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ROCIO BAJO EL PUENTE LORETO


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2 Respuesta(s) a este Tema

#1 emilio

emilio

    Legendario

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  • Location:pupuya- C. de Navidad

Publicado el 06 febrero 2008 - 09:43

LA VIDA DE ROCIO BAJO EL PUENTE LORETO





Rocío tiene dos años y vive con su madre, “La China”, bajo el puente Loreto. La mujer, por su parte, llegó a vivir al Rió Mapocho cuando tenía 8 años, huyendo de las violaciones paternas. Bajo el puente se drogó, robó, vio cómo el cauce se llevaba sus cosas y arrastraba ejecutados políticos y suicidas. También aprendió a sobrevivir y se embarazó. Dice que Rocío la salvó de las drogas y ahora ella quiere salvarla de la pobreza.
En estos mismos márgenes se refugiaron los huachos retratados por el historiador Gabriel Salazar; los pelusas fotografiados por el genial Sergio Larraín y rescatados por el Padre Hurtado; los chicos de la caleta Chuck Norris que se prostituían en la Plaza de Armas antes y después de que el Caso Spiniak los sacara del anonimato. En este lugar donde siempre Santiago ha tirado sus desechos, madre e hija tiene su hogar. “La China” hoy sólo le teme a que la policía le quite a su hija. A eso y a la Navidad que se acerca.

La hija tiene un lindo nombre: Rocío de Lluvia. La madre prefiere que la llamen sólo por su apodo: La China. Es el Marte 20 de noviembre, el más caluroso del año y ambas toman sol a orillas del Mapocho en sus sillas de playa amarillas. Los expertos aconsejan no exponerse a los rayos, pero ahí, bajo el puente Loreto, el Río Mapocho es el que arrastra las porquerías de media ciudad de Santiago, también trae una brisa fría que mece los yuyos de medio metro de alto.
Madre e hija acaban de almorzar. Comieron cazuela de pollo, el plato preferido de Rocío. Su madre lo ha preparado igual que todos los días: picando, pelando y revolviendo en cuclillas en la cocina a leña montada con cuatro ladrillos y una rejilla. Las papas, las zanahorias y las presas con poca carne se las regalaron durante su diaria visita a pedir a La Vega. ( El plato de los pobres)
Mientras descansan, bandadas de palomas -más numerosas que en la Plaza de Armas- llegan y parten incesantemente. El eco del puente hace que su aleteo sea estruendoso.
A media cuadra está Lastarria y sus alrededores, barrió que se ha vuelto “chic” en estos años. Abajo, en el subsuelo del Rió Mapocho, corre la moderna autopista que permite ir desde la Dehesa a la costa sin interrupciones. Esos mundos se asoman a la vida de la China y Rocío a través de la baranda del río. En la mañana la madre ha pasado pidiendo plata a los que las miran extrañados tomar sol como si estuvieran en el patio de su casa. La China les pide limosna a gritos, porque con el ruido de los autos y del agua, su voz apenas llega hasta arriba.
Muchos de los que le lanzan monedas aprovechan de fotografiarlas. En casi dos horas juntan más de dos mil pesos.
De tanto en tanto, Rocío juega con su muñeca o corre por la orilla. A veces mete los pies al agua desafiando divertida a su madre que grita ante el temor de que la corriente la arrastre. También le gusta meter las manos en el tarro de las monedas y oír cómo suena cuando las deja caer. Cada vez que lo hace balbucea con una sonrisa: “mamá, monea...”. Lo mismo dice cuando la China pega el grito a la gente que pasa por el puente para pedirlas.
-Monea, monea -la imita mirando hacia arriba con las manos levantadas, haciendo como si atrapara dinero que cae desde el cielo. Rocío ya sabe pedir limosna.
Entrada la tarde, cuando el sol pega más despacio, la China cuenta el dinero. Luego se cambia de ropa bajo el puente y vuelve con un balde lleno de agua potable y ropa limpia para su hija. La lava y le pone un vestido floreado. La sube a un coche y comienzan a avanzar por la orilla del río, en una imagen que es tan extraña como verlas tomar sol.
En el puente Patronato la China se encuentra con dos “pelusas” que también viven en la rivera. Vienen con una radio a pilas en el hombro y un bidón de bencina en la mano. La China los saluda y les dice que dejen de aspirar, que mejor se fumen un pito, pero uno de ellos le explica que tiene que hacerlo ahora porque en la noche llega su polola y no lo va a dejar.
Los jóvenes la ayudan a subir el coche por un improvisado acceso. Tienen que escalar afirmándose de focos y fierros que ellos mismos han colocado para ayudarse.
Una vez arriba, la China y Rocío van hacia La Vega a pedir comida y luego a cuidar autos a Agustinas. Los muchachos se van derecho a una bencinera.
-De no ser por la Rocío yo me hubiera perdido en la droga como estos “pelusas”. Mi hija me sacó del vicio y hace tres años que no me corto los brazos, no me vuelo. También dejé de robar –cuenta la mujer.

