza y el Templo de Dios será reconstruido, tal como lo anunciaron los profetas de Israel.
6 Todos los pueblos de la tierra se convertirán y temerán verdaderamente a Dios. Todos arrojarán lejos a sus falsos dioses que los indujeron al error. 7 Y con sinceridad bendecirán al Dios de los siglos. Todos los Israelitas, que se hayan salvado esos días, se acordarán de Dios con todo su corazón. Volverán a Jerusalén donde vivirán sin que nadie los moleste, en la tierra de Abrahán, la que les será devuelta. Los que aman sinceramente a Dios se regocijarán, pero todos los que hacen el mal y practican la injusticia, desaparecerán de la Tierra.
8 Ahora, hijos míos, oigan lo que les recomiendo: Sirvan a Dios con fidelidad y hagan lo que le agrada. Pidan a sus hijos que practiquen la justicia y la limosna, que se acuerden de Dios y en todo momento y con todas sus fuerzas bendigan su nombre con fidelidad.
9 Pues bien, hijo mío, sal de Nínive, no te quedes aquí. 10 El mismo día en que hayas enterrado a tu madre a mi lado, ándate, no te demores más en esta región. Veo que aquí hay mucha injusticia, mucha falsedad, y nadie se avergüenza de eso. Mira, hijo mío, todo lo que le hizo Nadab a Ajicar que lo crió. Lo encerró vivo en un subterráneo, pero Dios lo declaró culpable ante su víctima. Ajicar volvió a la luz mientras que Nadab se hundía en las tinieblas eternas: ¿no había acaso querido que Ajicar muriera? Pero Ajicar daba limosnas, por eso escapó a la trampa mortal que le había tendido Nadab, y Nadab, en cambio, encontró en ella la muerte. 11 Vean, pues, hijos míos, a dónde lleva la limosna y a dónde, la injusticia; ésta lleva a la muerte. Pero... siento que no puedo respirar». Lo acostaron en su cama y murió; lo enterraron solemnemente.
12 Cuando murió la madre de Tobías, éste la enterró al lado de su padre, y luego se fue a Media con su mujer y sus hijos. Vivió en Ecbatana, en casa de su suegro Ragüel. 13 Trató con respeto y con delicadeza a sus suegros ya ancianos, y luego los enterró en Media, en Ecbatana. Tobías heredó tanto lo de Ragüel como lo de su padre Tobit. 14 Era respetado y vivió hasta los ciento diecisiete años. 15 Antes de morir le llegaron los ecos de la destrucción de Nínive, vio incluso a los habitantes de Nínive, prisioneros de Ciazares, rey de Media, que fueron deportados a Media. Antes de su muerte, pudo alegrarse por la suerte de Nínive y bendecir al Señor Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!



Comentarios Tobías, capítulo 14


14,9

Ajikar era el héroe de una novela muy famosa en aquel tiempo. El que escribió la novela de Tobit hizo de él un primo de Ajikar.



__________________________________________






#90 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 13 octubre 2009 - 12:19







Judit





Introducción


Judit y la historia






No emplearemos mucho tiempo en demostrar que toda esta historia es una ficción.

Desde el primer versículo nos habla de Nabucodonosor, rey de los asirios, mientras que era rey de Babilonia y aplastó a Asiria. Los discursos de su general Holofernes son caricaturas fuera de toda realidad, y a cada instante se encuentran anacronismos.

Pero, después de haber dicho esto, está claro que el autor quiere recordarnos una verdad permanente de la historia: Dios está en contra de los poderes opresores y siempre lleva a cabo su propio plan. Este libro contiene numerosas alusiones al Exodo y los capítulos 15-16 de Judit retoman las ideas y las palabras de Ex 15. A lo largo de todo el libro, y en el mismo orden, se encuentran los diversos episodios y los diálogos del combate de David y Goliat.

Lo que estimuló al autor y que explica el carácter propio de esta nueva presentación de las victorias de Dios, parece que fue la resistencia heroica contra los invasores sirios en tiempos de los Macabeos. La victoria de Judit expresa las esperanzas del pueblo judío después de esos años tan duros que le permitieron recuperar, luego de más de tres siglos, su independencia. Ahora, no sólo los judíos han recobrado la independencia sino que también han conquistado una gran parte de Palestina: todos piensan que se acerca la hora en que Dios reunirá a su pueblo y reinará sobre las naciones.

Hay que agregar que Judit es uno de los escasos libros de la Biblia en que el héroe es una mujer. Esto lo perjudicó. Si fue excluido de la Biblia hebrea, fue en parte porque sólo se tenía su versión griega, pero tal vez molestaba también el personaje de Judit que les quitaba su monopolio a los sacerdotes y los doctores.

David y Goliat: el super-armado y el débil; el que dispone de la técnica, las armas sofisticadas y la banca internacional; el que puede difundir su verdad e imponerla a través del mundo... Y el débil, siempre despojado, acallado, tenido como culpable, a menudo segregado en las reservas y los campos de refugiados. Su fe y su perseverancia serán su fuerza (Sal 37; Lc 18,1). Habrá una hora de Dios, pero tal vez no será la venganza y las masacres con los que soñaba el autor de Judit.

Pues las riendas de la historia están en las manos del que fue crucificado y resucitó, y todos serán salvados a pesar de que no saben cuál puede ser la salvación a la que Dios nos lleva.


_______________________________________












#91 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 18 octubre 2009 - 06:35






Judit



1



El poder aplastante



1 Hacía doce años que Nabucodonosor, rey de Asiria, reinaba en la gran ciudad de Nínive. Arfaxad, que en aquel tiempo reinaba sobre los medos, en Ecbátana, 2 rodeó esta ciudad con una muralla de piedras talladas de metro y medio de ancho y tres de largo. La muralla tenía treinta y cinco metros de alto y veinticinco de ancho. 3 Junto a las puertas levantó torres de cincuenta metros de alto y veinte de ancho en los cimientos. 4 Las puertas, de treinta y cinco metros de alto y veinte de ancho, permitían la salida de sus fuerzas y el desfile de la infantería.
5 En aquellos días, el rey Nabucodonosor declaró la guerra al rey Arfaxad en la gran llanura que está en Ragau. 6 Se unieron a él todos los habitantes de la montaña, los del Eufrates, del Tigris, del Hidaspes y de la llanura de Arioj, rey de Elam. Fueron muchos los pueblos que se reunieron para combatir a los hijos de Jeleud.
7 Además, Nabucodonosor, rey de Asiria, mandó mensajeros a los habitantes de Persia y a todos los habitantes de Occidente: a los de Cilicia, Damasco, el Líbano y el Antilíbano, a todos los del litoral, 8 a las poblaciones del Carmelo, Galaad, alta Galilea, la gran llanura de Esdrelón, 9 a los habitantes de Samaria y sus ciudades, a los de más allá del Jordán, hasta Jerusalén, Batanea, Jelús, Cadés, el río de Egipto, Tafnes, Rameses y toda la tierra de Gosén, 10 hasta más allá de Tanis y Menfis, a todos los habitantes de Egipto, hasta las fronteras de Etiopía. 11 Pero los habitantes de todas estas regiones despreciaron el mensaje de Nabucodonosor y no quisieron ir con él a la guerra, ya que no lo temían, sino que lo consideraban como un hombre cualquiera. Por tanto, despidieron a los mensajeros con las manos vacías y avergonzados.
12 Nabucodonosor, indignado con todas aquellas naciones, juró por su trono y por su reino vengarse de todas ellas.
13 El año diecisiete, junto con su ejército, declaró la guerra a Arfaxad; lo derrotó en el combate, desconcertó todo su ejército, su caballería y sus carros; 14 se apoderó de sus ciudades, llegó hasta Ecbátana, ocupó sus torres, destruyó las plazas y las arruinó. 15 Persiguió a Arfaxad hasta las montañas de Ragau y lo atravesó con sus lanzas, acabando con él.
16 Luego, Nabucodonosor volvió a Nínive con sus soldados y con una inmensa multitud de gente armada que lo había seguido. Durante ciento veinte días descansaron allí y vivieron cómodamente.



Judit



2




1 El veintidós de enero del año dieciocho, se trató en el palacio de Nabucodonosor, rey de Asiria, sobre la manera de vengarse de las otras naciones, tal como lo había anunciado. 2 Convocó a sus ministros y a sus grandes y tuvo con ellos un consejo secreto. El mismo expuso todos los planes 3 y todos decidieron destruir a los que habían despreciado el llamado del rey.
4 Apenas terminó el consejo, Nabucodonosor llamó a Holofernes, jefe supremo del ejército, que le seguía en el mando, y le dijo: 5 «Así habla el rey grande, señor de toda la tierra: Toma contigo unos ciento veinte mil infantes valientes y una gran cantidad de caballos, con doce mil jinetes, 6 y anda contra todo el occidente, ya que se opusieron a mis planes. 7 Diles que se sometan, no sea que yo vaya furioso contra ellos. Cubriré la tierra con los pies de mis soldados, a los que entregaré el país como botín. 8 Los heridos llenarán los valles, y los cadáveres harán desbordar los ríos. 9 Los desterraré hasta los confines de la tierra. 10 Anda, pues, y apodérate de su territorio. Si se entregan a ti, guárdamelos para el día del castigo. 11 Pero si se rebelan, no los perdones; entrégalos a la muerte y al pillaje en toda la tierra. 12 Porque juro por mi vida y por el poder de mi reino que cumpliré todo lo que he dicho. 13 Tú no desobedezcas las órdenes de tu señor, sino realízalas pronto como te lo he mandado.»
14 Holofernes salió para convocar a los generales, jefes y capitanes del ejército asirio. 15 Contó unos ciento veinte mil hombres escogidos para la guerra, y doce mil arqueros a caballo, a los que formó en orden de batalla. 16 Tomó gran número de camellos, burros y mulas para el equipaje 17 y ovejas, bueyes y cabras para alimentarse. 18 Además, cada hombre recibió provisiones y gran cantidad de oro y plata de la casa real.
19 Salió, pues, Holofernes con su ejército delante del rey Nabucodonosor para cubrir toda la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus infantes. 20 Le seguía una multitud numerosa como la langosta y como la arena de la tierra. Eran tantos que no se podían contar.
21 Durante la primera etapa de tres días llegaron desde Nínive a la llanura de Bektilez, cerca del monte que está al norte de Cilicia. 22 Desde allí partió con su ejército, infantería, caballos y carros hacia la región montañosa. 23 Arruinó Put y Lidia, a los hijos de Rassis y a los de Ismael, que están en el desierto, al sur de Jeleón. 24 Atravesó el Eufrates, recorrió Mesopotamia, destruyó todas las ciudades altas que dominan el torrente Abrona y llegó hasta el mar. 25 Se apoderó de Cilicia, derrotando a cuantos se le oponían; llegó a la frontera de Jafet por el sur, frente a Arabia; 26 rodeó a la gente de Madián, incendió sus tierras y tomó sus ganados; 27 en el tiempo de la siega del trigo bajó a la llanura de Damasco, incendió sus campos, dispersó sus ovejas y bueyes y mató a cuchillo a todos los jóvenes. 28 Los habitantes de Sidón y Tiro, los de Sur y Okina, los de Jamnia, Azoto y Ascalón tenían miedo y temblaban ante él.


Comentarios Judit, capítulo 2


2,1

Nabucodonosor, rey de Nínive, da una ley por la cual hay que reconocerlo como único Dios; los pueblos se resisten. Manda sus ejércitos para obligarlos a obedecer; es el vencedor del poderoso rey de los medos, pero el pueblo judío es el único entre todos que se niega a sometérsele.




Judit



3





1 Todos éstos enviaron a Holofernes mensajeros para decirle en son de paz: 2 «Nosotros nos consideramos siervos del gran rey Nabucodonosor y nos entregamos a ti. Trátanos como quieras. 3 Nuestras granjas, nuestro territorio, nuestros campos de trigo, nuestras ovejas, bueyes y sus apriscos, están a tu disposición. Haz con ello lo que quieras. 4 También son tuyas nuestras ciudades, y sus habitantes son tus siervos. Dirígete a ellos como quieras.» 5 Aquellos hombres se presentaron ante Holofernes y le transmitieron estas palabras.
6 Holofernes, entonces, bajó con su ejército al litoral, dejando guarniciones en las ciudades fortificadas, de donde tomó los mejores hombres en calidad de tropas auxiliares. 7 Los habitantes de las ciudades y de los pueblos de los alrededores lo recibieron con coronas y danzando al compás del tamboril. 8 Pero él destruyó sus templos, cortó los árboles de sus bosques sagrados y destruyó todas las divinidades para que los hombres de todas las lenguas y todas las tribus adoraran solamente a Nabucodonosor y lo proclamaran dios.
9 Después llegó frente a Esdrelón, cerca de Dotán, que está ubicado frente a la sierra montañosa de Judea. 10 Acampó entre Gueba y Escitópolis, y allí permaneció un mes para reorganizar el aprovisionamiento de su ejército.



Judit



4





1 Cuando los israelitas del territorio de Judá supieron que Holofernes, jefe supremo del ejército de Nabucodonosor, rey de Asiria, había despojado a los pueblos vecinos y destruido sus santuarios, 2 tuvieron miedo y temblaban pensando en la suerte de Jerusalén y su Templo, 3 ya que hacía poco que habían vuelto del destierro; el pueblo de Judea acababa de reunirse y de consagrar de nuevo el Templo con su altar y su mobiliario después de ser profanado.
4 Entonces avisaron a toda la región de Samaria, a Komá, Bet-Jorán, Belmain, Jericó, Joba, Esorá y el valle de Salem. 5 Ocuparon las alturas de las montañas, fortificaron los pueblos e hicieron provisiones para sostener la guerra, ya que habían terminado de segar sus campos. 6 El jefe de los sacerdotes, Joaquín, que estaba entonces en Jerusalén, escribió a los habitantes de Betulia y Betomestain, que está frente a Esdrelón, a la entrada de la llanura de Dotán, 7 diciéndoles que cuidaran las subidas de la montaña que dan acceso a Judea, pues era fácil detener allí el avance de los atacantes, ya que era tan estrecho el paso que sólo permitía pasar de dos en dos.
8 Los israelitas cumplieron las órdenes de Joaquín, jefe de los sacerdotes, y del consejo de los Ancianos de todo Israel, que se encontraba en Jerusalén.
9 Todos los israelitas se dirigieron humilde y fervorosamente a Dios. 10 Los hombres, sus esposas, sus hijos, sus ganados, los forasteros, los jornaleros y los esclavos se pusieron saco sobre sus cuerpos. 11 Los habitantes de Jerusalén, con sus esposas y sus niños, se arrodillaron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos para rezar ante el Señor. 12 Cubrieron el altar de saco, y todos a una voz pidieron al Dios de Israel que no permitiera arrebatar a sus hijos y esposas, destruir sus ciudades y profanar su Templo.
13 El Señor oyó su voz y comprendió su angustia.
El pueblo ayunó muchos días en Judá y Jerusalén ante el Templo del Señor Omnipotente. 14 Joaquín, jefe de los sacerdotes, los sacerdotes y ministros del Señor, vestidos de saco, ofrecían el sacrificio perpetuo, 15 y, con sus gorros cubiertos de ceniza, clamaban al Señor con todas sus fuerzas para que velara por todo Israel.





Judit



5





1 Holofernes, jefe supremo del ejército asirio, supo que los israelitas se preparaban para la guerra, que habían cerrado los pasos de las montañas, fortificando las cimas de los montes y obstaculizando las llanuras. 2 Se enojó muchísimo y llamó a los jefes de Moab, a los generales de Ammón y a todos los gobernadores del litoral 3 y les dijo: «Hijos de Canaán, díganme qué pueblo es éste que se estableció en la montaña, qué ciudades habita, cuál es la importancia de su ejército, en qué consiste su fuerza y su poder, qué rey guía su ejército 4 y por qué no se ha dirigido a mí como los otros países occidentales.»
5 Ajior, general de todos los amonitas, le respondió: «Escucha, señor, que te diré la verdad sobre ese pueblo que habita esta montaña junto a la que te encuentras. 6 Este pueblo desciende de los caldeos. 7 Habitaron primero Mesopotamia, pero no quisieron seguir a los dioses de sus padres, que vivían en Caldea. 8 Se apartaron del culto de sus padres y adoraron al Dios del cielo, al Dios que habían reconocido. Por esto, sus padres los despidieron de la presencia de sus dioses y se refugiaron en Mesopotamia, donde permanecieron largo tiempo. 9 Pero su Dios les aconsejó salir de su casa y marchar a la tierra de Canaán; se establecieron en ella y adquirieron oro, plata y gran cantidad de ganado.
10 Después bajaron a Egipto porque el hambre se extendió en Canaán, y permanecieron allí mientras tuvieron alimentos. Allí el pueblo aumentó mucho, de modo que ya no podía contarse. 11 El rey de Egipto los obligó a trabajar haciendo ladrillos, los oprimió y los redujo a la condición de esclavos. 12 Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas incurables. Entonces los egipcios los mandaron lejos de ellos. 13 Dios secó el mar Rojo para que pasaran, 14 y los condujo hasta el Sinaí y Cadés-Barne. Echaron a todos los habitantes del desierto, 15 luego habitaron el país de los amorreos y acabaron por la fuerza con todos los jebonitas. Pasaron el Jordán, ocuparon toda la montaña 16 y despidieron al cananeo, al fereceo, al jebuseo, a los siquemitas, a todos los guirgaseos, y permanecieron allí mucho tiempo. 17 Mientras no ofendieron a su Dios vivieron felices, porque estaba con ellos un Dios que odia el mal. 18 Pero cuando se apartaron del camino que les había trazado, fueron exterminados en numerosos desastres y desterrados a otros países; el Templo de su Dios fue arrasado y sus ciudades tomadas por los enemigos.
19 Pero ahora, cuando volvieron a su Dios, regresaron de los diversos lugares en que se encontraban, se posesionaron de Jerusalén, donde está su santuario, y habitaron la región montañosa que había quedado desierta.
20 Así, pues, poderoso señor, informémonos para saber si este pueblo se ha portado mal y si han pecado contra su Dios; si la cosa es así, subamos y ataquémoslos. 21 Pero si no hay maldad en esa gente, déjalos y vuélvete, no sea que su Dios los proteja con su escudo y toda la tierra sea testigo de nuestra derrota.»
22 Cuando Ajior terminó de hablar, el pueblo reunido en torno a la tienda comenzó a criticar. Los magnates de Holofernes y los habitantes de la costa de Moab hablaron de apalearlo. 23 «¡No tememos a los hijos de Israel! Es un pueblo sin fuerza que no está preparado para una lucha dura. 24 Subamos, señor Holofernes, que serán un botín para tu ejército.»




Judit



6





1 Calmado el alboroto de la asamblea, Holofernes, jefe supremo del ejército de Asiria, dijo a Ajior delante de los moabitas y de los pueblos extranjeros: 2 «¿Quién eres tú, Ajior, y quiénes ustedes, que se dejaron sobornar por Efraín y que hoy se permiten profetizar contra nosotros? ¿Por qué nos aconsejan que no luchemos contra Israel, diciendo que Dios los protegerá con su escudo? ¿Qué otros dioses hay fuera de Nabucodonosor? El nos dará fuerza y los exterminará de la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos. 3 Nosotros, sus siervos, venceremos a los israelitas de una vez, y no resistirán el empuje de nuestra caballería. 4 Los quemaremos sin distinción. Su sangre chorrea rá por sus montañas y sus llanuras se convertirán en cementerios. No se mantendrán en pie ante nosotros, pues serán totalmente destruidos, dice el rey Nabucodonosor, señor de toda la tierra. El lo dijo y todas sus palabras se cumplirán.
5 En cuanto a ti, Ajior, mercenario de Ammón, que pronunciaste estas palabras para tu desgracia, desde ahora no verás mi rostro hasta el día en que me vengue de esta raza venida de Egipto. 6 Entonces, la espada de mis soldados y la lanza de la multitud de mis servidores traspasará tu cuerpo; cuando yo vuelva del combate tú estarás reunido con los muertos de Israel. 7 Ahora mis servidores te van a llevar a la montaña y te dejarán en una de las ciudades de la subida 8 para que compartas la suerte de ellos. 9 No pongas esa cara, si crees que son invencibles y que no se cumplirán mis palabras.»
10 Holofernes mandó a los hombres de su tienda que tomaran a Ajior, lo llevaran a Betulia y lo entregaran a los israelitas. 11 Sus servidores lo tomaron y lo sacaron fuera del campamento, a la llanura; de allí pasaron a la montaña y llegaron a las fuentes que están al pie de Betulia. 12 Cuando los hombres de la ciudad los divisaron, tomaron sus armas y salieron hacia la cumbre del monte, mientras que los honderos impedían su subida, disparándoles piedras. 13 Los asirios llegaron a la base del cerro, ataron a Ajior, dejándolo tendido al pie del cerro, y volvieron donde su señor.
14 Los israelitas bajaron, se acercaron a él, lo desataron y lo llevaron a Betulia, presentándolo a los jefes de la ciudad, 15 que en aquel tiempo eran Ozías, hijo de Miqueas, de la tribu de Simeón; Jabri, hijo de Gotoniel, y Jarmí, hijo de Melquiel. 16 Convocaron a todos los dirigentes de la ciudad, también se unieron a la asamblea los jóvenes y las mujeres; pusieron a Ajior en medio del pueblo y Ozías lo interrogó sobre lo que había pasado.
17 Ajior les dio a conocer lo de la asamblea de Holofernes, lo que dijo delante de todos los jefes de los asirios, y las amenazas de Holofernes contra Israel. 18 Entonces el pueblo se arrodilló y adoró a Dios, clamando: 19 «Señor, Dios del cielo, mira su soberbia y ten piedad de tu humilde pueblo; vuelve hoy tu rostro a los que te están consagrados.» 20 Animaron a Ajior y lo felicitaron calurosamente. 21 Después de la reunión, Ozías lo invitó a su casa y ofreció un banquete a los dirigentes. Durante toda la noche pidieron la ayuda del Dios de Israel.



_________________________________________






#92 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 25 octubre 2009 - 05:54









Judit



7




El sitio de Betulia





1 Al día siguiente, Holofernes ordenó a su ejército y a todos los pueblos que se le habían unido para la guerra, poner su campamento cerca de Betulia, ocupar las pendientes de la montaña y pelear contra los israelitas. 2 Ese mismo día su ejército se puso en marcha. El número de guerreros era de ciento veinte mil de infantería y doce mil jinetes, sin contar los encargados del equipaje y la gran cantidad de hombres que iba a pie con ellos. 3 Acamparon en el valle que está cerca de Betulia, junto a la fuente, y se extendieron a lo ancho desde Dotán hasta Belmain y a lo largo, desde Betulia hasta Kiamón, que está frente a Esdrelón. 4 Cuando los israelitas vieron aquella multitud, se asustaron y se dijeron unos a otros: «Sin duda, éstos devorarán todo el país y ni los montes más altos, ni los barrancos ni las colinas detendrán su marcha.» 5 Sin embargo, cada cual tomó su equipo de guerra, encendieron hogueras en las torres y permanecieron atentos toda la noche.
6 El segundo día, Holofernes exhibió toda su caballería ante los israelitas que había en Betulia, 7 examinó las subidas de la ciudad y ocupó los manantiales, dejando soldados en ellos, y él volvió a su ejército.
8 Los príncipes de Esaú, los jefes de Moab y los generales del litoral se acercaron a él y le dijeron: 9 «Escucha, señor, una palabra y no habrá ni un solo herido en tu ejército. 10 Este pueblo de los hijos de Israel confía más en las alturas de las montañas que habitan, y donde no es tan fácil subir, que en sus lanzas. 11 Por eso, señor, si quieres ahorrar la vida de tus hombres, no pelees contra ellos. 12 Quédate en tu campamento y conserva a tu ejército. Basta que tus siervos ocupen las fuentes que brotan de la falda de la montaña. 13 Como los de Betulia se abastecen de agua de esas fuentes, la sed los destruirá y entregarán la ciudad. Nosotros y nuestro pueblo subiremos a lo alto de la montaña para vigilar que nadie salga de la ciudad. 14 Hombres, mujeres y niños, desfallecidos por el hambre, caerán en las plazas antes de que intervengas con la espada. 15 Así los habrás castigado duramente por su rebeldía y por no haber salido a tu encuentro pacíficamente.»
16 Estos consejos agradaron a Holofernes y a sus oficiales, y Holofernes ordenó actuar conforme a ellos. 17 El ejército de los moabitas salió reforzado por cinco mil asirios, llegaron al valle y se apoderaron de los depósitos de agua y de las fuentes de los israelitas. 18 Por su parte, los edomitas y amonitas acamparon en la montaña frente a Dotán, y mandaron a algunos al sur y al este frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente Mojmur. El resto del ejército asirio quedó en la llanura y cubría todo el país. Sus carpas y equipajes formaban un campamento inmenso porque era una enorme muchedumbre.



Desaliento y derrotismo



19 Desanimados, clamaron los israelitas al Señor, su Dios, al ver que los rodeaban sus enemigos sin que pudieran escapar. 20 Treinta y cuatro días estuvieron cercados por el ejército asirio: infantes, carros y jinetes. A los habitantes de Betulia se les acabaron las reservas de agua; 21 los pozos se agotaron y tuvieron que racionarla. 22 Los niños, las mujeres y los adolescentes desfallecían de sed y caían en las calles de la ciudad. 23 Entonces todos, hombres, mujeres, jóvenes y niños, acudieron en tropel a Ozías, y dijeron a una voz:
24 «Que Dios sea juez entre ti y nosotros, porque tú eres el causante de estas desgracias, al no querer tratar de paz con los asirios. 25 No hay quien nos pueda socorrer ahora. Dios nos ha abandonado en manos de los asirios para morir de sed y de miseria. 26 Convoca, pues, ahora, a todos los que están en la ciudad, y entreguémonos voluntariamente al ejército de Holofernes; 27 porque es preferible vivir cautivos y bendecir al Señor, que ver expirar ante nuestros ojos a nuestras esposas y niños. 28 Te exigimos por el cielo y la tierra, por nuestro Señor y Dios de nuestros padres, el que nos castiga por nuestros pecados y los de ellos, que tomes esta resolución hoy mismo.»
29 Toda la asamblea se conmovió profundamente y clamó a Yavé, su Dios, a grandes voces.
30 Ozías se levantó y dijo: «Tengan confianza, hermanos míos, y esperemos durante cinco días la misericordia del Señor. Quizá se apiade de nosotros y no nos abandone hasta el fin. 31 Pero, si pasado ese plazo no llega ningún socorro, haremos lo que pidieron.»
32 Luego despidió al pueblo, y cada uno se fue a su lugar. Fueron a las murallas y torres de la ciudad y mandaron a las mujeres y a los niños a sus casas. Pero en la ciudad había un gran abatimiento.





Judit



8





1 En Betulia vivía Judit, hija de Merarí, hijo de Idox, hijo de José, hijo de Oziel, hijo de Elcías, hijo de Ananías, hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de Elías, hijo de Jilquías, hijo de Eliab, hijo de Natanías, hijo de Salatiel, hijo de Simeón. 2 Manasés, su esposo, de su misma tribu y familia, había muerto durante la cosecha de la cebada. 3 Mientras vigilaba a los segadores que ataban las gavillas, le dio una insolación, cayó en cama y murió en Betulia, su ciudad. Fue sepultado junto a sus padres en el campo que hay entre Dotán y Balamón.



Judit: la judía que no duda en su fe



4 Hacía tres años y medio que Judit era viuda de Manasés. 5 En la terraza de su casa se había hecho una habitación donde vivía. Se vestía de penitencia 6 y ayunaba todos los días, menos los sábados y otras festividades de Israel. 7 Era extremadamente hermosa. Su marido le había dejado muchas riquezas, familia numerosa y posesiones llenas de rebaños de vacas y de ovejas, quedando ella como dueña. 8 No había nadie que hablara la más mínima palabra en su contra, ya que procuraba agradar a Dios en todo.
9 Judit, pues, oyó las amargas palabras que el pueblo había dicho contra el jefe de la ciudad, pues habían perdido el ánimo ante la escasez de agua. También supo que Ozías había prometido que al cabo de cinco días entregaría la ciudad.
10 Entonces envió a llamar a los dirigentes Jabrí y Jarmí. 11 Cuando llegaron a su casa les dijo:
«Escúchenme, jefes de Betulia. No están bien las palabras que han pronunciado delante del pueblo, cuando incluso han jurado ante Dios que entregarían la ciudad a nuestros enemigos si en el plazo convenido el Señor no les enviaba socorro. 12 ¿Quiénes son ustedes para poner a Dios a prueba? 13 Ese no es el medio para atraer su misericordia; más bien sirve para provocar su ira. 14 Ustedes nunca llegarán a conocer todo lo que siente una persona, no podrán apoderarse de sus pensamientos. Entonces, ¿cómo van a comprender a Dios que hizo todas las cosas? No, hermanos, no provoquen la cólera del Señor, Dios nuestro. 15 Si no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para salvarnos en cualquier otro momento, como lo tiene para destruirnos en presencia de nuestros enemigos. 16 Pero ustedes no exijan garantías a los designios del Señor, nuestro Dios, porque Dios no se somete a las amenazas como un hombre, ni se le impone decisión alguna, como a hijos de hombres. 17 Más bien pidámosle que nos socorra mientras esperamos confiadamente que nos salve, y él escuchará nuestras súplicas, si le agrada hacerlo.
18 Es verdad que no se encontraría en nuestros días tribu, familia, pueblo o ciudad de las nuestras que se postre ante dioses hechos por mano del hombre, como sucedió en otros tiempos, 19 por lo cual, en castigo, nuestros padres fueron entregados a la espada y al saqueo, y murieron en forma desastrosa ante sus enemigos. 20 En cambio, nosotros no reconocemos a otro Dios fuera de él, y en esto radica nuestra esperanza de que no nos mirará con indiferencia, ni a nosotros, ni a ninguno de nuestra raza.
21 Porque si de hecho se apoderan de nosotros, caerá toda Judea, y nuestro Santuario será saqueado. 22 Tendremos que responder de esta profanación con nuestra propia sangre. Dios nos pedirá cuentas por la muerte de nuestros hermanos, la esclavitud de nuestro pueblo y la ruina de nuestra herencia. 23 El castigo nos alcanzará en medio de las naciones en que estemos como esclavos, y seremos maltratados por nuestros patrones. No habrá esperanza de que nuestra esclavitud se cambie en una suerte más feliz, sino que el Señor, nuestro Dios, la convertirá en deshonra. 24 Ahora, pues, mostremos a nuestros hermanos que nos sentimos solidarios con ellos y que sabemos luchar por nuestra religión, nuestro Templo y su altar.
25 Por todos estos motivos debemos dar gracias al Señor, nuestro Dios, que ha querido probarnos como a nuestros padres. 26 Recuerden lo que hizo con Abraham, las pruebas por las que hizo pasar a Isaac, lo que le sucedió a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando pastoreaba el rebaño de Labán, hermano de su madre. 27 Cómo los colocó en el crisol para probar sus corazones! El Señor nos hiere a los que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para instruirnos.»
28 Ozías respondió: «En todo lo que has dicho, has hablado con criterio, y nadie podrá oponerse a tus razones, 29 ya que no es hoy cuando has comenzado a dar muestras de tu sabiduría, sino que desde hace mucho tiempo todo el pueblo conoce tu inteligencia y la generosidad natural de tu corazón. 30 Pero el pueblo padecía mucha sed y nos obligaron a cumplir nuestra palabra, y a comprometernos con un juramento que no podemos romper. 31 Ahora, pues, tú que eres piadosa, pide por nosotros al Señor que envíe lluvia para llenar nuestros pozos, y así no nos veamos desfallecidos.»
32 Judit respondió: «Escúchenme. Voy a hacer algo cuyo recuerdo se prolongará entre los hijos de nuestra raza de generación en generación. 33 Esta noche estén en la puerta de la ciudad. Yo saldré con mi sirvienta y, antes del plazo que se han fijado para entregar la ciudad a nuestros enemigos, el Señor, por mi medio, visitará a Israel. 34 No intenten averiguar lo que quiero hacer, pues no lo diré hasta no haberlo cumplido.»
35 Entonces Ozías y los jefes le dijeron: «Vete en paz, y que el Señor Dios vaya delante de ti para tomar venganza de nuestros enemigos.» 36 Y dejando la habitación de Judit, regresaron a sus puestos.



Comentarios Judit, capítulo 8


8,4

Yavé realiza sus planes valiéndose de los humildes; es a los pequeños humildes a quienes revela sus misterios (Mt 11,25-30). Esta manera de actuar de Yavé la vemos continuamente en la Biblia; por ejemplo, la elección de David (1 Sam 16), lo mismo se hace resaltar en 1 Macabeos 3,18-22. Judit, a pesar de sus riquezas, es una mujer insignificante ante el poderío militar de Holofernes.

¿Quiénes son ustedes para poner a Dios a prueba? (12). La actitud del que es fiel a Dios resalta en el discurso de Judit ante los dirigentes de la ciudad. Los reprende por querer poner plazo a Dios, para que él realice sus planes humanos. Muchos cristianos de hoy hacen lo mismo con sus mandas cuando pretenden obligar a Dios para que les haga un favor determinado.
Porque si de hecho
se apoderan de nosotros, caerá toda Judea (21). El que tiene problemas no debe pensar sólo en sus propios intereses, sino en los de los demás. Judit les hace pensar en el resto de la nación y no únicamente en la ciudad de Betulia. La solidaridad nacional los obliga a resistir. ¿Qué les diría Judit a tantos hombres que nunca piensan en la solidaridad con todo el mundo de los que sufren?