CUERPOS EN EL RÍO

La China llegó a Santiago en 1977, en plena dictadura. Venía huyendo de su casa en Puerto Saavedra, IX Región.
-Mi padrastro me violaba y mi mamá nunca hizo nada. Éramos 11 hermanos y ella nunca me quiso. Sólo se preocupaba de su marido. Por eso me arranqué en un tren de carga -cuenta.
Tenía 8 años cuando llegó sola a la capital. No conocía a nadie y fue por eso que bajó al Mapocho y empezó a engrosar las colonias de abandonados que desde siempre se han refugiado ahí. La China fue como es hoy Rocío, menuda y frágil. Y Rocío juega y crece en los márgenes como lo hicieron en el siglo XIX los huachos que el historiador Gabriel Salazar rescató en su notable libro “Ser niño huacho en Chile”. O como los “pelusas” que retrató el notable fotógrafo Sergio Larraín en los años 50: niños de manos rudas y piel maltratada que deambulaban sin rumbo por las calles o que se detenían a mirar un desayuno prohibido. O como los que empezó a recoger el Padre Hurtado en sus hospederías, cuando decía: “Yo conozco el alma de los pelusas y sé que son buenos cuando se les trata bien”. O como los que se prostituían en la Plaza de Armas y salieron del anonimato gracias al Caso Spiniak.
Los niños abandonados siempre han sobrevivido ahí y Rocío es más reciente eslabón de una eterna cadena.
-Cuando llegué acá habían muchos cabros. Algunos llegaron a adultos, pero varios se murieron o están presos. Yo vivía en la caleta que después se llamó Chuck Norris y ahí conocí al “Juanito de los pollos”, al Gatica, al Chino Pulido y a la Verito, que murió atropellada.
La China, a sus 38 años, habla de ese tiempo con nostalgia. A veces se queda mirando los adoquines del Río Mapocho donde ella y sus amigos escribieron sus nombres para que nadie los olvidara. Hoy ella es la única que los puede recordar y cada cierto tiempo repasa los rayados para que no se borren para siempre.
-Con los cabros de la calle encontré el cariño familiar. Ellos cuidaban a las mujeres y nunca un compañero se violó a una mujer. Yo corría más peligro en mi casa que aquí. En la caleta los que violaban eran los pacos, quienes después dejaban a las niñas botadas y sin ropa. Pero a mí nunca me pasó nada, porque me arrancaba y cruzaba el río– cuenta.
En el río se sentía protegida, aunque vio muchas cosas duras. A veces los cabros no estaban haciendo nada y un cuerpo pasaba flotando río abajo.
-Cuando había dictadura vimos muchos muertos. Algunos quedaban en la orilla y los íbamos a recoger. Tenían un hoyito chico en el pecho y un tremendo agujero en la espalda, por las balas. Ahora, en democracia, me ha tocado ver cabros que se suicidan. Uno trata de convencerlos de que no se tiren, pero igual lo hacen y después hay que ir a sacarlos a las compuertas.
Nada de eso le hizo daño a la China. Sólo le endureció el carácter. Pero no pudo con la droga. Ninguno podía.
-Éramos viciosos: le hacíamos al neoprén, a la bencina. Consumía porque me gustaba, para no pasar hambre, no pensar en los problemas y salir de la rutina. Después, a veces me cortaba los brazos, porque soy depresiva.
La China se cortó tantas veces que hoy las cicatrices que tiene en el cuerpo no son rayas sino franjas gruesas donde la piel es más clara y correosa, como la que queda después de una quemadura.
-A veces también robábamos. Yo iba a los supermercados, y también era mechera. Pero sólo estuve presa una vez durante cinco años, por robo con intimidación. Le dije al socio que me pasara las monedas, pero el huevón se me puso choro y le puse un chanchazo. Ahí llegaron los pacos y me llevaron –cuenta.
La experiencia en la cárcel, sin embargo, la salvó.
-Le doy gracias a Dios que caí presa, porque si no ya me habría matado la droga. Consumía todos los días y andaba raja. Despertaba tirada en cualquier parte –dice.
Al salir de la cárcel se emparejó con un cuidador de autos de la calle Agustinas. Juntos se fueron a arrendar una pieza a Recoleta, hasta que quedó embarazada. Su compañero le pidió que abortara, pero ella no quiso y se separaron:
-Era cobarde, como todo hombre. Cuando supo que estaba esperando guagua se fue donde sus taitas y me dejó botada.
La China pasó todo su embarazo bajo el puente Loreto o en hospederías. En el río vivía con dos compañeros, antiguos convivientes de cuando era chica. Ellos la cuidaron hasta el día en que Rocío nació.