Judit



9



La oración de Judit



1 Judit se arrodilló con el rostro inclinado, puso ceniza sobre su cabeza y dejó ver el saco que tenía puesto. Era precisamente a la misma hora en que se ofrecía en la Casa de Dios de Jerusalén el incienso de la tarde. Y dirigió su voz al Señor, diciendo:
2 «Señor, Dios de mi padre Simeón, a él le diste una espada para castigar a aquellos extranjeros que violaron a una virgen ultrajándola, que desnudaron su cuerpo para su propia vergüenza y que profanaron su seno para su propia deshonra. Ellos hicieron eso, aunque tú dijiste: 3 Esto no se hace. Pero entregaste a sus jefes a la muerte, y su lecho, rojo de vergüenza, lo dejaste rojo de sangre por su engaño. 4 Castigaste a los esclavos junto a los príncipes; y a los príncipes con los siervos. Entregaste sus mujeres al rapto, sus hijas a la esclavitud y sus posesiones para que fueran repartidas entre tus hijos queridos, que habían hecho suyos tus deseos, que tuvieron horror a la profanación hecha a su sangre y pidieron tu ayuda.
5 ¡Dios mío, escúchame! Tú hiciste las cosas pasadas, las presentes y las venideras, tú has pensado el presente y el futuro, y sólo se realiza lo que tú dispones, ya que los acontecimientos que tú quieres se presentan y te dicen: ¡Aquí estamos! 6 Pues preparas tus intervenciones y tus decisiones están previstas de antemano.
7 Mira la muchedumbre de los asirios; están orgullosos de sus caballos y jinetes, alaban la fortaleza de sus infantes, confían en sus escudos y en sus lanzas, en sus arcos y en sus hondas, pero no reconocen que tú eres el Señor, el que decide las guerras.
8 Señor es tu nombre. ¡Quebranta su fuerza con tu poder! ¡Derriba su dominio con tu ira!, pues pretenden profanar tu Santuario, manchar la Tienda donde se encuentra la gloria de tu Nombre y destruir con hierro los cuernos de tu altar.
9 Mira su orgullo y deja caer tu ira sobre sus cabezas, y da a mi mano de mujer la fuerza necesaria para lo que he dispuesto. 10 Castiga con la astucia de mis palabras al esclavo y al señor, al jefe y sus servidores; acaba con su soberbia por medio de mi mano de mujer.
11 Pues tu fuerza no está en la multitud, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los humildes, defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, protector de los abandonados, salvador de los desesperados.
12 Sí, Dios de mi padre y Dios de Israel, Señor de cielos y tierra, Creador de las aguas, Rey de toda la creación, ¡escucha mi plegaria!
13 Dame palabras seductoras para herir y matar a los que vienen como enemigos de tu alianza, de tu santa Casa, del monte Sión y la Casa que pertenece a tus hijos.
14 Haz que toda nación y toda tribu reconozca que eres Dios, todopoderoso y fuerte, y que fuera de ti no hay otro protector para el pueblo de Israel.»






Judit



11






1 Holofernes le dijo: «Ten confianza, mujer, no tengas miedo, porque nunca he maltratado a los que se deciden a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. 2 Tampoco habría levantado mi espada contra tu pueblo de montañeses si no me hubieran despreciado; 3 pero ellos lo han querido así. Ahora dime por qué huyes de ellos y te refugias entre nosotros ¿Lo haces para salvarte? Ten confianza, salvarás tu vida esta noche y en adelante. 4 Nadie te hará daño; te tratarán bien como a los siervos de mi señor, el rey Nabucodonosor.»
5 Judit respondió: «Escucha mis palabras para que pueda hablar con libertad ante tu presencia. Esta noche diré sólo la verdad a mi señor. 6 Si sigues los consejos de tu sierva, todo se cumplirá por la mano de Dios y mi señor no fracasará en sus proyectos. 7 ¡Viva Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y viva su poder que te ha enviado para poner en el recto camino a todo viviente! Gracias a tu poder, no sólo los hombres le sirven, sino que hasta las bestias salvajes, los ganados y las aves del cielo viven para Nabucodonosor y toda su casa.
8 Nosotros hemos oído hablar de tu sabiduría y de la prudencia de tu espíritu y toda la tierra sabe que tú eres el más hábil de todo el reino, de profundos conocimientos y muy entendido para la guerra. 9 También conocemos el discurso que Ajior pronunció en tu consejo y oímos sus propuestas, pues los hombres de Betulia lo acogieron y él les contó todo lo que dijo en tu presencia. 10 Ahora, poderoso señor, no desprecies sus palabras; tenlas bien presentes, que son verdaderas. Nuestro pueblo no será vencido, ni la espada podrá contra ellos si no han pecado contra su Dios. 11 Pero, para que no quedes decepcionado y fracasado, la muerte caerá sobre ellos. Han caído en un pecado que hace enojarse a Dios cada vez que lo cometen 12 En vista de que les faltan alimentos y escasea el agua, han decidido consumir todo lo que Dios con sus leyes les tiene prohibido comer. 13 Incluso las primicias del trigo y las décimas del vino y del aceite, cosas sagradas y reservadas a los sacerdotes de Jerusalén y que ningún laico puede tocar ni siquiera con las manos. 14 Han enviado mensajeros a Jerusalén (donde el pueblo hace lo mismo), para conseguir autorización de los Ancianos. 15 Y en cuanto les sea concedido y lo realicen, entonces Dios te los entregará para su destrucción. 16 Cuando supe todo esto, huí de ellos, y Dios me envió para realizar contigo hazañas tales que, cuando la tierra lo sepa, todos queden desconcertados. 17 Soy piadosa y sirvo al Dios del cielo noche y día. Ahora quiero quedarme a tu lado. Cada noche saldré al valle a rezar a Dios y él me avisará en cuanto hayan caído en el pecado. 18 Entonces, yo te avisaré para que salgas con tu ejército y ninguno de ellos podrá oponerse. 19 Te guiaré por toda Judea hasta llegar al corazón de Jerusalén. Tú los llevarás como ovejas sin pastor, y ni siquiera un perro ladrará contra ti. Todo esto me ha sido revelado para que te lo comunique.»
20 Estas palabras agradaron a Holofernes y a todos sus oficiales, que, admirados de su sabiduría, dijeron: 21 «De un extremo a otro del mundo no hay mujer tan hermosa como ésta y tan sensata en sus palabras.» 22 Holofernes le dijo: «Bien ha hecho Dios en mandarte delante de tu pueblo, para demostrarle que el poder está en mis manos y la ruina en manos de los que desprecian a mi señor. 23 Eres tan hermosa como prudente para hablar. Si haces lo que has dicho, tu Dios será mi Dios, vivirás en el palacio de Nabucodonosor y serás famosa en toda la tierra.»





Judit



12





1 La invitó a pasar donde tenía sus cubiertos de plata y mandó que le sirvieran de sus manjares y su vino. Pero Judit le dijo: 2 «No debo comer esto para no caer en falta; basta con lo que traje.» Holofernes replicó: 3 «Cuando se te acaben las cosas que tienes, ¿de dónde sacaremos otras iguales, si entre nosotros no hay nadie de los tuyos?» 4 Judit respondió «No te preocupes, porque antes que consuma lo que traje, el Señor cumplirá, por mi mano, sus designios.» 5 Los ayudantes la llevaron a su tienda, donde durmió hasta medianoche. 6 Luego se levantó para salir a orar, 7 pues había pedido a Holofernes que ordenara a sus guardias que la dejaran salir.
Judit permaneció tres días en el campamento, y cada noche iba al valle de Betulia y se lavaba en la fuente donde estaban los guardias. 8 A su regreso, rogaba al Dios de Israel que encaminara sus pasos para alegría de todo su pueblo. 9 Ya purificada, volvía a su tienda para la comida.



En la tienda de Holofernes



10 Al cuarto día, Holofernes dio un banquete al que invitó solamente a sus oficiales, excluyendo a los que estaban de servicio. 11 Dijo a Bagoas, su mayordomo: «Convence a esa mujer hebrea que está en tu casa que venga a comer y beber en nuestra compañía. 12 Sería una vergüenza para nosotros dejar que se fuera una mujer así sin haber tenido relaciones con ella. Si no logramos convencerla, se reirá harto de nosotros.»
13 Bagoas salió, pues, de la carpa de Holofernes y entró en la de Judit. Le dijo: «No te niegues, bella joven, a venir donde mi señor para que te honre y bebas con nosotros alegremente. Hoy mismo llegarás a ser como una de las asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.» 14 Respondió Judit: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? Todo lo que agrade a sus ojos lo haré con gusto, y eso será para mí motivo de alegría hasta el día de mi muerte.»
15 Se levantó, se adornó con sus vestidos y todos sus adornos de mujer. Su sirvienta se le adelantó y extendió en el suelo, delante de Holofernes, la piel que Bagoas había dado a Judit para su uso diario y donde pudiera reclinarse para comer.
16 Entró Judit y se instaló. El corazón de Holofernes quedó cautivado y su espíritu perturbado. Era presa de un deseo intenso de poseerla, porque desde el día en que la vio atisbaba el momento favorable para seducirla.
17 Le dijo, pues: «Bebe y participa de nuestra alegría.» 18 Judit respondió: «Bebo gustosa, señor, porque desde que nací jamás me sentí tan feliz como hoy.» Tomó lo que su sirvienta le había preparado 19 y comió y bebió ante él. Holofernes estaba bajo su encanto, 20 por eso bebió tal cantidad de vino como jamás en su vida había tomado.





Comentarios Judit, capítulo 12


12,10

En los diálogos de Judit con Holofernes habrá que notar como Judit dice «mi señor» con un doble sentido. No miente en sus respuestas, pues si bien lo dice para que Holofernes crea que él es el «señor», ella en realidad se está refiriendo a su Señor.




_________________________________________________








#93 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 31 octubre 2009 - 03:02








Judit


13



Dios hace cosas asombrosas



1 Cuando se hizo tarde, sus oficiales se apuraron en irse. Bagoas cerró la carpa por fuera, después de haber despedido del lado de su amo a los que permanecían todavía. Todos fueron a acostarse, fatigados por el exceso en la bebida. 2 Judit fue dejada sola en la tienda con Holofernes, hundido en su cama y ahogado en vino. 3 Entonces Judit dijo a su sirvienta que permaneciera fuera, cerca del dormitorio, y que esperara su salida, como ella lo hacía diariamente. Además había tenido la precaución de decir que saldría para hacer su oración, y había hablado en el mismo sentido con Bagoas.
4 Todos se habían ido de la carpa de Holofernes, y nadie, grande o pequeño, se había quedado en el dormitorio. Judit, de pie al lado de la cama, dijo interiormente: «Señor, Dios de toda fortaleza, favorece en esta hora lo que voy a hacer para gloria de Jerusalén. 5 Este es el momento para que salves a tu pueblo. Da éxito a mis planes para aplastar a los enemigos que se han levantado en contra nuestra.»
6 Avanzó entonces hacia la cabecera de la cama, de donde colgaba la espada de Holofernes, la desenvainó 7 y después, acercándose al lecho, tomó al hombre por la cabellera y dijo: «Señor, Dios de Israel, dame fuerzas en este momento.» 8 Lo golpeó dos veces en el cuello, con todas sus fuerzas, y le cortó la cabeza. 9 Después hizo rodar el cuerpo lejos del lecho y arrancó las cortinas de las columnas. En seguida salió y entregó la cabeza de Holofernes a su sirvienta, 10 que la puso en la bolsa en que guardaba sus alimentos, y las dos salieron del campamento como tenían costumbre para ir a rezar.
Una vez que atravesaron el campamento, rodearon la quebrada, subieron la pendiente de Betulia y llegaron a sus puertas. 11 De lejos, Judit gritó a los guardias de las puertas: «Abran, abran la puerta. El Señor, nuestro Dios, está con nosotros para hacer maravillas en Israel y desplegar su fuerza contra nuestros enemigos, como lo ha hecho hoy.»
12 Los hombres de la ciudad, al oír su voz, se apuraron en bajar hasta la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos. 13 Del más pequeño hasta el más grande, todos acudieron, porque ya no esperaban su regreso. Abrieron las puertas, acogieron a las dos mujeres, encendieron luces para verlas y las rodearon. 14 Con fuerte voz, Judit les dijo:
«¡Alaben a Dios! ¡Alábenlo! ¡Alábenlo, porque no ha apartado su bondad del pueblo de Israel! ¡Esta noche, por mi mano, ha aplastado a nuestros enemigos!»
15 Entonces sacó de la bolsa la cabeza de Holofernes y la mostró: «Aquí tienen la cabeza de Holofernes, general en jefe del ejército asirio, y éstas son las cortinas de su cama. El Señor lo mató por la mano de una mujer.
16 ¡Viva el Señor, que me protegió en mi empresa! Mi cara no encantó a ese hombre sino para perderlo, ya que no pecó conmigo; no me manchó ni me deshonró.» 17 Presa de un indecible entusiasmo, todo el pueblo se postró para adorar a Dios y gritó a una sola voz: «Bendito seas, Dios nuestro, tú que en este día aniquilaste a los enemigos de tu pueblo.»
Que el Altísimo te bendiga más que a todas las mujeres
18 Ozías, por su parte, dijo a Judit: «Hija mía, Bendita eres tú más que todas las mujeres.
¡Y bendito sea el Señor Dios, Crea dor del cielo y de la tierra, que te condujo para que cortaras la cabeza del jefe de nuestros enemigos!
19 Jamás los hombres olvidarán la confianza que has demostrado, y siempre recordarán las hazañas de Dios.
20 Haga Dios que siempre te celebren, y que nunca te falten sus dones, porque no vacilaste en exponer tu vida por tu pueblo oprimido, y, para salvarnos del desastre, tomaste ante Dios la decisión más eficaz.»
Todo el pueblo respondió: «Amén. Amén.»


Comentarios Judit, capítulo 13


13,1
Todo el relato que sigue quiere poner de relieve el amor vigilante de Dios que sabe intervenir cuando es necesario y que lleva a buen término nuestras empresas, aunque aparentemente estén condenadas al fracaso, cuando lo arriesgamos todo para salvar a nuestros hermanos. En ese sentido, está totalmente acertado.
Hay que notar, sin embargo, que la astucia de Judit y la sorprendente derrota de los asirios después de la muerte de Holofernes no son más que un sueño de impotencia infantil. Este relato fue compuesto mucho más tarde, después de la época de los Macabeos, en comunidades de judíos emigrados que habían perdido el gusto y la capacidad para una lucha armada. El viejo sueño renace de un recurso mágico, en este caso, una intervención milagrosa de Dios, capaz de dar vuelta a toda la situación y de aplastar el mal para siempre.
Es fácil ver que aquí se mezclan lo humano y lo divino, la confianza sin límites en Dios y los sueños desmesurados del niño. En este punto la cruz de Jesús y su resurrección, tan fuerte como discretamente, nos pondrán en la verdad.
El relato es también verdadero desde el momento en que el triunfo inaudito de Judit reduce a muy poca cosa el prestigio y la venerabilidad de los hombres, ancianos o sacerdotes que pasaban por jefes del pueblo de Dios. Es un acto de reparación a la mujer en una sociedad terriblemente machista: Dios no pensó en todos esos hombres valientes u honrados; no tienen más que aplaudir a una mujer sin títulos.

13,18
Bendita eres tú más que todas las mujeres. Lucas recordará estas palabras y las ajustará para María (Lc 1, 42). Después de él reconocemos fácilmente en la victoria de Judit una figura de otra victoria en que María, inmune de todo pecado, «machacó la cabeza de la serpiente», según había anunciado la Biblia (Gén 3,15), y recibió al Salvador en nombre de toda la humanidad. A ella mejor que a Judit le corresponde el himno de 15,9: Tú eres la gloria de Jerusalén.





Judit



14





1 Judit les dijo: «Escuchen, hermanos; tomen esta cabeza y cuélguenla en las murallas. 2 Al amanecer, los más valientes con un jefe a la cabeza, tomen sus armas y salgan de la ciudad como si intentaran bajar a la llanura contra los asirios, 3 pero no bajen. Ellos tomarán sus armas e irán a despertar a los jefes de su ejército. Se presentarán a la tienda de Holofernes, y al no encontrarlo, quedarán aterrorizados y huirán ante ustedes. 4 Entonces ustedes y todos los habitantes de Israel los perseguirán para matarlos.
5 Pero antes llamen a Ajior, el amonita, para que vea y reconozca al que despreciaba a Israel, al que lo envió a nosotros para morir.» 6 Llegó Ajior, que estaba en casa de Ozías, y al ver la cabeza de Holofernes en manos de un hombre del pueblo, se desmayó. 7 Una vez recuperado, se arrodilló a los pies de Judit y le dijo:
¡Bendita seas en toda Judá y en todas las naciones, que, al oír tu nombre, quedarán asombradas! 8 Ahora cuéntame lo que has hecho estos días.»
Judit, en medio del pueblo, narró todo lo que había hecho, desde que salió hasta ese momento. 9 Al terminar, todo el pueblo dio gritos de alegría, que se escucharon en toda la ciudad. 10 Por su parte Ajior, al ver lo que había hecho el Dios de Israel, creyó en él, se circuncidó y quedó unido para siempre al pueblo de Israel.
11 Apenas amaneció, colgaron la cabeza de Holofernes en la muralla, tomaron sus armas y salieron a los accesos del cerro. 12 Los asirios que los vieron, avisaron a sus oficiales y éstos a su vez a los generales, capitanes y a todos los jefes, 13 hasta llegar a la tienda de Holofernes. Allí dijeron a su encargado general: «Despierta a nuestro jefe, que los esclavos quieren bajar a luchar con nosotros.» 14 Bagoas descorrió la cortina, pues creía que Holofernes dormía con Judit. 15 Como nadie contestó, entró en el dormitorio y lo encontró en el suelo, muerto y sin cabeza. 16 Gritó muy fuerte y rasgó sus ropas. 17 Luego entró en la tienda de Judit y, al no encontrarla, corrió a las tropas y gritó: 18 «¡Los esclavos nos han traicionado! Una sola mujer hebrea ha llenado de vergüenza a la gente de Nabucodonosor. Holofernes está muerto en el suelo y sin cabeza.» 19 Los jefes del ejército asirio, desanimados por estas palabras, rasgaron sus vestiduras y dieron grandes gritos en el campo.






Judit



15






1 Cuando lo supieron los que estaban en el campamento, se conmovieron, 2 ya no respetaron ninguna disciplina, sino que llenos de miedo huyeron por todos los caminos de la montaña y la llanura. 3 Los que estaban en torno a los judíos, también huyeron; entonces los guerreros de Israel se dejaron caer sobre ellos. 4 Ozías mandó mensajeros a Betomestaim, a Jobá, a Coba y por todo Israel, para informarles de lo que había pasado, invitándolos a perseguir y destruir a los enemigos.
5 Cuando los israelitas supieron esto, se lanzaron sobre ellos, y los persiguieron hasta Coba. También acudieron los de Jerusalén y los de la montaña, pues ya sabían lo que había pasado en el campamento de sus enemigos. Los de Galaad y Galilea los persiguieron hasta más allá de Damasco. 6 En cuanto a los demás habitantes de Betulia, bajaron al campamento asirio, lo saquearon y recogieron grandes riquezas. 7 Los israelitas que volvían de la matanza se adueñaron del resto; también los hombres de las aldeas y granjas de las llanuras y montañas recogieron gran botín de todo lo que los enemigos habían abandonado.
8 El sumo sacerdote, Joaquín, y todo el Consejo de Ancianos de los habitantes de Jerusalén vinieron a enterarse de los beneficios con que el Señor había colmado a Israel, y para ver a Judit y saludarla. 9 Al entrar a su casa, todos la felicitaban con estas palabras:
«¡Tú eres la gloria de Jerusalén,
el orgullo supremo de Israel,
el honor mayor de nuestra raza!
10 ¡Qué obra más grande ha sido la de tus manos, y qué beneficiosa resultó para Israel! Dios ha mirado con buenos ojos todo lo que hiciste.
¡Que el Señor Todopoderoso te bendiga a través de las edades!»
Y todos respondieron: ¡Amén!
11 El saqueo del campamento asirio duró un mes. A Judit le dieron la tienda de campaña de Holofernes con los objetos de plata, las camas, los cojines y todos los muebles. Ella lo tomó, trajo su mula y cargó todo en unos carros. 12 Todas las mujeres de Israel se reunieron para verla y aclamarla, y organizaron danzas para festejarla. Ella tomó palmas y las distribuyó entre las mujeres que la acompañaban. 13 Judit iba encabezando al pueblo y guiando la danza de las mujeres. Todos los hombres de Israel la seguían armados, llevando en la frente coronas y cantando himnos.
14 Judit entonó este canto de acción de gracias, y todo Israel le respondía:




Judit



16




El cántico de Judit



1 ¡Alaben a mi Dios con tamboriles, canten al Señor con platillos
ofrézcanle un salmo de alabanza,
ensalcen e invoquen su nombre!
2 Dios es el Señor que acaba la guerra,
que acampa en medio de su pueblo,
para librarme de mis perseguidores.
3 Los asirios venían de las montañas del norte,
su innumerable ejército cerraba los valles
y sus caballos cubrían los montes.
4 Querían incendiar mis tierras,
acabar con mis jóvenes y lactantes,
y raptar a las vírgenes.
5 El Señor todopoderoso los rechazó
por mano de una mujer.
6 Su jefe no fue derribado
por jóvenes guerreros,
ni herido por hijos de titanes,
ni atacado por gigantes.
¡Fue Judit, hija de Merarí,
que con la hermosura de su rostro lo desarmó!
7 Se sacó sus vestidos de viuda
para reanimar a los afligidos de Israel;
adornó su rostro,
8 puso una cinta en sus cabellos
y se vistió de lino para seducirlo,
9 sus sandalias atrajeron su mirada
y su belleza encadenó su alma.
¡El sable atravesó su cuello!
10 Los persas se estremecieron de su audacia,
los medos se sorprendieron de su temeridad.
11 Entonces mis humildes clamaron
y aquéllos temieron;
mis débiles gritaron
y aquéllos abandonaron el campo.
12 Hijos de madres jóvenes los atacaron;
como a hijos de desertores los hirieron.
Murieron en la batalla contra mi Señor.
13 Cantaré a mi Dios un canto nuevo:
«Tú eres grande, Señor, eres glorioso,
admirable e insuperable en poder.
14 Que te sirvan todas las criaturas,
pues tú hablaste y fueron hechas,
enviaste tu espíritu y las hizo,
nadie puede resistir tu voz.
15 Los montes y las aguas se conmo verán,
las rocas se derretirán como cera;
pero tú siempre te mostrarás bueno
con aquellos que te temen.
16 Todo sacrificio es de poco valor para ti.
¡Ni se nombre la grasa de los holocaustos!
Pero el que teme al Señor será grande para siempre.
17 ¡Ay de las naciones que atacan mi raza!
El Omnipotente las castigará el día del juicio;
pondrá fuego y gusanos en su carne,
y llorarán de dolor eternamente.

18 Cuando llegaron a Jerusalén, adoraron a Dios y, después de que se purificó el pueblo, le ofrecieron sacrificios, ofrendas y regalos. 19 Judit ofreció para el Templo todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le había entregado, así como las cortinas de su dormitorio que ella misma se había llevado. 20 Durante tres meses el pueblo permaneció en Jerusalén celebrando fiestas delante del Santuario. Judit estaba con ellos.
21 Pasados aquellos días, cada uno volvió a su casa. Judit regresó a Betulia y se dedicó a su hacienda. Fue famosa en todo el país hasta el día de su muerte. 22 Muchos le ofrecieron matrimonio, pero no aceptó a nadie desde que murió su esposo Manasés, y fue a reunirse con su pueblo.
23 Su vejez la pasó en casa de su marido. A su sierva le dio la libertad. Murió en Betulia a la edad de ciento cinco años y fue sepultada en el sepulcro de Manasés. 24 En esta ocasión el pueblo estuvo de duelo siete días. Antes de morir distribuyó su hacienda entre los parientes de su esposo y los suyos.
25 Mientras vivió Judit, nadie amenazó a Israel, y ni siquiera mucho tiempo después de su muerte.




_____________________________________________







#94 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 09 diciembre 2009 - 02:07





Baruc


Introducción





Este librito fue puesto bajo el nombre de Baruc, el “secretario” del rey Joaquim, que se hizo discípulo y secretario del profeta Jeremías (Jer 36; 45,1). De hecho es una obra tardía, compuesta probablemente un siglo antes de nuestra era, en la que se han reunido algunas piezas dirigidas a los judíos dispersos fuera de Palestina. Ver al respecto la introducción a Tobías, p.1093


El primer punto sobre el que había que insistir era su condición de extranjeros: no debían acostumbrarse ni dejarse asimilar. Por eso se les pone aquí oraciones de los judíos deportados a Babilonia seis siglos antes: ellos también serán espiritualmente exiliados.


Una primera parte (1,1—3,8) es una oración de penitencia. Sostiene que las tragedias del pasado fueron consecuencia de las faltas a la Ley y pide a Dios que mantenga las promesas hechas a su pueblo: al final, lo reunirá.


Una segunda parte trae dos poemas. El primero (3,9—4,4) se inspira en los textos de Job 38, Pro 8,20-36 y Sir 24,23. Es un llamado a escuchar la Ley, la única revelación de la sabiduría divina. El segundo (4,5—5,9) traza el camino que Dios ofrece a su pueblo exiliado en tierra extranjera.

Después de haber sido despreciado, verá el castigo de sus enemigos, y Jerusalén será la luz de las naciones. Aquí se copian textos de Is 60-62. 


El libro de Baruc existe sólo en griego. En la Biblia de los Setenta no comprende más que estas dos primeras partes, pero va seguido por una “Carta de Jeremías” que estaba dirigida a los mismos lectores y que las Biblias católicas han incluido comúnmente en el libro de Baruc del cual forma el capítulo 6.





______________________________________


Baruc



1


Oración de los desterrados


1 Estas son las palabras del libro de Baruc, hijo de Nerías, descendiente de Maasías, de Sedecías, de Sedeí, de Helcías. 2 Lo escribió en Babilonia el año quinto, el día siete del mes, desde que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.
3 Baruc leyó las palabras de este libro en presencia de Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y delante de todo el pueblo que acudía a oírlas. 4 Estaban todos los personajes de la familia real, los ancianos y el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, cuantos habitaban en Babilonia junto al río Sud.
5 Entonces lloraron, ayunaron y rezaron 6 e hicieron una colecta de dinero, de acuerdo a las posibilidades de cada uno. 7 Enviaron a Baruc a Jerusalén, hacia Joaquim, hijo de Helcías, hijo de Salón, sacerdote, a los sacerdotes y a todo el pueblo que se hallaba con él en Jerusalén. 8 Antes de partir, el día diez del mes de Siván, había tomado los vasos del Templo del Señor que habían sido robados, para devolverlos a la tierra de Judá. Eran los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, 9 cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, aprisionó a Jeconías y a los príncipes, a todos los ricos y al pueblo y los llevó de Jerusalén a Babilonia.
10 Y les dijeron: «Les mandamos dinero para que compren holocaustos y ofrendas por el pecado e incienso, y para que ofrezcan sacrificios en el altar del Señor nuestro Dios, 11 rueguen por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar, su hijo, para que en todo tengan éxito. Así el Señor nos concederá a nosotros fortaleza y salud, 12 viviremos bajo la protección de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de su hijo Baltasar, los serviremos por largo tiempo y nos tratarán bien.
13 Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque lo hemos ofendido y hasta el día de hoy el enojo y la cólera del Señor no se han apartado de nosotros. 14 Finalmente, lean este libro que les mandamos para que sea leído en el Templo del Señor en día de fiesta y en los días que conviene.
15 Dirán: Que todos reconozcan la justicia del Señor, nuestro Dios. En cambio, a nosotros nos corresponde la vergüenza y también a los habitantes de Judá y de Jerusalén, 16 a nuestros reyes y nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres, 17 porque hemos pecado delante del Señor. 18 Le hemos desobedecido, no hemos escuchado su voz ni hemos caminado de acuerdo con las órdenes que el Señor nos puso delante. 19 Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, hemos sido desobedientes con él y nos hemos rebelado en vez de escuchar su voz.
20 Por eso, nos sobrevinieron calamidades y la maldición que el Señor dijo a su siervo Moisés el día en que sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que destila leche y miel. Vivimos entre desgracias hasta el día de hoy. 21 No escuchamos la voz del Señor, según lo que decían los profetas que nos envió; 22 y todos nos fuimos, según las inclinaciones de nuestro perverso corazón, a servir a otros dioses y a hacer lo que desagrada al Señor.


_______________________________





#95 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 02 enero 2010 - 08:02










Baruc


2





1 Por eso, el Señor cumplió la pala- bra que había pronunciado en contra nuestra, contra nuestros gobernantes que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros jefes, tanto en Israel como en Judá.
2 Bajo la inmensidad del cielo jamás se produjo nada semejante a lo que él hizo en Jerusalén, de acuerdo a lo que está escrito en la Ley de Moisés: 3 llegamos a comer la carne de nuestros hijos e hijas. 4 Además, nos sometió al poder de todas las naciones que nos rodean, para que fuéramos maldecidos y humillados entre los pueblos de los alrededores en que el Señor nos dispersó. 5 Fuimos sometidos en vez de dominar, porque habíamos ofendido al Señor, al no escuchar su voz.
6 Que todos reconozcan la justicia del Señor, pero nosotros hoy y nuestros padres no merecemos sino vergüenza. Todas estas calamidades que nos han sobrevenido, 7 el Señor las había pronunciado en contra nuestra. 8 No hemos suplicado al Señor para que nos hiciera volver de nuestros perversos pensamientos. 9 Entonces el Señor mandó estas calamidades sobre nosotros, porque es justo en todo lo que nos manda hacer, 10 y nosotros no escuchamos su voz, que nos mandaba caminar según sus órdenes.
11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, tú que sacaste a tu pueblo de Egipto con firme mano, con señales y milagros, con gran poderío y brazo fuerte, haciendo así famoso tu Nombre hasta el día de hoy, 12 hemos pecado, hemos sido impios e injustos, Señor, descuidando todos tus mandamientos. 13 Que tu cólera se aparte de nosotros, puesto que quedamos poquísimos entre las naciones en que nos dispersaste.
14 Señor, escucha nuestra oración y nuestra súplica, líbranos por tu honor y concédenos el favor de los que nos desterraron. 15 Que la tierra entera sepa que tú eres el Señor, Dios nuestro, ya que Israel y su raza lleva tu Nombre. 16 Señor, mira desde tu santa Morada y piensa en nosotros, inclina tu oído y escucha. 17 Señor, abre los ojos y considera: no son los muertos que yacen en el sepulcro, los que celebrarán tu justicia y tu gloria después que se les arrebató el aliento del pecho; 18 más bien te celebrará el alma llena de aflicción del que camina inclinado y sin fuerzas, con los ojos desfallecidos y el alma hambrienta. Esos reconocerán tu gloria y justicia, Señor.
19 Nosotros no nos apoyamos en los méritos de nuestros padres y de nuestros reyes para depositar nuestra súplica en tu presencia, Señor Dios. 20 Porque tú mandaste sobre nosotros tu cólera y tu furor, como lo habías declarado por el ministerio de tus servidores los profetas, en estos términos: 21 Así habla el Señor: “Sométanse y sirvan al rey de Babilonia; entonces permanecerán en el país que di a sus padres. 22 Pero si ustedes no escuchan la invitación del Señor de servir al rey de Babilonia, 23 haré cesar en las ciudades de Judá y en Jerusalén el canto de gozo y de alegría, el canto del esposo y de la esposa, y todo el país llegará a ser una desolación, sin habitantes.” 24 Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia; entonces tú cumpliste las palabras que habías pronunciado por ministerio de tus siervos los profetas: los huesos de nuestros reyes y los de nuestros padres serían sacados de su lugar. 25 Y fueron expuestos al calor del día y al frío de la noche, después que murieron en medio de terribles miserias: hambre, espada y peste. 26 Y de esta casa que lleva tu Nombre tú hiciste lo que hoy vemos, a causa de la maldad de la gente de Israel y de la gente de Judá.
27 Sin embargo, Señor, has obrado con nosotros según toda tu indulgencia y tu inmensa ternura, 28 como lo habías declarado por ministerio de tu servidor Moisés el día en que tú le mandaste que escribiera la Ley en presencia de los hijos de Israel, en estos términos: 29 “Si no escuchan mi voz, con toda seguridad esta inmensa y ruidosa muchedumbre será reducida a un pequeño número entre las naciones donde los dispersaré, 30 porque sé que no me escucharán; es un pueblo de cabeza dura.
Pero en el país de su destierro entrarán en sí mismos 31 y conocerán que yo soy el Señor su Dios. Les daré un corazón y unos oídos que escuchen 32 y me alabarán en el país de su destierro y se acordarán de mi nombre; 33 se arrepentirán de su cabeza dura y de sus malas acciones, recordando la suerte de sus padres, que pecaron delante del Señor. 34 Entonces los devolveré al país que con juramento prometí a sus padres, Abraham, Isaac y Jacob, y lo poseerán; ahí los multiplicaré y ya no serán disminuidos; 35 con ellos estableceré una alianza eterna, seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo no arrojaré más a mi pueblo Israel del país que les di.”











Baruc


3





1 Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada, un espíritu turbado es quien te clama. 2 Señor, escucha y apiádate, porque hemos pecado contra ti.
3 Tú reinas para siempre, y nosotros perecemos para siempre, Señor todopoderoso. 4 Dios de Israel, escucha, pues, la súplica de los muertos de Israel. Somos los hijos de los que pecaron en contra de ti y no escucharon la voz del Señor, su Dios; de ahí las calamidades que se nos han apegado. 5 No te acuerdes de las injusticias de nuestros padres, sino acuérdate en esta hora de tu poder y de tu Nombre.
6 Sí, tú eres el Señor, nuestro Dios, y nosotros queremos alabarte, Señor. 7 Por eso, pusiste en nuestros corazones tu temor para que invoquemos tu Nombre. Queremos alabarte en nuestro destierro, ya que hemos alejado de nuestro corazón toda la malicia de nuestros padres que pecaron delante de ti. 8 Aquí estamos, todavía hoy, en este destierro en que nos dispersaste para ser despreciados, maldecidos y condenados, después de todas las faltas de nuestros padres que se alejaron del Señor Dios nuestro.»