LA NAVIDAD

Mientras estaba embarazada, la China hizo todo lo posible para que a la niña no le faltara nada. Juntó plata y compró un coche. También un colchón de dos plazas donde pudieran dormir las dos y lo llenó de peluches y muñecas. Ahora tiene una cocina a leña y un living. Hacen sus necesidades en un tarro que vacían en el Río Mapocho. Y para lavarse y cocinar la China consigue agua potable arriba, en la calle.
En las noches ven tele. Para oírla, sin embargo, tienen que pegarse al parlante, porque el ruido del agua y los autos lo anula todo.
Este es el hogar más estable que ha tenido la China en toda su vida. Y ahora en primavera, no está tan mal.
-Las ventajas de vivir acá son el aire limpio, la frescura del clima y que hay arena. No hay ratones porque es muy húmedo y a las palomas las espantamos a palos. Ya estamos acostumbrados al ruido y podemos dormir perfectamente.
El problema viene en invierno.
-En agosto, cuando nevó, nos quedamos sólo con lo puesto. Siempre cuando el río crece se lleva mis cosas, incluso cuando era chica. Esa vez el Mapocho se vino a la orilla y tuve que arrancar con la Rocío e irme a una hospedería. Pero ella nunca se ha enfermado de nada....
Luego se queda pensando:
-Sé que este lugar no es para Rocío, pero no tengo otro... El otro día fui a la muni a pedir ayuda y la asistente me dijo que internara a mi hija... ¡¿Cómo la voy a dejar sola?! ¡¿Cómo le voy a hacer lo mismo que hizo mi madre conmigo?! Yo la traje al mundo para protegerla y amarla, no para que venga un desgraciado y le haga algo... Yo le pedí mi hija al de arriba pa’ tener por quien luchar, por quien salir adelante y por quien vivir. Si estaba sola… a quién le iba a dar lo que ganara. A nadie. Me iba a ir a drogar y a tomar. Ahora no po’. Monedita que tengo se la junto para lo que ella necesite.
Cuenta la China que varias veces ha intentado buscar un trabajo estable, pero siempre le dicen que por sus antecedentes no pueden darle nada. Hoy, Rocío está a menos de un mes de cumplir tres años y la China no tiene plata para regalarle nada. También la inquieta la Navidad.
-No sé qué es llorar, pero la Navidad me emociona. Me gustaría pasarla en un hogar donde Rocío se siente a comer conmigo y esté bien y no bajo este puente... La Navidad pasada nos fuimos pa’ la playa a caminar solas las dos. Ahí le regalé una muñeca que le había comprado y una ropita. En diciembre, tengo que hacerle un regalo de cumpleaños y otro de Navidad, pero me da tristeza, porque ella quiere una bicicleta y no voy a poder dársela... ¡Cómo me gustaría que alguien viniera y me dijera ‘ahí tení una pieza’! ¡Aunque tenga que pagarla yo! Quiero tener a mi hija en un jardín y luchar por pagar las cosas. Pero a uno la miran como un animal y a la gente se le olvida que también somos personas. De repente, juego al Kino o al Loto y pienso que si me lo sacara ayudaría a la gente pobre, haciéndoles piezas para que vivan ahí. No quiero lujos, sólo una pieza y un patio para que mi hija juegue y se críe de otra manera. No al lado del río... Yo no me arrepiento de haberme ido de mi casa, porque acá nadie me ha hecho lo que me hacían allá. Pero la calle no es vida para una mujer.
A veces la China piensa que es más probable que le quiten a su hija que la ayuden con una casa.
Algunas noches esa idea no la deja tranquila y se la pasa en vela, vigilando que nadie se acerque.
-Si me van a separar de ella mejor que me pongan un balazo en la cabeza- dice.
THE CLINEC: JORGE ROJAS G – ALEJANDRO OLIVARES.