¿Quién encontró la sabiduría?


9 Escucha, Israel, los mandatos de la vida,
pon atención para que puedas discernir.
10 Israel, ¿por qué moras en tierra de enemigos?
y envejeces en un país extraño
11 donde te manchas con hombres impuros,
y te cuentan entre los que van al abismo?
12 Es que dejaste la fuente de la sabiduría.
13 Si hubieras seguido el camino de Dios,
sería la paz tu morada para siempre.
14 Aprende dónde está la prudencia,
la fuerza y la inteligencia,
para saber dónde están vida y largos días,
tiempos alegres y paz.
15 ¿Quién ubicará la sabiduría
y entrará a la bodega de sus tesoros?
16 ¿Dónde están ahora los soberanos
que dominaban hasta las bestias del campo
17 y jugaban con las aves del cielo,
18 los que acumulaban plata y oro,
y la gente les tenía respeto
Nunca se cansaban de acumular la plata
y sabían el arte de aprovecharla:
¿quién podrá contar todas sus obras?
19 Desaparecieron, bajaron al lugar de los muertos
y otros tomaron sus puestos.
20 Una nueva generación goza la luz
y ocupa la tierra,
que tampoco sabe los caminos de la sabiduría.
21 No han encontrado sus senderos
ni han dado con ella,
y sus hijos se han extraviado.
22 De ella no se oyó en Canaán
ni fue vista en Temán.
23 No la encontraron los árabes inquietos,
los mercaderes de Madián y Temán,
los autores de fábulas ni los filósofos;
no conocieron el camino de la sabiduría
ni descubrieron sus senderos.
24 ¡Oh Israel, qué grande es la casa de Dios
y el lugar de su dominio!
25 Alto y ancho, no tiene límites ni medidas.
26 Allí nacieron los antiguos y famosos gigantes,
fuertes y entendidos en el arte de la guerra,
27 pero Dios no los eligió
ni les enseñó el camino de la sabiduría.
28 Murieron por carecer de prudencia,
perecieron por su locura.
29 ¿Quién fue al cielo y la trajo?
¿Quién la bajó desde las nubes?
30 ¿Quién atravesó el mar y la encontró?
¿Quién la comprará a precio de oro?
31 No hay quién conozca su camino,
nadie imagina sus senderos.
32 La conoce el que todo lo sabe,
la descubrió con su inteligencia
el que arregló la tierra para siempre,
y la llenó de animales.
33 El que envía la luz, y la luz llega,
el que la llama y vuelve temblorosa:
34 por él se enciendan los astros, llenos de gozo,
y cada uno en su puesto vela sobre la noche.
35 Los llama él y responden: ¡Aquí estamos!
Y brillan alegres a su Creador.
36 Este es nuestro Dios,
ningún otro se puede comparar a él.
37 Recorrió todos los caminos de la ciencia,
y se la dio a su servidor Jacob,
a los hijos de Israel, sus predilectos.
38 Después apareció la sabiduría en la tierra
y vino a convivir con los hombres.





Comentarios Baruc, capítulo 3




3,9 Ese poema recuerda en algunas partes el capítulo 28 de Job.


Su autor se dirige a creyentes muy impresionados por la cultura y la riqueza material de los paganos en medio de los cuales viven. Les recuerda que la sabiduría auténtica del hombre no es el puro conocimiento técnico, ni el arte de ganar dinero, ni la pura reflexión humana. La sabiduría es saber qué se propone Dios al crear este mundo, qué es lo que Dios pide al hombre.
El judío creyente tenía en las palabras de Dios, en su «Ley», la sabiduría verdadera. El cristiano a su vez sabe que la sabiduría que rige el universo no es otra que la que se manifestó en las palabras y la persona de Jesús.








Baruc



4






1 Ella misma es el libro de los mandamientos, 
y la Ley de Dios que permanece para siempre.
Todos los que la conservan alcanzarán la vida;
pero los que la abandonan, morirán.
2 Vuelve, Jacob, y abrázala,
camina hacia la gloria a la claridad de su luz.
3 No cambies por la de otro pueblo
la sabiduría que sólo tú tienes.
4 ¡Felices somos, Israel,
pues sabemos nosotros lo que gusta al Señor!


Consuelo para Jerusalén


5 Valor, pueblo mío, tú que conservas el nombre de Israel.
6 Fuiste vendido a las naciones, pero no para tu destrucción. Por haber provocado la cólera de Dios fuiste entregado a tus enemigos. 7 porque irritaste a tu Creador ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios. 8 olvidaste al Dios eterno que te crió, llenaste de tristeza también a Jerusalén, tu nodriza.
9 La ciudad santa vio caer la cólera de Dios sobre ustedes, y dijo: Ciudades vecinas de Sión, escuchen, Dios me ha mandado un gran dolor.
10 He visto el cautiverio de mis hijos y de mis hijas, a que los llevó el Eterno. 11 Yo los había criado con gozo; con llanto y tristeza los vi partir.
12 Que nadie goce en verme viuda y abandonada por tantos; sufrí la soledad por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley de Dios.
13 Desconocieron sus preceptos, no caminaron por los caminos de sus mandamientos, ni han seguido los senderos de disciplina de su verdad.
14 Vengan las ciudades vecinas de Sión y recuerden el cautiverio de mis hijos e hijas a que el Eterno los llevó.
15 Porque él hizo venir contra ellos una nación lejana, prepotente, de lengua desconocida.
16 No respetaron al anciano ni tuvieron piedad de los niños; se llevaron al hijo único de la viuda, le quitaron sus hijas y la dejaron sola.
17 Y ahora, hijos míos, ¿cómo puedo ayudarlos?
18 El que les mandó estas calamidades los arrancará de manos de sus enemigos.
19 Vamos, hijos míos, sigan su camino. Yo me quedo abandonada y solitaria.
20 Me saqué el manto de paz y me vestí del saco de penitencia; quiero clamar hacia el Eterno mientras viva.
21 Valor, hijos míos, clamé hacia Dios; él los librará de la violencia de sus enemigos.
22 Sí, yo esperaba que el Eterno les vendría a salvar y el Santo me ha consolado; me alegro por la misericordia que pronto les mostrará.
23 Porque con lágrimas y duelo los vi partir, pero Dios me los devolverá, tendré gozo y alegría para siempre.
24 Y así como sus vecinos los han visto cautivos, así pronto verán la salvación que llega de parte de Dios cuando se manifieste la gloria inmensa y el esplendor del Eterno.
25 Hijos míos, soporten con paciencia el castigo que Dios les ha mandado. Tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y pondrás tu pie sobre su cuello.
26 Mis hijos predilectos caminaron por difíciles senderos, arrebatados como un rebaño robado por el enemigo.
27 Valor, hijos míos, clamen a Dios; él, que los desterró, se acordará de ustedes.
28 Así como ustedes se alejaron de Dios, vuelvan ahora a él y búsquenlo con redoblado amor.
29 Pues él, que les envió estas calamidades, les traerá la salvación y la dicha perpetuas.
30 Jerusalén, ten valor. El que te dio tu nombre te consolará.
31 ¡Malditos sean los que te maltrataron y se alegraron de tu caída!
32 ¡Malditas sean las ciudades en que tus hijos fueron esclavos! Maldición a la ciudad que los cautivó 33 y se alegró de tu caída y estuvo feliz con tu ruina, porque se verá afligida a su vez y destruida.
34 Yo le quitaré su alegría de ciudad muy populosa, su orgullo se cambiará en duelo.
35 Por largos días caerá fuego sobre ella de parte del Eterno, será por mucho tiempo morada de demonios.
36 Jerusalén, mira al oriente y contempla la alegría que te viene de Dios.
37 Vuelven, están aquí los hijos que viste partir; vuelven reunidos de oriente y occidente a la voz del Santo, gozosos de la gloria de Dios.






Comentarios Baruc, capítulo 4

4,36      Después de las lamentaciones de los versículos 5-35, viene este salmo de esperanza que resume los capítulos 60-62 de Isaías.




_______________________________





#96 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 24 enero 2010 - 08:30







Baruc


5




1 Jerusalén, quítate tu vestido de duelo y desdicha y vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios. 
2 Reviste cual un manto la justicia de Dios, ponte como corona la gloria del Eterno; 3 porque Dios mostrará tu grandeza a todo lo que hay bajo el cielo.
4 Dios te llamará para siempre: «Paz en la justicia y gloria en el temor de Dios.»
5 Levántante, Jerusalén, ponte en lo alto, mira al oriente y ve a tus hijos reunidos del oriente al poniente por la voz del Santo, felices porque Dios se acordó de ellos.
6 Salieron a pie escoltados por los enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos con gloria, como hijos de rey.
7 Porque Dios ha ordenado que todo cerro elevado y toda cuesta interminable sean rebajados, y rellenados los valles hasta aplanar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.
8 Hasta los bosques y todo árbol oloroso les darán sombra por orden de Dios.
9 Porque él guiará a Israel en la alegría y a la luz de su gloria, escoltándolos con su misericordia y justicia.


Carta de Jeremías


Copia de una carta que dirigió Jeremías a los prisioneros que iban a ser deportados a Babilonia, para darles a conocer el mensaje que Dios le había encargado.








Baruc


6







1 «Por los pecados que han cometido en la presencia de Dios, serán llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. 
2 Llegados, pues, a Babilonia, estarán allí muchísimos años y por muy largo tiempo, hasta siete generaciones, después los sacaré de allí en paz.
3 Ahora bien, ustedes verán en Babilonia dioses de oro, de plata, de piedra y de madera, llevados a hombros, que causan un temor respetuoso a las gentes.
4 Guárdense, pues, ustedes de imitar lo que hacen los extranjeros, de modo que vengan a temerlos.
5 Cuando vean, pues, detrás y delante de ellos la turba que los adora, digan allá en su corazón: ¡Oh Señor, sólo a ti se debe adorar!
6 Porque mi Angel está con ustedes y yo mismo tendré cuidado de sus almas.
7 Puesto que la lengua de los ídolos fue pulida por el artífice, son un mero engaño, e incapaces de poder hablar aunque estén dorados y plateados.
8 Y al modo que se hace un adorno para una muchacha que gusta engalanarse, así, echando mano del oro, los adornan con esmero.
9 A la verdad, los dioses de ellos tienen puestas en la cabeza coronas de oro; oro que, después, juntamente con la plata, les arrebatan los sacerdotes a fin de gastarlo para sí mismos 10 y aun lo hacen servir para engalanar a los prostitutas de su casa. Visten a estos dioses como a hombres, aunque son de oro, plata y madera, 11 pero estos dioses no saben librarse del orín ni de la polilla.
12 Y después que los han revestido de púr pura, les limpian el rostro con motivo del muchísimo polvo que hay en sus templos.
13 Tiene también el ídolo un cetro en la mano, como lo tiene el que gobierna el país; mas él no puede quitar la vida al que lo ofende.
14 Tiene igualmente en la mano la espada y el hacha; pero no se puede librar a sí mismo de la guerra ni de los ladrones; por todo lo cual pueden ver que no son dioses.
15 Por eso, no tienen que temerlos; porque los tales dioses son como una vasija hecha pedazos, que para nada sirve.
16 Una vez colocados en un templo, sus ojos se cubren luego del polvo que levantan los pies de los que entran.
17 Y al modo que encierran detrás de muchas puertas al que ofendió al rey, como se practica con un muerto que se lleva al sepulcro, así los sacerdotes aseguran las puertas con cerraduras y cerrojos para que los ladrones no despojen a sus dioses.
18 Encienden también delante de ellos lámparas, incluso más numerosas que para sí mismos, pero no pueden ver ninguna de ellas; 19 estos dioses son como las vigas de una casa que están roídas por dentro; la polilla se los come a ellos y sus vestiduras sin que ellos se den cuenta. 20 Negras se vuelven sus caras con el humo que hay en su casa.
21 Sobre su cuerpo y sobre su cabeza vuelan las lechuzas, las golondrinas y otras aves, y también los gatos andan sobre ellos.
22 Por donde pueden conocer que no son dioses; y, por lo mismo, no los teman.
23 Además de esto, si el oro que tienen como adorno no lo limpia alguno del orín, ya no relucirá. Ni aun cuando los estaban fundiendo sintieron nada.
24 Y a pesar de que no hay en ellos espíritu alguno, fueron comprados a gran precio.
25 Son llevados a hombros, ya que no tienen pies, demostrando así a los hombres su vergonzosa impotencia. Avergonzados sean también los que los adoran.
26 Por eso, si caen a tierra no se levantan por sí mismos; ni por sí mismos se echarán a andar si alguno los pone de pie; y les tienen que poner delante las ofrendas como a los muertos.
27 Estas ofrendas las venden y aprovechan sus sacerdotes, también sus mujeres las salan y no dan nada de eso al enfermo ni al mendigo.
28 Las mujeres embarazadas y las que están impuras por sus reglas comen los sacrificios de ellos. Conociendo, pues, por todas estas cosas que no son dioses, no tienen que temerlos.
29 Mas ¿por qué los llaman dioses? Las mujeres presentan dones a esos dioses de plata, de oro y de madera; 30 los sacerdotes están sentados en los templos de ellos, llevando rasgadas sus túnicas y rapado el cabello y la barba, y con la cabeza descubierta, 31 y rugen dando gritos en la presencia de sus dioses, como se practica en un banquete fúnebre.
32 Con los vestidos que quitan a sus ídolos visten a sus mujeres y a sus hijos.
Y aunque a los ídolos se les haga algún bien, no pueden premiar o castigar en ningún caso. No pueden poner a un rey ni quitarlo. 33 Y tampoco pueden dar riquezas, 34 ni siquiera una monedita. Si alguno les hace un voto y no lo cumple, ni de esto se quejan.
35 No pueden librar a un hombre de la muerte ni amparar al débil contra el poderoso.
36 No restituyen la vista a ningún ciego ni sacarán de la miseria a nadie.
37 No se compadecerán de la viuda ni serán bienhechores de los huérfanos.
38 Son semejantes a las piedras del monte esos dioses de madera, de piedra, de oro, de plata. Los que los adoran serán confundidos.
39 ¿Cómo, pues, puede pensarse o decirse que son dioses?
40 Incluso los mismos caldeos los desprecian. Cuando ven que uno no puede hablar, porque es mudo, lo presentan a Bel, rogándole que lo haga hablar; como si fuera capaz de entender. 41 Ellos, que piensan, no son capaces de rechazar a dioses que no tienen entendimiento.
42 Las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos quemando afrechillo, como si fuera incienso.
43 Y si alguna de ellas, atraída por algún pasajero, ha dormido con él, reprocha a su compañera por no haber sido escogida como ella y porque no ha sido roto su cinto.
44 Todo lo que se hace en honor de estos dioses es engaño. ¿Cómo, pues, podrá nunca juzgarse o decirse que ésos sean dioses?
45 Han sido fabricados por carpinteros y por plateros, y no son otra cosa que lo que quisieron sus artífices.
46 Los artífices mismos de los ídolos duran poco tiempo; ¿podrán, pues, ser dioses las cosas que ellos mismos se fabrican?
47 No dejan a sus descendientes sino mentira y oprobio. 48 Porque, si sobreviene alguna guerra o desastre, los sacerdotes andan discurriendo dónde refugiarse con sus dioses.
49 ¿Cómo no entienden entonces que no son dioses los que no pueden librarse de la guerra ni sustraerse de las calamidades?
50 Porque siendo, como son, cosa de madera, dorados y plateados, conocerán finalmente todas las naciones y reyes que son un engaño; reconocerán que no son dioses, sino obra de las manos de los hombres, y que nada hacen en prueba de que son dioses.
51 Pero, ¿y cómo se conoce que no son dioses, sino obra de las manos de los hombres, y que no hacen nada que sea propio de dioses?
52 Ellos no pueden nombrar a rey alguno en ningún país ni pueden dar la lluvia a los hombres. 53 No decidirán, ciertamente, los pleitos ni librarán de la opresión al que sufre injusticias, porque nada pueden; 54 son como las golondrinas que se quedan entre cielo y tierra.
Porque si se incendia el templo de esos dioses de madera, de plata y de oro, seguramente que sus sacerdotes huirán y se pondrán a salvo; pero ellos se quemarán dentro, lo mismo que las vigas.
55 No opondrán resistencia a un rey o a un ejército. 56 ¿Cómo, pues, puede creerse o admitirse que sean dioses?
57 No se librarán de ladrones ni de salteadores esos dioses de madera y de piedra, dorados y plateados; seguramente aquéllos pueden más que ellos, y les quitarán el oro, la plata y el vestido de que están cubiertos, y se marcharán sin que los ídolos puedan defenderse a sí mismos.
58 De manera que vale más un rey que muestra su poder, o cualquier mueble útil en una casa, del cual se precia el dueño, o la puerta de la casa, que guarda lo que hay dentro de ella, que los falsos dioses.
59 Ciertamente que el sol, la luna y las estrellas, que están puestas para alumbrarnos y sernos provechosos, obedecen a Dios.
60 Asimismo, el relámpago se deja ver cuando aparece, y el viento que sopla por todas las regiones.
61 Igualmente, las nubes, cuando Dios las manda recorrer todo el mundo, ejecutan lo que se les ha mandado.
62 El fuego, también enviado de arriba para abrasar los cerros y los bosques, cumple lo que se le ha ordenado. Mas estos ídolos no se parecen a ninguna de esas cosas ni en la belleza ni en la fuerza.
63 Y, así, no debe pensarse ni decirse que sean dioses, ya que no pueden ni hacer justicia ni proporcionar bien alguno a los hombres.
64 Sabiendo, pues, que ellos no son dioses, no tienen que temerlos. 65 No envían maldición ni bendición a los reyes; 66 no muestran tampoco a los pueblos señales en el cielo, ni lucen como el sol, ni alumbran como la luna.
67 Más que ellos valen las bestias, que pueden huir o refugiarse bajo cubierto y valerse a sí mismas.
68 De ninguna manera son dioses, como es evidente; por lo tanto, no tienen que temerlos. 69 Porque así como no es buen guardián de un melonar un espantapájaros, así son sus dioses de madera, de plata y de oro.
70 Son como la zarza de un huerto, sobre la cual viene a posarse toda clase de pájaros. También estos dioses de madera, dorados y plateados, se asemejan a un cadáver que yace en la oscuridad.
71 Al ver que la púrpura y escarlata se apolillan sobre ellos, conocerán claramente que no son dioses. Ellos mismos son devorados al fin por la polilla, y pasan a ser la vergüenza de su país. 72 Más vale el varón justo que no tiene ídolos, porque nadie le quitará su fama.





Comentarios Baruc, capítulo 6




6,1

El presente discurso era distinto del libro de Baruc en un comienzo. Nos pone en guardia también a nosotros contra las formas desordenadas del culto a los santos y el demasiado y a veces exagerado interés por las imágenes religiosas.





6,27

En medio de tantas consideraciones, que tal vez parecerán largas, nótese el juicio expresado en los versículos 27 y 37: una religión que no se preocupa por el huérfano y la viuda es una religión falsa.





________________________




Fin del libro.

_________________________________





#97 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 06 febrero 2010 - 12:33

Estimados Foristas....


somos abiertos al pensamiento mundial y creemos que las interpretaciones del mismo que da El Arte, La Filosofía y La Religión, tienen plena cabida en nuestras páginas.

Hoy vemos y vivimos una crisis mundial a todo nivel, y vemos aparecer gobernantes que dicen profesar una u otra fe o seguir una u otra filosofía y segun ellas, o ambas, intentaran dirigir sus países.

Hoy vemos una aguda lucha ideológica entre diversas religiones, entre los representantes de ellas o los representantes entre sí, de cada una o muchas de ellas. Hemos subido El Corán en un intento para conocer, por lo menos en una parte básica, sus líneas principales. Hemos subido, de forma arbitraria y a mi gusto, algunas partes del Antiguo Testamento. Ahora que se dan, dia a dia, condiciones diversas en el devenir de los pueblos del mundo y de Nuestra América Latina, empezaremos a subir el llamado Nuevo Testamento o Las Escrituras Griegas Cristianas, para tratar de entender que es lo que citan cuando citan al cristianismo o el ser cristiano.

Estas Escrituras, a mi juicio, forman parte indisoluble y una continuación del judaísmo y hacen del cristianismo una nueva tendencia dentro del mismo.

Veamos pues, que nos dice La Biblia Latinoamericana.




______________________

Nuevo Testamento

Introducción

1. EL MISTERIO DE LO NUEVO

El Nuevo Testamento comprende veintisiete escritos redactados durante los años posteriores a la Resurrección de Cristo; debemos estos escritos a los apóstoles y a los evangelistas de la Iglesia primitiva. La Iglesia los reconoció como libros inspirados por Dios, los unió a los libros sagrados que recibió de la tradición judía, y a partir de esos nuevos libros innovó su propia interpretación de los antiguos.

Todo el mundo comprende que si la Biblia consta de dos colecciones de libros, de las cuales una es más antigua que la otra, haya en las Escrituras lo antiguo y lo nuevo.

La palabra testamento es de origen griego, y significa a la vez “alianza” y “testamento”. El Antiguo Testamento, pues, recoge la historia que procede de la alianza más antigua del Sinaí, donde Dios hizo un pacto con Israel. Los libros del Nuevo Testamento, por otra parte, se refieren a una experiencia mas reciente, la alianza entre Dios y su pueblo renovado por el sacrificio de Jesús.

Ésta no es, sin embargo, la verdadera razón para hablar de algo “nuevo” en la Biblia. La experiencia del siglo pasado nos ha puesto en guardia contra esta palabra que frecuentemente hace referencia a la última moda, la última técnica, la ultima teoría... Son nuevos sólo por un tiempo y se convertirán a su vez en pasados de moda y anticuados.

Este Testamento es Nuevo, no porque sea más reciente, sino porque nos conecta con el mundo de la Eternidad. La Eternidad no es una duración que se prolonga en forma indefinida –esto sería muy aburrido– sino lo que no tiene que ver con el tiempo. Lo eterno es nuevo y no se desgasta; tampoco hay lugar en él para el aburrimiento: era y es y nos llegará siempre nuevo. Da pena a veces tener que llamarlo “Dios”, siendo la palabra tan trillada, difamada y desgastada.

Al principio del Antiguo Testamento Dios era: “Yo Soy” o “Él Es”. El Nuevo Testamento completa y añade: Dios es Amor. La mayúscula aquí es esencial: “Amor” es Dios y no hay otra eternidad que la suya.

El Nuevo Testamento es una llamada a entrar en el misterio de esta “novedad”. Desde la Infancia de Nazaret y las parábolas del Reino hasta el Apocalipsis, pasando por los discursos del Evangelio de Juan y la pasión de Pablo, todo el interés está concentrado en esta “novedad”: El Amor-Dios no nos promete otra cosa que él mismo, y quiere que, encontrándolo ya aquí en la tierra, comencemos a probar el gusto y el gozo de la Eternidad.

Los libros del Nuevo Testamento, uno tras otro, denuncian el vacío de la vida que sólo quiere gozar de la vida, pero también cuestionan las prácticas religiosas, la sabiduría de los prudentes, los miedos y la angustia ante el futuro, la buena conciencia de los buenos. El camino de la pobreza y el desprendimiento al ejemplo de Jesús nos dan acceso a un universo donde reina la humildad, la esperanza y la alegría. Ahí se esconde, o más bien se desvela el mundo definitivo.

2. LOS ORÍGENES DEL NUEVO TESTAMENTO

1. El pueblo y su libro

2. Origen y fecha de los cuatro Evangelios 

3. Las Cartas de los Apóstoles 

4. Los escritos del Nuevo Testamento y la crítica 

5. El Nuevo Testamento: el misterio y la fe

1. El Pueblo y su Libro

Los libros del Antiguo Testamento formaban una sola cosa con la historia del pueblo elegido por Dios. Lo mismo sucede con el Nuevo Testamento: refleja lo que vivieron los apóstoles y toda la Iglesia primitiva. Siempre es oportuno dar a conocer estos libros, pero sólo serán entendidos por aquellos que hayan descubierto a la vez el Evangelio y la Iglesia.

Jesús envió a sus apóstoles a evangelizar primero a los Judíos. El fracaso de la evangelización en Palestina los empujó a que fueran a proclamar el Evangelio fuera de Palestina, invitándolos a la Iglesia, el “nuevo Israel”. La Iglesia no se consideraba extraña al pueblo judío, puesto que su primer núcleo lo formaban judíos convertidos. Una mayoría se había negado a escuchar, pero los convertidos procedentes de otros pueblos iban a reparar las brechas de este pueblo de Dios. Había una estructura, y la cabeza era el grupo de los Doce elegidos por Jesús.

En los primeros tiempos después de Pentecostés no hay más regla de fe que el testimonio de los apóstoles. Predicación, justificación de la fe nueva, todo se hace oralmente (He 4,42). Pero cuando comienza en Jerusalén (He 6) una comunidad de lengua griega que tiene sus reuniones, vida propia, contactos con los judíos de otros países que acuden en peregrinación a la ciudad santa, los escritos resultan indispensables tanto para la catequesis como para la liturgia. Tal vez es redactado en este momento el primer texto anterior a nuestros evangelios y que les sirvió de base. Porque la tradición más antigua tuvo conocimiento de un Evangelio de Mateo redactado en hebreo, distinto de nuestro actual Evangelio de Mateo ya redactado en griego, más amplio y que sólo aparecerá más tarde. Tuvo que haberse traducido muy pronto al griego para los helenistas o judíos de lengua griega, pues no se comprende cómo dicha comunidad pudiera prescindir de él.

Uno de los helenistas, Esteban, se granjeó rápidamente el odio de los judíos y fue lapidado por los fariseos (He 7). Los helenistas entonces se dispersan y llevan el Evangelio a Samaria. Con mucha probabilidad es el momento en que se añaden algunos discursos de Jesús sobre el Templo, la verdadera pureza, las tradiciones de los fariseos (el contenido de Mt 15 y 16 que no encontramos en Lucas) que aunque olvidados anteriormente, para los helenistas eran importantes.

Unos años más tarde Pedro baja a Cesarea, la capital romana de Palestina, y bautiza al centurión Cornelio (He 10). Empieza una iglesia en la que participa un cierto número de no-judíos que habían sido adoradores de Dios, es decir, simpatizantes de la religión judía. Esta comunidad es, según parece, el lugar donde deberíamos buscar el origen de un documento ahora perdido, cuyo contenido se encuentra en muchos párrafos comunes a Mateo y a Lucas. En él se ha-bían consignado palabras de Jesús que no figuraban en el primer documento (hemos hablado de un Mateo hebreo) traducido posteriormente al griego. Este segundo documento, mucho más corto que el primero, que debe de haber sido como la segunda fuente de los evangelios de Mateo y de Lucas, es llamado habitualmente fuente Q, o Los dichos del Señor.

En el año 40, siguiendo el libro de los Hechos de los Apóstoles, se funda en Antioquía de Siria (He 11) una comunidad cristiana. Está integrada por primera vez por numerosos griegos que habían permanecido ajenos al apostolado judío. Pronto Pablo, el perseguidor convertido, se une a ella; desde ahí partirá para sus viajes misioneros por los países mediterráneos (He 11,26; He 13,1). Esta comunidad seguramente disponía, no de nuestros actuales evangelios, sino de los documentos que contenían lo esencial de nuestros evangelios de Lucas y de Mateo. Es difícil ser más preciso; el estudio comparativo de los tres primeros evangelios lleva a la conclusión de que el más importante de los documentos, cuyo contenido se encuentra en los tres primeros evangelios, había sido traducido dos veces del hebreo al griego: Mateo usó uno de estas traducciones y Lucas la otra.

2. Origen y fecha de los cuatro evangelios

Dos fechas cabe recordar, ambas importantes para la Iglesia e igualmente decisivas en el plan de los escritos, porque nos permiten situar los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.

La primera es el año 62-63. En Palestina el sumo sacerdote Ananías hace lapidar a Santiago, “hermano del Señor”, obispo de Jerusalén, y nuevamente se enciende la persecución judía contra los cristianos. Al mismo tiempo en Roma Nerón se separa de sus preceptores y comienza su tiránico reinado. Hasta entonces las autoridades romanas veían a los cristianos como una secta judía, y los judíos se beneficiaban de la tolerancia oficial. Pero ahora Nerón ya no puede equivocarse, porque algunos de sus consejeros son judíos y su mujer Popea es una “adoradora de Dios”; los cristianos son una secta ilegal, y desde el año 64 o 65 empieza la gran persecución en la misma Roma con la ejecución de Pedro y Pablo. La segunda fecha importante es la de la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70 tras cuatro años de guerra. Después de un desastre de tal magnitud nadie podrá hablar de los acontecimientos de Palestina como se hacía antes. Por otra parte, la fuerza de la Iglesia se encuentra ahora en las iglesias del mundo romano.

Nuestros tres primeros evangelios y las cartas de Pablo desconocen estos acontecimientos y las consecuencias que traen para la Iglesia, y por consiguiente son anteriores a ellos.

Con mucha probabilidad Lucas, compañero de Pablo en sus viajes, redacta su obra en dos volúmenes (el Evangelio y los Hechos) en los años 60-63. Termina los Hechos un poco antes de la muerte de Pablo, que ignora su libro. Escritor y testigo muy notable, retoma el evangelio griego que ya utilizaba cuando acompañaba a Pablo en sus viajes misioneros, con o sin el título de evangelista, y lo completa con otros documentos que había encontrado en las iglesias de Palestina, sobre todo la famosa fuente Q.

Nuestro Evangelio de Mateo tuvo que escribirse un año o dos más tarde. Su autor, tal vez un desconocido, parece haber sido testigo de las primeras persecuciones. La figura que traza de Pedro no excluye que conociera su fin. Pero, y esto vale también para Lucas, parece imposible que escribiera en el modo que lo hizo si hubiera conocido la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70. Esta obra se vale del evangelio en griego debido a los cristianos helenistas y también de otros documentos, entre otros de la fuente Q.

En cuanto a Marcos, secretario de Pedro (1P 5,13) después de haber acompañado a Pablo (He 12,25), parece que lo escribió algo más tarde, contrariamente a lo que muchos pensaban en el último siglo. En el 185 el obispo y mártir san Ireneo escribía: “Mateo publicó un evangelio entre los hebreos y en su lengua, mientras que Pedro y Pablo iban a Roma para evangelizar y fundar la Iglesia. Después de su partida (¿podríamos entenderlo como su martirio?), Marcos, discípulo y traductor de Pedro, consignó por escrito lo que éste predicara”. Una lectura atenta demuestra que Marcos fue testigo de las persecuciones romanas, pero no de la destrucción de Jerusalén. Su evangelio es más corto que los de Mateo y Lucas y se limita a reproducir el primer evangelio hebreo, al que llamamos Mateo hebreo, pero lo hace combinando las dos versiones griegas que se habían hecho: la de los helenistas, ya utilizada por Mateo, y la otra, ya utilizada por Lucas.

No hemos dicho nada todavía sobre Juan.

Es curioso que el Evangelio de Juan sea al mismo tiempo el texto más reciente del Nuevo Testamento, publicado hacia el año 95, y la obra de la que se tienen los fragmentos más antiguos. Algunos papiros encontrados en las arenas de Egipto, que datan de los años 110-130, contienen párrafos de Juan.

Juan no tenía que componer documentos procedentes de la catequesis apostólica, ya que los evangelios sinópticos estaban bastante difundidos por aquella época. De ese material sólo retomó algunas páginas, pues su objetivo era dar su testimonio personal. El modo de construir los “discursos” de Jesús a partir de palabras auténticas, pero que desarrolló en base a su larga experiencia y merced a sus dones proféticos, ha hecho pensar a muchos que sólo hacía teología a distancia, pero Juan afirma y no cesa de repetir que está dando un testimonio. En cuanto al autor del Evangelio de Juan, véase la Introducción a ese Evangelio.

3. Cuatro evangelios más bien que uno

Fue en el siglo segundo, en Asia Menor, cuando Marción llevó a cabo la empresa de fundir los evangelios en uno solo. Marción quería que la Iglesia dejase a los judíos el Antiguo Testamento y, para dar un carácter más drástico a la revolución del Nuevo Testamento, sólo conservó una selección de las cartas de Pablo y el Evangelio de Lucas, al que consideraba como el más ajeno al Antiguo Testamento. Tener un solo evangelio en vez de cuatro evitaba muchos problemas y además tenía ventajas prácticas. Marción fortificó la convicción de que en realidad sólo hay un evangelio. Esa convicción inspiró años más tarde el trabajo de Taciano, que aunque era discípulo de Justino, el filósofo mártir que elogiaba la diversidad de los cuatro evangelios, trató de fusionar los cuatro evangelios en uno solo, iniciando así la larga serie de las ediciones “Los cuatro evangelios en uno solo”. De esa manera abrevió enormemente el libro en un tiempo en que los manuscritos eran caros, y evitó al lector el fastidio de las repeticiones.

Pero es fácil ver los aspectos negativos de su trabajo. Aun cuando a primera vista parezca que muchos relatos son idénticos en Mateo, Marcos y Lucas, una mirada más atenta descubre que las diferencias son importantes, y nos ayudan a captar el punto de vista del autor y a revitalizar algunos acentos que quiso introducir en su relato, es decir, su interpretación personal. Además, el plan que el autor impuso a su relato no es nada despreciable; las grandes líneas que quiso resaltar desaparecen en esa fusión de los cuatro en uno, y al final no se obtiene más que un texto didáctico.