REFLEXIÓN:

Conociendo este reportaje ahí muchas preguntas como por ejemplo cuantas Rocíos habrá en el País, en forma especial en las zonas rurales, si por que no decirlo como la nuestra y no las conocemos, busquemos y estoy seguro que las encontraremos ud., y yo tenemos la palabra, no olvidemos lo que enseño el padre San Alberto hurtado, en la cara de los pobres esta la cara de Cristo.

www.diarionavidad.blogspot.com
[email protected]


#2 Invitado_Guest_Juan Pablo_*_*

Invitado_Guest_Juan Pablo_*_*
  • Guests

Publicado el 17 mayo 2008 - 03:25

Hola, Quería solamente dejar este link, para que vean una foto de Rocío.

http://www.fotoprens...rimer_lugar.htm

#3 Ge. Pe.

Ge. Pe.

    God of Forum

  • Administrators
  • 11.598 Mensaje(s)
  • Gender:Male

Publicado el 19 mayo 2008 - 10:38





Hace muchos años atrás, cuando creíamos firmemente en una sociedad mejor, pensaba que fotos como esta serían cosa del pasado.... Una ilusión más de un romanticismo social que hoy se ve arrollado por dictaduras políticas de derecha, dictaduras militares, dictaduras de los herederos de los militares y la derecha del mundo, dictaduras de todo tipo disfrazadas de democracia, estados fundamentalistas, estados casi fundamentalistas. Opciones sociales de desarrollo humano para fortunas hechas en las sombras del poder, poderes que ciegan frente a las tragedias humanas diarias, dinero que impera sobre sentimientos, sobre lo ser-humano... a veces pienso con tristeza en algo contra lo que me rebelé siempre, una afirmación que creí que algún día no tendría sentido, una frase que leí y leo a veces para tratar de convencerme que es falsa, que no es cierto, que todo puede ser distinto.... en verdad son varios pensamientos... uno de ellos dice por ahí...

"Pensé además en todos los abusos que se cometen bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no hay nadie que los consuele; sufren la violencia de sus opresores, y no hay nadie que venga en su ayuda. Por eso, felicitaré al muerto porque es muerto más bien que al vivo porque todavía vive. Y más feliz que uno y otro es el que todavía no existe, pues no ha visto todo el mal que se comete bajo el sol."

Palabras terribles, pero que ha sido del mundo en estos últimos 5 o 6 mil años? Guerra sobre guerra, muerte sobre muerte...

En otra parte leemos...

"El hombre (ser humano) jamás será capaz de gobernarse a sí mismo"


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Vi la destrucción y muerte en mi país cuando sólo queríamos darle al ser humano lo que le pertenece, trabajo, dignidad, techo, abrigo, cultura, educación...

Con una pena que me da ya la impotencia de no poder hacer mucho más que lo que hicimos o quisimos hacer antes, en aquella edad del futuro para todos, sólo puedo pensar en Rocío y su madre, las millones de Rocíos y madres del tercer y cuarto mundo que siguen sufriendo sin merecerlo, siguen sufriendo porque hay un orden político establecido que impide, niega, anula y destruye todo intento para que la humanidad sea, seamos, o tengamos la esperanza de ser seres-humanos...

Desearles a ellas "lo mejor" me parece une herejía y una ofensa...

Sólo mi afecto, mi admiración por su fuerza de vida y un apoyo solidario que nunca leerán...


Tal vez en los próximos 10, 20 o 100 mil años, algunos soñadores logren construir y hacer realidad el sueño de miles de millones...



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