Justino consideraba los evangelios como “recuerdos” de los apóstoles. Con esto captaba un aspecto importante de la lectura bíblica, que no está destinada en primer lugar a transmitir enseñanzas, sino que nos pone frente a testimonios. La Iglesia, pues, debía recibir los cuatro evangelios tales como eran, con sus pequeñas contradicciones que creaban problemas y ofrecían pistas a sus comentaristas. La presencia de tantos relatos tres veces repetidos aportaba una especie de confirmación de su verdad. Y si Juan daba a la Iglesia un evangelio espiritual, a menudo muy distante de los sinópticos, se le agradecía haber enseñado una gnosis (o ciencia) cristiana que no disminuía en nada la realidad humana de Jesús con su pasión. El evangelio de Juan transmitía lo esencial: que el Verbo de Dios había cumplido las Escrituras y la profecía de Isaías, aceptando en su carne la pasión y la muerte por el pecado.

Estos son los cuatro evangelios. Sus autores tienen una personalidad propia y no dudan en adaptar la lengua a sus lectores. Cada uno organiza su relato según un orden que se ha propuesto y funde a veces hechos que se han producido en momentos diferentes. En varios lugares interpretan o aplican en forma diferente las palabras de Jesús, y todo ello no disminuye el valor de su testimonio. No tendremos una “foto” o una grabación de las palabras de Jesús, sino más bien cuatro puntos de vista diferentes y que se complementan.

Las lecturas modernas de la Escritura no han invalidado estos juicios. Muy al contrario, las diferencias e incluso las contradicciones entre los evangelios aparecen como una garantía de su sinceridad: no han buscado conciliar los textos con el fin de imponer una interpretación convenida.  En los siglos pasados cualquier discrepancia entre los evangelistas inquietaba a los comentaristas; como se creía que los textos sagrados habían sido dictados por el Espíritu Santo o por algún ángel del Señor, el ángel debía acordarse de todos los detalles y, a no ser que el evangelista fuera sordo, la menor diferencia ofendía a la verdad divina. Hoy en día, con excepción de algunos fundamentalistas, la objeción ha sido superada: si había un ciego a la salida de Jericó, como dicen Marcos y Lucas, o dos como pretende Mateo, ¿qué cambio supone?

4. Las Cartas de los Apóstoles

Los apóstoles eran personas itinerantes y se mantenían en comunicación con sus iglesias. Hemos recibido una veintena de sus cartas, que aunque se encuentran en el Nuevo Testamento después de los evangelios y de los Hechos, son casi todas anteriores a la publicación de los evangelios. Así, por ejemplo, la Primera carta a los Tesalonicenses es del año 50, y el texto relativo a la Eucaristía en la primera carta a los Corintios es más antiguo que el de los evangelios.

Desde finales del siglo primero el papa san Clemente, así como san Ignacio, obispo de Antioquía y mártir, citan sin mayores explicaciones las cartas de Pablo: Romanos, Corintios, Efesios. Parece claro que para ellos tales cartas formaban parte de las Escrituras y que además eran conocidas por toda la Iglesia. Eso mismo sostenía ya la 2ª carta de Pedro (3,16).

Se da por seguro que en esa época, y tal vez desde hacía años, existía una colección de las cartas de Pablo que se usaban tanto en Asia Menor como en Roma; esta colección sólo ignoraba las cartas a los Hebreos y las Pastorales. Inicialmente las dos cartas a los Corintios no estaban separadas, como tampoco lo estaban las dos cartas a los Tesalonicenses. En esa colección las cartas estaban clasificadas según su extensión, comenzando por la de los Romanos y terminando con la de los Tesalonicenses.

La colección paulina comprende catorce cartas. En realidad la última, llamada Carta a los Hebreos, no es suya. Nunca se ha puesto en duda la autenticidad de las cuatro primeras cartas, comúnmente llamadas “las grandes epístolas”, como tampoco las de Filipenses, Filemón y la 1ª a los Tesalonicenses. Todas ellas fueron escritas entre los años 50 y 60.

En el año 58 Pablo decide abandonar el oriente. Antes de partir para Roma y España se dirige a Jerusalén, donde es arrestado unos días más tarde y permanecerá dos años encarcelado en Cesarea. Después seguirá el viaje a Roma y a continuación dos años de cautividad. Posteriormente sólo sabemos que fue ejecutado, con mucha probabilidad en la gran persecución de Nerón (64-65).

Contamos con cinco cartas de este tiempo: las cartas a los Efesios y a los Colosences, y las tres Cartas Pastorales. Por diversas razones muchos historiadores han considerado que la mayor parte de estas cartas no eran de Pablo, sino que podían haber sido escritas hacia el final del siglo primero. Puede que Pablo las escribiera en los años 59-60, antes o durante el tiempo de su detención en la fortaleza de Cesarea. Ver al respecto las introducciones a las Cartas de la Cautividad y a las Cartas Pastorales.

En el Nuevo Testamento vienen, a continuación siete cartas, atribuidas a Santiago, Pedro, Juan y Judas. Son llamadas Católicas, porque no van dirigidas a una persona o comunidad, sino que son destinadas a circular en la Iglesia entera. Lo mismo sucede con el Apocalipsis de Juan, que es anterior a su evangelio.

5. Los escritos del Nuevo Testamento y la crítica

¿Dónde están los originales?

Ya hemos dicho hasta qué punto estaban ligados estos textos a la historia de la Iglesia primitiva. La fe descansaba en el testimonio de los Doce que Jesús había elegido, y los escritos nacieron bajo su control desde el principio. Los libros fueron custodiados después celosamente. Al final del primer siglo, la mayor parte de los libros del Nuevo Testamento ya habían sido aceptados de algún modo en todas partes. En el siglo siguiente aparecieron otros “evangelios”: “el Evangelio de Pedro”, “el Evangelio de Tomás”, “el Evangelio de Nicodemo”, “el Proto-evangelio de Santiago”...

A pesar del título y de las maravillas que contaban, la Iglesia los descartó, porque la mayoría de las comunidades no los conocían ni reconocían en ellos la tradición de los apóstoles.

La lista de los libros reconocidos será fijada oficialmente tres siglos más tarde, pero en ese momento no se hará más que ratificar el uso universal que hacían las Iglesias.

Los manuscritos originales han desaparecido, víctimas del tiempo, salvo algunos rollos depositados en climas desérticos, pero como todos los libros de la antigüedad, han sido copiados muchas veces. Han llegado hasta nosotros, entre otros manuscritos del siglo IV, los tres magníficos ejemplares, probablemente copiados por orden del emperador Constantino, que contienen el conjunto de la Biblia griega y del Nuevo Testamento. Nos han llegado también muchos textos o fragmentos de textos en papiros que datan de los siglos II y III. Recordemos que todos los libros del Nuevo Testamento fueron redactados en griego, la lengua internacional del imperio romano de entonces.

Estos manuscritos fueron copiados y multiplicados a mano hasta la publicación de la primera Biblia impresa por Gutenberg en el año 1456. Ciertamente es imposible copiar manuscritos sin cometer algún error, pero también se habían heredado de los judíos prácticas de control y de relectura que garantizaban la fidelidad de las copias. Comparando hoy los diferentes manuscritos agrupados según sus divergencias y orígenes, los especialistas han detectado muchos errores, pero se refieren simplemente a pequeños detalles que no cuestionan lo esencial. El texto griego utilizado para la traducción de nuestras biblias es sin duda alguna casi idéntico al original: sobre este punto no hay discusión.

Los testimonios ¿son fiables?

Los textos están ahí: unos creen, otros se abstienen de juzgar y otros se burlan. El mismo evangelio dijo cómo sería acogido (Jn 3,31; 15,20). Periódicamente los medios de comunicación se hacen eco de discusiones sobre Jesús, su mensaje... pero resulta muy raro que en ellos se oiga una palabra de fe. Se publican libros, algunas veces firmados por religiosos, que exponen los pros y contras, y al fin el lector llega a la conclusión de que todo es posible, pero nada seguro. Parece que la historia de Jesús se pierde en la niebla.

Al leer el Nuevo Testamento, el mismo texto se defiende a sí mismo; el mensaje transmite su verdad fuera de toda discusión; pero cuando recurrimos a “los que saben”, muchos nos ponen en guardia. Pareciera que los autores no han afirmado más que a medias lo que se desprende de los textos, y habría que usar mil filtros para recuperar los elementos de verdad que han conservado; pareciera que nadie podría hacerse una idea exacta de quién era Jesús sin haber pasado por el hebreo, el griego y, sobre todo, por la duda ante sus testigos (Mt 23,13).

Es muy cierto que solamente con el estudio comprenderemos muchos párrafos del Nuevo Testamento, especialmente en las Cartas, y que un mayor conocimiento de los textos y del ambiente en que fueron compuestos suscitará numerosas preguntas. Esto nos llevará a revisar ideas demasiado simples que podríamos tener. Nos daremos cuenta, por ejemplo, que los evangelios no han mantenido los mismos discursos y palabras de Jesús, sino lo que los evangelistas nos han transmitido de ellos.

Será una gran alegría descubrir que la Palabra de Dios nos llega tal como la proclamaron los apóstoles; no nos salvan las palabras exactas que Jesús pudo pronunciar a lo largo de treinta años, sino lo que los apóstoles quisieron expresar en algunas decenas de páginas.

Cuanto más se profundice el estudio, nuevos interrogantes cuestionarán nuestra fe, obligándola a madurar; pero siendo Palabra de un Dios que salva, ciertamente habla para los sencillos, y no son las sabias discusiones las que harán creer o no creer. Habrá que encontrar una respuesta a las cuestiones que plantean los incrédulos, y la misma Escritura nos invita a hacerlo: “estén siempre dispuestos para dar una respuesta a quien les pide cuenta de su esperanza” (1Pe 3,13), pero de entrada hay que tener presente que ni la historia ni la crítica científica han disminuido la credibilidad de los libros sagrados.

Jesús frente a la historia, la autenticidad de los escritos, su interpretación... son cuestiones en las que no se obtendrá jamás un consenso entre los expertos, no sólo porque nuestras informaciones son limitadas, sino también y sobre todo porque nadie es imparcial en este asunto. Se ha dicho que los hombres pondrían en duda que “dos por dos son cuatro” si les moviera algún interés. Y nadie puede permanecer indiferente ante el mensaje del evangelio que nos presenta a Jesús como el Hijo único de Dios, muerto y resucitado, salvador de todos los hombres, afirmaciones que es imposible aceptar si no se tiene fe. Por ello todo investigador, cualquiera que sea su grado de honradez, abordará los testimonios de un modo muy diferente según tenga o no tenga fe.

El creyente preferiría pensar que los evangelios fueron escritos muy pronto y por testigos directos; pero aunque no fuera así, la fe no se vendría abajo, porque sabe que el libro sagrado es Palabra de Dios, quienesquiera sean sus autores. Nos sentimos más a gusto con una fecha precoz para la composición de los evangelios, pero si la investigación induce fechas más tardías, no por ello nos tenemos que turbar.

No es así para el incrédulo, pues no puede aceptar el testimonio tal como es. No se atreverá a hablar de una falsificación, pero hará lo imposible para colocar muchos años e intermediarios entre los testimonios directos de Jesús y los evangelios que poseemos. Imaginará largas tradiciones orales, relatos anteriores que se copian y se modifican deformando los datos o adaptándolos según las necesidades del momento. Quien no tiene fe no encontrará paz hasta que no pueda asegurar que ninguno de los testimonios sobre la divinidad de Jesús proviene de testigos directos.

Constantemente se ejerció una fuerte presión para retrasar la fecha de composición de los Evangelios hasta el fin del primer siglo, y esto aunque los expertos reconocían en privado que no tenían ningún argumento serio para hacerlo y que era sólo su sentir personal. Nosotros hemos dado para los tres primeros Evangelios las fechas más probables a partir de la crítica histórica y del análisis literario, pero muchos libros, incluso difundidos entre los católicos, afirman todavía que los Evangelios fueron escritos cuando los testigos ya habían desaparecido y para creyentes que se preocupaban poco por los hechos en que se apoyaba su fe.

6. El Nuevo Testamento y la fe

Tal vez nos hayamos detenido demasiado sobre el origen y la historicidad de los textos sagrados. Estas cuestiones ciertamente son importantes, pues la revelación cristiana está ligada a la historia. Si el libro no es histórico, se convierte en sabiduría o religión, pero la fe cristiana no es principalmente ni sabiduría ni religión. Nosotros no podemos dar justificaciones más técnicas en esta edición: nos hemos atenido a lo que se puede decir sin temor de que la historia o la crítica nos contradigan. La historia de Jesús no se pierde en la niebla, podemos aproximarnos a ella siguiendo las indicaciones que nos proporcionan los textos con ayuda de la crítica. Pero habrá que afrontar un misterio: el de la revelación y el del Dios hecho hombre.

Nos hemos formado en una cultura “cientificista” y técnica según la cual sólo es verdadero lo que entra en el campo de la ciencia experimental. Ha nacido un mundo arropado por todo género de seguridades, en que se espera muy poco de Dios, y en ese mundo Dios no multiplica sus milagros.

Por esta razón muchos hacen el siguiente razonamiento: si ahora no puedo ver hechos parecidos a los que relata el evangelio, ¿cómo creer que han sucedido en otro lugar? Todo sería diferente si formaran parte de una Iglesia ferviente, cuyos miembros son lo bastante pobres como para sentir necesidad de Dios, lo suficientemente sencillos para no vivir como ciegos ante él.

Si participamos en la vida de una comunidad cristiana, la experiencia confirmará todo lo que dicen los libros sagrados. Pero si no cumplimos las condiciones que permiten “ver a Dios”, nos sentiremos muy molestos hasta que no logremos reducir los testimonios del evangelio según la medida de lo que para nosotros es razonable. Su testimonio sobre el Dios hecho hombre, un Dios que resucita a los muertos, nos resultará insoportable.

Así pues, sólo a partir de una experiencia de fe se puede entrar en el Nuevo Testamento, y se comprende y juzga cuando la historia o la crítica nos obligan a abordar dificultades o dudas. Y es a partir de la fe y con fe que se debe hacer su lectura. No todo tiene la misma importancia, ni todos los días se encuentran respuestas, pero lo cierto es que el creyente descubre la lógica interna de la obra. Aunque el conjunto de los Evangelios y de las Cartas nos pueda parecer heteróclito, acabaremos reconociendo que los 27 libros forman un solo monumento.

_______________________



#98 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 13 febrero 2010 - 05:05

Evangelio según Mateo

Introducción


¿Quién era Mateo, llamado también Leví? Leemos en el Evangelio que era cobrador de impuestos y que Jesús hizo de él uno de sus apóstoles (Mt 9,9 y Mc 2,13). Los testigos más antiguos (Papías hacia el año 130; Ireneo hacia el 180; Orígenes hacia el 200) le atribuyen un Evangelio “escrito en letras hebraicas” que todavía era conocido en el tiempo de san Jerónimo (siglo cuarto). Nuestro Evangelio según Mateo, escrito posteriormente en griego, debe tal vez su nombre al hecho de que integró en su relato la traducción de la obra primitiva de Mateo: véase la Introduccion al Nuevo Testamento.  

Con toda probabilidad este Evangelio fue escrito en una comunidad cristiana en la que había cristianos de origen judío y griego, tal vez Antioquía (véase He 12,1 y 13). Es el momento en que el sumo sacerdote Ananías hizo apedrear a Santiago, el obispo de Jerusalén (62). Entonces los cristianos son excluidos de la comunidad judía y ya no son protegidos por las leyes romanas que autorizaban a los judíos a que no sacrificaran a las divinidades romanas y un poco más tarde serán perseguidos por Nerón (64-65). 

Este Evangelio trata de mostrar que los cristianos no deben preocuparse si por ahora los rechaza su pueblo. La comunidad oficial que no ha creído se ha quedado fuera del Reino, al que entraron los que han reconocido al Mesías. Esta minoría ha recibido los “bienes de la alianza” prometidos por los profetas. En adelante deben compartirlos con los creyentes de todo origen que querrán integrarse en la Iglesia. 

Bajo esta perspectiva, toda la historia de Jesús es presentada como un conflicto que termina en una separación: véase el final del capítulo 13. En adelante Jesús no predicará ya a las muchedumbres sino sólo a sus discípulos.  Mateo destaca la figura de Jesús como predicador y Maestro de la Escritura. Se interesa en forma especial por las palabras de Jesús, que son más numerosas en su Evangelio que en los demás, y en cambio cuenta sus gestos y sus milagros del modo más esquemático posible.

No hay pues que extrañarse de que Mateo haya construido su Evangelio en torno a cinco “discursos”, en los que reunió palabras que Jesús pronunció en diferentes ocasiones. Estos discursos son: 

– El Sermón de la montaña: 5, 6 y 7. Esta carta magna de los hijos de Dios se completa con diez signos de poder que anuncian nuestra liberación del pecado (c. 8 y 9). 

– Las instrucciones a los misioneros: 10. Estas instrucciones son completadas por las controversias que enfrentan a Jesús con sus adversarios (c.11 - 12). 

– Las Parábolas del Reino: 13. Los fariseos se ciegan, mientras que la fe de los Doce y de Pedro permite que Jesús funde su Iglesia. 

– Las advertencias a la comunidad cristiana: 18. La ley funamental del perdón fraterno se completa con instrucciones diversas. Los guías del pueblo judío se cierran, mostrando por contraste lo que deberán ser los guías del pueblo cristiano. 

– Cómo vivir a la espera del fin de los tiempos: 24 y 25. 

A manera de introducción Mateo pone los dos primeros capítulos sobre la infancia de Jesús. Son relatos de un carácter especial, en los que se preocupa muy poco de la historicidad de los hechos, pues la intención es presentar a través de imágenes una enseñanza teológica.








Evangelio según Mateo

Prólogo (1,1—4,16) Jesús recorre el mismo itinerario del Pueblo de Dios



La historia del pueblo de Dios apuntaba al nacimiento del Cristo, Emmanuel: Dios-con-nosotros.

Su infancia lo presenta como el heredero de las promesas hechas a Abraham, el rey de las naciones adorado por los Magos. Ya es perseguido como lo serÁ su pueblo.

Juan Bautista presenta a Jesús. Su bautismo lo manifiesta como el Hijo de Dios y en sus tentaciones revive las pruebas de Israel en el desierto. Para concluir: Jesús es la luz de las naciones.

Los antepasados de Jesús

1

1 Documento de los orígenes de Jesucristo, hijo de David e hijo de Abraham. 2 Abraham fue padre de Isaac, y éste de Jacob. Jacob fue padre de Judá y de sus hermanos. 3 De la unión de Judá y de Tamar nacieron Farés y Zera. Farés fue padre de Esrón y Esrón de Aram. 4 Aram fue padre de Aminadab, éste de Naasón y Naasón de Salmón. 5 Salmón fue padre de Booz y Rahab su madre. Booz fue padre de Obed y Rut su madre. Obed fue padre de Jesé. 6 Jesé fue padre del rey David. David fue padre de Salomón y su madre la que había sido la esposa de Urías. 7 Salomón fue padre de Roboam, que fue padre de Abías. Luego vienen los reyes Asá, 8 Josafat, Joram, Ocías, 9 Joatán, Ajaz, Ezequías, 10 Manasés, Amón y Josías. 11 Josías fue padre de Jeconías y de sus hermanos, en tiempos de la deportación a Babilonia. 12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel. 13 Zorobabel fue padre de Abiud, Abiud de Eliacim y Eliacim de Azor. 14 Azor fue padre de Sadoc, Sadoc de Aquim y éste de Eliud. 15 Eliud fue padre de Eleazar, Eleazar de Matán y éste de Jacob. 16 Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. 17 De modo que fueron catorce las generaciones desde Abraham a David; otras catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación hasta el nacimiento de Cristo.

Jesús nace de una madre virgen

18 Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. 19 Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla. 20 Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, 21 tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». 22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: 23 La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros. 24 Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. 25 Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.

Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 1

1,1

La Biblia saca su fuerza de la continuidad de la historia y de la fidelidad de Dios a sus promesas, y por eso sus personajes se arraigan habitualmente en la historia anterior. Tal es el sentido de la presente genealogía que significa “documento de los orígenes” y señala la lista de antepasados.

    Este documento sólo contiene 42 nombres, ordenados en tres series de catorce, cifra simbólica para los judíos. Jesús es hijo de Abraham, padre de los creyentes; también es hijo de David, tal como debía ser el Salvador prometido a Israel.

    La primera serie de nombres ya está en Rut 4,18. Los de la segunda, que son los reyes hijos de David, son recordados en el Libro de los Reyes, pero nada se dice de los descendientes de Zorobabel (Esdras 3 y 4).

    La lista llega hasta José, que fue padre adoptivo de Jesús. Esta paternidad adoptiva era suficiente para que Jesús fuera, como José, “hijo de David”.

    Las cuatro mujeres aquí nombradas se mencionan en la Biblia: Tamar (Gén 38), que dio todo para no perder las bendiciones divinas. Rahab y Rut, dos extranjeras muy distinguidas que se integraron al pueblo de Dios, y la viuda de Urías, la bella Betsabé, que fue raptada por David.

    Esta lista no es completa. En Lucas 3,23 se lee una genealogía de Jesús diferente que se inicia ¡con Adán! Ambos documentos están indicando de este modo que el Salvador es la flor y el fruto tanto de nuestra tierra como de la raza elegida (Is 45,8). Jesús se arraiga en la humanidad al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y también por la esperanza. Todos somos solidarios de Cristo por la sangre antes de serlo por la fe.

1,2    

Muchas personas actualmente saben poco de sus antepasados. Eso no ocurría entre los judíos, para quienes la incorporación del nombre de su padre reemplazaba nuestro apellido de familia: Jesús era “ben Yosef”, hijo de José (Jn 1,45). Se conservaba escrupulosamente la lista aprendida de memoria de los antepasados y el lugar de origen.

1,18      

Ya se notó la precisión aportada por el versículo 16. El párrafo que ahora empieza quiere recordar que Jesús es el descendiente legítimo de David, gracias a José, pero que no tiene otro Padre que Dios mismo y ha sido concebido por obra del Espíritu santo por una madre virgen.

    Para la Iglesia primitiva, el origen de Jesús, hijo de María Virgen, era algo indiscutible, por eso Mateo, que se dirige a creyentes, no trata de demostrar nada. Se contenta con recordar que Dios ya había previsto que su Hijo estuviera arraigado en la descendencia de David.

    Frases escuetas, casi tímidas, no osan deshojar el misterio de María, la mujer Virgen a través de la cual la vida de la tierra sube hasta Dios para ofrecerse como un obsequio. Un enviado atraviesa la noche y dialoga con palabras calladas. Sugerencia de un mundo abierto a presencias activas de Dios. En cuanto a la virginidad de María, ver Lc 1,26.

    María estaba comprometida. En el pueblo judío esta situación daba ya los derechos de la vida conyugal, solamente que la mujer seguía viviendo en casa de su padre y bajo su autoridad. Toda mujer debía pertenecer a un hombre, ya fuera su padre, su esposo, o su hijo, en caso de que fuera viuda. De modo que José tenía que llevarla a su casa para que comenzase a estar bajo su tutela (vs. 20 y 24).

1,19    

Todo parece indicar que fue María la que informó a José, quien comprende que el anuncio a María presagia mucho más que dar a luz a un niño y piensa que no debe entrometerse, pero no ve cómo retirarse sin perjudicar a María.

    El verbo griego significa: “difamar, exponer a una difamación”, y no “denunciar”, como traducen algunos que imaginan a José dudando de la fidelidad de María.

    Este primer error los lleva a cometer otro en el versículo siguiente que traducen: “No temas llevarte a María a tu casa porque está esperando del Espíritu Santo”, (imaginan que el ángel quiere tranquilizar a José). En realidad, la partícula griega no significa habitualmente “porque”. El ángel muestra a José que no está de más en este asunto: él también tiene una misión que cumplir en esta obra de Dios.

    Al adoptar a Jesús, José le transmitiría su legitimidad como hijo de David, ya que con toda probabilidad, la familia de María pertenecía a otra tribu.

1,21    

Jesús es la forma castellana de Jeshuá, nom bre que es muy cercano a Josué y significa Salvador. Era un nombre bastante común entre los judíos.     Mateo cita una profecía (Is 7,14) que confirma que Jesús es tanto el descendiente de David como la presencia de Dios en la tierra, Emmanuel, Dios-con-nosotros. Jesús, que nace de Ma ría en el tiempo, es el propio Hijo Único del Padre, nacido de Dios desde la eternidad; no hay lugar para dos padres. La paternidad adoptiva de José encubre y protege un misterio.



________________________



#99 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 21 marzo 2010 - 10:28

Evangelio según Mateo



Del Oriente vienen unos Magos

2

1 Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que ve nían de Oriente llegaron a Jerusalén 2 preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.» 3 Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír esto. 4 Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías. 5 Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel. 7 Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. 8 Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.» 9 Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que ha bían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! 11 Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. 12 Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino. La huida a Egipto 13 Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» 14 José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre y par tió hacia Egipto, 15 permaneciendo allí hasta la muerte de He ro des. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del pro feta: Llamé de Egipto a mi hijo. 16 Herodes se enojó muchísimo cuando se dio cuenta de que los Magos lo habían engañado, y fijándose en la fecha que ellos le habían dicho, ordenó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores. 17 Así se cumplió lo que había anun ciado el profeta Jeremías: 18 En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos y lamentos: es Raquel que llora a sus hijos; éstos ya no están, y no quiere que la consuelen. José y María vuelven a Nazaret 19 Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: 20 «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muer to los que querían matar al niño.» 21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel. 22 Pero al enterarse de que Arquelao gobernaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Conforme a un aviso que recibió en sueños, se dirigió a la provincia de Galilea 23 y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán ''Nazoreo''.  

____________

Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 2


2,1      


En la época en que fueron redactados los Evangelios, la literatura judía se complacía imaginando la infancia de los héroes de la Biblia. Acababan de escribirse la de Abraham y la de Moisés. Una estrella, se decía, había advertido al Faraón del nacimiento del salvador de los hebreos, y por eso había decidido dar muerte a todos los niños, pero Moisés se había salvado.


    Mateo adapta estas imágenes conocidas para pintar un cuadro algo artificial de la infancia de Jesús. Estas nos transmiten un primer enfoque de su misión: ignorado por los suyos y perseguido, dará el Evangelio a los no judíos. Mateo cita varias veces la Escritura, y cada vez agrega: "así había de cumplirse". De ese modo invita a releer los textos antiguos que hablaban del pueblo de Israel, pero que también anunciaban a Jesús. Él debía rehacer las experiencias de su pueblo: marchas, exilio, penas, pero finalmente todo adquiriría un sentido nuevo.    

Los Magos, descritos según la imagen que se tenía de los sacerdotes astrólogos de Caldea (Dan 2,2), representan aquí las naciones extranjeras que vienen a adorar al Dios verdadero (Is 60). Los sacerdotes y los jefes del pueblo de Dios no esperaban nada y no habían sido informados, pero Dios llama a sus amigos del mundo pagano: Jesús, salvador de los judíos, salva a la humanidad entera.


2,9    


La estrella los guiaba: porque muchas veces hay que buscar a Dios en la noche. Creían en las estrellas, y Dios les había procurado una.


2,10    


¡Qué alegría más grande! Solamente en la Biblia se habla tanto de alegría y se promete la alegría como consecuencia de una visita de Dios: Mc 5,12; 13,20; 13,44; 25,21; 28,8; Lc 1,28; 1,19; 2,10; 10,20; 13,17; 15,32;19,6; 24,52.


2,13      


Este relato de la huida a Egipto y de la masacre de los inocentes viene a reafirmar la solidaridad de Jesús con los sufrimientos pasados y presentes de su pueblo. Se los recuerda en dos citas: Os 11,1; Jer 31,15.


La tradición de la Iglesia siempre ha afirmado que esos niños, masacrados en lugar de Jesús sin haberlo deseado, también comparten su gloria sin haberla merecido. Con esto invita a pensar que el misterioso amor de Dios cubre a los millones de niños asesinados y centenas de millones de otros eliminados antes de nacer. Son las personas y las sociedades responsables de este desastre las que sufren las consecuencias del mismo, mientras que Dios tiene en sus manos todos los destinos y de antemano los conoce; siempre será posible suprimir vidas, pero nunca limitar sus generosidades.


2,19      


José vuelve a Nazaret. Así finalizan estas historias que son como una introducción al Evangelio. Jesús permanece más de treinta años en ese pueblito donde se cría, y del que pasa a ser el artesano-carpintero (Mc 6,3).



2,21      


Lo llamarán Nazoreo. Mateo juega con esta palabra que recuerda a la vez nezer, o rama (Is 11,1) y nazir (Núm 6). Era el tiempo en que ciertos grupos judíos predicaban y bautizaban, como hizo Juan Bautista, siendo considerados por el pueblo como nazires. Jesús era a la vez nezer y nazir.     

Jesús quedó marcado por el contexto de su provincia. La Galilea, que quiere decir "el distrito de los paganos" (4,15), era más abierta al exterior que Jerusalén y Judea. Los judíos eran allí numerosos y hablaban arameo, pero en muchos sectores los habitantes tenían otro origen y religión; se los llamaba "los griegos" porque hablaban esa lengua.

    

Nazaret, pequeña aldea perdida en una depresión entre las colinas, estaba a unos diez kilómetros de Séforis, una ciudad nueva y capital romana de la provincia. Es probable que Jesús la haya visitado en diversas oportunidades por motivos de trabajo. En Séforis todos sabían un poco de griego. Jesús aprendió a leer y escribir el arameo en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16), donde con mucha probabilidad también adquirió algunos rudimentos de hebreo.    

Muchos se preguntan qué hizo Jesús entre los doce años, edad que tenía cuando se quedó en el Templo (Lc 2,41-51), y los treinta años o más, cuando empezó su ministerio público.

    

Conviene aclarar, en primer lugar, que el Evangelio no es una "Vida de Jesús", o sea, una historia desde su nacimiento hasta la muerte, sino una catequesis que solamente recuerda hechos y palabras importantes para fundamentar nuestra fe.    

Por otra parte, cuando sus vecinos de Nazaret se extrañan de los milagros que realiza (13,54), no dicen: ¡Son cosas que le enseñaron en países extranjeros!, sino: ¿Qué le pasa al carpintero, después de tantos años que lo conocemos?    

Jesús no podría haber comunicado las palabras de Dios si no tuviera, como hombre, un conocimiento excepcional de lo que hay en el hombre (Jn 2,25). Los años de Nazaret no fueron tiempo perdido; Jesús interiorizó la cultura de su pueblo y los acontecimientos que afectaban a su nación; experimentó el trabajo, las relaciones humanas, el sufrimiento, la opresión. La fuerza de sus palabras procede tanto de su ex periencia humana como de su persona divina.

______________________






#100 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 10 abril 2010 - 06:33





Evangelio según Mateo

3



Juan Bautista anuncia la venida de Jesús

1 Por aquel tiempo se presentó Juan Bautista y empezó a predicar en el desierto de Judea; 2 éste era su mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está cerca.» 3 Es a Juan a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: Una voz grita en el desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos. 4 Además de la piel que le ceñía la cintura, Juan no tenía más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. 5 Venían a verlo de Jerusalén, de toda la Judea y de la región del Jordán. 6 Y además de confesar sus pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán. 7 Juan vio que un grupo de fariseos y de saduceos habían venido donde él bautizaba, y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima? 8 Muestren los frutos de una sincera conversión, pues de nada les sirve decir: “Abraham es nuestro padre”. 9 Yo les aseguro que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham aun de estas piedras. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego. 11 Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero des pués de mí viene uno con mucho más poder que yo –yo ni siquiera merezco llevarle las sandalias– , él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego. 12 Ya tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas, mientras que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.»

Jesús recibe el bautismo de Juan

13 Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste lo bautizara. 14 Juan quiso disuadirlo y le dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.» 15 Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos todo como debe hacerse.» Entonces Juan aceptó. 16 Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17 Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; en él me complazco.»

Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 3

3,1

De Galilea el texto pasa a la provincia de Judea, el corazón de las tierras judías. Esta región estaba administrada por los gobernadores romanos, pero la comunidad civil y religiosa dependía en muchas cosas de los sacerdotes (el partido de los saduceos). En el desierto de Judá se habían refugiado los que mantenían una actitud de resistencia espiritual. Los grupos esenios en particular seguían aguardando los tiempos prometidos por los profetas: se encontraban allí en un oasis de vida austera y de oración, lejos del culto oficial del templo de Jerusalén. Juan Bautista (el Bautizador) ha hecho discípulos y atrae al pueblo con el llamado a la conversión. El reino de Dios, es decir, un reordenamiento del mundo, comenzando por el mundo judío, está muy próximo.

3,11

Un bautismo de agua: Podemos imaginar a los grupos de peregrinos a orillas del Jordán para una celebración; Juan va nombrando uno a uno los pecados del pueblo, y cada vez se responde: “No lo haremos más”. Luego son bautizados todos en el río antes de regresar a sus hogares.

3,13

La llegada de Jesús le extrañó a Juan, pero Jesús afirma que al pedir este bautismo está cumpliendo una etapa necesaria del plan de salvación (15). Para que se salve el mundo, esto es para que el mundo se encuentre con Dios, no bastaba que Dios Hijo se hiciera hombre, sino que además debía hacerse solidario de los humildes y de los pecadores; desde ellos su salvación se extenderá a la gente más cómoda y al mundo. Jesús no se quiere distinguir del pueblo pecador, por eso acompaña a los que han sentido el llamado de Dios a convertirse.

3,16

Véanse las notas de Lc 3,21. Este bautismo es para Jesús la oportunidad de vivir una profunda experiencia espiritual que recuerda la de los grandes profetas. La manifestación divina señala a Jesús el comienzo de su misión como Hijo y Siervo del Padre: véase Sal 2 e Is 42,1.

_________________________________